Con el voto a favor de veintiún países, diecisiete en contra y quince abstenciones, Estados Unidos logró aprobar su resolución contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra. Para ello fue fundamental los votos a favor de Arabia Saudí y Ucrania, dos países que hasta ahora votaban en contra de esta resolución contra […]
Con el voto a favor de veintiún países, diecisiete en contra y quince abstenciones, Estados Unidos logró aprobar su resolución contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra. Para ello fue fundamental los votos a favor de Arabia Saudí y Ucrania, dos países que hasta ahora votaban en contra de esta resolución contra la isla.
El ministro de Asuntos Exteriores cubano Felipe Pérez Roque explicó que los países miembros de la comisión fueron sometidos a «brutales presiones, especialmente en el continente africano», donde el objetivo del gobierno Bush era lograr la abstención en naciones que tradicionalmente votaban en contra. Fue el caso de Burquina Fasso, Togo y Swazilandia. Pese a todo, nueve países africanos expresaron su frontal oposición a la iniciativa de castigar a Cuba.
Otro país que pasó del No tradicional a la abstención fue Paquistán. Pérez Roque afirmó que «han fracasado en la latinoamericanización del apoyo a la resolución», debido a que solo fue apoyada por cuatro países de la región: Guatemala, Costa Rica, Honduras y México. En opinión del ministro, en América Latina se consolida un bloque progresista que no acepta las maniobras contra Cuba. También recordó que, tras seis años, Estados Unidos ha tenido que presentar la resolución de primera mano porque ningún país estuvo dispuesto a hacerlo.
La resolución aprobada difiere mucho de la de años anteriores, en esta ocasión se limita a apuntar el deseo de prolongar el mandato de Christine Chanet, la representante para Cuba de la Alta Comisaria de Derechos Humanos, Louise Arbour, para determinar si La Habana tomó en cuenta las anteriores decisiones de la CDH. El objetivo, según la parte cubana es mantener el asunto en la agenda y «justificar su política de bloqueo contra la isla». Pérez Roque afirmó que, a pesar de la suavidad de la resolución, es «injerencista y discriminatoria» y que Cuba no reconoce su legitimidad ni cooperará con ella. El ministro tuvo duras palabras con la Unión Europea, quien copatrocinó la resolución, califica su actitud de «claudicante, servil e hipócrita», al «haberse plegado una vez más a la política de Estados Unidos».