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Al Jazeera: Segundo Festival Internacional de Producción para Televisión. Del 27 al 31 de marzo

Expectativas y espectadores. Cuando el escenario dice tanto como los protagonistas (¿acaso más?)

Fuentes: Rebelión/Fundación Federico Engels

Doha, Qatar. Comienza el Segundo Festival de Al Jazeera. ¿Qué se espera? Existe una lista larga de tareas que Al Jazeera deberá satisfacer para que su Festival logre más de lo que hizo en su primera edición. No sólo en materia de organización, convocatoria, preselección y exhibición… deberá afianzarse como un referente que desde este […]

Doha, Qatar.

Comienza el Segundo Festival de Al Jazeera. ¿Qué se espera? Existe una lista larga de tareas que Al Jazeera deberá satisfacer para que su Festival logre más de lo que hizo en su primera edición. No sólo en materia de organización, convocatoria, preselección y exhibición… deberá afianzarse como un referente que desde este lugar difícil, contradictorio y enigmático, declare y aclare sus principios y fines. Quiénes ganen y qué ganen, como trabajadores de la producción audio visual, es un problema más que en nada estará desvinculado del escenario y en nada será independiente de la atmósfera general en Qatar, a estas horas.
Hoy por hoy el conjunto de producciones que compite y que, en categorías diversas será exhibido, constituye por sí mismo una obra integral. Se trata de un repertorio desigual y combinado de trabajos que a su modo y con sus medios, interpreta el universo expresivo de la imagen y el sonido bajo objetivos y ambiciones muy diversos. Hay para ver trabajos profundamente comprometidos con los dolores y desgarraduras que se viven en ésta región del planeta; como una de las desgracias más inmerecidas, abusivas y degeneradas del la historia. Hay para ver también trabajos de grupos que debutan en la producción, hay incluso trabajos «largos», «cortos», «experimentales… según pidió la convocatoria y según el leal saber y entender de grupos, individuos, productoras que enviaron sus trabajos. Tal compendio ofrece una cierta unidad de lectura de la que no debemos perder el texto, el sub-texto, el pretexto ni el contexto. Esa es la riqueza de esta totalidad audiovisual que lee, a su modo, y expresa, a su modo, el mundo actual.
Uno espera mucho de ese Festival, incluso espera mucha audiencia, uno espera que esta televisora que debe su fama no sólo a las amenazas del consenso Bush-Blair sino a su tarea en el periodismo independiente y digno, consiga atraer espectadores, en calidad y cantidad creciente, capaces de entender y sentir su papel expansivo, sintético, co-autoral… no sólo por que tengan ganas o convicciones fuertes sino porque se sientan parte de un movimiento mundial, que salta de pantalla en pantalla, de festival en festival, para consolidar una corriente emergente de «sentido» que se vuelve acción concreta para cambiar al mundo. Eso ocurre en muchos Festivales eso espera uno que ocurra aquí… y ahora.
Uno espera que emerjan conceptos de calidad nuevos, uno espera ser sorprendido, seducido… convencido por la fortaleza conceptual, narrativa, poética con que los trabajadores de la imagen escriben páginas enteras de la historia contemporánea. Uno espera suculencia de lenguajes, rigor y compromiso, cercanía con los problemas más sensibles en esta hora. Uno espera que un Festival no sea sólo una secuencia compulsiva de exhibición y aplauso fácil. Que no sea pretexto para el intercambio de simpatías, tarjetas de negocios y sábanas. Que no sea tragado por la cacería de conexiones habitual de muchos encuentros bussines class. Uno espera que pase algo… algo que no se diluya cuando se enciendan las luces. Pero nada de eso ocurre sin dispositivos políticos esclarecidos ni en ausencia de debate y combate. Todo lo que aquí se exhiba pasará bajo la mirada puntillosa de muchas personas, no sólo jurados, que aguardan para testimoniar la constancia, la consistencia y continuidad… la coherencia y credibilidad de Al Jazeera desde las transmisiones hasta las premiaciones. Ya veremos.
Comienza este Festival cargado con expectativas que emergen en el mundo entero, aun cuando es un Festival que empieza a hacerse conocer, no sólo por los miembros de una comunidad especializada, esta vez también gracias a una serie de encuentros interdisciplinarios que traerán a un escenario compartido a periodistas, reporteros, documentalistas y artistas de la imagen de todas partes.
Uno espera de los organizadores una capacidad fortalecida para interrelacionar las tareas de la producción de imágenes e imaginarios en los campos académicos, en los campos estéticos, en la práctica cotidiana de la realización bajo todas sus modalidades. Uno espera de los organizadores que apresuren los pasos para que los Festivales sean espacio de convocatoria y de organización, para que los festivales sean, a fin de cuentas, lo que deberían ser: una declaración política mundial de trabajadores de la imagen contra todo lo que genera la miseria y la alienación humana. Directa o indirectamente. Veremos, cuidadosamente. ¿Podrán?

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 Fernando Buen Abad Domínguez es miembro del jurado del festival.