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Evo Morales, el socialismo comunitario y el Bloque Regional de Poder

Fuentes: Rebelión

1. Evo Morales y el socialismo «Evo, ¿que entienden tú y el MAS por socialismo?», le pregunté durante aquellos horribles días de matanza de Sánchez de Losada, en La Paz, en febrero del 2003, donde estaba invitado por el Comité Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB). «Vivir en comunidad y en igualdad», me contestó. […]

1. Evo Morales y el socialismo

«Evo, ¿que entienden tú y el MAS por socialismo?», le pregunté durante aquellos horribles días de matanza de Sánchez de Losada, en La Paz, en febrero del 2003, donde estaba invitado por el Comité Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB). «Vivir en comunidad y en igualdad», me contestó. «Fundamentalmente, en las comunidades campesinas hay socialismo. Por ejemplo, si hablamos de tierra. Yo vengo de un ayllu del Departamento de Oruro. Claro, donde yo vivo en este momento, en el oriente en Chapare, allá no hay ayllus. Es la parcelación individual y allá se ven problemas muy serios, porque lleva al minifundio, y eso no lo ves en una comunidad campesina donde la tierra es comunal.»

«¿El modelo socio-económico del MAS se asemeja más al de Lula, de Cuba o de Hugo Chávez?», le insisto. «Yo creo que es algo mucho más profundo», responde. «Es un modelo económico basado en la solidaridad, la reciprocidad, la comunidad y el consenso. Porque la democracia es para nosotros un consenso. En la comunidad es consenso, en el sindicato es mayorías y minorías.

Dentro de esa democracia oficial en Bolívia no se respeta el pensamiento, los sentimientos y los sufrimientos de las mayorías nacionales. Y dentro de ese marco buscamos un socialismo comunitario basado en la comunidad. Un socialismo, diremos, basado en la reciprocidad y la solidaridad. Y, además de eso, respetando a la Madre Tierra, la Pacha Mama. No es posible que dentro del modelo conviertan a la Madre Tierra en una mercancía. En Bolivia con la reforma agraria es mejor ser un ganado vacuno que un ser humano. Para un ganado vacuno hay 25 hectáreas y para un ser humano no hay nada.»

2. Indígenas, obreros y cambio de la vanguardia

Son conocidas las diferencias con el líder indígena Felipe Quispe, por eso le pregunto: «¿Hay discrepancias con el Movimiento Indígena Pachakutik (MIP)?» No, dice, «no hay discrepancias. Claro, ellos satanizan un poco al blanco. Nos dicen que somos «caras» los diputados (blancos – H.D.), pero no, las relaciones son buenas.»

Yo venía de un evento del Movimiento por la Democracia Participativa, del Perú, de un largo debate con el Mayor (ret.) Antauro Humala y su movimiento etnocacerista, sobre la posibilidad de transformación en los países andinos. Antauro, actualmente en la cárcel por el levantamiento fallido contra Toledo, podría recobrar la libertad si su hermano, el Teniente Coronel (ret.) Ollanta Humala —segundo en las preferencias electorales— ganara los sufragios presidenciales de abril del próximo año. Él había hablado positivamente de Evo y de incipientes contactos con el MAS. Evo confirma que «nos han invitado para que podamos llevar el mensaje de este movimiento de las comunidades campesinas. Porque el MAS, como un instrumento político de liberación no ha sido creado por politólogos o un grupo de intelectuales, sino por congresos campesinos para acabar con los problemas de la gente.»

En este contexto hace un interesante comentario sobre la transición de la vanguardia en la lucha boliviana: «Los obreros de la COB siempre decían en sus congresos que los indios los van a llevar al hombro al poder, a los obreros. Nosotros éramos los albañiles de la revolución y ellos eran los patrones de la revolución. Ahora, las cosas han cambiado y los intelectuales, los obreros, van sumándose.»

3. La raíz socialista del MAS

Para entender el carácter político, o «de clase», como se decía en los años sesenta, del «Movimiento al Socialismo», hay que tomar en serio la definición de Evo, de que el MAS, como un instrumento político de liberación «no ha sido creado por politólogos o un grupo de intelectuales, sino por congresos campesinos para acabar con los problemas de la gente». No se trata del Partido Bolchevique de Lenin o del Partido Comunista del Perú de Mariátegui (1928), con una clara programática e intencionalidad socialista, es decir, anticapitalista.

De hecho, el membrete del Movimiento al Socialismo no fue adoptado por motivos ideológicos, sino por razones prácticas de registro electoral. Peor para los puristas: el membrete viene de la derecha política, de un desprendimiento de la Falange Socialista Boliviana, el Movimiento al Socialismo-Unzaguista (MAS-U), que se había unido al incipiente movimiento cocalero. Cuando, bajo la presión de las fechas electorales, se requería de un Partido registrado, se uso la primera parte del membrete del MAS-U.

Ante estas circunstancias, sin génesis socialista, ni teoría socialista, ¿que quedará como potencial socialista en el partido de la transformación boliviana y su líder Evo? La respuesta es sencilla: Las raíces éticas del socialismo: la solidaridad con las masas, el fervor de la justicia social y la honestidad de la praxis política.

4. El MAS y el socialismo histórico boliviano

El socialismo histórico boliviano llegó a su máximo esplendor con la famosa Tesis de Pulacayo (1946), en la cual el sindicalismo clasista definía al proletariado (minero) como la vanguardia de una revolución anticapitalista en pos de la dictadura del proletariado. Ese proyecto histórico de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) se contraponía no solo a la «cooperación de clases» que pregonaba la Falange Socialista Boliviana (FSB, 1937), inspirada en el falangismo español de Primo de Rivera; sino también al nacionalismo pequeñoburgués de Paz Estenssoro y el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y las diversas variantes del desarrollismo y «socialismo» militar de David Toro, Germán Busch, Gualberto Villarroel que nacieron de la cuna de la modernidad boliviana, el desastre de la Guerra del Chaco (1932-35).

Ante la derrota, las Fuerzas Armadas tomaron el poder político y el Estado Mayor convocó a la formación de una Junta para orientar «a la nación hacia un socialismo de Estado prudente y gradual…que establezca en Bolivia un régimen de justicia social». El coronel David Toro (1936/37), primer Presidente militar de facto denominó su gobierno «Revolución Militar Socialista» y creó —como Perón después, en 1943— el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, decretó la caducidad de las concesiones de la Standard Oil en Bolivia y fundó los Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, como Yrigoyen lo había hecho en 1928 en Argentina.

El mayor Busch, quien le siguió en el gobierno, declaró que «Yo no he llegado a la Presidencia para servir a los capitalistas. Ellos deben servir al país y si no lo hacen por voluntad, lo harán por la fuerza.»

Evo Morales no es parte de ese coronelismo desarrollista o «socialista» latinoamericano —que incluye a Prestes y Vargas en Brasil, Perón en Argentina, Torrijos en Panamá, Arbenz en Guatemala, Velasco Alvarado en Perú, Torres en Bolivia y, en cierto sentido, Hugo Chávez en Venezuela— cuya trascendencia es aún menos comprendida en la historia latinoamericana, que la del desarrollismo civil (Yrigoyen, Prebish, Arevalo, Allende, et al.).

Tampoco tiene raíces en el stalinismo boliviano del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR) y su «revolución en etapas» —«hay que trabajar ahora por una Bolivia democrática-burguesa, por una Bolivia progresista y luego, paulatinamente, se llegará dentro de unos veinte años al socialismo y dentro de unos cincuenta o cien a la dictadura del proletariado» (1946)– o el trotskismo del Partido Obrero Revolucionario (POR), ni en el gran logro del proletariado minero, la Tesis de Pulacayo.

5. Ventajas de la orfandad socialista histórica

Encontrarse fuera de esas corrientes históricas, sin embargo, podría ser más ventajoso para Evo Morales que detrimental, porque todas han demostrado en la práctica que no sirven para transformar al país. Los stalinistas del PIR conspiraron con la oligarquía y el imperialismo contra el desarrollismo del Teniente Coronel Gualberto Villarroel, tal como hicieron en Argentina contra Perón, y lo colgaron en la Plaza Murillo. Los trotskystas, que tienen setenta años reclamando ser los legítimos herederos de Lenin y del marxismo, tuvieron su gran oportunidad práctica de demostrarlo en la revolución de 1952, y fracasaron ignominiosamente. Y la pequeña burguesía nacionalista, el MNR, que capitalizó la revolución popular, la entregó pronto a los gringos, para después pactar con el golpista Banzer y convertirse en su verdugo neoliberal.

6. El MAS: ¿democracia burguesa o socialismo?

El MAS no es un partido de vanguardia sino una alianza de grupos heterogéneos, reminiscente en ciertos planteamientos «indoamericanos», antileninistas y antiimperialistas a la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), fundada en 1924 en México, por Haya de la Torre; también al «socialismo espiritual» de Arévalo, al «socialismo cristiano» de Hugo Chávez y al núcleo antropológico-filosófico de la «tercera posición» de Perón.

Álvaro García Linera, exguerrillero, prisionero y Vicepresidente de Evo, lo expresa con claridad: «No estamos contra el libre mercado. Nosotros somos partidarios de un modelo socialista con un capitalismo boliviano, donde las ganancias de los hidrocarburos sean transferidas a otros sectores como el rural, donde nuestra gente trabaja aún con el arado egipcio que trajeron los españoles».

Si traducimos esta formulación a un lenguaje más preciso tenemos que decir que se trata de un modelo de desarrollismo keynesiano tercermundista, es decir, una economía de mercado con una fuerte función desarrollista y proteccionista del Estado, dentro de una superestructura política burguesa en un entorno de destrucción socio-económica neocolonial abismal.

Evo y el MAS no inyectan, en este momento, una nueva dinámica socialista al Bloque Regional de Poder (BRP) de la Patria Grande, pero aportan a la integración del BRP el elemento popular, proletario e indígena más combativo de América Latina. Esto es un contrapeso de enorme importancia frente a las sociedades blancas-elitistas de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil y sus gobiernos respectivos. En su perfil caracterológico, Evo es cercano a Hugo Chávez, particularmente en su honestidad, antiimperialismo y vínculo orgánico con las masas y pueblos indígenas. En este sentido, las reuniones del MERCOSUR como las de la OEA no serán iguales a partir de ahora, porque el Presidente venezolano ya no será la única fuerza motriz que empuja a los demás Presidentes.

7. Evo, el candidato del Mercosur

Evo como Presidente es un «producto endógeno» de la lucha de clases en Bolivia. Pero desde hace algunos años atrás había sido detectado por el radar político del Presidente Castro. Es sabido que el ojo clínico del Presidente Castro escanea incansablemente el horizonte de la Patria Grande, para detectar quiénes podrían ser los futuros líderes de sus naciones. Hugo Chávez, apenas salido de la cárcel, apareció en el monitor del líder caribeño quien lo recibió con honores de hombre de Estado. Lula, José Dirceu y Evo fueron detectados tempranamente y comprobaron con éxito la capacidad previsora del Comandante.

En el último año y medio, Evo ya se había convertido en el candidato presidencial de facto del MERCOSUR o Bloque Regional de Poder (BRP). Ser candidato presidencial del MERCOSUR tiene importantes ventajas de protección y promoción, pero también profundas implicaciones para la política latinoamericana. Una de ellas es la siguiente.

8. MERCOSUR, vía electoral y revolución

Los candidatos presidenciales que cuenten con el apoyo del BRP, responden a la convicción de todos los Presidentes de este Bloque, de que el tiempo de la lucha armada revolucionaria y de los gobiernos de obreros-campesinos ha quedado en el pasado. Los comentarios de Fidel referentes a las FARC han sido muy claras al igual que la posición del Comandante Chávez, quien dijo en el reciente encuentro con Álvaro Uribe en Santa Marta: «queremos que los movimientos armados se pacifiquen».

Lula, Kirchner, Tabaré y Duarte, por supuesto, están completamente de acuerdo con esta posición de apoyo a la legalidad burguesa y la toma del poder por las vías institucionales. Para ser más preciso: no apoyarían ninguna otra y sin el apoyo de Brasil, Argentina y Venezuela, ninguna revolución nacional popular latinoamericana hoy día podría consolidarse. En este caso vale la célebre frase de Perón: «Unidos seremos inconquistables; separados indefendibles.»

La decisión estratégica de todos los Presidentes del BRP por la vía institucional —que genera un serio dilema para las FARC— jugó un papel clave en la gran disyuntiva de este año en Bolivia, sobre un levantamiento armado al estilo de la revolución de 1952 o la toma del poder por la vía electoral. La nueva directiva (postminera) de la COB, encabezada por Jaime Solares, y algunos sectores populares, por ejemplo de El Alto, junto con las posiciones tradicionalmente oscuras y sectaristas del Mallku Quispe, querían el levantamiento popular. Todos los Presidentes del BRP insistieron en la vía institucional. Evo fue por esa vía y triunfó. No había condiciones objetivas para derrotar a los militares y consolidarse en el gobierno. Tratar de repetir la hazaña de 1952 hubiera llevado a una hecatombe sin sentido. Hubiera sido una operación de aventurerismo o algo peor.

El gran significado del triunfo de Evo es el Bloque Regional de Poder. Hace una década, su victoria no hubiera podido cambiar nada en la nación andina. Hoy día, con la implementación de ciertos programas sociales de Cuba y Venezuela, el sólido apoyo económico de Venezuela, la protección política que proporciona el BRP, la riqueza del gas y la adhesión de las mayorías al proyecto del MAS y su líder, existe la posibilidad objetiva de romper el ciclo de quinientos años de explotación y miseria.

9. El MAS y el futuro del socialismo en el BRP

De todas formas, el posicionamiento de Evo y García refleja el status quo político y económico en la Patria Grande. El BRP es una confederación de Estados (superestructuras) burgueses, con excepción de Cuba, con diferentes tipos de economía de mercado y con un proyecto histórico de desarrollismo latinoamericano, dentro del ideario de Bolívar. Dentro de este macrosistema burgués existe la pretensión venezolana de crear una civilización socialista del siglo XXI y una fuerte discusión en Cuba sobre el futuro posible del socialismo histórico cubano. Lo que no hay es una economía socialista, ni una superestructura socialista, ni la «voluntad socialista» de Lula, Kirchner, Tabaré y Duarte, ni movimientos de masas ni estructuras socialistas.

En tales condiciones sería descabellado esperar o pedir que el MAS se convierta en vanguardia socialista que arrastre a América Latina hacia el postcapitalismo. El concepto del socialismo latinoamericano hoy día, con las sendas excepciones de Venezuela y Cuba, es una idea evolutiva que proporciona el horizonte estratégico de las luchas de masas y de los líderes progresistas de la Patria Grande.

Dotar esta idea evolutiva de una sólida base científica y popular para la Nación latinoamericana, tal como el Presidente Chávez lo ha hecho con su insistencia en la economía de equivalencias y la democracia participativa, es la tarea primordial de todos los anticapitalistas reales y potenciales. Entre ellos se encuentran Evo Morales y el MAS.