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En plena sociedad de la información, la maldición de Hermann Göring está más que vigente

Fuentes: Rebelión

En 1945 el psicólogo estadounidense Gustave Mark Gilbert fue enviado a Nuremberg como traductor del tribunal militar internacional. Allí tuvo la oportunidad de intercambiar palabras y llegar a convertirse en el confidente de Hermann Wilhelm Göring, quien fue un criminal y una figura política destacada del Partido Nazi, lugarteniente de Adolf Hitler y comandante supremo […]

En 1945 el psicólogo estadounidense Gustave Mark Gilbert fue enviado a Nuremberg como traductor del tribunal militar internacional. Allí tuvo la oportunidad de intercambiar palabras y llegar a convertirse en el confidente de Hermann Wilhelm Göring, quien fue un criminal y una figura política destacada del Partido Nazi, lugarteniente de Adolf Hitler y comandante supremo de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. Dos años más tardes regresó a los EEUU y publicó parte de su diario, que incluyó este memorable diálogo con el mariscal del Reich, Göring:

Göring: ¿Por qué, por supuesto, la gente no quiere la guerra. ¿Por qué algún pobre diablo en una granja querría arriesgar su vida en una guerra, cuando lo mejor que puede obtener de la misma es regresar a su granja en una sola pieza? Naturalmente, la gente común no quiere la guerra, ni en Rusia, ni en Inglaterra, ni en América, ni para el caso de Alemania. Eso se entiende. Pero, después de todo, son los líderes del país quienes determinan la política y siempre es una simple cuestión de arrastrar a la gente, sea en una democracia o una dictadura fascista, o un sistema parlamentario o una dictadura comunista.

Gilbert: «Si hay una diferencia. En una democracia, la gente tiene algo que decir al respecto mediante sus representantes electos, y en los Estados Unidos sólo el Congreso puede declarar guerras.»

Göring: «Oh, todo eso está bien y es bueno, pero, con voz o sin voz, el pueblo siempre puede ser arrastrado por sus ataduras con sus líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados, denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer al país al peligro. Ello funciona igual para cualquier país.»

Si le damos crédito al juicio del jerarca nazi, debemos entonces considerar que el problema no se corrige con democracia, y que la misma podría ser víctima de tal daño y trasmutarse en una dictadora o fascismo. Así que podemos suponer que el mejor correctivo ante ese problema, es educar bien a cada ciudadano para que sea capaz de pensar con profundidad por sí mismo, dudar de la información que se le suministra y esté advertido de sus limitaciones con cualquier obligación ante sus líderes.

Sería crucial entrenarlos bien para reconocer cuando verdaderamente la patria encara un peligro y cuando se trata de una manipulación o engaño. Tal formación no es fácil de proveer, cuando el individuo está acostumbrado a procesar la información que se le suministra, sin cuestionar algo. Cuando se le ha acostumbrado a no buscar la información desde sus fuentes reales y a preguntarse por lo idoneidad de lo que encuentra.

En otras palabras, no hay una fórmula mágica ni un mecanismo simple para hacer de un ciudadano un ser que reflexione lógicamente y a cabalidad. Una persona que frente a situaciones delicadas, no se apresure a generar juicio o sacar conclusiones a priori, que reconozca su potencial debilidad a ser manejado cual títere y esté bien dispuesto a enmendar su opinión en cualquier instante.

El modo es acostumbrar al individuo a que actúe de esa forma comúnmente; que esté dispuesto a buscar la información y no espere que otro se la provea. En la época de la llamada sociedad de la información o del conocimiento esto es algo que uno podría esperar que forma parte de cualquier programa de educación de una nación. Que se siguiera la idea del «enseñar a comprender» que la Unesco, a través del sabio Edgar Morín, señala en su conocido texto: «los 7 saberes necesario de la educación del futuro«.

En la época donde la Internet está al alcance de millones de estudiantes, es comprensible pensar que los mismos estarán mejor informados y, que será más difícil que un futuro ciudadano sea conducido cual borrego al matadero. Es posible creer que los estudiantes de hoy en día, hacen uso de las nuevas tecnologías de la información y escrutan detalladamente cualquier tema para formarse una idea completa del tema, y que posteriormente se encuentren en una posición sólida para debatir y contrastar las ideas vinculadas con lo mismo. Pero, contradictoriamente, tal suposición puede no ser cierta y por absurdo que parezca, estemos presenciando la formación de ciudadanos peor informados que en épocas pasadas.

El pobre y mal uso de la Internet en la educación puede estar creando vicios y dependencias que empobrecen la capacidad del individuo para desarrollar una mente inquisitiva y reflexiva. La tendencia a buscar cualquier información en «Google» y consultar únicamente los primeros 5 o 6 hiper-enlaces de respuesta de ese motor de búsqueda, al igual que el nefasto «copia y pega» de lo que se obtiene al trabajo o tarea que hay que entregar; generalmente si incluir ni una cita de la fuente y mucho menos una lectura detallada de lo que se está copiando. Todo esto resulta ser grandes elementos de perjuicio en la educación de las nuevas generaciones. El instrumento ideal para corporaciones que desean trabajadores casi robotizados y sin destreza mental para pensar sobre lo que hace y a quienes puede estar afectando.

Se copia información de un lugar a otro, sin estudiarla. Se entrega un trabajo sin tener destreza para justificar su contenido. Se toman las primeras ideas de algunos autores y no se contrastan con la de otros pensadores que pudiesen sostener lo contrario. Se ignora los criterios bajo los cuales los motores de búsqueda indexan y presentan la información.

Los motores de Internet y sitios de consulta tradicionales, se encargan de hacer selecciones del material y bajo la promesa de hacerle ganar tiempo y de haber clasificado correctamente la información, le restan esa tarea al individuo. Ellos determinan la fuentes y si aplican criterios de filtro de la información, el estudiante ni se entera de esas restricciones.

Así por ejemplo, la Wikipedia censura cualquier información de «rebelion.org» y otros sitios de información, por lo que quienes la consulten y no procedan a buscar mayores datos, serán víctimas de recibir información sesgada. Es por ello, que la mayoría de los estudiantes no han escuchado, ni visto nada de lugares como «www.nodo50.org«, la «red voltaire«, «kaosenlared.net«, «insurgente.org«, etcétera.

Por el contrario, sus fuentes de información se reducen a lo que tradicionalmente la derecha desea conozcan. De modo que les resulta dificultoso formarse un juicio con amplio soporte. Carecen de una ortografía aceptable, ya que si no disponen de un programa corrector de ortografía, les resulta extremadamente escribir bien. Tienen un muy pobre léxico y para comprender el significado de algo deben apelar al Blackberry® o a algún servicio de sinónimos y antónimos en línea.

Es decir, una pobre educación que mal emplee las fantásticas características de la Internet para proveer información, termina mal formando un ser más propenso al engaño y a la manipulación. La televisión y los grandes medios masivos de la información que reducen la información a titulares y resúmenes que se repiten hasta convertirse en propaganda, terminan por adoctrinar a la persona con la ideología que se le desea inocular sin que ni siquiera lo advierta; por el contrario, muchos se juzgan como bien informados y bien preparados.

Se confunde buena preparación con dominio de botones de software o artilugios mecánicos. Se cree que un ingeniero únicamente debe conocer de ecuaciones y que puede ir por el mundo repitiendo eslóganes y leit motiv sin conocer el porqué. Se genera un desprecio por la filosofía y otras ciencias similares, que se juzgan como «hablar paja», ignorando que las mismas exigen una forma de razonar sofisticada y mucho conocimiento de soporte para emitir cualquier proposición.

De manera que el individuo termina sin capacidad para discriminar por sí mismo, repitiendo pareceres de fuentes de información, que alguna entidad se las hace llegar dado sus intereses particulares , y sin la habilidad para poder diferenciar la aseveración de un sabio de la de un tonto. Un George W. Bush o un Manuel Rosales puede aspirar a la presidencia y la multitud tomarlos por estadistas. Numerosos economistas engañar a millones diciendo que cierto modelo financiero es la prosperidad comercial, mientras que el mismo resulta ser un instrumento de crear millones de pobres en meses. Y un estafador disfrazarse de comerciante honesto. Todo esto es posible porque la educación recibida no permite desmontar mitos y falacias de verdades comprobadas.

Es así como se ha forjado una mente fértil para el consumismo, para la repetición de patrones comerciales y para creerse cualquier cuanto de terroristas que lo conduzcan a entrar en una invasión absurda, como la de Iraq y Afganistán. Peor aún, ni siquiera podrá reconocer cuando sale de la guerra, si la misma fue una victoria o un gran fiasco y derrota. La maldición de Göring está más que vigente en esta supuesta era de alta tecnología y de la globalización.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.