Cuando se proclama el posible advenimiento del socialismo del Siglo XXI en America Latina es muy importante que pensadores revolucionarios como Armando Hart se empeñen en analizar que sucediò con el intento de establecer el socialismo en la Uniòn Soviètica y muy triste que un hombre de probada militancia como Alejandro Gascòn Mercader haya muerto […]
Cuando se proclama el posible advenimiento del socialismo del Siglo XXI en America Latina es muy importante que pensadores revolucionarios como Armando Hart se empeñen en analizar que sucediò con el intento de establecer el socialismo en la Uniòn Soviètica y muy triste que un hombre de probada militancia como Alejandro Gascòn Mercader haya muerto creyendo que Hart es un revisionista o un renegado. Asi fueron calificados tambien en su momento hombres de la talla intelectual de Gramschi, Bertolt Brecht, Luckas y se abortò con ello la posibilidad del desarrollo de un pensamiento marxista leninista que diera continuidad a lo creado por los fundadores aprovechando la puesta en pràctica de sus ideas. Con esos mismos tremebundos epitetos fue truncada una corriente muy interesante en Cuba que proyectaba su irreverancia frente al dogma en la memorable revista Pensamiento crìtico cuando la joven revoluciòn cubana encontrò en la URSS el apoyo para sobrevivir frente a la agresividad de los Estados Unidos.
Pero para hablar del origen del fin de la Uniòn Soviètica hay que remitirse a Stalin y a su, quizas inconsciente, antisocialismo, porque ese es uno de los aspectos complejos del pensar y el actuar humanos, que muchas veces se desconoce que se es portador de prejuicios o tendencias que nada tienen en comùn con las ideas que se pretenden poner en pràctica. Nada puede haber mas antisocialista que el totalitarismo, el culto a la personalidad y la concentraciòn del presunto poder del pueblo en un ùnico terrìcola aunque èl se crea que està animado de las mejores intenciones. Es en realidad muy cruento el trabajo de lograr tener una mentalidad socialista. Son muchas las ataduras invisibles de los seres humanos, desde el egoismo natural, la certeza de una ùnica vida, hasta la vanidosa necesidad de trascendencia frente a la democràtica tarea de la muerte para quien en realidad todos somos iguales. A ello se suma esa especie de tara que impide lograr la unidad en lo diverso, a pesar de que el fundamental referente de la especie,la naturaleza nos lo muestra desde las partìculas hasta la infinitud del universo. Los ideòlogos del capitalismo han tenido muy en cuenta esas caracterìsticas humanas para convertirlas en categorìas econòmicas y de ahi propuestas que han funcionado muy bien en su manipuladora publicidad que crea la ilusiòn de la libertad, de la posibilidad de ser ricos y famosos, de alcanzarlo todo si se lo propone el individuo desde los antaños tiempos de: usted tambien puede tener un Buick.
Es màs arduo aùn pretender que toda una sociedad, atrasada como la rusa, asuma las ideas de otra forma de organizar la vida, de producir, repartir los bienes y aprovechar de una libertad impensable para los desposeìdos de siempre antes de la Gran revoluciòn de octubre. Era una situaciòn inèdita en la historia de la humanidad de la cual no se podìan esperar perfecciones, mucho menos ante su aislamiento y el ataque constante de sus enemigos ideològicos.Pero mientras Lenin intentaba sortear todos aquellos obstàculos mayùsculos apelando al anàlisis, la discusiòn y las bùsquedas de soluciones colectivas en el gobierno y el partido, para decirlo en sìntesis; Stalin desde sus primeras decisiones en el poder demostrò su vocaciòn de simplificar las cosas, que ese es en realidad el espìritu del totalitarismo. La aplicaciòn de la democracia verdadera es un proceso màs laborioso y complejo que implica tener en cuenta la participaciòn real de los otros en las tomas de decisiones.
La justificaciòn de los autòcratas y los totalitarios es que en circunstancias extremas, cuando hay que salvar el sistema mismo, no se puede perder tiempo en esos ejercicios dilatorios de democracia y comienza asi el chantaje sentimental de justificarlo todo con la sobrevivencia de la revoluciòn y aquel que no este de acuerdo es enemigo del pueblo. Sobre esos argumentos erigiò Stalin su poder y convirtiò al socialismo en su antìtesis. Condicionò al pueblo no en el espìritu revolucionario que implica pensar por cabeza propia, generar ideas, iniciativas, cuestionar, participar, sino en el espìritu de los borregos de aceptar todo lo que venìa de arriba, de la direcciòn como incuestionable y aun despuès del XX Congreso de PCUS su fantasma pudo màs que la crìtica a sus desmanes y esa deformaciòn es lo ùnico que puede explicar la falta de rebeldìa del pueblo soviètico ante el giro hacia el capitalismo de la perestroika, porque como venìa del Kremlin a nadie se le ocurirìa cuestionarla, ademas del cansancio ante una burocracia en el poder que se permitìa repetir el mismo discurso presuntamente socialista mientras hacìa tiempo habia asumido las formas burguesas de vida con sus casas en la Colina Lenin, sus automoviles con cortinillas negras, sus dachas y todo gènero de privilegios que contrastaban con lo que se supone es el ideal socialista de vida, que es el bienestar y no la pobreza obligada, pero bienestar que tiene que satisfacer las demandas materiales màs elementales creando valores espirituales que no conviertan el disfrute de la vida en la misma tonterìa capitalista de acumular objetos y consumir desaforadamente como compensaciòn a los vacìos existenciales.
No faltan los que alegan en defensa de Stalin que fue elegido para sus cargos en el seno del partido, que muchos personajes importantes de la historia soviètica le reconocen mèritos de estadista y seguro los tuvo circunstancialmente, pero el daño que hizo convirtiendo las ideas del socialismo en un dogma, impidiendo el progreso del marxismo leninismo y convirtiendo la dictadura del proletariado en la dictadura de una burocracia nos obligan a estar alertas sobre la influencia de su maldito fantasma cuando aùn despuès de la caida de la Uniòn Soviètica hay tantas personas honestas que creen que èl fue el gran salvador y muchos, sin estar consciente de ello, siguen encasquillados defendiendo su herencia terrible.
Ese es una de los tantos desafios que tendra que enfrentar el socialismo del Siglo XXI en medio de la lucha que tendrà que librar con la mentalidad capitalista y todo el dispositivo que pondrà en contra el enemigo, porque esa lucha se va volviendo tan dificil que va condicionando un sentimiento de autodefensa que comienza a bloquear la circulaciòn de ideas, de puntos de vista y termina justificando la censura para no darle informaciòn al adversario y casi sin percatarse el poder revolucionario comienza a reproducir los mismos mecanismo del poder contra el que se ha rebelado para gran desconcierto de las masas que al final terminan confundidas y agobiadas entre los problemas reales que no le han sido explicados profundamente, la doble moral a la que han sido obligadas y la falta de una participaciòn efectiva porque los lìderes se han abrogado el derecho de pensar y decir por ellas.Para adelantarse a esos peligros , procurar que la historia no se repita y el socialismo tenga asidero definitivo en el alma humana es que Armando Hart ha querido compartir sus reflexiones sobre Stalin. En ese espìritu las he leìdo con agradecimiento porque estoy convencida que la verdad es revolucionaria y por eso nunca podrà favorecer al enemigo.