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Entrevista a Gustavo Quilaqueo, presidente del Partido Nacionalista Mapuche

«En Chile no se cumplen estandares mínimos de democracia»

Fuentes: Azkintuwe

Gustavo Quilaqueo, presidente del Partido Nacionalista Mapuche, conversó con Azkintuwe a su regreso del País Vasco, donde asistió como invitado al Congreso Nacional de Aralar. El dirigente compartió sus apreciaciones sobre el contacto con los independentistas vascos, el proyecto político de Wallmapuwen y la reciente exclusión -por parte del SERVEL- de su candidatura a diputado […]

Gustavo Quilaqueo, presidente del Partido Nacionalista Mapuche, conversó con Azkintuwe a su regreso del País Vasco, donde asistió como invitado al Congreso Nacional de Aralar. El dirigente compartió sus apreciaciones sobre el contacto con los independentistas vascos, el proyecto político de Wallmapuwen y la reciente exclusión -por parte del SERVEL- de su candidatura a diputado independiente por el Distrito 51.

Acaba de regresar de Pamplona, País Vasco, donde fue invitado al IV Congreso Nacional del partido nacionalista vasco ARALAR. Junto a importantes líderes de fuerzas nacionalistas kurdas, catalanas y bretonas, Gustavo Quilaqueo fue uno de los oradores principales del acto de clausura. Allí saludó la lucha de los vascos y dio cuenta de los sueños inconclusos de libertad de su pueblo, el mapuche. A su arribo a Santiago y en el marco del Seminario Internacional «Los desafíos de la implementación del Convenio 169 de la OIT en Chile», organizado por el Observatorio Ciudadano y el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales (UDP), entrevistamos al presidente del Partido Nacionalista Mapuche, Wallmapuwen.

– Recientemente usted participó en el Congreso del partido nacionalista e independentista vasco ARALAR ¿Cómo evalúa ese viaje al País Vasco?

Nos fue muy bien y evaluamos positivamente lo que hicimos en el País Vasco y hablo en plural porque si bien viaje solo desde Wallmapu, en Pamplona se sumaron otros miembros del partido a la delegación. ARALAR, si bien tiene nueve años de existencia, es una fuerza política respetada y con dirigentes de gran trayectoria en el movimiento de liberación nacional vasco. Son, por así decirlo, herederos directos de la lucha de la izquierda abertzale o patriota y varios de sus líderes formaron parte de las directivas de Herri Batasuna y Euskal Herritarrok en los 90′. Varios de ellos, por lo demás, sufrieron los rigores de la prisión política en el pasado por su compromiso con la lucha armada y revolucionaria. Es decir, tras ellos hay toda una trayectoria de lucha y en todos los frentes políticos que uno se pueda imaginar. Por lo mismo, por provenir de históricas experiencias de lucha, cada una con sus marchas y contramarchas, es que dieron el paso de crear ARALAR el año 2002. Básicamente, cuando se constituía Batasuna, ellos deciden emprender un camino de izquierda y nacionalista propio, resistiendo supeditarse como otros sectores a la lucha armada de ETA, que era el caso de Batasuna en esos años.

– ¿Se trató de un rompimiento con los sectores del nacionalismo vasco que impulsaban la lucha armada de ETA?

Más que rompimiento, se trató de una toma de posición política. ARALAR aboga desde su fundación por la normalización democrática de la lucha vasca y ponen el acento en la acción política como herramienta de conquista de derechos. Y señalan, claramente y sin ambigüedades, condenar los atentados de ETA asi como la violencia terrorista del Estado español. En ello no se pierden y esa claridad política los hace hoy una fuerza en constante crecimiento al interior de un pueblo cansado no solo de la violencia estatal española, sino también de la lógica etarra de los balazos en la nuca. Ellos son nacionalistas abertzale, es decir, independentistas y de izquierdas. Ponen énfasis en la lucha política y el diálogo político. Apuestan a la lucha política dentro de los causes democráticos, pues entienden que en el contexto vasco y europeo actual, la lucha de ETA no tiene sentido ni en sus fines ni mucho menos en sus métodos. Y ojo, que en ARALAR hay varios fundadores de ETA en los tiempos de Franco. Tal definición nos parece de tremenda importancia como nacionalistas mapuches y ser considerados por los compañeros de ARALAR como una fuerza política hermana nos llena de orgullo. Wallmapuwen, en su declaración de principios, señala perseguir la liberación del pueblo mapuche y ello a través de la lucha política democrática, eso es algo que llamó la atención a los compañeros de ARALAR que a ratos veían a las organizaciones indígenas más bien centradas en procesos de resistencia y no de conquista de poder político. Por ello saludaron en su momento el surgimiento de un partido nacionalista en el seno del pueblo mapuche y ya en julio de 2008 firmamos un protocolo de colaboración mutua.

– ¿Cuál es la importancia de establecer vínculos políticos con este sector de la sociedad vasca?

Como Wallmapuwen sacamos nuestras conclusiones: que el proceso de solidaridad internacional con las luchas de otros pueblos oprimidos es un elemento que no podemos dejar de lado. Ser internacionalistas es un deber que tenemos como mapuches. Por otro lado, que es fundamental conocer la experiencia de un partido que, siendo joven, representa una larga tradición política en la lucha independentista de su pueblo. Es muy enriquecedor ver cómo ellos enfrentan el día a día, a ratos con más interrogantes que certezas pero el camino nacionalista que han decidido emprender es ese, el de la construcción política y no aquel de los manuales. Siempre es positivo conocer este tipo de procesos políticos reales y concretos, donde respetando los contextos, se pueden extraer aprendizajes importantes. Hay por cierto diferencias geopolíticas y socioeconómicas entre los mapuches y los vascos, pero la lucha por decidir por nosotros mismos un destino nacional la compartimos y ello nos hermana. Por lo demás, la lucha política opera con ciertos códigos que son similares estés en China, Euskal Herria o en Wallmapu.

– ¿Qué significa ARALAR?

Aralar es una montaña que cruza una parte del País Vasco. Tiene un fuerte sentido cosmovisional pues en esa zona, en la antigüedad, los vascos hacían sus encuentros y rituales más sagrados. ARALAR rescata esa memoria histórica y la nutre de futuro en sus propuestas políticas.

– ¿Visualizan fortalecer los nexos con dicho sector del nacionalismo vasco?

Por supuesto. Visualizamos ya en conjunto algunas líneas de trabajo, tanto con ARALAR como con la Universidad de Deusto, por ejemplo, para posibilitar que jóvenes mapuches puedan formarse en el País Vasco. Creemos que la formación política y en derechos humanos son elementos fundamentales para complementar la lucha que hoy se da a nivel local en Chile. Desde el año pasado tenemos relaciones políticas protocolares con ARALAR, donde se establecen algunas líneas de cooperación entre ambas colectividades. Por lo pronto, en nuestra visita de este año a Pamplona pudimos intervenir en el Congreso e incluso entregamos a la dirigencia de ARALAR la Wenufoye, nuestra bandera nacional mapuche. Fue un momento emocionante, donde Patxi Zabaleta, presidente de ARALAR, subió al podio y la recibió entre aplausos y vítores de los cientos de asistentes al acto. Eso habla de un respeto hacia nuestra lucha también. Si bien Wallmapuwen es una fuerza nueva, en gestación, nos tratan como iguales y eso es valorable. No hay un modelo a copiar, eso es claro. Hay principios y valores políticos que son más o menos transversales, como el nacionalismo de la mano del internacionalismo; la lucha democrática; una fuerza política que no solo reclame sino que también busque ejercer los derechos de un pueblo; en fin, elementos que compartimos.

CONVENIO 169, UNA OPORTUNIDAD

– Acaba de exponer en un Seminario sobre el Convenio 169. Al respecto, ¿cómo ve la aprobación del Convenio 169? ¿Es una oportunidad para visibilizar la lucha de los mapuches y exigir sus derechos negados por los gobiernos y el Estado de Chile?

Nosotros vemos como positiva la aprobación del Convenio 169, pues se trata de un instrumento que puede ayudar a la lucha del pueblo mapuche. Sin embargo situar el derecho internacional o este instrumento u otro como ‘la vía de solución’, no es lógico, como tampoco lo es el desconocerlo o decir que ‘no sirve para nada’. Creemos que el Convenio 169 es un instrumento y como tal, dependerá de quien quiera usarlo y para qué. Obviamente, tiene que ir de la mano con la capacidad que tiene un pueblo de generar expresiones políticas, organizativas y de movilización social que hagan exigibles los derechos que reconoce dicho instrumento. Sin la existencia de una fuerza social y política, éste y otros instrumentos internacionales son ‘letra muerta’, más aún en un país como Chile, profundamente legalista y donde si no se logran modificaciones de fondo en las leyes sectoriales y en la propia Constitución Política del Estado, no sucederá mucho con el Convenio. Pareciera una paradoja, pero ahí está el punto. Debemos ser capaces de generar un debate, de llevar al Estado a que se pronuncie para ver si hay voluntad de pasar del discurso, de la firmar del Convenio, a efectivamente reconocer y respetar los derechos colectivos de nuestro pueblo. En ese sentido, fue importante conocer en el Seminario las experiencias que nos relataban panelistas de Colombia, Perú y Bolivia, en el sentido de cómo el Convenio 169 es utilizado por otros pueblos indígenas y sus organizaciones.

– ¿Básicamente, qué derechos reconoce el Convenio 169 para los pueblos indígenas?

Fundamentalmente, el derecho a ser reconocidos como pueblo, a ser consultados por los gobiernos, que se adecuen las estructuras jurídicas de los Estados, la participación de los indígenas en la definición de sus prioridades en materia de desarrollo, etc. En el fondo, se supone que se tendrían que volver a discutir y modificar una serie de leyes internas para que efectivamente los derechos contenidos en el Convenio tengan aplicación real en el contexto chileno. Esa es hoy la gran duda, puesto que la arquitectura jurídica chilena es tremendamente regresiva y conservadora en materia de derechos ciudadanos en general y mucho más aun en el ámbito del reconocimiento de derechos indígenas. A lo más, reconoce derechos de tercera o cuarta categoría en orden a «resguardar» o «fomentar» determinadas manifestaciones culturales, pero en ningún caso reconoce derechos colectivos. No olvidemos que la Constitución vigente fue obra de Pinochet y modificar aspectos sustanciales de esta es prácticamente imposible por los quórum calificados y el poder que ostenta el Tribunal Constitucional. Se requiere para ello una tremenda correlación de fuerza política a favor y con el sistema binominal vigente, ello es también muy difícil de conseguir. Al menos no mientras siga existiendo este concubinato entre la Concertación y la derecha, bloques que han aceptado hace ya ratito mantener el modelo económico, político e institucional intacto. Y como más encima los mapuches no tenemos representación propia en el Congreso, la tarea de exigir que los derechos contenidos en el Convenio se cumplan se nos presenta en verdad titánica.

– Chile aprobó el Convenio a medias tintas…

Intentó aprobar una declaración interpretativa, pero no prosperó finalmente ya que tal vez advirtieron que se arriesgaban a ser cuestionados por la comunidad internacional. Les basta con saber que tienen el sartén por el mango y que, a menos que suceda algo extraordinario, la situación no va a cambiar mucho en Chile con el Convenio vigente. Es que a ratos pecamos de ingenuos los mapuches y olvidamos que ésta elite política, sea de la Concertación o la derecha, es la misma que gobierna Chile desde hace 200 años desde el Bío Bío al norte. Y la misma que nos gobierna del Bio Bio al sur desde hace 130 años. Son los mismos, los apellidos se repiten, las familias, sus negocios, sus intereses creados… ¡si hasta se casan entre ellos!, un dirigente de derecha es cuñado de otro que es dirigente socialista, un PPD es primo de otro que es de RN, un demócrata cristiano es hermano de un UDI y así la lista es interminable. Entonces, no es que uno sea pesimista con esto del Convenio 169, sino más bien realista, ya que existe una cosa que un PPD, un DC, un UDI, un RN y un PS tienen en común: que todos son nacionalistas chilenos y ninguno estará dispuesto a reconocer «más allá de lo debido», nuestros derechos como nación. Eso es algo que olvidamos con mucha facilidad.

– ¿Qué desafío plantea a los mapuches este escenario que nos presenta?

Nos plantea, en primer lugar, el desafío de confiar en nosotros mismos y dejar de ser clientela política de aquellos que jamás y repito con mayúsculas, JAMÁS, van a permitir que volvamos a gozar de soberanía política y territorial en nuestro suelo patrio. Si otros pueblos han avanzado con este instrumento internacional es porque precisamente han logrado ser interlocutores políticos de peso ante las elites estatonacionales. No es que en otros países exista más o menos democracia, sucede que en otros países los pueblos indígenas dejaron de ser comparsa y son actores políticos, tal es el caso de Ecuador, de ¡Bolivia!. ¿Qué hizo Evo Morales con la Declaración de Derechos Indígenas de la ONU? La firmó en Nueva York y al día siguiente, en Bolivia, le otorgó rango constitucional y la transformó en Ley. ¿Y por qué pudo hacerlo? porque está en el poder y tiene además bancadas de diputados y senadores del MAS y otras fuerzas aliadas en el Congreso que apoyan sus iniciativas, por más que a la derecha le duela. Creo que en Chile se podrá avanzar en la medida que entendamos los mapuches la importancia de generar estructuras, formas y estrategias que apunten a eso, a conquistar poder donde se toman las decisiones políticas.

– Están los diputados mapuches en los años 30′, 40, 50’…

Me parece que desconocer lo que hicieron los líderes mapuches desde 1910 en adelante, con todas sus contradicciones y errores, dirigentes que se atrevieron a luchar por ocupar un lugar dentro de las esferas políticas del Estado, sería miope absolutamente. Todas las fuerzas políticas y pueblos que han logrado avances y reconocimiento de sus derechos es porque han actuado políticamente, con una estrategia en torno a conquistar poder. Y todos ellos, sin sonrojarse ni un ápice, han utilizado las entre comillas «estrategias occidentales». Está el caso de Bolivia. Si la asunción de Evo Morales a la presidencia no fue casual, fue gracias a un movimiento político, un instrumento político, el Movimiento al Socialismo, el MAS. ¿Qué es Pachakutik en Ecuador? un partido, el brazo político de CONAIE y el heterogéneo movimiento indígena local. ¿Cómo lograron los Inuit en Groenlandia conquistar su derecho al autogobierno y pronto tal vez a su plena independencia? a través de fuerzas políticas de diverso signo, pero nacionalistas inuit en su esencia. No se trata de hacer apología de los partidos, hay caminos diversos y todos son válidos. Pero los partidos son la base del sistema político chileno y han demostrado su utilidad en diversos procesos en otras latitudes. El poder no va a permitir que nuestros pueblos avancen si no es por una razón: nuestro propio avance político. Si al frente tenemos un interlocutor político, este nos van a escuchar solo si tenemos poder. Y debemos lamentar que hoy, políticamente, los mapuches prácticamente no pesamos en Chile. No al menos para llevar al Estado a tratar los temas de fondo. Si alguien piensa que tenemos poder porque nos aumentan los subsidios de tierras o se anuncia la creación de un ministerio indígena, no sabe cuan equivocado está.

– ¿Lograr poder político en el caso mapuche pasa por generar alianzas internas como pueblo?

Es clave organización, fuerza y claridad de planteamientos. También las alianzas políticas son fundamentales en pos de conseguir objetivos, pero la unidad por la unidad no sirve, el discurso panfletario tampoco, las movilizaciones por sí solas, tampoco. Si no implican una construcción política a largo plazo, las alianzas o coordinaciones nacen con fecha de vencimiento, lamentablemente… Lo hemos visto en la historia reciente del movimiento mapuche. ¿Cuántas coordinaciones o supra-organizaciones se han gestado, por coyunturas específicas y que de tanto en tanto desaparecen o mutan en otros referentes y así seguimos inventando la rueda cada cierto tiempo? Deberíamos hacer una autocrítica como movimiento y hablo de todos quienes participamos de él. Hay un déficit en el movimiento mapuche actual, en el sentido de no estudiar procesos anteriores que hemos vivido como pueblo. Y no me refiero a la Colonia o el siglo XIX, hablo de procesos recientes, el proceso de la Unidad Popular en los 70′, de ADMAPU en los 80′, del Consejo en los 90′, de la CAM años más tarde, de la hoy desaparecida CITEM, analizar tales experiencias del movimiento mapuche, rescatar lo positivo de cada uno de ellos, pero también ser capaces de escrutar de manera crítica ciertos aspectos. Y no en un sentido de criticar por criticar, sino de sacar lecciones constructivas y que el pensamiento político mapuche se enriquezca para las nuevas generaciones.

EN QUE ESTÁ WALLMAPUWEN

– ¿Qué etapa política vive hoy el partido mapuche Wallmapuwen?

Este año estamos en una fase definitoria clave: concretar nuestra ansiada legalización. Eso implica juntar cinco mil firmas en un lapso de siete meses. El paso que está pendiente es la autorización del SERVEL que venia siendo entrampada por aspectos de forma en nuestras escrituras como colectividad. Eso lo resolvimos cambiando aquello que debíamos cambiar y así no dilatar más el proceso. En estos días estaremos entregando una última escritura ajustada a los criterios del SERVEL para evitar nuevas observaciones o impugnaciones… Será una escritura más de tipo ‘formal’, que nos ayudará a cumplir con lo administrativo que nos pide la restringida ley electoral chilena y así abocarnos de lleno al proceso de legalización que implica recolectar cinco mil firmas en tres regiones. Serían algo así como 1.900 en la Araucania, 800 en Los Ríos y cerca de 1.600 en Los Lagos.

– ¿Estas firmas deben ser exclusivamente de personas mapuches?

No, aunque esperamos sean los más interesados (risas), ya que nuestros principios ideológicos y bases programáticas apuntan precisamente hacia ellos. Pero es un proceso abierto a toda la población que habita en estas regiones y ello también tiene que ver con la forma en que Wallmapuwen entiende esto del «nacionalismo mapuche». Wallmapuwen es una fuerza política nacionalista mapuche, es claro, pero en absoluto un partido étnico, esta abierto a todos aquellos chilenos que adhiriendo a nuestros principios ideológicos, quieran trabajar por la construcción de un País Mapuche. Reivindicar derechos como pueblo no es excluyente de la participación de personas no mapuches. Eso lo valoramos y refirmamos. Si pudiésemos definirlo más gráficamente, Wallmapuwen es un partido territorialista más que étnico, somos nacionalistas del territorio, del Wallmapu, del territorio que queremos gobernar, del territorio donde queremos conquistar políticamente a una mayoría y que aspiramos transformar en el hogar nacional de nuestro pueblo. ¿Es excluyente de la sociedad chilena? en absoluto, al contrario, somos tal vez los primeros en proponer una salida al conflicto que contempla además a la población chilena que habita en Wallmapu y que lo pasa tan mal y a ratos peor que nosotros. La lógica es simple: si ellos nos han querido chilenizar, ¿por qué, en el buen sentido de la palabra, no podríamos nosotros intentar mapuchizarlos a ellos? Muchos chilenos comparten nuestras demandas, solidarizan con nuestras luchas, lamentan las injusticias cometidas y además, no se sienten representados por la oferta electoral y política que los partidos chilenos les ofrecen. Bueno, Wallmapuwen podría ser una alternativa para todos ellos. Son definiciones que hemos ido madurante en el tiempo, la propia práctica política a nivel de base nos ha ido permeando a nuevas visiones de entender el «nacionalismo» y esto de qué es «ser mapuche».

– En este sentido, en estos años de trabajo político de base ¿cómo ha sido la recepción de las ideas de Wallmapuwen por los mapuches, comunidades, y los no mapuches?

Estamos más que satisfechos. Nos dicen que se necesitan nuevas alternativas y que Wallmapuwen es una ‘idea interesante’. Gente mayor, de comunidades, nos dicen que ‘es lo que han estado esperando hace mucho tiempo’, que recuerdan incluso las campañas de Coñoepan, de Huenuman, con mucha emoción a ratos. Pero una cosa es cierta, no necesariamente se condice el decir ‘qué buena la idea’ con esto de ‘la apoyo’ o ‘me sumo’. Nuestra gente es muy pragmática a la hora de hacer política y hasta cierto punto conservadora, se va a la segura a la hora de comprometerse, apuesta a ganador casi siempre y eso es un dato de la realidad. Por ello la aceptación de la idea muchas veces no implica adhesión militante. Ese paso no sucede siempre, cosa que hemos ido aprendiendo en el camino. ¿Cómo conectar ambas cosas? Esa es responsabilidad del partido, ser capaces de convencer a la gente, involucrarla, un trabajo de hormiga, del día a día, nada fácil. Hay también mapuches que no creen en esto y es legítimo, pero gran parte de la gente mapuche y no mapuche, gente común y corriente, no militantes del movimiento mapuche ni de grupos políticos, manifiestan la sensación de que es una buena ‘alternativa’, una ‘buena oportunidad’, lo miran con buenos ojos y, en último caso, no hay rechazo alguno. Tenemos que trabajar en que efectivamente esto se traduzca en que la gente se comprometa, apoye y firme para legalizarnos. Y que después, nos vote.

– ¿Dónde concentran hoy su base militante?

Contamos con bases de militantes en Lautaro, Freire, Imperial, Teodoro Schmidt, Temuko, tanto a nivel de comunidades como sectores urbanos. Es gente que comparte la idea y ya se ha integrado al partido. Son los más de dos mil personas que en las pasadas municipales votaron por nuestros candidatos, sabiendo que las posibilidades de ganar eran pocas debido al sistema binominal y a que iban independientes. Pero votaron por ellos y es un voto duro. No son pocos, pero tenemos vocación de mayoría y es un piso mínimo. Nos queda mucho por trabajar, hemos establecido contactos a nivel de comunidades, asociaciones, organizaciones territoriales, sectores urbanos, clubes deportivos, juntas de vecinos, gremios profesionales, hogares estudiantiles, etc… en eso hemos estado tres años, preparando el terreno y sabemos que nos queda mucho, mucho trabajo por delante. Estamos siguiendo la huella política que dejaron grandes líderes políticos como Coñuepan, Panguilef, Huenchullán, Kolima… Y esperamos que el camino que logremos nosotros avanzar, sin ninguna pretensión de vanguardia, sea la huella que sigan las futuras generaciones de nacionalistas mapuches.

– Usted iba como candidato independiente a diputado… ¿Qué pasó que el SERVEL objetó su candidatura?

Iba de candidato independiente por el Distrito 51, que de acuerdo al sistema electoral vigente desde 1989 agrupa a 7 comunas, en el corazón del Wallmapu: Imperial, Chol Chol, Carahue, Puerto Saavedra, Freire, Teodoro Schmidt y Pitrufquén, con alrededor de 71.000 electores. Presentamos una candidatura independiente, que es coherente con la idea de ir construyendo fuerza política propia. Según la ley, necesitábamos un mínimo de 359 firmas y presentamos cerca de 400. Aunque superamos la cifra, el problema fue que ‘se superó el máximo de militantes de partidos políticos apoyando la candidatura’. Ese es otro elemento de la ley que restringe la participación en Chile. La norma es que hay un máximo de un 5% que pueden firmar apoyando una candidatura independiente y pertenecer a algún partido político. Según el SERVEL nuestra candidatura llegó a un 9%. Esto implicó que administrativamente no cumplimos el requisito y se rechazó nuestra candidatura. Nos parece del todo injusto. El sistema electoral chileno permite que muchas personas estén inscritas en partidos sin saberlo ni autorizarlo, vicio reconocido incluso por las autoridades del SERVEL. Lo comprobamos cuando cotejamos los nombres de las firmas objetadas con las personas y muchos, la mayoría, jamás se había inscrito en un partido, pero tal vez alguien les sacó la firma para algo y allí estaban, aparecían legalmente afiliadas al PPD, el PC, el PS, incluso partidos de derecha. Por ello creemos que este rechazo del SERVEL evidenció una arquitectura jurídica y política que está hecha precisamente para impedir la participación, para excluir a quienes intentan ir por fuera del sistema de partidos existente. Por ello presentamos la semana pasada en Temuko, con el apoyo de un equipo de abogados y el respaldo transversal de los candidatos mapuches al Congreso, Francisco Huenchumilla, Adolfo Millabur y Diego Ancalao, un recurso de protección en la Corte de Apelaciones, cuestionando los procedimientos burocráticos de la ley electoral e invocando a su vez el Convenio 169 de la OIT, que mandata al Estado garantizar la participación política indígena.

– ¿Qué proyección le ve usted al recurso de protección presentado?

Esperamos que el recurso se acoja en tribunales. Queremos que genere una discusión legal y política. El tema de fondo es que hay un sistema político, una ley de partidos, un sistema binominal, una ley electoral no democrática heredadas de una dictadura. Por tanto, todos sus procedimientos obedecen a una visión política impuesta por una brutal dictadura militar que siempre buscó limitar la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos. Es antidemocrática, excluyente y hasta discriminadora en relación a los mapuches. Por otro lado, tenemos este nuevo instrumento internacional de derechos colectivos que demanda al Estado avanzar en la apertura de espacios políticos propios para los pueblos indígenas. Presentar el recurso es para nosotros abrir una discusión en estos temas de fondo. Si acá se agotan las instancias legales y existe la posibilidad de llevar este debate a espacios jurídicos internacionales, lo vamos a hacer. No lo descartamos, puesto que hay precedentes en otros países. En Nicaragua hay dos casos relativos a ‘participación política’, donde tuvo participación el actual relator James Anaya y que fueron abordados en base al Convenio 169. Hay precedentes jurídicos. Otras legislaciones garantizan la participación de ‘minorías’, independientemente de que sean indígenas o no. Es el caso, por ejemplo, de Alemania, donde de acuerdo a una ley electoral proporcional todos los que obtienen más de un 10% tienen escaños en el Parlamento. Pero, a su vez, se garantiza una cantidad mínima a quienes obtienen menos de un 5%. Eso me parece más una democracia. Sucede en otras partes de Europa también y tiene que ver con la calidad de la democracia, con estándares mínimos que en Chile no se cumplen en absoluto.

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