«¡Es la economía, estúpido!» La célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992 le impulsó desde su modesto sillón de gobernador de Arkansas hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca. Hemos parangonado la célebre frase de Carville, para definir que lo que está ocurriendo hoy […]
«¡Es la economía, estúpido!» La célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992 le impulsó desde su modesto sillón de gobernador de Arkansas hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Hemos parangonado la célebre frase de Carville, para definir que lo que está ocurriendo hoy en día en América del Sur con relación al nuevo despliegue de bases norteamericanas del Comando Sur. Es la aplicación de un Plan Geopolítico de largo alcance e inserto en una política exterior global de la República Imperial Norteamericana.
Recordemos que la disciplina Geopolítica arrumbada en los cajones del recuerdo luego de la II Guerra Mundial y que fuera demonizada, ha vuelto a reaparecer con más vigor que nunca desde la caída del Muro de Berlín. A partir del 2001, reaparece el criterio de las tensiones geopolíticas y geoestratégicas en los conflictos internacionales y no las ideológicas
Y para los que desde hace años analizamos y comentamos los movimientos geopolíticos de Estados Unidos no nos sorprende los pasos que se están dando. Es más, oportunamente planteamos alternativas para que nuestra región escape a la lógica impuesta por el poder anglosajón en la misma.
Para los desconocedores de estos temas de Geopolítica y despliegue militar (con una importancia cada vez mayor), explicitaremos que desde hace años EE.UU., dividió al globo terráqueo en varios sectores y que en cada uno de ellos opera un comando militar que sigue la estrategia que determina su interés geopolítico nacional (interés que sigue sosteniendo que Estados Unidos debe mantener su supremacía en todos los terrenos que pueda, y el militar es el más importante; siglo XXI «el siglo Americano»), pueden cambiar las administraciones en la Casa Blanca, pero ello no significa que esa directriz geopolítica pueda ser cambiada.
A nosotros los habitantes del continente Americano: Centro América, el Caribe, América del Sur y la Antártida se encuentran bajo el monitoreo y control del denominado Comando Sur (SOUTHCOM «U.S. Southern Command» denominación en inglés). Junto a la sede del Comando Sur en Miami, otros puestos militares le brindan servicios y constituyen medios claves para su proyección externa: Se trata de la US Army South (en Fort Sam Huston, Texas), Twelfth Air Force (en Davis-Monthan Air Force Base, Arizona), Naval Forces Southern Command (en Mayport Naval Base, Florida), Marine Corps Forces South (en Miami, Florida), Special Operations Command South (en Homestead, Florida), Joint Task Force Bravo (en Soto Cano Air Base, Honduras), Joint Task Force Guantánamo (en Guantánamo Bay, Cuba) y Joint Interagency Task-Force South (en Key West, Florida). A este despliegue se les debe agregar el reciente restablecimiento de la Cuarta Flota Naval, que abarca América del Sur y Central, y el Caribe lo mismo que el Comando Sur del Pentágono, después de que se retirara en 1950 tras la Segunda Guerra Mundial
A estos despliegues debemos sumar las bases instaladas en el continente suramericano como parte de un Plan de Control: Islas Holandesas de Aruba base Reina Beatriz; y de Curazao base Hato (Control de Venezuela), Colombia bases aeronavales El Arauca, Tres Esquinas; Larandia y Puerto Leguizamon todos estos dentro del denominado «Plan Colombia», Ecuador base aeronaval de Manta ( a punto de ser desactivada y de allí una de las consecuencias del aumento de bases en Colombia), Perú bases fluviales Iquitos y Nanay, Paraguay base Mariscal Estigarribia (oportunamente denunciada por quien escribe este articulo) y por último la base de su socio estratégico, el Reino Unido de Gran Bretaña, con su base militar Malvinas.
Debemos también tener en cuenta que estas bases son las que oficialmente se reconocen, pero existen otros modelos de intervención tanto del Comando sur como del Pentágono que escapan a esta versión oficial, a los que debemos agregar los nuevos procesos de privatización de la guerra que se establecieron durante la administración de Bush Jr., y nos estamos refiriendo a las empresas de seguridad (en realidad un eufemismo que oculta a mercenarios) y que están «trabajando en Colombia».
Ahora bien toda esta descripción del despliegue del Comando Sur en las Américas tiene un fundamento doctrinal que se basa en la seguridad de los Estados Unidos como de su interés estratégico en nuestra región.
Primero: coincidimos totalmente con la descripción del mundo actual que realizó recientemente el periodista Lacolla: «Pues viene a cuento porque, por lo que se sabe, la ultima ratio de la política internacional ha sido siempre la guerra. La frase de Clausewitz -«la guerra es la política por otros medios»- sigue tan vigente hoy como lo fuera en la época del ciclo de las guerras napoleónicas que la inspiró. De modo que mejor dejémonos de abstracciones que ponen en primer plano a las teorías sobre la organización social del mundo y observemos por una vez la forma en que la brutalidad de esas concepciones requiere de un puño blindado para imponerse. El siglo XXI no es, no va a ser, un lugar apacible. El Imperio es la encarnación del capitalismo realmente existente y éste no da muestras de apaciguar su apetito, a pesar de la crisis. Para satisfacerlo tiene que huir hacia adelante, y en esa fuga se va a encontrar con dificultades crecientes. El dinamismo político que lo arrastra se expresa cada vez más en términos militares. Las bases USA en el mundo se multiplican -esta semana se han registrado otras tres, esta vez en Colombia-, y los escenarios de guerra potencial o efectiva están por todas partes. Irak, todo el Medio Oriente, Afganistán, Pakistán, los países del Asia central, el Tíbet, la provincia china de Xinjiang, los países del Cáucaso, la fracturada ex Yugoslavia, Ucrania, gran parte de África, son escenarios donde la violencia o las tensiones que pueden generarla están a flor de piel».
A lo que agregaría la lucha silenciosa (y no tanto), para desplazar a China de los enclaves con los que acordó el suministro de materias primas para su industria en África, utilizando el expediente de ayudar a grupos armados que defienden la «libertad», como ya ocurriera con Afganistán cuando EE.UU., armó, instruyó y financió a los Talibanes en su lucha contra las tropas de la ex Unión Soviética (en esa época presentados como los «mujaidines de la libertad»), como vemos nada nuevo bajo el sol.
Segundo: que el accionar del Comando Sur está perfectamente explicitado en un documento oficial elaborado en el año 2007 y el cual se encuentra en vigencia e implementación: «Plan 2016 para las Américas» es un plan a 10 años y el Comando Sur asume el rol de Procónsul y tiene responsabilidades desmesuradas como son las de: ser la organización líder entre las agencias existentes, para garantizar «la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en toda América», esta nueva estrategia del comando sur está inserta en el creciente rol del Departamento de Defensa para las Américas y el Caribe, este demanda más recursos para su desarrollo y autonomía es un Plan vasto e independiente del resultado de los otros conflictos globales en que se encuentra enfrascado USA, pero también es independiente por los objetivos a largo plazo de los «cambios» en las administraciones norteamericanas. Pero es evidente que este plan cuenta con el beneplácito expreso del Departamento de Estado y de la Casa Blanca. De allí la «ambigüedad» con el caso «Honduras» por ejemplo.
Además un detalle no menor, a tener en cuenta, es que los comandantes del Comando Sur como el almirante James Stavridis, que se convirtió en Comandante Supremo Aliado de la OTAN y jefe del Comando Europeo del Pentágono. Y los tres, últimos de cinco altos comandantes militares de la OTAN (Stavridis, su predecesor Bantz John Craddock y Wesley Clark), lo fueron luego de desempañarse como jefes del Comando en cuestión, debería ser lectura ineludible para civiles y militares, legos y especialistas, progresistas y conservadores, gobierno y oposición, los objetivos del «Plan 2016 para las Américas». Antes los desmesurados objetivos que cumple este Comando consideramos que ninguna administración cambiara las directivas del Plan 2016, que esos objetivos a cumplir por una década están basado en una especie de diplomacia militar en la región y estaríamos en consecuencia ante la presencia de rol que cumplía el procónsul en el imperio romano.
¡Es la Geopolítica estúpido!
Porque afirmamos que es en la geopolítica donde tenemos que encontrar las respuestas a lo que está ocurriendo en estos momento con el incremento de las bases en Colombia y que ha desatado la preocupación de casi todos los países del continente, desde Chávez a Bachelet, desde Correa a Fernández de Kirchner y con un claro rechazo del país más importante de América del sur, Brasil. Con la excepción de Álvaro Uribe que intentó en un viaje por la región explicar lo inexplicable, antes de la reunión del UNASUR en Ecuador.
La Geopolítica Norteamericana se basa en una defensa irrestricta de su Heartland (corazón continental), los Estados Unidos es que es casi un continente en sí mismo de característica bioceánico (Atlántico/Pacifico) y desde hace varios años sus geopolíticos destacan que el pacifico será el nuevo océano donde se desarrollaran las mayores transacciones económicas y también los conflictos, por ello su seguridad está basado en eliminar toda amenaza directa al territorio continental y desarrollar una fuerza militar sin presendente con eje en las fuerzas aeronavales, que además, le garanticen el suministro de los recursos estratégicos para seguir liderando en el mundo. En la práctica es la adecuación de la teoría geopolítica del Inglés Sir Halford Mackinder, (control marítimo de los mares, bases estratégicas alrededor del mundo, control y aislamiento del centro euroasiático), luego adoptada por el Almirante Norteamericano Mahan, pero agiornada a estos tiempos, para eso se despliega una serie de flotas alrededor del planeta y se establecen bases como cinturones de seguridad (existen en la actualidad más de 800 bases reconocidas), para cercar a los países, que le disputen su supremacía.
En ese plano podemos afirmar que en el marco de esta geopolítica, que: Ningún dirigente de nivel en los EE.UU. provenga de donde provenga, limitará el poder militar global de de sus 6 Comandos Militares que abarcan toda la superficie terrestre con tropas, aviones y escuadras, y que no serán desactivado. También continuaran su lucha contra «el terrorismo», que no se aceptará el marxismo (o variantes del mismo) dentro del territorio de los EEUU y en sus cercanías, ni abjurará de la economía de mercado y tampoco dejarán de luchar por mantener el dólar como moneda global. Es más, todo dirigente de los EEUU está dispuesto a mandar a la guerra a la generación siguiente, de hecho de desde 1914 los EEUU a mandado a la guerra a todas sus generaciones.
Teniendo en cuentas estas consideraciones geopolíticas y estratégicas económicas, podemos entender el ¿Por qué del incremento de las bases militares en Colombia?
Colombia es el único país suramericano que es bioceánico con costas en el Pacifico, costas en el Caribe, límite norte con Panamá (donde se encuentra el paso marítimo más importante del mundo, el Canal de Panamá), y limita con Ecuador y Venezuela países que están enfrentados a las políticas norteamericanas en la región, que además han tenido enfrentamientos políticos diplomáticos muy duros con el gobierno de Uribe, más, Colombia utilizo la teoría de las fronteras móviles e incursionó militarmente en territorio ecuatoriano bombardeando el mismo. Colombia desde los tiempos del Presidente Clinton (1998) estableció una alianza con Estados Unidos llamada Plan Colombia, que acordó ayuda militar para combatir a las FARC y al denominado narcoterrorismo, aquí debemos aclarar un punto muy importante luego de todos estos años del mencionado plan, la lucha contra las guerrillas a sido eficaz, pero en la lucha contra la producción de drogas NO, la cual aumentó (¿?).
La primera conclusión a la que podemos arribar es que los Estados Unidos se garantiza un fuerte control sobre el Océano Pacifico, prácticamente todos los países con costas en el mismo, desde México hacia el Sur tienen alguna alianza o relación económica muy fuerte con USA. A Colombia, debemos sumar Perú y Chile países con relaciones económicas muy fuertes a través de los tratados de libre comercio firmados.
La segunda es que establece más bases cerca de Ecuador y Venezuela, por lo tanto se introduce como una cuña entre los dos países que han alcanzado fuertes acuerdos económicos y militares con China y Rusia.
La tercera es que controla más de cerca desde su retirada del istmo de Panamá, a ese vital paso marítimo entre los dos océanos.
Y la Cuarta, y ésta es la más importante desde el punto de vista geopolítico, impide a Brasil transformarse en un pais bioceánico, se establece sobre la Amazonia prácticamente, y como todos sabemos esa cuenca junto con la del Orinoco y del Plata son no sólo el pulmón de un mundo cada vez más degradado ecológicamente, sino que contienen los recursos renovables y no renovables (biodiversidad) que tanto necesita estados Unidos y que intenta controlar para que potenciales competidores (Rusia y China) no dispongan de ellos. Como lo está haciendo en África. Este plan a largo plazo complica las potencialidades de Brasil de crecer como potencia regional y mundial autónoma, con esta maniobra le causa seria debilidad al acuerdo del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), al encerrar a Brasil con solo un frente marítimo propio: el Atlántico y tener que defender la amazonia de apetitos extranjeros (hipótesis de conflicto ya anunciada en los planes defensivos del Brasil) y que esta nueva situación geoestratégica con las bases en Colombia confirma.
Esta nueva circunstancia nos obliga a los Latinoamericanos y Suramericanos en particular a establecer acuerdos regionales que por un lado eviten las fracturas regionales (UNASUR, CAN Y MERCOSUR), a controlar nuestras turbulencias domesticas que permiten la expansión de las fuerzas armadas de USA en la región, (por ello se deben también profundizar los acuerdos como el Consejo de Defensa Suramericano, Banco del Sur, etc.), porque somos un continente poco poblado con gigantescos recursos (apetecidos por las potencias centrales y las emergentes) y establecer una unión menos retórica y más concreta, pero también recordemos que ningún «estado es inmortal» (y Estados Unidos también es un estado), y esta maniobra geopolítica que aquí explicitamos, forma parte del tablero inestable en que se trasformó el mundo desde la desaparición del bloque soviético.
Hay mucho en juego y solo un pensamiento estratégico auténticamente suramericano nos permitirá tomar decisiones correctas y acordes con los tiempos que corren. Es saludable la actitud de Argentina de ofrecerse de mediadora entre Colombia y Venezuela para desactivar los conflictos entre naciones del continente por más dispares que sean sus realidades políticas y económicas, porque en caso contrario estaríamos legitimando una era proconsular del Comando Sur.
Argentina tiene mucho que aportar a este proceso, pero primero no podemos seguir sembrando la discordia con un socio del MERCOSUR como Uruguay, tenemos que cerrar ese conflicto que fue mal manejado, involucrarnos más con políticas proactivas con nuestros vecinos; «Hoy todo es política exterior, la política interior es política de vecindario», tenemos varios frentes, además de los sociales a solucionar, graves hipótesis de conflicto, donde descollan: El Mar Argentino (con la incorporación de casi 4000000 de Km2), la ventas de tierras a extranjeros, la defensa de nuestros recursos estratégicos (Agua, Gas, Petróleo, Minerales y alimentos). La ocupación efectiva del territorio y la lucha contra la contaminación de nuestra biodiversidad.
Argentina debe seguir apostando a una mayor integración y establecer con países claves de la región un política geopolítica que como la norteamericana, proteja nuestro Heartland Suramericano (el corazón del continente, que es despoblado y tiene las mayores reservas de recursos naturales) para ello presentamos hace unos años un proyecto geopolítico suramericano denominado «Teoría del Rombo», sería muy conveniente tenerlo como base de discusión en los encuentros del UNASUR.-