«La opresión violenta cedió el puesto a la corrupción; y la espada, como principal palanca del Poder social, fue sustituida por el dinero». Del socialismo utópico al socialismo científico. F. Engels. Recomiendo al lector, más especialmente al lector de izquierda, que lea previamente y con detenimiento el discurso de Benedicto XVI, que fue pronunciado el […]
«La opresión violenta cedió el puesto a la corrupción; y la espada, como principal palanca del Poder social, fue sustituida por el dinero». Del socialismo utópico al socialismo científico. F. Engels.
Recomiendo al lector, más especialmente al lector de izquierda, que lea previamente y con detenimiento el discurso de Benedicto XVI, que fue pronunciado el 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona y publicado en Rebelión el 19 de ese mismo mes y año, antes de leer estas reflexiones críticas. Hay que huir de la pereza y de la simpleza. Siempre hay algo que aprender, incluso de aquellos con los que no estamos de acuerdo; y no podemos criticar al otro con fundamento si no sabemos previamente y en detalle lo que ha dicho.
Benedicto XVI representa a los católicos de todo el mundo y es una gran autoridad ética en ese mundo. Así que no podemos ignorarlo. No debemos responderle a la ligera, con tópicos y clichés, dejándonos llevar por las corrientes vulgares y superficiales. Hay que ser serios y teóricamente profundos. Sólo así nuestras flechas críticas alcanzarán al corazón de la gente y a las conciencias de las personas de vanguardia.
Libertad de pensamiento y religión
Sin duda que Occidente ejerce un imperialismo cultural sobre el resto de los países del mundo. Quiere imponer por la fuerza su sistema político y su sistema de valores. Pero Occidente es inmoral y decadente en muchas materias. Y eso lo saben los países árabes, quienes luchan por proteger y defender su sistema de valores frente a aquellos. Hasta aquí todo bien. Pero este hecho no debe obligarnos a autocensurarnos en materia de crítica de la religión. La libertad de pensamiento es una condición imprescindible para el triunfo del socialismo y por ningún motivo debemos renunciar a dicha conquista. Creo que a las palabras de Benedicto XVI hay que responderle con palabras y no con acciones extremistas. Los marxistas no debemos justificar ninguna clase de extremismo, mucho menos si este viene cubierto con manto religioso. La religión es un opio, pero tanto la cristiana como la musulmana.
La abstracción y el compromiso por las palabras
El discurso de Benedicto XVI es extremadamente abstracto y oscuro. Resulta difícil ver el mundo de hoy tras sus palabras. Parece un discurso elaborado para teólogos y filósofos, para que estos se entretengan e indaguen sobre su fondo oculto. Así cuando habla de razón las hay de muchas clases y sentidos. No se sabe bien a quien apunta con sus flechas críticas. Pero todo tiene una explicación. Esta cualidad discursiva, la abstracción, permite no afrontar de forma abierta las cuestiones claves del mundo de hoy: la guerra, la muerte y el hambre. Pero así y todo, aunque Benedicto oculte sus conceptos por medio de la abstracción, debemos ver en su discurso una expresión del mundo de hoy y de los intereses de la Iglesia Católica.
El objetivo estratégico del discurso
El objetivo estratégico del discurso de Benedicto XVI es potenciar el acercamiento entre la fe y la razón, entre el mundo religioso y el mundo de la ciencia. Su argumento principal para la defensa de esta idea es el siguiente: no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios. Así que a Dios y a la fe le es consustancial la razón. Su propuesta es la elaboración de una teología que sea una profundización en la racionalidad de la fe. Y en consecuencia pretende que los científicos europeos especializados en las ciencias naturales y adscritos al positivismo no dejen de lado a la fe. De este aspecto daré cuenta más tarde.
Religión y violencia
En su discurso Benedicto XVI hizo uso de la siguiente cita de Manuel II Paleólogo: «Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba». No creo que haya una relación esencial entre religión y violencia. Tampoco creo que la religión tenga una historia propia. La época de Manuel II es la época del feudalismo. Así que el problema no está en que los gobernantes de entonces fueran cristianos o musulmanes, sino en que eran señores feudales. Y los señores feudales ejercían la violencia tanto sobre los siervos como sobre las naciones vecinas. El ejercicio de la violencia no depende de la religión que se practique, sino de la clase a la que se pertenece y de si se ostenta el poder del Estado.
No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios
En el mundo actual son preferentemente los gobernantes de EEUU quienes continuamente actúan en contra de los dictados de la razón, sin embargo, todos se reclaman de la fe de Dios. Invaden países ajenos y causan la muerte a miles de personas. Y lo hacen en nombre del bien y en lucha contra el mal. Sin embargo, sobre este aspecto nada dice Benedicto XVI. Habla de que Mahoma quería difundir la fe por medio de la espada, pero no dice nada de que EEUU e Inglaterra quieren difundir la democracia por medio de la guerra. ¿No debería Benedicto XVI ser consecuente con su propio pensamiento y excomulgar a todos esos mandatarios que actúan en contradicción con la naturaleza de Dios? No negamos la verdad de la afirmación de Benedicto XVI, que no actuar conforme a la razón es contrario a la naturaleza de Dios, pero sí le exigimos que sea consecuente con lo que predica. Y también le exigimos que no busque los ejemplos en el pasado, en la época feudal, sino en el presente, en la época de la transición del capitalismo al socialismo.
Las contradicciones religiosas y su función ocultadora
La contradicción principal del mundo actual no es la existente entre la religión cristiana y la religión musulmana, sino la existente entre los países ricos y los países pobres. La clave está en que los grandes ricos los encontramos tanto en EEUU como en Arabia Saudita e incluso encontramos la alianza entre unos y otros. Quienes caen en el fanatismo religioso son los desheredados, los que carecen de futuro, los que no tienen otra esperanza en el mundo que la muerte. Mientras que los grandes jeques árabes quizás estén hartos del imperialismo cultural occidental, pero no dejan por ello de disfrutar de los lujos de Occidente y no arriesgan su vida por nada. Lo importante para ellos, lo que está por encima de todo, es el dinero. Así que no nos confundamos, no nos dejemos arrastrar por las apariencias, la contradicción fundamental del mundo de hoy es la existente entre pueblos ricos y pueblos pobres. Y la contradicción entre la religión cristiana y la religión musulmana es una forma de ocultar aquella contradicción.
Religión y Estado
En la época feudal el Estado era un Estado religioso. La revolución burguesa supuso entre otras cosas la liberación del Estado respecto de la religión. No obstante, aunque el Estado se liberó de la religión, la sociedad civil no lo hizo. Y de hecho las sociedades civiles de los países capitalistas son muy religiosas, aunque eso sí, practican una religión muy profana y poco santa. Esta circunstancia, el hecho de que las sociedades civiles de las sociedades capitalistas sean religiosas, obliga a los gobernantes a hablar en nombre de Dios y a encomendarse a Dios. Incluso cuando se le va a procurar la muerte al prójimo, como fue el caso de la invasión de Irak por parte de EEUU, los gobernantes se reclaman de la fe cristiana y del Dios cristiano. Podríamos concluir que si bien Dios fue expulsado por la puerta del Estado volvió a entrar por la ventana de la sociedad civil; y en su nombre se da muerte al prójimo.
En países como Irak e Irán, donde las huellas feudales todavía están muy presentes, el Estado se presenta como un Estado que profesa una determinada religión. Además de ser ésta una determinación esencial de los Estados feudales y semifeudales, en este caso la religión sirve también para dar unidad nacional al pueblo frente a la agresión extranjera. Si Occidente no practicara el imperialismo cultural sobre los pueblos árabes, la religión no sería tan importante para estos pueblos. Y si estos pueblos tuvieran un mayor desarrollo económico, si entre sus distintas regiones hubiera un mercado interno desarrollado, la religión no sería necesaria para mantenerlos unidos.
Ciencia, razón y fe
Cuando Benedicto XVI habla de razón, habla fundamentalmente de la razón de los científicos de las ciencias naturales, a quienes les ruega que no aparten la razón de la fe, que indaguen lo que hay de razón en la fe. Pero estos científicos naturalistas, dominados por el pensamiento empirista y positivista, son muy simplistas, creen que el debate entre científicos y religiosos se limita en lo principal al problema de la existencia de Dios. Como si demostrando que Dios no existe, la gente dejaría de creer en Dios y de comportarse religiosamente. El verdadero problema científico está en saber cómo el hombre creó a Dios y en determinar cuáles son las necesidades que le hacen creer en él. Y en este terreno las ciencias naturales nada tienen que decir, corresponde esta labor a las ciencias sociales, históricas y filosóficas.
Razón y fe bajo el punto de vista histórico
La revolución burguesa supuso la liquidación del poder estatal de la Iglesia y la liberación de las ciencias naturales de los dogmas religiosas. Supuso el triunfo de la razón sobre todo lo existente. Al menos fue así en parte, en el campo de los fenómenos naturales, donde la religión perdió toda influencia, pero no fue así en el campo de los fenómenos sociales, donde, como dice Engels, el auge de la industria sobre bases capitalistas convirtió la pobreza y la miseria de las masas trabajadoras en condición de vida de la sociedad. Así que la razón burguesa impuso su imperio en el campo de los fenómenos naturales, pero no en el campo de los fenómenos sociales.
Si durante la época feudal eran las relaciones religiosas las relaciones dominantes entre los hombres y la fe era impuesta al pueblo por la fuerza, en la época capitalista las relaciones dominantes entre las personas son las económicas y cada cual es libre de creer en el Dios que quiera o no creer. El ateismo no fue un movimiento generado por los marxistas en lucha con la burguesía, sino por los libres pensadores de la revolución burguesa en lucha con la Iglesia. Así que lo que pide el Papa al plantear el acercamiento de razón y fe es el acercamiento de la burguesía y de la Iglesia católica.
Empirismo, cristianismo y socialismo
Veo a Benedicto XVI arrodillado ante los burgueses transmitiéndoles que reconoce sin reserva los aspectos positivos de la modernidad, agradeciéndoles las maravillosas posibilidades que han abierto a la humanidad, pero rogándoles que no abandonen la fe cristiana. Veo a Benedicto XVI arrodillado ante los burgueses acatando los dictados de su filosofía actual, el empirismo, una filosofía cuya característica esencial es negar la existencia de las causas internas y contentarse con lo aparente y superficial. Veo a Benedicto XVI esperando de las ciencias naturales lo que debería esperar de las ciencias sociales, esperando de la filosofía positivista lo que debería esperar de la filosofía materialista dialéctica. Veo a un Benedicto XVI incapaz de denunciar las relaciones que existen entre la burguesía, con su filosofía de las apariencias, y la verdad profunda del hambre y muerte de millones de personas en todo el mundo. Veo a un Benedicto XVI mirando atrás, al siglo XVIII y a la revolución burguesa, y no hacia delante, al siglo XXI y a las revoluciones socialistas.