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Entrevista al crítico de literatura y cine Jorge Ruffinelli

«Este año publicaré América Latina en 130 películas, libro editado por Uqbar»

Fuentes: Clarin de Chile/Rebelión

México, DF.- En entrevista exclusiva con Clarín.cl Jorge Ruffinelli (1943) habla de una nueva estrategia editorial para la Enciclopedia del cine latinoamericano: «He huido a las fechas tope, los deadlines, las presiones. La Enciclopedia ha venido publicándose de otras maneras. Este año aparecerá en Santiago de Chile mi libro: América Latina en 130 películas (Uqbar […]

México, DF.- En entrevista exclusiva con Clarín.cl Jorge Ruffinelli (1943) habla de una nueva estrategia editorial para la Enciclopedia del cine latinoamericano: «He huido a las fechas tope, los deadlines, las presiones. La Enciclopedia ha venido publicándose de otras maneras. Este año aparecerá en Santiago de Chile mi libro: América Latina en 130 películas (Uqbar Editores). El material de ese libro procede, claro está, de mi trabajo sobre cine latinoamericano a lo largo de estos últimos veinte años. En el libro llego hasta los estrenos del 2009, y en lo que respecta a Chile, La Nana está entre esas 130 películas» Autor de los libros: Palabras en orden (1974); José Revueltas: ficción, política y verdad (1977); Crítica en Marcha (1979); La Viuda de Montiel (1979); El lugar de Rulfo (1980); Las infamias de la inteligencia burguesa (1981); John Reed en México: Villa y La Revolución Mexicana (1983); Poesía y Descolonización. La poesía de Nicolás Guillén (1985); La escritura invisible (1986); Patricio Guzmán (2001); La sonrisa de Gardel (Trilce, 2004); El cine nómada de Cristián Sánchez (Uqbar, 2007); entre otros volúmenes de crítica literaria e investigación cinematográfica.

El próximo año, Jorge Ruffinelli trabajará durante 3 meses en Santiago de Chile; desde 1986 es catedrático de la Universidad Stanford y al comenzar su exilio -en 1974- dirigió el Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana. Columnista del semanario uruguayo Brecha y director del periódico literario Nuevo texto crítico; Ruffinelli retoma -para los lectores de Clarín.cl- algunos aspectos inéditos de Rulfo, García Márquez y Onetti, adelantando la posibilidad de producir un nuevo documental: «Debo tener filmadas, -en video, desde el Hi8 al digital-, unas cien entrevistas con escritores y directores de cine (…) En este momento un equipo de gente relacionada con edición digital, quiere ayudarme a concluir ‘otro’ documental sobre Onetti, para el cual tengo grabaciones que no he dado a conocer»

MC.- ¿En cuántas ocasiones has visitado Santiago de Chile, Valparaíso e Isla Negra?, ¿la primera vez fue en 1969 por invitación de Neruda?, ¿de esos viajes nació tu interés por el cine chileno?

JR.- En 1968 fue mi primer viaje, por invitación de Luis Sánchez Latorre (Filebo) gestionada por Hans Ehrmann, aunque yo no conocía personalmente a ninguno de los dos. Tres décadas y media más tarde escribí un libro sobre el hijo de Filebo, Cristián Sánchez, que Uqbar Editores publicó en Santiago (El cine nómada de Cristián Sánchez, 2007). Vueltas que da la vida. Mi interés por el cine chileno viene de los años noventa, aunque yo ya conocía películas muy importantes de la década de los setenta, como «El chacal de Nahueltoro» de Miguel Littin. He estado en Chile numerosas veces. La próxima, por un período de tres meses, será de setiembre a diciembre de 2011.

MC.- ¿Cuándo concluirás la edición de la Enciclopedia del cine latinoamericano?, ¿cómo organizaste todo el material?, ¿cuáles serán las películas y documentales a los que prestarás más atención por una elección estética y política?

JR.- He huido a las fechas tope, los deadlines, las presiones. La Enciclopedia ha venido publicándose de otras maneras. Este año aparecerá publicado en Santiago de Chile mi libro: América Latina en 130 películas (Uqbar Editores). El material de ese libro procede, claro está, de mi trabajo sobre cine latinoamericano a lo largo de estos últimos veinte años. En el libro llego hasta los estrenos del 2009, y en lo que respecta a Chile, La Nana está entre esas 130 películas. MC.- Cine y Literatura. En 1978 publicaste una Antología personal de Rulfo, ¿te hubiera gustado editar la versión crítica de El gallo de oro y otros textos para cine?

JR.- Con Rulfo empecé antes, cuando Ángel Rama me encargó la edición de las Obras de Rulfo para la Biblioteca Ayacucho. Años después, Rama me confió que le había enviado a Rulfo una lista con una docena de nombres posibles para preparar esa edición, y Rulfo eligió el mío. Para la Antología personal también él me eligió. Fui muy amigo de Rulfo hasta su muerte. Hoy lo soy de toda su familia. «El gallo de oro» no fue un relato pensado como literatura sino como argumento para cine, de ahí que no tenga la síntesis de lenguaje característica de Rulfo. Jorge Ayala Blanco lo editó y explicó para la editorial mexicana Era, e hizo un trabajo impecable que le admiro.

MC.- Tu trilogía fundacional de la nueva literatura latinoamericana la integran: Rulfo, García Márquez y Onetti, si el tiempo lo permite te preguntaré por cada uno de ellos. Este año se publicarán los libros: Juan Rufo: otras miradas; y Juan Rulfo: nuevos indicios; en 2009 se publicaron: Retales (compilación de las 17 columnas que escribió Rulfo en la revista Cuento) y Oaxaca (catálogo con las fotografías de la provincia homónima). ¿En Stanford estudian la trayectoria y propuestas de las investigaciones que respalda la Fundación Rulfo?; ¿continúas desmitificando a Rulfo?

JR.- Actualmente dirijo un seminario de seis estudiantes de doctorado sobre la obra de Rulfo y sus «continuadores»: su propio hijo Juan Carlos, con los documentales: El abuelo Cheno y Del olvido al no me acuerdo, y novelistas como Élmer Mendoza -Cóbraselo caro (2005)-, y Susana Pagano -Y si yo fuera Susana San Juan (1998)-, así como la obra de Rulfo fotógrafo. El año pasado di un curso en la Facultad de Humanidades de Montevideo sobre Rulfo. Por el momento esas son mis únicas actividades rulfianas. Hay muchos mitos alrededor de Rulfo, pero no es mi función alimentarlos ni criticarlos. Lo único que me interesa enfatizar -ante el mito de que Rulfo tuvo auxilio en la escritura de sus libros-, es que Rulfo fue el autor absoluto y único de sus libros. En la primera edición de Pedro Páramo (FCE, 1955) un corrector de pruebas se animó a cambiarle algunas palabras. Rulfo más tarde repuso las originales. Conozco a ese corrector y hemos hablado del tema, pero este asunto está plenamente superado.

MC.- Después de 20 años de soledad, Gerald Martin publicó: Gabriel García Márquez. Una vida (Debate, 2009); ¿recurrirás a esta biografía en tu cátedra de Stanford?, ¿qué capítulo de la vida de Gabo te interesa sobremanera?

JR.- Por supuesto que utilizaría el libro de Martin en mis clases, si alguna vez vuelvo al tema «García Márquez». Recuerdo estar cenando con Gerald Martin, hace ya muchos años, cuando me confió que Gabo había aceptado que escribiera esa biografía y prometía ayudarlo. El episodio que en este momento destacaría de Gabo es su participación en la película La langosta azul, de Cepeda Samudio. Es una película legendaria y se ha hablado mucho de qué había de García Márquez en ella. Un día tuve la oportunidad de conversar -y filmar la entrevista- con García Márquez y le pregunté por su participación. Me señaló que había colaborado con ideas para el guión, pero no estuvo en la filmación de la película.

MC.- ¿Cómo celebraste el Centenario de Onetti?, ¿por qué es el único escritor del que hiciste una entrevista en formato documental?, ¿por la cercanía personal, geográfica y periodística?

JR.- Fui a Madrid, a Xalapa (Veracruz) y a Montevideo para participar en los homenajes por el Centenario de Onetti. Ahora preparo la publicación de un volumen colectivo titulado: ONETTI 101, aludiendo a su edad en 2010 y al hecho de que los cursos fundamentales en Estados Unidos se titulan «101».

En cuanto a entrevistas, debo tener filmadas, -en video, desde el Hi8 al digital-, unas cien entrevistas con escritores y directores de cine; muchos de ellos chilenos. ¿Se convertirán en documental alguna vez?, no lo sé. Exigen mucho trabajo y atención. En este momento un equipo de gente relacionada con edición digital, quiere ayudarme a concluir «otro» documental sobre Onetti, para el cual tengo grabaciones que no he dado a conocer sino, alguna vez, en Montevideo, durante mi conferencia en 2009, y muy fragmentariamente.

MC.- Cito el último especial de Brecha: «Año de pérdidas, 2009 se llevó las voces de Idea Vilariño y Mario Benedetti, de Salvador Puig, de Orfila Bardesio y al historiador José Pedro Barrán, esas muertes anunciadas parecen haber concluido una era. Entre el legado de una generación, la de ‘Marcha'». Parafraseando a Benedetti «la fotografía, esa suspensión o tregua del movimiento», ¿sigues escribiendo en Brecha para hacer una tregua con la muerte y darle esperanza a la memoria?

JR.- Las desapariciones que mencionas son dolorosas, pero la muerte es inevitable. La mía, entre todas, que como decía Pavese, vendrá algún día. ¿Qué nos queda sino recordar? Pero recordar «hacia adelante», no deseando volver al pasado sino siguiendo las líneas de las obras que esta magnífica gente dejó. Sigo dando cursos sobre la obra de Ángel Rama, de cuya desaparición física nunca me repuse ni acepté, pero de quien -a pesar de algunos negadores- la obra y el pensamiento siguen estando vivos y vigentes.

MC.- El 25 de enero de 2008, publicaste, en Brecha, los pormenores del Caso Onetti-Marra (la clausura del semanario Marcha en 1974), recuerdo que fuiste a casa de Octavio Paz para solicitarle que adhiriera a una Carta abierta por la libertad de Juan Carlos Onetti y Nelson Marra; Octavio Paz condicionó su respaldo sólo si vos y Carlos Monsiváis firmaban por la libertad de Solzhenitsin. ¿Ahora poco importan las Cartas abiertas por las causas justas?, ¿la intelectualidad artística y literaria se ha despolitizado?

JR.- Se ha despolitizado, cuando no se ha derechizado. Cuando The New York Times -y no sólo este medio- da una gota de seriedad a la posible candidatura de Sarah Palin como presidenta de Estados Unidos en 2012, es porque un inmenso sector de gente ya no piensa. Sigue estímulos, como en una manada.

MC.- La Fundación Neruda invierte la plata del copyright del poeta en la empresa de un asesor de Pinochet; el presidente vitalicio de la Fundación Neruda es el ideólogo de la Ley Antiterrorista en contra de la comunidad mapuche, con la complacencia de la Concertación; ¿esto es natural en la posmodernidad neoliberal?, ¿tenés una opinión al respecto?

JR.- Carezco de la información necesaria para opinar sobre este asunto. Pero he leído recientemente que en Chile seis partidos políticos que no alcanzaron el 5% de votos en las elecciones de enero, ya no tienen derecho a presentarse en los próximos comicios. Entre los excluidos estará el Partido Comunista. Tengo entendido que la ley que exige ese 5% fue de la época de Pinochet, derivada de la Constitución Política de 1980. No entiendo qué ha hecho la Concertación en este último cuarto de siglo, por qué continuó con la política económica neoliberal y por qué no liberó al país de todas las rémoras antidemocráticas de la dictadura. MC.- Finalmente, después de leer una entrevista de mi autoría, recordaste el nombre exacto del escritor y músico chileno Jorge Aravena Llanca, él los acompañó -en Isla Negra- con Neruda, Rulfo y Sara Facio (en 1969), y ahora compartimos la amistad de Sara y del otro Jorge. ¿Qué te dicen todas estas vueltas de la vida?, ¿son parte de la biografía, del mito o de la ficción?

JR.- Me alegra saber del «otro Jorge», porque a veces veo el libro de nuestra querida amiga Sara Facio, con aquellas fotografías, y siento que es bueno saber que todos seguimos adelante, de una manera u otra, y no nos quedamos «congelados» en fotografías. Estos reencuentros a la distancia, y a veces a través de la simple lectura de libros, señalan que seguimos en la brecha.

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