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El escritor italiano publica 'El contrario de uno', un libro de relatos

Erri de Luca basa su literatura comprometida en la experiencia física

Fuentes: El País

Erri de Luca escribe a partir de su experiencia, que es mucha. Nació en Nápoles en 1950 y ha sido albañil, obrero, periodista, profesional de la revolución en la Italia de los años setenta y camionero en África. «Mi única forma de conocimiento es la experiencia física. No tengo ideas abstractas. Mi cabeza es la […]

Erri de Luca escribe a partir de su experiencia, que es mucha. Nació en Nápoles en 1950 y ha sido albañil, obrero, periodista, profesional de la revolución en la Italia de los años setenta y camionero en África. «Mi única forma de conocimiento es la experiencia física. No tengo ideas abstractas. Mi cabeza es la última que se entera de todo». Ayer presentó en Madrid El contrario de uno (Siruela), una serie de cuentos.

Los ojos pequeños y azules de Erri de Luca, heredados de una abuela estadounidense, no vacilan cuando habla. «Se dice que para relatar algo sobre el propio tiempo hay que tomar distancia. Yo no puedo. Cuando recuerdo algo, vuelvo a estar dentro de nuevo y entonces es cuando escribo. Soy un testigo, pero no uno cualquiera que pasa por ahí de casualidad. Soy un testigo comprometido, que toma partido». ¿No tiene miedo de que se le agoten las experiencias significativas, las que merecen ser contadas? «No», responde sin dudar, «la vida es mucho más amplia que la posibilidad de escribirla».

De Luca comenzó tarde a publicar lo que extraía de su propio paso por el mundo. Tenía 39 años cuando una amiga, secretaria en la editorial Feltrinelli, fotocopió uno de sus cuadernos y llevó las copias a uno de sus jefes. Poco tiempo después aparecía Aquí no, ahora no, publicado en España por la editorial Akal. De Luca siguió trabajando como albañil siete años más, hasta que comprobó que ganaba suficiente dinero escribiendo.

Algunos relatos incluidos en El contrario de uno, publicado en catalán por RBA / La Magrana, son episodios de su vida como militante de Lotta Continua, una de las organizaciones más importantes de la izquierda revolucionaria italiana durante los años setenta. «Escribo sobre eso porque eso es lo que soy, ésa es mi persona», explica. «Nadie en Italia habla de esa época. Es un tiempo cancelado, arrojado a las prisiones con buena parte de la generación a la que pertenezco. Más de 50.000 personas han pasado por las cárceles italianas por motivos políticos. Más de 5.000 han sido acusadas de pertenencia a banda armada».

De Luca no es, a pesar de ello, un escritor «político». El alpinismo, su gran afición, o las fiebres que casi acabaron con su vida en África le sirven de materia literaria. También aprovecha el grito de una madre desesperada que ve emigrar a su hijo en el puerto de Nápoles.

La Biblia es otra de las grandes pasiones del autor, que se declara no creyente. Siendo ya adulto, De Luca aprendió el hebreo y el yiddish de forma autodidacta. En los últimos años ha traducido Éxodo, Eclesiastés, y los libros de Ruth y Jonás para Feltrinelli . «Leer la Biblia es entrar en un desierto. No es literatura porque no se dirige al lector, que importa un pito. Es la historia de un dios empeñado en revelarse a una pequeña comunidad en medio del infierno, en un lugar del Mediterráneo infestado de ídolos. Ahí se crea un desierto, un vacío: esa divinidad y sus interlocutores se sitúan muy lejos del resto del mundo. Cada mañana leo unas páginas de la Biblia y luego vuelvo del desierto». Regresa a su propia vida en las selvas tropicales de Tanzania, en el Nápoles de la infancia o en un local oscuro, lleno de humo de cigarrillos, donde se conspira para subvertir el sistema.