Tras el referéndum escocés, Marina Albiol [MA] ha publicado en eldiario.es [1] un artículo con el título: «Cataluña y Escocia, ¿el mismo continente?». Unas breves observaciones. A veces, señala MA usando un viejo tic que la izquierda debería superar por corrección semántica y por no dejar el nombre España-Sefarad en las manos manipuladoras de los […]
Tras el referéndum escocés, Marina Albiol [MA] ha publicado en eldiario.es [1] un artículo con el título: «Cataluña y Escocia, ¿el mismo continente?». Unas breves observaciones.
A veces, señala MA usando un viejo tic que la izquierda debería superar por corrección semántica y por no dejar el nombre España-Sefarad en las manos manipuladoras de los partidos del régimen, «sigo sintiendo que al salir del Estado español cruzo una frontera, aunque sea invisible, aunque nadie me pida el pasaporte por ser europea». ¿Por qué siente eso MA? Porque al volver la mirada hacia la península (¡»España-Sefarad» es el nombre de la bicha!), incluyendo por tanto a Portugal y excluyendo dos archipiélagos y algunas islas próximas, ve -sobre todo en estos últimos días- «una neblina que lo envuelve todo, que contamina con un ambiente pegajoso, que no despeja desde la pesadilla del franquismo, y que ahoga derechos democráticos tan importantes como el de los pueblos a decidir su destino.»
La comparación, afirma, es inevitable. Pregunta: ¿se puede hablar del resultado del referéndum escocés sin pensar en Cataluña? La respuesta, en mi opinión, es afirmativa: sí, se puede. Pero no es este el punto de esta nota. Cualquier catalán, señala MA, que defienda el derecho de autodeterminación (ella, correctamente, no habla de la neblina ideológica calculada que envuelve el impreciso dret a decidir) «se estará preguntando si vive en el mismo continente, en el mismo ente político que los escoceses» («ente» es término de MA). Y lo mismo, afirma, pensará cualquier vasco o cualquier habitante de los pueblos que componen el Estado español (¿el estado español está compuesto de pueblos?) que sea sensible a los derechos democráticos. Se entiende a los derechos democráticos de todos y todas, sin exclusiones.
¿Y por qué esa pregunta en torno a si vivimos o no en el mismo continente? Porque, en opinión de MA, «el pueblo de Escocia, y con él los pueblos del conjunto del Reino Unido, acaban de dar una lección de gran importancia», una lección de la que parecen no quedar excluidos los gobernantes. Ellos han puesto en práctica el ejercicio del derecho de autodeterminación, un derecho que MA define como «el derecho de un pueblo a decidir si quiere ser independiente u optar libremente por el tipo de relación que quiere mantener con otros pueblos.» Nadie, según ella, puede defender los derechos democráticos sin comprometerse enteramente con el principio de autodeterminación y reconocer el derecho de las naciones sin Estado, de todas las naciones por tanto y en todo el mundo, incluyendo las potenciales naciones de las naciones sin estado, «a decidir sobre su propio futuro». La cuestión de si un pueblo se independiza o no, sobre si el tipo de relación que quiere mantener con otros pueblos es una federación «o cualquier otra», sólo puede establecerse en un plano de igualdad, solo puede ser respondida por el pueblo de esas naciones, se sobreentiende las naciones sin Estado, «a través de la expresión democrática de su voluntad» que, por consiguiente, permite diversas concreciones. Para entender que el derecho de autodeterminación es un derecho equiparable al derecho de libre expresión, reunión o manifestación, va concluyendo MA, «primero deben asumirlos las propias fuerzas que se llaman a sí mismas democráticas». Acaso esté hablando del PP, PSOE y grupos próximos.
Enhorabuena, concluye, «a los pueblos británicos, no por la decisión tomada (¿no por la decisión tomada?, ¿sí, en cambio, en caso que el resultado hubiera sido otro?), sino por ser capaces de ejercer un derecho democrático» y su enhorabuena también al pueblo catalán porque «quienes se opongan a su derecho a decidir quedan, aún más claramente, fuera de la democracia.»
Unas observaciones sobre lo anterior:
1.Las fuerzas nacionalistas-soberanistas catalanas no hablan del derecho de autodeterminación sino, como MA sabe, del dret a decidir (expresión que ella también usa en alguna ocasión). El cambio semántico no es inocente. Nada de eso. Además de evitar la apelación de un derecho regulado por las Naciones Unidas en condiciones totalmente inexistentes actualmente en Cataluña, la nueva noción, diseñada desde instancias próximas al gobierno catalán y a fuerzas políticas y culturales muy afines, pretende el olvido o menosprecio de la lucha antifranquista en esta arista. ¿Por qué? Porque en este difícil y arriesgado combate [2] el protagonismo de la izquierda comunista fue decisivo y ampliamente mayoritario entre las fuerzas resistentes y en la vindicación de ese derecho (en condiciones de opresión y persecución políticas que nada tienen que ver con la situación actual), la izquierda, como es justo y razonable, asociada el ejercicio de ese derecho con la solidaridad y relación fraternal entre los pueblos y nunca con argumentos separadores, tan extendidos hoy en Cataluña, que tomaran pie en cosmovisiones tipo Liga del Norte o en concepciones nacionalistas similares.
2. No se me oculta el origen y posición social de algunos (muchos, sin duda) votantes partidarios del SI. Tampoco, por supuesto, la fuerte presión ejercida por fuerzas más que conservadoras del poder financiero, económico y cultural made in the City. Pero tampoco es razonable olvidar la existencia del petróleo del Mar del Norte, las consecuencias de las políticas antisociales y antiobreras de Miss Thatcher (aquella dama de hierro aconsejada en ocasiones por uno de los grandes filósofos del siglo XX, Herr Sir Karl Popper) ni el carácter en absoluto obrero o popular de muchos partidarios del SÍ independentista. Por lo demás, la toma de posición criticada de la BBC es un asunto de niños y niñas de guardería comparada con las permanentes proclamas nacionalistas-independentistas (y de largo alcance) de TV3, Catalunya Ràdio y sistemas de manipulación ideológica próximos.
3. MA habla de pueblos británicos en plural. En cambio, habla en singular del pueblo catalán.
4. No estaría de más que MA repasara las condiciones que deben cumplir los votantes de las futuras consultas catalanas. Se llevaría alguna sorpresa.
5. Parece una puerilidad señalarlo pero, como es toda evidencia, uno puede oponerse al gobierno Mas y a las fuerzas que le apoyan en este punto al mismo tiempo que está alejado años luz de las posiciones del gobierno Rajoy y de otras instancias del poder.
6. Valorar el carácter rectamente democrático del gobierno Cameron y de los gobiernos británicos en estos últimos 40 años permite un experimento crucial: Irlanda del Norte, donde los asesinatos y la guerra sucia ha sido plan nuestro de cada día ¿Por qué los gobiernos del Reino Unido o desunido no permiten el ejercicio de ese derecho en Irlanda y sí, en cambio, en Escocia? ¿No será porque determinados estudios sociológicos, demográficos y culturales apuntan una respuesta en un caso y otra muy distinta (que se complicó sin duda) en el otro?
7. Hablando de derechos democráticos y de las oposiciones ciudadanas: ¿desconoce MA que la doble pregunta que se pretende formular a los votantes el próximo 9N o cuando sea, las dos preguntas entrelazadas elaboradas y diseñadas por la unidad nacionalista de las fuerzas partidarias de la independencia aunque hablen tan sólo del dret a decidir, no se contempla la opción federal? ¿No es una opción respetable?, ¿no es una opción democrática?
8. Del carácter «limpiamente democrático» del referéndum escocés, de esa maravillosa Europa en la que debemos mirarnos, basta recordar el sistema bivalente de la respuesta y la inclusión, en los últimos días de la campaña, de una tercera vía que hará que Escocia, tras el resultado, teng más competencias, más autonomía, pero en todo caso menos competencias y menos autonomía de la que actualmente tiene Cataluña.
Eso sí, mientras tanto, los partidarios del dret a decidir y del SI-SI, tienen claras las cartas esenciales de la situación: la pela és la pela, pensemos en el ex molt honorable. Un ejemplo que enseña. El juzgado de instrucción nº 3 de Reus está investigando a Carles Manté, un ex director de CatSalud. ¿Por qué? Porque supuestos gastos de estudios del mercado sanitario servían en realidad para pagar yates y, además, proyectos de construcción de centros de atención primaria acababan financiado la rehabilitación de masías en el Baix Empordà, la comarca donde tienen su segunda, tercera, cuarta o quinta residencia (no exagero) las gentes guapas y listas del país, los miembros de la «crema catalana», de las 400 familias con mando en plaza.
¿A qué bien mirado vivimos en el mismo continente, en la ultra-neoliberal UE-28? ¿Cuál es la duda? ¿La Inglaterra democrática, el maravilloso Imperio british versus la rancia España? ¡Por favor! Los negocios son los negocios y los derechos democráticos, los de autodeterminación, expresión, dignidad, no explotación, la protección infantil, el derecho a la libre sindicación, a la negociación colectiva, a una vivienda en condiciones, incluso el derecho a una vida digna no valen un pimiento. ¿Tendría razón Anders cuando habló de la obsolescencia del ser humano, sobre todo de los seres humanos más desfavorecidos y explotaos? ¿Sí en España y no en el caso del Reino Unido?
Notas:
[1] http://www.eldiario.es/euroblog/Cataluna-Escocia-mismo-continente_6_304529573.html
[2] Véase, por ejemplo, Pau Casanellas, Morir matando. El franquismo ante la práctica armada 1968-1977, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2014.
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