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Es la hora de marchar de la Memoria al Poder

Fuentes: Crónica Digital

Es el momento justo de dar nuevos sentidos a las prácticas añosas y los hitos archirepetidos de las izquierdas y los populares si queremos de verdad potenciar el relevo histórico -generacional, estético y político- para enfrentar con éxito la pelea dura de construir el socialismo del nuevo milenio. Esta pega titánica, querida muchachada ansiosa y […]

Es el momento justo de dar nuevos sentidos a las prácticas añosas y los hitos archirepetidos de las izquierdas y los populares si queremos de verdad potenciar el relevo histórico -generacional, estético y político- para enfrentar con éxito la pelea dura de construir el socialismo del nuevo milenio.

Esta pega titánica, querida muchachada ansiosa y exploradora, no se le puede confiar a una Concertación hegemonizada por la ultra neoliberal, más allá de las buenas intenciones -que se agradecen, claro- de partículas marginales al interior del conglomerado de gobierno que aún sobreviven con honorabilidad e inspiración popular. Estamos seguros que si los de abajo y a la izquierda nos volvemos alternativa y fortaleza, esos pocos nobles de la Concertación darán un paso firme hacia este lado del espejo.

Pero, ¿Qué significa de la Memoria al Poder?

Sencillo, notables compañeros, amigos y simpatizantes. Se nos ocurre que para la formulación de un nuevo proyecto popular para el siglo XXI, tenemos que hacernos de las mejores experiencias del pueblo, de sus más estelares victorias, y de la memoria de los hombres y mujeres que se sacaron la cresta, incluso hasta dar su vida, para construir un Chile gobernado por los pobres, los trabajadores, los Más. Entonces la memoria no es un daguerrotipo mal pegado en el museo de las izquierdas. Es más bien la armadura amorosa, audaz y plena que nos explica el ahora y nos fortalece y canta con nosotros. Es la materia sensible y la lucha; la fibra invisible que nos explica de dónde venimos y nos alumbra el para dónde vamos. Esa es la memoria nuestra y sus caídos. Los Allende, los Enrique, las Guacolda y las Carrera, los Manuel y Lautaro, los Clotario y Recabarren, y la multitud de seres humanos -nuestros parientes directos- que se partieron el alma para bien de la humanidad en general, y nuestro paisito en particular. Por eso hablamos que urge caminar de la Memoria al Poder y no de la memoria a la amnesia, o de la memoria a las lágrimas negras. Por eso proponemos la unidad necesaria de las izquierdas y los populares como condición para honrar la victoria antes de llegar a viejos. Y por eso, se nos ocurrió -entre otras infinitas ideas y delirios- que sería bueno resignificar el 11 de septiembre. Darle sentidos nuevos, actualizar sus potencias, volverlo material de futuro.

Entonces, ¿Qué mejor para cultivar la memoria de los nuestros que subvertir la tradicional marcha que conmemora la caída del gobierno popular, y en vez de caminar fúnebremente desde el centro de Santiago hasta el Memorial del Cementerio General (puesto allí por los poderosos y no por los de abajo) ahora inauguramos una nueva tradición, marchando desde el Memorial hasta la Plaza de la Constitución, corazón cívico de la patria que nos tocó por suelo y fortuna? ¿Y entonces en la Plaza de la Constitución que no se haga un solito discurso, sino que sobre los andamios populares instalados para la ocasión, organicemos democráticamente nuestras diversas voces políticas y sociales, igual que una Tribuna Popular cuyas propuestas reunidas puedan formar el puzzle inteligente y unitario de una alternativa nueva para los Más? Es decir, primero honramos a nuestros caídos, y luego los llevamos con nosotros hasta el centro de la capital para que también puedan ver y escuchar las iniciativas nuevas y muy socialistas que se nos ocurren para enfrentar al capitalismo de hoy y construir lo antes posible la patria de todos. De este modo, nos da la impresión, daríamos señales potentes de que queremos a los pobres, a los trabajadores, a los Más, en el poder. Para que se realice esta idea tenemos que ser extraordinariamente generosos, imaginativos, inteligentes y amorosos.

En la Plaza de la Constitución tienen que dirigirse al Pueblo no sólo los de siempre -que nadie discute su lucha larga-, sino también los que aparecen recién y los pinguinos, y los trabajadores, y los mapuche y las mujeres y los sin nada. Quizás reuniendo dialécticamente (no faltaba más, compañeros) las voces distintas y bien afinadas de las izquierdas y los populares damos con un coro alegre, con vocación de poder y pinta de esperanza. Ahí mismo, en el acto central, aprovechamos la concentración más numerosa del calendario zurdo para emplazar a los poderosos, lanzar horizontes de lucha, nos hacemos más amigos , y afinamos en patota la puntería contra los que nos quieren cabeza agacha y llenos de miedo siempre. Al fin, los invitamos a subvertir el orden rutinario de la marcha al cementerio. L@s invitamos a fundar otras maneras y contenidos, y así, entre otras cosas, reanimamos a los populares. Es la hora del relevo histórico, de la vuelta de tuerca, de subvertir los modos y volver a ser alternativa para y desde los Más, los pobres, los trabajadores. Es la hora exacta de marchar de la Memoria al Poder.

El autor periodista. MIembro del Consejo Editorial del Crónica Digital. Dirigente de UNIR (UNIR lo componen los colectivos: Obeja Negra, Izquierda XXI y Generación 80)