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No a la reforma franquista de Wert

España clama insumisión

Fuentes: Rebelión

Los dictados del capital encuentran en España, como aliada, a la Iglesia Católica. La enorme ascensión de la pobreza en nuestro país, donde se ha dado en poquísimo tiempo el mayor aumento de grandes fortunas y nuevos ricos, a costa del robo, amparado o promovido por el estado, a la clase trabajadora, incluso a quienes […]


Los dictados del capital encuentran en España, como aliada, a la Iglesia Católica. La enorme ascensión de la pobreza en nuestro país, donde se ha dado en poquísimo tiempo el mayor aumento de grandes fortunas y nuevos ricos, a costa del robo, amparado o promovido por el estado, a la clase trabajadora, incluso a quienes están en el paro, (la mayor escalada de Europa, en menos tiempo) dicha realidad ofrece, a la Iglesia, una ocasión excepcional para imponer su ideología, ahora reforzada de «valle de lágrimas» con la que siempre hicieron caja.

Cuando alguien siempre hace caja, alguien siempre pierde y, curiosamente, cuando los presuntos adalides del «amor al prójimo» prosperan ¡ siempre pierden los derechos humanos!, los derechos sociales tan dolorosamente conquistados, los derechos, en el caso de la enseñanza, a una educación no excluyente, que promueva la capacidad crítica de las personas, base imprescindible para el avance del conocimiento. Los intereses aunados de capital- Iglesia- estado, tienen su máxima, como siempre la tuvieron, a lo largo de la historia, en promover lo contrario: la ignorancia, que favorece la sumisión.

¿Cómo desarrollar una nueva ley de educación, que aparente un avance, conviniendo con la religión oficial (en un país declarado laico por su Constitución) la imposición de sus valores y sus mordazas mentales a la totalidad de la sociedad sufriente?

La población creyente, antes que nadie, debería rebelarse contra tan criminal papel de la Iglesia que calla, cómplice siempre , ante cientos de miles de desahucios y sus catastróficas consecuencias sociales y humanas, mientras, por ejemplo, clama contra la homosexualidad o el uso del preservativo ¿Qué valores promueven?

¿Qué es el amor al prójimo puesto en práctica por la Conferencia Episcopal y el selecto grupo que llevan bajo palio?

En ese lugar de privilegio se encuentra situada la ley Wert: junto a la criminalización de los parados, que se hace desde el estado, junto a la práctica abolición de los derechos laborales, junto a la privatización de la sanidad que condena a muerte a miles de personas que no pueden pagar, junto a mafiosos y gángsters entronizados que promueven, en Madrid, las Nuevas Vegas donde esquilmar y convertir en negro las últimas gotas de sangre.

No nos engañemos, Wert no es un ministro camicace, actúa al amparo del «todo atado y bien atado» que les protege y asesora desde su cielo; no en vano el gobierno se niega, ¡todavía ahora, en 2013! a retirar de los lugares públicos y edificios oficiales ¡los símbolos que aún perviven del franquismo, como sacrosantas reliquias! ¿Nos imaginamos las cruces gamadas presidiendo parlamentos y enalteciendo plazas? Perdón por nombrar algo tan siniestro, que pugna por volver, mimado por gobiernos como el nuestro, dichos emblemas fueron retirados en todos los países de Europa ¡Aquí los símbolos correspondientes son protegidos, desde el gobierno, en el parlamento, como si fueran de los dioses de sus antepasados! Y se trabaja, codo con codo, por su «glorioso» renacer.

Eso es la ley Wert, eso promueve, como una piña, el siniestro gobierno que mintiendo logró una mayoría absoluta, recogiendo los votos airados que huían del partido en el poder, por traición también: todos bajo el mismo palio, todos muy apretados para salir en la foto que algún día muestre quiénes fueron los verdugos que quisieron servir de ejemplo: los mayores canonizadores de una falsa historia y ejecutores de la que aún se remueve, en demanda de reconocimiento y de justicia, pisoteada en las cunetas, porque conoció y promovió una educación en valores y se negaba a dar a elegir, al adversario, entre sus principios y sus símbolos o el tiro de gracia. En una tercera república estos personajes no serían fusilados, pero sí juzgados y los nuevos libros de historia ofrecerían los datos, contrastados, de lo que quisieron ser ecuaciones imposibles.

Quisiéramos creer que este país se merece de una vez, algo mejor, quisiéramos creer que la ciudadanía se volcará unánime en las calles, para exigir un ¡nunca más!

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.