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Entrevista con el sociologo Claudio Duarte Quapper

Es la sociedad chilena la que necesita rehabilitarse respecto de sus jóvenes

Fuentes: www.dilemas.cl

                       Hoy es la situación que vive el niño Cristobal la que ocupa titulares en la prensa. Delinque y es detendido. Antes otros niños, niñas y jóvenes han vivido situaciones similares. Nadie habla de la responsabilidad social que todos tenemos. Claudio Duarte Quapper -Director del Departamento de Sociología de la […]

                      
Hoy es la situación que vive el niño Cristobal la que ocupa titulares en la prensa. Delinque y es detendido. Antes otros niños, niñas y jóvenes han vivido situaciones similares. Nadie habla de la responsabilidad social que todos tenemos. Claudio Duarte Quapper -Director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile- a través de sus investigaciones mantiene estrechos vínculos con diversos grupos de jóvenes. Afirma que la sociedad actual se hace insostenible en el tiempo y pueden producirse reventones sociales. Está convencido que es necesario reponer una lógica de la solidaridad contrapuesta a la del «emprendimiento». Sostiene que la violencia es un rasgo común en las sociedades actuales y para nada exclusiva de la juventud. Solo que esta última resulta más llamativa por la explotación que hacen los medios de comunicación, lo que contribuye a estigmatizar y criminalizar a los jóvenes impidiendo que el conjunto de la sociedad asuma su responsabilidad ante el fenómeno.

La muerte del joven de 18 años, en la comuna de Vitacura, generó interrogantes, pues otro joven proveniente de su mismo sector social comete ese delito ¿Cuál es tu opinión sobre el hecho y por qué generó noticia?

El hecho refleja una situación que experimentamos desde hace ya más de dos décadas. La violencia se instaló en la sociedad chilena como forma de relación social válida y método de resolución de conflictos. Con la dictadura vivimos una experiencia de la cual no nos hemos hecho cargo, que afectó directamente nuestros modos culturales de relacionarnos. Bajo ese régimen se nos enseñó que para resolver los problemas había que agredir y hacerlo hasta la muerte. Así quedó sancionado y era permanentemente validado por el discurso de la autoridad de aquel tiempo. No digo que no haya habido violencia antes. El Estado chileno se constituye a través de su uso y a lo largo de nuestra historia hemos sufrido numerosos episodios de violencia. Sin embargo, la dictadura militar la instala como mecanismo permanente, no sólo como episodio. La violencia subyace a nosotros.

¿Y en el caso de los jóvenes a que hacíamos referencia?

En el caso específico de estos dos muchachos nos enfrentamos a un cambio en la manera de resolver los conflictos, especialmente entre los varones. Antes bastaba con la muerte simbólica del otro ya sea recurriendo a la broma o la feminización. Hoy la burla no es suficiente. Ahora se necesita, por el tipo de sociedad en que vivimos, de la muerte física del otro. Desde tiempos remotos en nuestra cultura se consideraba válido que los varones resolviéramos nuestros conflictos incluso a golpes, «tocando la oreja» como decíamos en la población, pero ahora se necesita golpear hasta la muerte. «Que chorree su sangre por mis brazos» decía Schwarzkopf, el comandante de las tropas estadounidenses en la invasión a Kuwait, manifestando el placer que le causaba la matanza de enemigos: pues esa es la cultura instalada en nuestra sociedad, una cultura de violencia.

¿Por qué hace noticia este caso?

Porque ocurre en los barrios pudientes e involucra a jóvenes de esos ambientes. En La Pintana, en Huechuraba, en Lo Prado, en ciertos sectores de Peñalolén, también muchachos matan a otros chicos los fines de semana, pero de ello poco y nada se sabe. Pero este caso ocurrió en la intersección de dos calles del Barrio Alto. Si no hubiese ocurrido ahí, no hubiera pasado nada.

La transmisión mediática permanente de la violencia es un estimulador de ella Tú dices que la violencia está instalada, pero ¿Qué causas la reproducen, qué causas existen para que se instale semejante fenómeno?

Nuestra sociedad enseña a resolver de este modo nuestras diferencias y lo hace transmitiendo la violencia en forma permanente. Recuerdo un programa de Chilevisión donde se mostraban imágenes de un chofer de microbus apuñalado por un joven y repetían esta escena una y otra vez. Pues bien, lejos de inhibir tal exhibición estimula a la violencia. Lo que mostraban con tanta insistencia es el ejercicio de la violencia, mientras que las prácticas de resolución de conflictos por vías no violentas, no son difundidas.

¿Uno podría decir que los medios de comunicación han hecho una institucionalización de la delincuencia y la violencia?

De la delincuencia y de la violencia, lo que se relaciona con la lógica de Seguridad Ciudadana impuesta en Chile desde principios de los 90. El libro «La guerra de la Paz Ciudadana», publicado por dos periodistas de la Universidad Andrés Bello, nos muestra claramente como se instaló, como se produjo el miedo en la sociedad chilena, al punto que cuando uno mira las estadísticas hoy día, el gráfico muestra muy claro que la delincuencia tiende a estabilizarse en el último año, pero la curva de temor sigue subiendo.

A lo anterior debemos agregar otro fenómeno: hay un malestar social efectivo. Yo no estoy de acuerdo con la CEPAL, que en su texto sobre la investigación de jóvenes del 2004, plantea la paradoja que los jóvenes actuales tienen más educación que sus padres pero menos acceso al empleo. Eso no es una paradoja, es una contradicción vital del modelo capitalista en el cual vivimos. Sin esa contradicción no se sostiene, pues necesita para su reproducción de un desempleo significativo y en especial el que afecta a los jóvenes.

¿Cuáles son las condiciones de una estructura de clases que permite que se produzca y reproduzca la marginalidad y la pobreza. Y por eso la violencia?

Yo destaqué el tema de género, la masculinidad. Agregué un factor cultural que tiene que ver con los medios de comunicación. Sumemos ahora el factor clase que se refleja en la aguda exclusión social que afecta a nuestros jóvenes hoy en día.

Los y las jóvenes, desde mediados de los noventas se vienen haciendo la siguiente pregunta: ¿para qué doce años de estudio, para qué seguir estudiando si después no voy a poder trabajar en lo que estudié o si finalmente el trabajo que me consigo no me da el rédito económico que me dijeron en la propaganda? Esa mentira social construida en la oferta, también va produciendo desencanto, va produciendo bronca, rabia y parte de la violencia en jóvenes se explica por este caldo de cultivo.

Qué te parece que a los niños del SENAME, se les enseñe a hacer gorritos y otras cosas como forma de rehabilitación.

Me parece que es la sociedad chilena la que necesita rehabilitarse respecto a la relación que tiene con sus niños y niñas jóvenes. Nosotros vivimos en una sociedad profundamente adulto-céntrica que establece a «lo adulto» como el modelo a seguir. La vida es una curva y en la parte de arriba esta puesta la adultez, los niños y los jóvenes están preparándose para eso, en algún momento tienen que llegar a la adultez, por lo tanto el mundo adulto es el parámetro en todo, y todo lo que no sea adulto, niños; niñas; jóvenes; viejitos; viejitas, está fuera del poder, no sirven.

Entonces, si la rehabilitación va a pasar por enseñar oficios menores, no estamos considerando los elementos que llevan al ejercicio de la delincuencia. Estos muchachos están buscando un lugar en la sociedad, usando la vía que Tomás Moulián señala en «El consumo me consume», están buscando el éxito, quieren ser alguien.

Hoy en día ya no solamente se trata de ser «ciudadano credicard», usando la tarjeta para sentirse parte de la comunidad, sino que también se trata de ganar status y prestigio a través del consumo de aquello que, según la publicidad, todos debemos tener. En esa lógica cuando un muchacho o una muchacha no puede comprar y no accede al crédito, que es el mecanismo de inclusión social hoy día, entonces no le queda otra que el «rebusque», robando o traficando etiquetas de prendas caras para ponérselas a los jeans, chaquetas y zapatillas baratas que están obligados a usar. Esto lo hacen porque necesitan aparecer con una imagen de éxito frente al resto.

Una parte de los jóvenes que están en las cárceles es porque han buscado esta herramienta de inclusión, aunque para ello debieron delinquir.

Gabriel Salazar señala que a fines del año 1800 se verificó un fuerte movimiento de los hijos de los peones que comenzaron a abandonar el campo, rechazando seguir los pasos de sus padres y abuelos que sobrevivían cultivando pedacitos de tierra y vendiendo su vida al latifundista. Algo de esa racionalidad, creo, existe en los jóvenes que hoy ejercen la delincuencia, porque se dan cuenta que aunque estudien mucho más, las expectativas no son distintas a las que tuvieron sus padres o abuelos.

Uno podría suponer que la violencia que ejercen los jóvenes hoy incluso en la delincuencia hay estrategias de sobrevida y búsqueda de hacerse respetar o de identidad

Claro, lo que nos están diciendo es «yo no quiero esto», por eso se las rebuscan y muchas veces derivan al delito porque trae beneficios y permite consumir. Tú te robas un teléfono celular lo vendes en la feria por diez mil pesos y con esos diez mil pesos tienes para comprar.

En los últimos 10 años hemos formado una generación de chicos altamente consumistas, como no habíamos visto en la historia de Chile. Este fenómeno va a tener efectos perversos en la formación de lo que viene como cultura chilena, donde todo terminará por ser negociado como si se estuviera comprando y vendiendo. Creo que no hemos tomado conciencia de este problema, del cual no vamos salir tan fácilmente en las próximas décadas

Entonces, si es la sociedad que estamos construyendo la generadora de exclusiones y de inclusiones sólo por vía del consumo, hay un problema social, y ahí hay que pensar en rehabilitarla, en transformarla . Sí, absolutamente. A mí me parece que es insostenible una sociedad de este tipo. Nosotros estamos dependiendo de una cierta capacidad de administración de la riqueza que permite entregar algunos beneficios a los pobres, establecer la idea que somos un país desarrollado y mantener la presión social inhibida. Pero el día que se no se pueda hacer esto o no se haga bien, la presión social por alguna parte va a estallar.

¿Qué se puede esperar en el plano social?

No hay que esperar, lo que hay que hacer es seguir potenciando y promoviendo los procesos de auto educación popular, de organización y de articulación. El movimiento estudiantil del año 2006 no fue una casualidad, viene del primer mochilazo realizado el año 2001 y refleja un largo proceso de formación de los dirigentes estudiantiles secundarios que luego encabezaron la denominada «revolución pinguina». Este movimiento social es el primero en tiempos de gobiernos civiles que cuestiona la estructura social. Lo que no han hecho ni los mineros del carbón, ni los del cobre, ni los temporeros, ni los médicos o los profesores cuando se movilizan.

El mundo adulto nunca han cuestionado la estructura social que tenemos, sólo luchan por reivindicaciones puntuales, que el salario, el bono, etc. Pero los pinguinos dijeron aquí el problema está en una ley constitucional que establece el apartheid y la exclusión social y sacaron a la presidenta al pizarrón lo que no es menor, independiente de los resultados que se hayan tenido después.

Los gobiernos civiles no han constituido procesos democráticos

Tú has hecho mención a las vías de mediación. Uno podría suponer que en ese plano, la democracia que tenemos no actúa como instancia de mediación real porque los estudiantes secundarios no fueron escuchados.

Es que en Chile no hay una democracia, sino gobiernos civiles. No hablaría del retorno a la democracia, para distinguirlo de la dictadura. Yo hablaría de gobierno civil y estos gobiernos civiles no han constituido procesos democráticos

Profundiza sobre lo anterior ¿Y las elecciones?

O sea, la historia nos lo muestra claramente en estos veinte años que tenemos de gobiernos civiles. Uno podría decir: oye las cosas han cambiado respecto a la dictadura militar. Claro, pero el parámetro de comparación que ahí se usa es bastante bajo. ¿Tenemos acaso una sociedad más activa, más movilizada, más preocupada por sus problemas y los de la comunidad, con respecto a la sociedad que hubo en la dictadura? ¡¡¡Nooo¡¡¡ Ocurre exactamente el efecto contrario, y uno de los gatillantes de ese efecto es cómo se ejerce la democracia en Chile.

Yo creo que tenemos una sociedad menos democrática que la que teníamos antes del 73. Si por democracia entendemos la participación activa y protagónica de sujetos y sujetas en las cuestiones que le atañen directamente y en la construcción de una nueva sociedad. Hoy en cambio se inhibe la participación social y no sólo no se enseña a participar, sino peor aún, se enseña a no participar.

En el pasado la dictadura era identificable. La funcionalidad en que hemos caído como sociedad hace que los jóvenes no sepan qué enfrentan

Esa es la tarea de ellos. Nosotros no podemos andar diciéndoles. Ellos tiene capacidades, los estudiantes secundarios se dieron cuenta de eso. No es verdad que fueran manipulados políticamente por adultos que operaban en la trastienda, eso no fue así. Los niños, niñas y jóvenes tienen capacidades para producir aportes a la sociedad, pero no lo pueden hacer solos, porque son sujetos en la relación con el otro. Lo que nosotros proponemos es un trabajo intergeneracional. Que la organización barrial, se constituya en la batucada, pero tiene que articularse con el club deportivo, con la pastoral, con el partido y organizaciones sociales

¿Cuáles son los requerimientos de un sujeto social capaz de trasformar esta sociedad, cuando se le instalan patrones culturales y sociales orientados a la división, los del mercado fundamentalmente?

Ahí está el trabajo político fundamental con los jóvenes, que es aportar elementos para que se articulen. Yo no creo en la idea de organizar a los jóvenes, porque ya lo están, esa ha sido mi experiencia. Siempre están organizados en cualquier onda; onda teatro, onda deporte, onda musical. etc. Lo que queda por hacer es cómo hacer de la diferencia, diversidad, no desigualdad. Hay que lograr su articulación barrial, más allá de sus diferencias, no para que terminen siendo uno, sino para que mantengan su onda y aprendan a trabajar de manera colectiva y lo comunitario aparezca como preocupación. Ahí yo creo que debe estar el énfasis del trabajo político con jóvenes -lo diré en términos de Paulo Freire- «para que vayan saliendo de la conciencia ingenua y vayan construyendo conciencia crítica».

¿Qué piensas del carrete juvenil?

Lo primero que hay que decir, es que los jóvenes y las jóvenes han carreteado siempre. En una ocasión hice una dinámica entre profesores y apoderados y estaban todos contra el carrete. Les digo que levanten la mano los que fueron alguna vez a un malón. Casi todos los presentes lo hicieron. Levanten la mano los que llevaban los longplay bajo el brazo. Casi todos levantaron la mano. Levanten la mano los que tomaron grapa en los malones, respuesta parecida. Levanten la mano los que tuvieron problemas con sus papás por ir a fiestas.

Entonces se dieron cuenta de cómo carreteaban hasta antes del Golpe Militar. Y como a partir de ese hecho se produjo una ruptura en la noche juvenil que ya existía hasta fines de los ’70. Cuando el toque de queda comenzó a desaparecer reapareció el carrete, pero los adultos empezaron a mirarlo con ojos críticos. Ahora bien, es cierto que hoy se bebe más que antes, la violencia está más asociada el carrete que antes, la mujer tiene mayor presencia en la calle a la de antes, pero les expliqué a los allí presente del cambio epocal, de cultura, que se había producido.

Les mostré dos imágenes, una de cerveza y la otra de una marca de pisco, ambas presentadas por personas jóvenes. Entonces, si nosotros promovemos el uso y abuso del alcohol, el consumo como modo para pasarlo bien, después no nos quejemos. Nosotros como sociedad tenemos todas las herramientas para decir: «vamos a inhibir el consumo de alcohol, pero ya no más con el discurso punitivo. Menos aún con la pretensión de responsabilizar a los padres por las acciones de sus hijos, reforzando aún más el adultocentrismo. Lo que debemos plantearnos es cómo inhibir la propaganda y especialmente la dirigida hacia los jóvenes, cómo vamos a inhibir la venta o la restringiremos vía algún tipo de impuesto u otra medida que no se me ocurre. La idea es inhibir el alcohol, solo que no se hace porque los empresarios tienen un peso significativo y para ellos es un negocio. Por una parte están criticando en la mañana el desbande del carrete juvenil y por la noche sus botillerías venden y venden.

Por otra parte existen grupos para los cuales el carrete no es sinónimo de reventón sino de pasarlo bien y ellos señalan muchas formas de lograrlo, entonces creo que ahí hay un tema que no hemos observado significativamente como sociedad. Claro que también hemos encontrado con algunos grupos donde el carrete se hace parte del día a día, es como tomar desayuno.

Todo lo anterior nos está indicando que no nos hemos hecho cargo de cómo se articula el tema del carrete en nuestra sociedad

Tú estás haciendo un paralelo de los jóvenes como sujeto de consumo, pero cuando se fija el salario mínimo se propone que a los jóvenes se les pague menos.

Esto es casi cómico. Un empresario sostuvo una vez, en un seminario, la idea de un salario diferenciado para jóvenes, amparado en la idea que los jóvenes tienen menos necesidades. Le pregunté si ese iba a ser el criterio para fijar los salarios en Chile, pues Marx, estaría feliz, dado que él sostenía la idea de que a cada cual se les pague de acuerdo a sus necesidades. Y que también estarían felices los trabajadores que tienen ocho hijos, porque tienen más necesidades que los gerentes que es probable que tengan dos. Se indignó, denotando de paso que en estas y otras materias la discriminación hacia los jóvenes y las mujeres es considerada casi normal.

¿Entonces hay que cambiar la mirada que tiene la sociedad hacia los jóvenes?

No vamos a sacar a las chicas y chicos de la violencia sino cambiamos de mirada. Hay que cuestionar las razones que están en la base de la generación de esa violencia.Todo lo que nos suene a diverso es problemativo, pues nos saca del entorno seguro, estable que nos ha construido este capitalismo. Yo prefiero ser optimista y que es posible transformar la sociedad, y hacer una cambio de mirada: Ya no más jóvenes como maldad, amenaza o peligro sino como jovenes con potencialidad ahora, en el tiempo presente.

¿Y que piensas de rebajar la edad como responsabilidad penal , por un lado y negar el derecho a la pastilla del día después, por el otro?

Esa es la contradicción del mundo adulto, adultocéntrica. La edad sirve como limite para ejercer lo punitivo y por el otro la edad sirve para fortalecer la idea de que los cuerpos de los jóvenes y las jóvenes pertenecen a nosotros. Eso es medioeval. Y lo peor es que se trata especialmente de las mujeres a las que hay que controlar. Porque para el hombre esto no ocurre. Eso señala la cultura adultocéntrica y patriarcal en el mismo movimiento.

Ahora la edad, es un dato duro que no significa nada. Junten dos personas que tienen edad similar, genero similar, descubrirán que son dos personas distintas. Entonces,aducir la edad como dato de discernimiento es absolutamente errado. Para combatir la delincuencia se ataca el sintoma y no las causas. Si la derecha y parte de la Concertación -que votó la Ley de Responsabilidad Penal transformandola en una camisa de fuerza porque la ley es mala en términos generales- quisieran realmente atender las causas, debieran ejercer un tipo de políticas tendientes a transformar el modelo económico.

Es la sociedad chilena la que necesita rehabilitarse respecto de sus jóvenes