En una mesa redonda se planteaba por qué Darwin había rechazado prologar el Capital y en qué parte del Capital se citaba a Darwin y, también, por qué Marx descalificaba, más o menos, a Darwin. En el Volumen I de El Capital, Capítulo XII, pág 276 (Edición del FCE), viene el siguiente párrafo: «El período […]
En una mesa redonda se planteaba por qué Darwin había rechazado prologar el Capital y en qué parte del Capital se citaba a Darwin y, también, por qué Marx descalificaba, más o menos, a Darwin.
En el Volumen I de El Capital, Capítulo XII, pág 276 (Edición del FCE), viene el siguiente párrafo:
«El período manufacturero simplifica, perfecciona y multiplica los instrumentos de trabajo, adaptándolos a las funciones especiales y exclusivas de los operarios parciales6.»
En el pie de la pág. la nota 6 dice:
«»En su transcendental obra, Sobre el origen de las especies, dice Darwin, refiriéndose a los órganos naturales de los animales y las plantas: «Cuando el mismo órgano tiene a su cargo diferentes funciones, puede encontrarse una explicación a su mutabilidad en el hecho de que la educación natural no conserva o evita las pequeñas desviaciones de forma tan minuciosa como tratándose de órganos destinados a una sola función concreta. Así por ejemplo, los cuchillos destinados a cortar diversos objetos son, siempre, sobre poco más o menos, de la misma forma; en cambio, las herramientas destinadas a un uso determinado presentan una forma distinta para cada uso.»»
Esta es la única mención directa a Darwin existente en El Capital, y solo como nota en el pie de página.
Marx vivía en Londres y Darwin a unos cuantos kilómetros. No sé si se llegaron a conocerse en persona, a hablar. Lo que es seguro es que tanto Marx como Engels sí conocían bien la obra de Darwin. Pero no hay constancia de lo contrario, al menos no he encontrado referencia alguna.
Así es que, en diciembre de 1859, ocho años antes de que Marx publicara el primer volumen de El Capital, Engels escribe a Marx:
«Darwin, a quien acabo de leer, es magnífico. (…) nunca ha habido hasta ahora un intento de demostrar la evolución histórica en la naturaleza de manera tan espléndida, al menos con tanto éxito»
A esta carta de Engels, Marx le responde un año después, en diciembre de 1960:
«En este libro se encuentra el fundamento histórico-natural de nuestra concepción».
Pero por si todo lo anterior no fuera suficiente sobre la consideración a cerca de la obra de Darwin, Engels, en el entierro de Marx en 1883 y ante su tumba, dice:
«De la misma forma que Darwin ha descubierto las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto las leyes del desarrollo de la historia humana».
En algún sitio sí he leído que Marx hizo un comentario no muy halagüeño sobre una cita o reflexión que Darwin hizo de Malthus. Sabido es que este personaje se caracterizaba por su afición al plagio y que era un gran maestro de la mentira.
Continuando con las anécdotas, parece ser que la carta en la que Darwin declina escribir el prólogo está relacionada con Aveling, yerno de Marx, no con éste. Y las razones de la negativa son debidas al ateísmo de Aveling y al perjuicio que ello podría causar en el entorno de Darwin, parece ser.
Por otro lado, Marx envía el volumen I a Darwin, con dedicatoria incluida, y éste le contesta agradeciéndoselo. Tiempo después, fallecido ya Darwin, se encuentra en su biblioteca el citado libro sin anotación alguna, cosa muy extraña en los libros de su biblioteca, por lo que se sospecha que no lo había leído, máxime cuando el citado volumen estaba en alemán, lengua que Darwin parece ser que no controlaba bien.
Lo esencial es lo que ambos han aportado a la ciencia, cada uno en su campo.
Anécdotas hay un montón, pero creo que es más importante estudiar las aportaciones que ambos han hecho a la sociedad que quedarnos en eso, en las anécdotas y más cuando muchas o no están documentadas o pertenecen más al terreno del cotilleo que al fondo del pensamiento de ambos. Supongo que ambos tuvieron que soportar, como argumento contra sus respectivas obras, las descalificaciones personales, que siendo ciertas o no, servían y sirven para desacreditar el contenido de las respectivas obras que de otro modo no pueden rebatir. Por un lado la religión contra Darwin y, por otro, los beneficiarios del modelo económico capitalista contra Marx.
Darwin se carga de un plumazo la teoría de la creación y Marx entra a saco con el materialismo dialéctico e histórico y en la redefinición de las leyes socioeconómicas y su inter relación, por no hablar del campo de la filosofía de Hegel y demás.
El primero, trabaja en un ambiente dominado absolutamente por la Biblia y la teología tan inamovible, dogmática y tan creacionista y Marx en un momento de la evolución capitalista, precisamente en el auge de la revolución industrial en Inglaterra, cuando se exigía a los niños de 10 a 12 años la cartilla de escolaridad para poder entrar a trabajar (de sol a sol) en la mina o en alguna industria no menos salubre. Época en la que estaba rigurosamente limitado el salario máximo, no el mínimo, y penalizaban tanto al patrón como al trabajador por pagar o cobrar más que salario máximo.
La obra de Darwin está reconocida hasta en la enseñanza primaria y, por supuesto que tiene detractores, pero lógicamente solo los interesados en mantener la Biblia y pocos más. Y esto fue así desde el primer momento.
Para Marx, el ambiente era bastante hostil, sobre todo en lo socioeconómico. Y así es que Marx acabó medio en la ruina mientras Darwin acumuló una pequeña fortuna.
En cambio, la obra de Marx-Engels, ni entonces ni ahora está siendo aceptada y así nos va. No es imaginable qué sería de las ciencias naturales, de la biología, si aún continuáramos con el creacionismo. Sin embargo, a medida que el capitalismo se ha ido desarrollando, su agresividad no solo ha ido aumentando sino que sigue y sigue, a modo de una huida hacia adelante, es su lógica. En un planeta finito, el mercado y los recursos son limitados, mientras que la insaciabilidad del capitalismo, por definición, no tiene límites. Las teorías y el estudio sobre la circulación de mercancías, la circulación del dinero, la transformación de dinero en capital, los conceptos de valor, valor de uso y de cambio, el precio, la plusvalía, el plusvalor absoluto y el relativo, la tasa de ganancia y su relación con el capital orgánico y el capital constante, la acumulación de capital, el capital originario, etc. ahí están, pero están como en el trastero y, desde luego, ni siquiera en las facultades de economía se estudian si no es para su desprestigio a priori sin más análisis, cuando no con tergiversaciones de lo más burdas. El sistema se defiende como puede.
El Capital y sus teorías, no dejan de ser de los libros más citados por todo el mundo y sin embargo es de los libros que realmente han sido menos leídos. La primera edición en España data de 1931 y su precio era de medio año de un salario normal (un lujo, casi como un piso ahora).
Decía Grande Cobián, refiriéndose a la dieta, que era más difícil cambiar de hábito alimentario que cambiar de religión y eso que todo el mundo sabe que una mejora en la dieta puede favorecer nuestra salud. Algo así pasa con el modelo económico dominante y mucho más teniendo en cuenta que este modelo determina toda nuestra vida, de tal modo que es la propia base, es la esencia del materialismo histórico del que tan poco o nada se quiere hablar porque sería muy perjudicial para el sistema, para el sistema que tan bien les va a unos pocos.
Fuente original: www.asturbulla.org
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