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Entrevista al historiador Mario Amorós, autor de "Compañero Presidente", que hoy se presenta en Castellón (España)

«En Chile es más difícil derrotar el neoliberalismo, porque está más amarrado»

Fuentes: El Siglo

El historiador y periodista español Mario Amorós es, entre otras cosas, un apasionado especialista sobre Chile, el periodo de la Unidad Popular y, sobre todo, Salvador Allende, producto de lo cual son, entre otros, los libros Después de la lluvia. Chile, la memoria herida; Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario y Compañero Presidente. Salvador Allende, una vida por […]

El historiador y periodista español Mario Amorós es, entre otras cosas, un apasionado especialista sobre Chile, el periodo de la Unidad Popular y, sobre todo, Salvador Allende, producto de lo cual son, entre otros, los libros Después de la lluvia. Chile, la memoria herida; Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario y Compañero Presidente. Salvador Allende, una vida por la democracia y el socialismo.

Aprovechando su presencia en el Seminario Allende y el Siglo XXI, el pasado mes de junio, sostuvimos el siguiente diálogo.

– Mario, quisiera preguntarte en primer término por qué te has especializado en Chile, y en ese contexto, por qué en Allende…

– «Bueno, en Chile porque tempranamente descubrí el último mensaje del Presidente Allende, que me conmovió profundamente. Después empecé a leer algunos libros de manera desordenada y tuve la suerte de encontrar en Barcelona, donde finalicé mis estudios de Historia, un archivo impresionante sobre América Latina y en particular sobre Chile, donde había múltiples revistas del período, como Chile Hoy (una revista excelente dirigida por Marta Harnecker), Punto Final, publicaciones de la Democracia Cristiana, una infinidad de documentos del Partido Comunista, Partido Socialista y del MIR. Posteriormente, viajé a Chile en 1997 y aquí tuve el honor de conocer a personas como don Lucho Corvalán, Gladys Marín, Jacques Chonchol, Tomás Moulián, gente que vivió el proceso revolucionario que dirigió el Presidente Allende muy cerca, un proceso muy relevante. También conocí a muchos militantes de base, sobre todo comunistas, y así empecé a escribir sobre Chile».

– ¿Sientes que ya entiendes la lógica de este país tan raro?

«Tengo cierto conocimiento de la historia reciente. Seguramente hay cosas que a algún extranjero se le pueden escapar, algunas claves. Pero de la evolución política chilena creo que tengo un buen conocimiento, porque he estado muchos años estudiando, leyendo y reflexionando, sin embargo, me queda mucho trabajo aún.

– ¿Y qué opinas del bandazo que se ha dado Chile en los últimos 38 años, de ir de la construcción de un socialismo por la vía institucional, a un neoliberalismo extremo; es decir, no ya una economía neoliberal, sino una cultura neoliberal?

«Efectivamente, ese fue el gran éxito de la dictadura: ser capaz, con una violencia criminal y brutal, de destruir un movimiento popular como no había otro en América Latina, que se había gestado durante décadas, desde el principio del siglo XX; de ser capaz primero de destruir ese movimiento popular con esos crímenes tan atroces para a continuación implantar un proyecto ideado por los tecnócratas neoliberales educados en la Escuela de Chicago que, por vías democráticas, como fue la vía de la revolución chilena, nunca hubiera podido ser impuesto. Aprovecharon el terror y la represión para imponer ese proyecto de refundación que, como todos sabemos, cambió la faz de este país.

De ser un país con una cultura solidaria, colectiva, austera, con un gran compromiso político, con un gran debate y una gran pasión política, Chile pasó a ser un país neoliberalizado como no hay otro en el mundo, con una cultura consumista exacerbada, unos valores individualistas, la destrucción de la política como acción voluntaria, colectiva, ética, a pesar que persisten actores que la reivindican como tal. Queda mucho para construir una verdadera democracia en Chile, como lo atestiguan estos días los pingüinos y los estudiantes».

– Desde afuera ¿compartes el diagnóstico de que se percibe un agotamiento del modelo, en paralelo con una revitalización del actor popular?

«Yo creo que si, creo que hay una revitalización porque desde fuera se ve, por ejemplo, el movimiento de los trabajadores subcontratistas del cobre y el liderazgo importante de compañeros como Cristian Cuevas. Por lo que uno lee desde afuera, él ha jugado un papel importante en los últimos tiempos. Está el tema de los madereros, está esa revolución hermosa de los pingüinos desde hace dos años, que sorprendentemente sacó a la calle con una gran conciencia a los estudiantes más jóvenes de este país. Pero también veo que, al contrario de la mayor parte de los países latinoamericanos, en Chile se demora más la alternativa, la salida del neoliberalismo, porque aquí el neoliberalismo está perfectamente atado y amarrado, con la complicidad de importantes sectores que fueron parte de la oposición a la dictadura. Es verdad que dentro de esos sectores, hay algunos que están apareciendo con buena crítica, pero tienen que dar el paso siguiente, de la crítica a la acción política. Y eso implica no seguir en la Concertación o en los sectores que manejan el modelo neoliberal.

– Y respecto a la otra parte de la pregunta ¿percibes síntomas de agotamiento del modelo, en lo económico?

«No soy especialista en política económica. Me cuesta entenderla. En verdad, no tengo elementos para decirlo».

– En sus orígenes, el socialismo fue una construcción eurocentrista. ¿Qué te sugiere el hecho de que su eje se haya desplazado a Latinoamérica?

«Efectivamente, ahí tenemos que los europeos, que siempre hemos ido por el mundo dando lecciones, tenemos que hacernos una serie de autocríticas. Cómo es posible que en el continente europeo tengamos a Berlusconi en Italia, un fascista; a Sarkozy, en Francia, un político próximo a la extrema derecha en algunas posiciones. Cómo es posible que tengamos semejante involución del socialismo, del laborismo del Reino Unido. Pero, por otra parte, es curioso, no sé si lo saben en Chile, que en Chipre hay un Presidente comunista, marxista-leninista, en Chipre: uno de los 27 países de la Unión Europea. 

Definitivamente, en los grandes países europeos ha habido una involución muy fuerte en los últimos veinte años, con posiciones muy conservadoras, extendidas en amplios sectores de la sociedad. Ahí hay una gran tarea, porque, por ejemplo, el tema de los migrantes está emergiendo otra vez, está volviendo la cultura de la deportación, que pensábamos que se había extinguido con la derrota del fascismo en 1945 y eso es muy preocupante porque se está criminalizando la pobreza, la desesperación de los seres humanos que llegan de Asia o de África a Europa, buscando una vida de dignidad que no tienen en sus países».

– ¿Tiene que ver este paneuropeísmo, entendido como la unificación de Europa bajo un signo neoliberal?

«Claro, efectivamente los que dirigen la política europea son la derecha y los sectores mas conservadores de la socialdemocracia y ahí se ha visto recientemente con la Directiva de Retorno como por ejemplo el 80% de los eurodiputados socialistas españoles ha votado a favor de una directiva contra los emigrantes absolutamente reaccionaria. Al mismo tiempo, hay un intento de construir un Partido de la Izquierda Europea, una coordinación algo más allá de la coordinación de los partidos de izquierda que ha tenido momentos importantes, pero aún somos minoría y tenemos poca fuerza frente a esos sectores muy mayoritarios».

– En ese sentido, es interesante el proceso de reunificación de la izquierda alemana con Die Linke…

«Es un proceso muy interesante puesto que hace ya casi diez años Oskar Lafontaine, quien era el Presidente del Partido Socialdemócrata alemán, un partido con mas de 150 años de historia, renunció al gobierno socialdemócrata de Alemania por su viraje a las posiciones neoliberales. Hace un par de años Lafontaine tenía un partido y se unió en una coalición electoral con los comunistas y ahora han formado Die Linke, La Izquierda, queestá teniendo un ascenso espectacular, no sólo en el este de Alemania, donde el PDS tenía mucha fuerza, sino también en el oeste. Si ahora mismo fueran las elecciones federales legislativas, tendría más del 10% de los votos. Eso puede cambiar la política de Alemania, donde hay un empate técnico entre los democratacristianos y los socialdemócratas, aunque éstos están cayendo mucho. La izquierda está apareciendo como una alternativa en un país como Alemania, que es la tercera economía mundial y el motor de Europa. Sería fantástico que La Izquierda siguiera creciendo».

– No deja de resultar curioso la liquidez del cuadro político internacional, en una época unipolar, donde se supondría que Estados Unidos debiera dominar sin contrapesos…

Así es. Creo que en Europa hay más signos para el pesimismo que para el optimismo, pero, como decía antes, en América Latina los pueblos de muchos países nos están dando lecciones de cómo luchar y avanzar. Incluso en Chile, porque hay que rescatar lo meritorio de haber resistido la ofensiva neoliberal de los 90, cuando se decía que ya no tenía sentido el comunismo, que ya no tenía sentido la izquierda, que este país de la transición era el puma. Se decía que era el puma, el mejor de los países posibles, pero hubo gente que resistió. Ojalá que en las elecciones municipales haya un ascenso y se concrete esa alternativa de la que hablaba Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista de Chile, frente a La Moneda en el hermoso acto político-cultural celebrado el 27 de junio en memoria del Presidente Salvador Allende.

– Hoy, presentación de Compañero Presidente. Salvador Allende, una vida por la democracia y el socialismo (PUV. Valencia, 2008) en Castellón (España): http://www.rebelion.org/noticia.php?id=74862