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Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)

«En Venezuela hay dos políticas, ninguna de las cuales favorece a los trabajadores»

Fuentes: Rebelión

M.H.: En comunicación con Guillermo Almeyra para hablar de dos temas que preocupan. Uno es la situación de Venezuela, donde está previsto que mañana (1/9) se produzca una movilización de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que han denominado «La toma de Caracas» y, por otro lado, la situación que enfrenta Dilma Rousseff que en […]

M.H.: En comunicación con Guillermo Almeyra para hablar de dos temas que preocupan. Uno es la situación de Venezuela, donde está previsto que mañana (1/9) se produzca una movilización de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que han denominado «La toma de Caracas» y, por otro lado, la situación que enfrenta Dilma Rousseff que en horas del mediodía se conocerá su situación definitiva.

Quería que compartiéramos algunos minutos de una conferencia de prensa que dio Gonzalo Gómez (Intervención de Gonzalo Gómez en Rueda de Prensa de MS 24 08 2016), del equipo operativo nacional de Marea Socialista en Venezuela el pasado 24 de agosto haciendo referencia a la situación política que se vive en ese país y en particular a esta marcha convocada por la oposición al chavismo y a Maduro en el día de mañana.

G.A.: Tremendas palabras. Es evidente que la lucha en este momento está entre el gobierno de Maduro que aplica una política de claudicación continua y la oposición. Lo que dice el compañero de Marea Socialista, más la eliminación del control del comercio exterior y que de ningún modo recurre a la fuerza de los trabajadores como planteaba Chávez y, por otro lado, una oposición mezclada donde hay desde fascistas y pro imperialistas directos y pagados hasta socialdemócratas de derecha que buscan reducir brutalmente los salarios y las conquistas de los venezolanos para bajar los costos del trabajo y conseguir inversiones que no hay en casi ningún lado. Como lo prueba el propio Macri que prometió miles de millones de inversiones que no llegan, por el contrario, aumenta la exportación de capitales al exterior.

Entonces hay dos políticas, ninguna de las cuales favorece a los trabajadores. De todas maneras, la oposición intenta hacer del referéndum una herramienta para eliminar a Maduro y aplicar una política todavía peor, más de derecha y más represiva. Lo que está en juego es si conseguirá con su movilización de mañana influir sobre el laudo, pero sobre todo dividir a las FF. AA. y poder actuar como gobierno paralelo a través de la Asamblea Nacional.

Hay una intención golpista en todo esto y va a ser bien visto y apoyado por EE. UU. porque el objetivo en Venezuela no es solamente derribar a un gobierno que está siendo cada vez más débil como el de Maduro, sino además dejar a Cuba sin apoyo económico, con el problema del petróleo, poner más a la derecha a Nicaragua y otros países del Caribe que ya no tendrían apoyo en Venezuela. Hay un intento general correspondiente a esta fase del capital, de hacer bajar aún más los salarios para que las tasas de ganancia se mantengan.

M.H.: Claudio Katz ha sostenido, en una entrevista que le hizo Telma Luzzani, que la Casa Blanca tiene una estrategia muy clara para América Latina: derrocar a Nicolás Maduro, por el petróleo venezolano pero también porque saben que si Venezuela no cae, el rumbo neoliberal que hoy adoptan Argentina y Brasil, no está asegurado. EE. UU. duda qué camino seguir porque sabe que Maduro está dispuesto a resistir. ¿Qué opina usted de estas declaraciones?

G.A.: Es evidente que Venezuela no tiene un gran peso político, lo tuvo Chávez pero hoy no lo tiene Maduro. De todas maneras está resistiendo al imperialismo. Si deja de resistir, no solo va a ser mucho más maleable la liquidación del Mercosur, de Unasur, de todos los resultantes de los llamados gobiernos progresistas, sino que además va a ser más inestable el gobierno brasileño golpista que pueda salir hoy.

Hay un intento constante de EE. UU. de volver a la época dorada en que tenía su ministerio de colonias que era la OEA y los demás países le estaban sometidos. Ese es el problema. Sobre todo porque Maduro no tiene nada que perder con resistir, cuenta con la mayoría de las FF.AA., no con la totalidad porque han demostrado que dentro de las FF. AA. hay sectores que miran hacia otras opciones, pero de todas maneras tiene la mayoría. Y una resistencia que comenzó como resistencia de gobierno popular armada, podría dar lugar a una fuerte acción de masas y eso sí tendría eco en toda América Latina.

Todos los países llamados progresistas tienen problemas y están en la mira en EE. UU. En gran medida porque intentaron desarrollar una burguesía nacional y el resultado es lo que tienen ahora. Se ve claramente en Bolivia, si querés desarrollar un capitalismo nacional andino e inventar una burguesía nacional a través del Estado, el resultado es que surgirán burgueses entre los cooperativistas mineros y se opondrán a los trabajadores y al gobierno, y habrá condiciones para la inestabilidad política. EE. UU. quiere acabar con esa indecisión y cooptar, entonces un golpe le conviene mucho.

El golpe a Dilma se lo dieron los que eran sus aliados políticos y su vicepresidente

M.H.: Hizo referencia a Bolivia, a los cooperativistas mineros y me trajo a la mente lo que se ha vivido en Brasil, porque una política similar hacia la clase media de parte del PT, termina siendo la base social de la movilización contra Lula y Dilma.

G.A.: En efecto. Dilma personalmente no robó nada ni hizo nada ilegal, lo que le están haciendo es un juicio de clase e ilegal. Pero se lo están haciendo los que eran sus aliados y el vicepresidente que tenía.

El PT intentó durante mucho tiempo hacer una política de contención de los movimientos sociales, que consideraba que iban a votar siempre por él y no solo no le dio ni un centímetro más de tierra, por el contrario, le dio menos que Henrique Cardozo a los del MST. Reprimió movimientos estudiantiles y sindicales y su política fue promover el consumismo, el egoísmo, el desarrollo del mercado. Simplemente con algunas medidas paliativas y distribucionistas, como bolsas de comida y cosas por el estilo. Pero no llegaban a tocar ninguno de los intereses de los capitalistas ni a resolver ninguno de los problemas de los trabajadores. Así fue perdiendo gradualmente su capacidad de movilización y su capacidad de resistir. El resultado es que ahora hay una resistencia, pero es mínima con respecto a lo que podría haber sido en su momento, porque el PT nació de las huelgas y cuando empezó a desarrollar una alternativa política tenía la esperanza de la gente. Ahora Dilma no despertaba esperanzas en nadie, había por el contrario en el PT un descontento, que estaba esperando que la política de Dilma, continuación de la de Lula, fracasase, porque era una política de derecha y en las próximas elecciones elegirlo a Lula con la esperanza de que cambien las cosas.

El golpe en realidad es contra la candidatura de Lula y esa débil esperanza en un cambio electoral. El PT esperaba todo de las instituciones, la pelea la ha dado allí, no ha intentado movilizar, ni radicalizar sus políticas. Ha sufrido las consecuencias de esa política.

M.H.: Evidentemente estamos en una situación crítica los sectores populares, yo diría que hay que comenzar de nuevo y apelando a su experiencia, ¿por dónde comenzar?

G.A.: Los griegos tenían un personaje en su mitología, Anteo, el hijo de la tierra. Cuando él estaba débil y vencido, tocaba con los pies la tierra y recuperaba las fuerzas. Hay que recuperarse apoyándose abajo, con los pies en la tierra. El caso de Argentina es típico, toda la lucha actual de Cristina Fernández de Kirchner es en las instituciones para tener una nueva mayoría, con el sector del Frente Renovador, y no arrastra ni siquiera a la mayoría de los peronistas.

El kirchnerismo tiene una fuerza importante para jugar, pero lo hace dentro de un amplio justicialismo de derecha, todo lo juega en las instituciones, no tiende a desarrollar y fortalecer los movimientos de base contra las burocracias sindicales por las reivindicaciones de los trabajadores ni por las reivindicaciones nacionales, porque no ha cambiado en nada su programa, que es distributivo pero de aplicación de políticas neoliberales.

Tiene exactamente el mismo programa que tenía antes, que es el que la llevó a la derrota y al fortalecimiento de Macri en sectores amplios de la clase media, pero también entre los trabajadores. No ha habido ninguna educación para salir del individualismo y del consumismo.

En escala internacional se resolvía en una conferencia, algo que no se está aplicando, la reducción de las emisiones de carbono hacia una empresa nacional de carbono, al lado de los glaciares. La misma política que hacían los países dependientes, buscando desarrollar un aparato estatal corrupto, y una burguesía nacional que, por otra parte, no la apoyaba porque estaba apoyando a las transnacionales y esperando el apoyo financiero.

Lo que hay que hacer es cambiar totalmente esa política de los llamados gobiernos progresistas, sino se va al desastre. García Linera es apoyado por la izquierda latinoamericana que de un modo estúpido alaba su política cuando lo que está haciendo es desarrollar una política desarrollista extractivista y núcleos de una burguesía nacional, en este caso mestiza, que se van a poner en seguida en su contra y van a terminar derribándolo. Hay que aplicar las conquistas, entre otras la Constitución boliviana, reforzar la autonomía, la organización y buscar una alternativa; pero si no la hay lo único será en el mejor de los casos una resistencia contra cada uno de los embates de la derecha.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.