Nicolás González Varela Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, donde ejerció como Profesor en Ciencias Políticas y de Extensión Universitaria. Ensayista en revistas como Babel, Crisis, El Viejo Topo, Polvo, en los diarios Perfil y La Nación de Buenos Aires. Asimismo fue editor en editoriales como Folios, EUDEBA y Manantial, tradujo un amplio campo de autores (Heidegger, Graves, Engels, Marx, Pessoa, entre otros). Muchos de sus materiales circulan gratuitamente por la red, desde temas filosóficos, políticos e históricos a ensayos sobre cine y fútbol. Entre sus publicaciones destacadas, tenemos dos extensos libros, Nietzsche contra la democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872) y Heidegger. Nazismo y política del ser, ambos publicados por Montesinos. También tradujo y estuvo a cargo del cuidado de edición del Cuaderno Spinoza y Cuaderno sobre el suicidio ambos inéditos de Marx en español y una antología de textos políticos inéditos de Fernando Pessoa Fernando Pessoa: Política y Profecía. Escritos políticos 1919-1935.
Salvador López Arnal.- Revolucionario, amigo de Marx, escritor, filósofo, coautor del Manifiesto Comunista, periodista en ocasiones, fundador de la I Internacional, empresario e hijo de empresarios… ¿Quién fue Engels?
Nicolás González Varela.- Tenemos un expediente criminal lombrosiano de la atenta Polizei de Colonia: «Nombre: Friedrich Engels. Profesión: comerciante. Lugar de nacimiento: Barmen. Religión: luterano. Estatura: 1,70 m. Cabello y cejas: rubio oscuro. Frente: normal. Ojos: grises. Nariz y boca: proporcionados. Dentadura: buena. Barba: castaña. Mentón y cara ovalados. Tez sana. Constitución: esbelta». Si Marx nos es parcialmente desconocido, recién estamos descubriendo muchos inéditos y datos oscuros de su biografía, el caso de Engels es quizá mucho peor: es considerado como un mero “segundo violín” de manera supersticiosa por cierta parte de la marxología oficial y por él mismo desde la muerte de Marx, en un caso extremo de autosacrificio; además, irónicamente, es considerado como actor indispensable, pero fatalmente secundario, por muchos de sus detractores y oponentes filosóficos-políticos. Por ello el conocimiento de su obra fue asumida como no decisiva, marginal e ilustrativa, y esta violencia interpretativa se plasmó en la misma política editorial. La autoinmolación espiritual y física de Engels (exigió la cremación de su cuerpo y el esparcimiento de sus cenizas en el mar) terminó encarnándose en la propia recepción. Tanto su biografía como sus “primeros materiales” quedaron condenados de antemano al vuelo de pájaro o la curiosidad del archivista. No sabemos bien todavía, en el momento de su bicentenario, “quién” era Engels. Y este volumen de textos inéditos, previos al encuentro mítico con Marx en París en 1844, nos permitirá, con plena justicia hermenéutica, recomponer su figura. Si queremos saber “quién” era el auténtico Engels, para entender el venidero que tú señalas, un Engels autónomo y sin el ensombrecimiento de Marx, debemos encontrarlo entre los años 1838 y 1844, incluso lo extendería hasta el año 1846, en su práctica y en su teoría. Le estamos dando la posibilidad de una resurrección, que Engels vuelva a ser Engels. Estos escritos, la mayoría desconocidos para el público de lengua española, perfilan un Engels atípico a la leyenda historiográfica: un precoz y genial filósofo autodidacta, de gran intuición teórica, políglota asombroso y un militante revolucionario convencido desde muy joven, que quema etapas ideológicas de decenios en meses.
Salvador López Arnal.- Políglota asombroso… ¿Qué idiomas llegó a conocer Engels a lo largo de su vida?
Nicolás González Varela.- En esta altura de su vida, Engels maneja, como puede verse en sus textos y en su correspondencia, al menos tres idiomas “vivos” (¡español!, francés e inglés) y dos “muertos” (griego y latín), de los que adoraba exhibir y usar.
Salvador López Arnal.- Si no ando errado, llegó a manejarse también en catalán (entre otros idiomas que hay que sumar a los anteriores). Aunque ya lo has comentado en parte, permíteme insistir: ¿ha sido la izquierda suficientemente justa con Engels? ¿No se han subvalorado un poco o un mucho sus aportaciones ante la obra descomunal de su amigo Marx?
Nicolás González Varela.- La leyenda del Gran Hombre acompañado de su fiel escudero, el junior partner Friedrich, se impuso negativamente, como una losa hermenéutica, sobre su propia obra desde 1895. Y finalmente se sumó a esta hipoteca la grosera codificación del Dia Mat en fórmulas jesuíticas. Aquí podrá el lector comprobar, leyéndolo sin intermediarios, la perversidad de la teleología en lo biográfico. Este volumen así lo atestigua. Engels es más precoz y brillante que Marx: ya publicaba en 1838, con 19 años. Marx recién pudo publicar en 1841, a los 23 años. A esa edad Engels ya era un columnista habitual de la revista de la izquierda progresista más importante en lengua alemana, colaborador de diarios locales y regionales, y había llegado a conclusiones casi comunistas rápidamente. Engels tiene la capacidad de enfrentarse con el filósofo vivo más importante de la época, hablo nada menos que del amigo de Hegel, creador del concepto de Absoluto, Schelling, sin haber podido siquiera terminar la escuela secundaria por decisión de su familia. En esa época, 1841, Marx está apenas escribiendo su tesis doctoral y cuadernos de resúmenes, como el de Spinoza que pudimos editar en español. Otro ejemplo: Engels llegaría a la idea del proletariado, como sujeto central revolucionario a partir de las condiciones del Capitalismo moderno, casi un año antes que Marx. Y a esto hay que sumarle −por eso hay que hablar de una autodidacta genial− su escaso capital cultural familiar inicial, en comparación con Marx, por lo que su propio proceso de formación fue más tortuoso e indirecto. Estoy de acuerdo contigo en esta cuestión.
Salvador López Arnal.- Sin haber podido siquiera terminar la escuela secundaria, decías. ¿No tuvo Engels títulos universitarios?
Nicolás González Varela.- No, en absoluto. No pudo ingresar a la universidad, pese a las recomendaciones de sus profesores. Aquí podemos ver el instinto del genio: su familia lo retiró de la escuela secundaria un año antes de finalizar, para formarlo “empresarialmente” en Bremen.
Salvador López Arnal.- De sus ensayos y artículos, ¿qué aconsejarías para iniciar el estudio de su obra?
Nicolás González Varela.- De esta etapa poco conocida, recomendaría al lector sus vívidas “Cartas de Wuppertal”, jovencísima mirada de crítica social y de la vida cotidiana sobre su propia patria chica, su artículo plenamente anti-nacionalista sobre Ernst Moritz Arndt, cualquiera de sus folletos contra Schelling, el divertido poema satírico sobre la represión de la izquierda hegeliana, escrito con Bauer y, finalmente, el genial esbozo de crítica de la Economía política, que tanta impresión causaron a Marx e incluso a… ¡Lenin!
Salvador López Arnal.- Se ha criticado en ocasiones el trabajo que hizo Engels en la edición de los libros II y III de El Capital, ¿compartes esa línea crítica?
Nicolás González Varela.- Y con razón. El mismo Marxismo nació, se desarrolló, se profesionalizó en escuela (y en ideología oficial de un estado) cuando la obra de Marx no era aún accesible en su totalidad, e incluso cuando importantes partes de su “corpus” estaban inéditas. El éxito del Marxismo como ideología de partido («una Teoría que ha podido unir en un solo ejército a casi todos los socialistas de Europa y América»), bandera unificadora y ortodoxia de estado ha precedido en décadas a la divulgación científica y exhaustiva de los escritos completos de sus fundadores. Engels no solo se sentía responsable casi exclusivo de que cada partido obrero o federación socialista se adueñase de una “Teoría científica” comunista, sino también de cooptar y promover militantes con pensamiento crítico, autónomo, calificados intelectualmente, capacitados para “mediar” y aplicar creativamente la Kritik marxiana a todos los ámbitos de la sociedad. Fue al mismo tiempo en orden de prioridad editor involuntario de Marx, asesor-consejero partidario (como bien lo identificó Lenin), conciencia teórica indiscutida y bulldog de la ortodoxia. Das Kapital es un libro incompleto, como otros clásicos, pensemos en Sein und Zeit de Heidegger o, en la literatura, en el Faust de Goethe. No tiene nada de malo o contradictorio. A la muerte de Marx, Engels se enfrentó con este gigantesco filón de manuscritos, codificados en la minúscula letra característica de su amigo, y con cuidado trató de salir del problema, preparando la edición de los tomos restantes de El Capital.
Aunque actualmente se está analizando críticamente su tratamiento editorial e incluso su tándem teórico-práctico con el mismo Marx. Mientras los trabajos de pre-edición y editoriales de Engels al segundo tomo alcanzaron escasamente las diez páginas, en el tomo tercero tuvo que recomponer capítulos y secciones enteras. Engels da la apariencia de obras terminadas a páginas a menudo informes y mal redactadas, materiales de un trabajo del que el propio Marx decía que era necesario completarlo y aún escribirlo. Los tomos II y III son eso: bosquejos, tanteos, a veces desesperados, materiales para los futuros “libros” y nada más. Así que Engels asumió la tarea de divulgar, concluir y presentar como sistema concluso una teoría en realidad abierta e inconclusa. Un torso, como precisó la intuitiva Rosa Luxemburg. Mucha de estas presiones por presentar un Marx científico se debieron al propio rol de Engels en la lucha y consolidación de la socialdemocracia alemana. El “ismo” en Marx nació en la época de Engels como timonel, en las revistas de partido dirigidas por los futuros centristas, revisionistas y socialistas de derecha, Kautsky, Bernstein; nació en la correspondencia de Engels con Bebel; nació en la Vulgata de los textos y prólogos de Engels y de las polémicas del propio Engels con fracciones, escuelas, críticos, socialistas de cátedra, populistas, e incluso con el renacimiento del Materialismo vulgar a fines del siglo XIX. Hasta tal punto que la historiografía define esta fase “paulina” con la misma fecha, la periodización coincide con los doce años en que Engels desarrolló su actividad de editor, difusor y sistematizador de un pensamiento inacabado. La urgencia de la forma de la mediación entre teoría marxista y praxis, el Umsetzungsproblem, subsumió el trabajo crítico de edición. Por suerte tendremos los tomos tal como los dejó Marx en su Nachlass en la edición MEGA 2.
Salvador López Arnal.- Estás preparando, como decías, la edición de “Engels antes de Marx”. ¿Qué materiales contiene la obra?
Nicolás González Varela.- Hemos decidido, por criterios editoriales, publicar todo el material de Engels desde su primera publicación, en 1838, hasta finalizar 1843. Son 68 artículos previos a su encuentro definitivo con Marx, que incluyen artículos de prensa, poemas, textos satíricos, folletos independientes y ensayos de largo aliento; hemos excluido materiales previos así como la correspondencia de la época, extremadamente interesante, por razones de espacio. Un continente desconocido, los lectores en español apenas conocían un 20% publicado de todo este material. Es un meritorio esfuerzo en los tiempos actuales y un indispensable aporte literario de la editorial Montesinos.
Salvador López Arnal.- ¿Se habían editado antes en castellano? ¿Se habían recogido en las MEW?
Nicolás González Varela.- No, hubo que esperar a la edición de los MEGA 1 y 2 para poder apreciar todo este material. Puede encontrarse algo de estos materiales en la edición inglesa de las Werke, los Complete Works. Pero la mayor parte de su obra de juventud −no solo en español− previa a su legendario reencuentro con el Marx de 26 años en París, en otoño de 1844, se mantuvo cansinamente inédita hasta entrados los años 1980’s, para nunca más renacer. La primera edición incompleta en alemán de los escritos juveniles recién apareció en el año 1920, gracias al esfuerzo de su gran biógrafo, el socialdemócrata Gustav Mayer. En español tenemos la particular edición de Roces de las Werke de 1980; la edición tiene ausencias importantes, faltan alrededor de las tres cuartas partes de su producción literaria del período, un 80% del material se encontraba inédito en español, algo increíble. Roces publica un total de 180 páginas del período 1838-1843, mientras que nuestro volumen llega a las 600; además su traducción es poco precisa (a veces indirecta del alemán, de la versión italiana o inglesa), y muy pobre su aparato histórico-crítico.
En la edición de Roces se repite el prejuicio sobre Engels. Es irónico y sintomático que, aunque Engels sea cronológicamente más precoz en la producción literaria que Marx, puesto que ya publicaba en 1838, el joven Marx recién se inicia con trabajos preparatorios de su tesis a finales de 1840. Es decir que Marx todavía no había editado ni publicado nada en absoluto hasta 1841. Es sintomático, como te decía, que la obra de Engels siempre aparece como el volumen “2”, siendo eternamente segundo en todas las versiones de obras escogidas del tándem, sea cual sea el idioma en que se publiquen.
Lexicográficamente también sucede la misma violación: es Karl Marx y Friedrich Engels, en ese orden. Una vez más la violencia de la teleología interpretativa practica una inexplicable injusticia. Este volumen viene a reparar esa perspectiva deformada y a salvar un enorme déficit en el conocimiento de Engels en particular y del propio origen del Marxismo en general.
Salvador López Arnal.- En tu opinión, ¿qué interés tienen estos escritos del joven Engels que abarcan de 1838 a 1843, desde que tenía 18 años hasta los 23? Me ha parecido que hay mucho de “crítica literaria”.
Nicolás González Varela.- Como te he señalado anteriormente, muchos han sostenido de manera inocente esta creencia “natural”, aunque insostenible en los textos mismos, producto de años de marxología oficial sobre el “actor secundario” Engels; pero además entiendo que a ello se suma una incomprensión del contexto en el que luchaba Engels. Hay que sumergirse en la situación concreta. Al no existir en Prusia la esfera de lo político como ámbito separado, la Kritik de la política se debía practicar sobre territorios intermedios, como la literatura y la teología. Engels parte desde la orilla de la literatura romántica y radical de la “Joven Alemania”, un partido político in nuce, en su versión final, enfrentándose primero a su propia rutina religiosa comunitaria y familiar, el pietismo, por lo que parte no tanto de la Filosofía pura como de la crítica de la religión; la Bibelkritik es su modo de desembarazarse del peso muerto de su tradición y, al mismo tiempo en una doble tarea simultánea, destripar de manera materialista las formas alienadas de su tiempo. La visión que mencionas mainstream, del joven Engels como mero “crítico literario”, es la que queda refutada a lo largo de la lectura de estos textos inéditos. Su mejor biógrafo y primer editor de estos escritos, Mayer, denomina esta época aparentemente inundada de anodinos “ejercicios literarios”, la “Politische Anfänge” del joven Engels, su auténtico inicio político revolucionario antes de su contacto con la literatura comunista o socialista.
Salvador López Arnal.- ¿Hay en estos trabajos alguna reflexión sobre el movimiento socialista o comunista de aquellos años?
Nicolás González Varela.- Como te he dicho, Engels llega rápidamente al Comunismo mucho antes que Marx, en el año 1842. Léxicamente Engels intercambia la idea de Comunismo con la de Socialismo en esta época. Esto se acelera de manera notable a su llegada a Mánchester, y sus contactos personales con owenistas y cartistas, las alas radicales del movimiento obrero inglés. Te adelanto que estoy preparando un trabajo sobre el origen del Marxismo trazando su inicio en la estadía de Engels y Marx en Mánchester, la ciudad-fábrica. Queda claro que se convenció de que solo el Comunismo, entendido como una “Comunidad de Bienes”, podía resolver la candente cuestión social, la agenda de una auténtica reforma social a nivel continental. Y lo que es más decisivo: afirmaba que el Comunismo «no es la consecuencia de la posición particular« de una nación o pueblo elegido, sino es una conclusión necesaria, «que no puede evitarse que se extraiga de las premisas dadas en los hechos generales» de la civilización capitalista. Una conclusión demoledora y de efecto epocal que asumirá el propio Marx.
Salvador López Arnal.- ¿Cuáles son las principales influencias filosóficas y políticas que recibe en estos años?
Nicolás González Varela.- Precisamente Engels tiene un doble cauce: uno del movimiento literario, en especial del republicano Ludwig Börne, de la “Joven Alemania”, con lo que vuelvo a subrayarte el problema dogmático de reducir sus textos a “ejercicios literarios” abstractos, una hipoteca de la marxología oficial que llevamos a cuestas. El segundo es Hegel, a través de la influencia directa de la izquierda hegeliana, en especial de David Strauss y su crítica a la Biblia, que tanta influencia tuvo en el origen del Marxismo. La crítica a la Religión, dirá Marx, es la premisa a toda crítica de lo político. Engels se plantea durante un tiempo llegar a una nueva Teoría crítica unificando la gran filosofía de Hegel con la práctica literaria-política de Börne. Vislumbró la tarea pendiente de la teoría crítica, superó las unilateralidades de las vanguardias literarias y filosóficas. Se trataba de llevar a término «la compenetración de Börne y Hegel, la mediación entre vida y ciencia, entre la realidad moderna y la auténtica filosofía». El híbrido parecía imposible de sintetizar en la alta teoría, el cuádruple frente de combate (el espíritu libre luchando contra curas y pietistas, contra la nobleza y su burocracia, contra la “aristocracia del dinero” y los poseedores y, finalmente, el republicano contra la monarquía) requería un método realmente sólido y revolucionario, una herramienta que ya no podía encontrar en la Joven Alemania. Finalmente, al ver las contradicciones internas insalvables del liberalismo de izquierda alemán, desistió del proyecto, asumiendo el aporte materialista de Feuerbach. En este tema Engels también es mucho más precoz que Marx. Se apropió de Hegel ya en 1839, aplicando el método dialéctico-materialista creativamente, con una soltura poco habitual, ya en artículos de 1840.
Salvador López Arnal.- Uno de los escritos recogidos lleva por título “Esbozo de crítica de la economía política”. Recuerda el subtítulo de El Capital. ¿Qué tipo de crítica realiza aquí Engels a la Economía política?
Nicolás González Varela.- Este decisivo ensayo fue el primer trabajo de Engels de Kritik a la Ciencia del enriquecimiento burgués, como definía a la Economía política. Marx estaba muy interesado en este trabajo de Engels y escribió un resumen que se encuentra en su Nachlass, incluso más tarde lo mencionó en el prefacio a su Kritik… de 1859, diciendo que era «un brillante ensayo sobre la crítica de las categorías económicas». A pesar de que la obra contenía algunos rasgos de inmadurez inevitables en la fase anterior de la formación de sus ideas −una exposición poco dialéctica que se inicia con el comercio (y no con la célula básica del capitalismo, la mercancía), influencia del humanismo abstracto de Feuerbach y una crítica moralizante, al estilo de los escritores cartistas y owenistas como Watt, que influenciaron mucho a Engels en su llegada a Mánchester−, contenía una profunda anticipación de la futura Kritik materialista al capital como tal a través de sus categorías teóricas. Engels anuncia que «al criticar la Economía nacional, examinaremos las categorías básicas, revelaremos la contradicción introducida por el sistema de libre comercio y sacaremos las consecuencias de los dos lados de la contradicción». La obra se dedica principalmente a un examen crítico de la base económica del sistema capitalista: la propiedad privada. Engels demostró que la causa principal de los antagonismos sociales en la mundo burgués y la causa de la futura revolución social, será el desarrollo de las contradicciones inherentes y generadas por el conflicto entre el capital y la tierra enfrentadas al trabajo. Además analizó las interconexiones dialécticas entre la competencia y el monopolio resultante de la naturaleza de la propiedad privada burguesa. En este trabajo Engels define el rol de la ciencia como componente esencial del catálogo de las fuerzas productivas del Capital. Este ensayo ha generado una falsa polémica, en torno a la cuestión de si Engels fue el que estimuló al joven Marx hacia la crítica de la Economía política…
Salvador López Arnal.- ¿Por qué falsa polémica?
Nicolás González Varela.- Porque es insostenible documentalmente desde el conocimiento preciso de la propia evolución intelectual de Marx en la Rheinische Zeitung, y sus conocimientos objetivos sobre la Economía política alemana de la época. He escrito algo sobre el tema…
Salvador López Arnal.- ¿Contó Engels con el apoyo familiar antes estas “inquietudes literarias”?
Nicolás González Varela.- En absoluto. Su familia desconocía su actividad político-literaria, salvo su hermana preferida, Marie. Todos su artículos de los primeros años son o bien anónimos o con seudónimos. Vuelvo a decirte que no se tratan de “inquietudes literarias”, pecamos de anacronismo, estamos comprendiendo mal el complejo contexto de lucha política revolucionaria en la Prusia de la época. Hasta qué punto estos “ejercicios literarios” eran eminentemente políticos y revolucionarios, lo demuestran las obras de la mayoría de los escritores del movimiento de la “Joven Alemania”, el liberalismo de izquierda de la época. Recordemos que Engels era columnista regular de su principal revista, que estas obras fueron prohibidas en bloque en toda Alemania, y muchísimos de sus principales autores debieron exiliarse perseguidos por el Estado. Engels, debido a la censura y la dura represión policial, recién firmó con su nombre y apellido verdaderos en el año 1843. No hubiera sido de este calibre la respuesta del Estado prusiano si solo expresaran “inquietudes literarias”.
Salvador López Arnal.- De acuerdo, tienes razón. ¿Habló el Engels maduro de estos trabajos de adolescencia y juventud? ¿En qué términos?
Nicolás González Varela.- El proceso de autoinmolación de Engels, espiritual y material, que comenzó después de 1848, hizo que Engels ni siquiera se imaginara valorar sus escritos previos al comienzo de su colaboración con Marx. Además se sumaba que se había transformado en el Teofrastro (por en relación con Aristóteles) del Nachlass literario marxiano, tarea central de su última etapa vital. Hay un anécdota ilustra esta actitud. Una vez un socialdemócrata ruso, Voden, al preguntarle en 1893 a Engels por su material juvenil, se autopreguntó: «¿debería emplear el resto de mi vida en publicar viejos manuscritos de su trabajo publicista de los 1840´s o bien debería, después de publicado el tomo III de Das Kapital, editar los manuscritos sobre la historia de las teorías de la plusvalía de Marx?» Engels jamás se consideró importante en el formidable trabajo teórico de Marx, asumió un rol “paulino” con respecto al Marxismo.
Salvador López Arnal.- En la autoinmolación de Engels, ¿incluyes el caso del hijo no reconocido por Marx que tomó su apellido?
Nicolás González Varela.- No, me refiero a su notable voluntad de desaparición, tanto física (cremación de sus restos y esparcimiento de las cenizas en el mar para evitar todo culto a su persona) como intelectual (él fue el que fundamentó el mito de ser un segundo y desechable violín)…
Salvador López Arnal.- Nos recuerdas cómo se conocieron Engels y Marx.
Nicolás González Varela.- Engels llegó a Berlín en 1841 e inmediatamente buscó unirse a los jóvenes hegelianos, otra especie de partido político y cátedra paralela a la vez, que corporizaba la segunda fase del liberalismo de izquierda en Alemania. Lo más probable, −por el retrato satírico que realiza Engels de él en el poema sobre la Biblia, que aparece por primera vez en español en nuestro Engels antes de Marx− es que ya conociera a Marx, circunstancialmente, de las reuniones en bares y cervecerías del grupo de Die Freien, los libres de Berlín, en el que ambos participaban. En su camino hacia Londres y Mánchester en 1842, Engels hizo otra parada en Colonia para visitar la famosa Rheinische Zeitung, diario liberal de izquierda que reunía a burgueses republicanos con jóvenes hegelianos. Allí se reunió con su nuevo editor-jefe, Marx, que había asumido el 15 de octubre de 1842, más o menos por defecto, ya que era el único asociado dispuesto a asumir el riesgo. Debido a sus brillantes folletos contra Schelling, Engels había sido invitado a colaborar en el diario y llevar la corresponsalía en Inglaterra. Así que este encuentro, el 16 de noviembre de 1842, fue descrito como muy cercano y cálido, por el propio Engels, confesándoselo en 1895 al biógrafo de Marx, Franz Mehring. La reunión definitiva y ya legendaria será la del otoño de 1844 en París, que sellará sus destinos para siempre.
Salvador López Arnal.- ¿Se puede hablar, en algún sentido, de engelsianismo como seguimos hablando de marxismo?
Nicolás González Varela.- Solo puede hablarse de cierto “Engelsianismo”, sin Engels por supuesto, en el intento de codificación jesuítica en tríadas y leyes que intentó el Dia Mat en la URSS de determinados textos del corpus engelsiano. Aunque si invertimos los términos, dado nuestro grado de conocimiento en estos momentos, el “Ismo” en Marx es esencialmente una suerte de Engelsianismo tardío. Tal la paradoja…
Salvador López Arnal.- ¿Quieres añadir algo más?
Nicolás González Varela.- Espero que el lector español pueda disfrutar y aprender de este indudable clásico del pensamiento crítico de Occidente, y descubrir en su etapa juvenil, el genio y el nervio de un gran pensador. Agradecerte, como siempre, tu generosidad y tu perspicacia, y felicitarte por tu dilatado y enorme trabajo de divulgación de las ideas progresistas y de todo espíritu libre.
Salvador López Arnal.- Gracias por tu tiempo, por tu erudición, por tu compromiso… y por tu generosidad conmigo.
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