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Fernando Atria: «La casta política se ciega»

Fuentes: Punto Final

Proponiendo un giro del Partido Socialista hacia la Izquierda, primarias para la elección del abanderado presidencial de la Nueva Mayoría (NM) y un plebiscito vinculante para dar continuidad a un proceso que culmine con una Constitución Política generada mediante Asamblea Constituyente, el abogado Fernando Atria Lemaitre, de la tendencia en el PS denominada Izquierda Socialista, […]

Proponiendo un giro del Partido Socialista hacia la Izquierda, primarias para la elección del abanderado presidencial de la Nueva Mayoría (NM) y un plebiscito vinculante para dar continuidad a un proceso que culmine con una Constitución Política generada mediante Asamblea Constituyente, el abogado Fernando Atria Lemaitre, de la tendencia en el PS denominada Izquierda Socialista, reitera su intención de postular a La Moneda.

Dice que la política institucionalizada es hoy incapaz de responder al nuevo ciclo y que hay un problema de renovación de caras e ideas. «Los candidatos Lagos y Piñera son líderes desde hace treinta años y tienen una manera de entender la acción política completamente inadecuada para el periodo que viene. Es la oportunidad de debatir ideas, porque la política binominal es incapaz de dar una discusión sobre los temas del presente.

Enjuiciamos críticamente la manera como fue ejecutado el programa de la Nueva Mayoría y creemos que ha llegado el momento de discutir en serio una nueva estrategia de desarrollo económico, social y político, que incluya la manera de concretar los derechos sociales y de llegar a una nueva Constitución por la vía de una Asamblea Constituyente.

Estos temas suelen ser reemplazados por otros más instrumentales, como los comentarios sobre encuestas, que no profundizan en aspectos de fondo. En este contexto, los militantes del PS tenemos que analizar lo que significa ser socialista hoy, y cuál es la relación del partido con la sociedad. Creo que hay que hacer del PS un actor importante en esta nueva fase, en la misma dirección que van algunos intentos de convergencia de sectores políticos emergentes situados a la izquierda de la Nueva Mayoría», argumenta.

Fernando Atria cree que los partidos son necesarios en un sistema democrático, porque expresan ideas o canalizan demandas de ciertos grupos sociales; pero piensa que las organizaciones políticas que hoy existen, son incapaces de desempeñar adecuadamente la función para la cual fueron concebidas y a eso se agregan las dificultades para el surgimiento de actores políticos y sociales constituidos fuera de estas organizaciones tradicionales.

«Por eso creo que es necesario llenar este vacío con una gran discusión constituyente, que asuma la creciente deslegitimación del sistema político. La gente vota menos y la casta política se hace cada vez más ciega ante lo que pasa fuera de su mirada. El proceso seguirá profundizándose y luego de la elección municipal aumentará la deslegitimación de la política binominal», dice.

¿Cuál es su itinerario como candidato presidencial?

«La forma como el PS elija a su candidato o candidata será muy importante, porque marcará la manera como el partido se relaciona con la ciudadanía. Es muy distinto si esa designación se hace por un acuerdo ‘cocinado’ en el comité central entre los ‘lotes’,( 1 ) o si -como proponemos- incorpora a la gente en una primaria ciudadana. Esta última sería una manera de decirle al pueblo que estamos abiertos a conocer sus opiniones y a acatar sus decisiones.

Si el partido hace las cosas de una manera notoriamente inapropiada, tendremos que evaluar los cursos de acción que queden abiertos en esas condiciones. En cualquier caso haremos todo lo posible para que el PS se abra a la ciudadanía en coherencia con su propia historia. Mi partido decidió hace años buscar un acuerdo con la Democracia Cristiana y el precio fue moverse hacia el centro. Ese viraje fue un error, porque renegó de su identidad y ayudó a desarticular a la Izquierda. Creo importante que el PS vuelva a esa Izquierda, aunque sin romper el entendimiento con el centro».

¿Qué importancia asigna a lo programático en esta nueva fase política?

«En la elección presidencial pasada se dio al programa de la Nueva Mayoría una centralidad que en los gobiernos anteriores de la Concertación no estuvo. Eso marcó una diferencia importante, a la que se agrega el hecho que ésta ha sido la propuesta programática más avanzada desde que se restableció la democracia. Lo problemático ha sido su realización.

Ahora queda en evidencia que la forma política de la ‘república binominal’ es una cultura incapaz de enfrentar un proceso de transformación y ello produce una disonancia entre lo que el país necesita y lo que el sistema político está en condiciones de proveer. En este marco, los deslegitimados actores políticos son incapaces de procesar las demandas de la ciudadanía».

¿Qué propone para remediar esta situación?

«Una nueva Constitución es fundamental, porque entre otros aspectos debe generar los espacios para que la ciudadanía decida de manera civilizada cómo quiere que sea el sistema de pensiones, el sistema de salud, el sistema tributario o el financiamiento de las FF.AA. Están saliendo a la calle cientos de miles de personas diciendo No+AFP y en respuesta el gobierno no pronuncia la palabra ‘reparto’, usa el eufemismo ‘ahorro colectivo solidario’, porque la palabra reparto está vetada en el léxico neoliberal.

En el mismo momento en que el ministro de Hacienda está explicando lo importante que es mantener la austeridad y las restricciones presupuestarias, el gobierno dice que no se puede derogar la ley reservada del cobre, que obliga a Codelco a entregar a las FF.AA. el equivalente al 10% de sus ventas brutas, cuando esta empresa estatal, que es una pieza fundamental del presupuesto fiscal, está descapitalizada. Estas contradicciones muestran claramente los límites de la cultura política binominal desarrollada bajo el marco de la actual Constitución neutralizadora».

Chile tiene un sistema presidencialista, pero la presidenta aparece cautiva de las decisiones del Congreso.

«En la estructura constitucional chilena, la Presidencia de la República es a la vez extraordinariamente fuerte y extraordinariamente débil; lo que calza con la finalidad de la Constitución de 1980 de impedir la modificación del modelo político y económico heredado de la dictadura. La figura presidencial es fuerte para administrar el país o para bloquear iniciativas de otros poderes del Estado; pero cuando se trata de producir transformaciones, prácticamente no tiene poder».

¿Qué pasa con las demandas de cambio social?

«El sistema institucional no tiene capacidad para procesar cambios, a lo que se agrega un gobierno débil y cientos de miles de ciudadanos en la calle demandando la modificación de aspectos sustanciales del modelo neoliberal en previsión, salud o educación.

Este gobierno tampoco asume que una decisión democrática es algo natural. Por el contrario, piensa que los aspectos más importantes deben decidirse por acuerdos cupulares, que son la mejor manera de mantener el statu quo . La cultura política imperante niega el desacuerdo y eso deja las demandas sociales sin resolver o las distorsiona a través de negociaciones inconducentes. Por este motivo los proyectos de educación, cocinados mediante esta política de los acuerdos, resultan irreconocibles para los grupos sociales que los han propuesto y esa realidad produce como efecto una radical ruptura entre lo social y lo político».

La presidenta Bachelet intentó abrir ese cauce con un debate constituyente…

«La neutralización también operó en este caso, a través de un ministro del Interior que tomó decisiones en contra de algunos de los puntos centrales del programa de gobierno. Nos enteramos por declaraciones del propio Jorge Burgos que asumió el cargo para liquidar la posibilidad de un plebiscito constitucional, y que lo que buscaba realmente era que no hubiese nueva Constitución, al extremo que terminó convertido en el jefe de la oposición interna a su propio gobierno.

El momento más interesante del proceso constituyente del gobierno fue la discusión ciudadana en los encuentros autoconvocados, porque esa práctica contribuye a realizar una nueva experiencia de debate político. Esto es importante, porque en Chile no hay mecanismos para enfrentar el desacuerdo de un modo civilizado y eso impide que exista una discusión fructífera sobre aspectos muy importantes, como son los relacionados con el modelo educacional o el sistema de pensiones. El reciente debate constitucional demostró que es posible dialogar en el espacio de la política y que es ridículamente exagerado decir hoy en Chile que un desacuerdo nos pueda llevar a una ruptura de la convivencia social».

¿Cuál es la solución para resolver la despolitización?

«Es ingenuo pensar que los problemas se resuelven solo con normas más duras sobre probidad, porque esa no es una solución a la altura del problema. La situación sería distinta si logramos una Constitución generada por una Asamblea Constituyente.

La poca participación en el proceso constituyente propuesto por el gobierno no debe ser interpretada como falta de interés ciudadano. La gente dudó de participar en el proceso constituyente porque intuyó que no iba a ser decisivo. El pueblo desconfía de los falsos momentos de relegitimación, en los que se llama a la ciudadanía a participar sin ofrecer real transferencia del poder.

La idea de los encuentros autoconvocados iba en la lógica correcta; pero el proceso está acompañado de otros momentos de falsa relegitimación, como la realización de un plebiscito logrado tras un acuerdo en la ‘cocina’ del Congreso. Muy distinta sería la respuesta ciudadana ante un plebiscito en el que se invitara directamente al pueblo a decidir; porque en ese caso habría transferencia real de poder».

¿Qué opina de la candidatura de Alejandro Guillier?

«La candidatura del senador Guillier es por ahora negatividad. Se puede decir que él no es un político tradicional, pero me pregunto qué pasará cuando llegue al momento de ser positivo; cuando tenga que hablar respecto de lo que se ha realizado durante el gobierno actual, y deba opinar si esto debe ser profundizado, corregido, aumentado o revertido, o cuando exprese cuál va a ser su posición en materia constituyente».

Esa candidatura se parece mucho a las de Michelle Bachelet…

«Ella actuó pensando que la diferencia podía hacerla el discurso, desde la propuesta neoliberal de la Concertación a otra con pretensiones más socialdemócratas. Pero ha quedado demostrado que los cambios requieren un cambio de mentalidad en la cultura y en la conducta de las personas, incluyendo a aquellos que no desarrollaron sus carreras políticas bajo la forma de la república binominal. Mientras la política institucionalizada no asuma la necesidad de una transformación, el divorcio con la ciudadanía y la deslegitimación continuarán aumentando».

Si el candidato presidencial de la Nueva Mayoría no fuera electo en primarias, ¿ha pensado en buscar espacio político fuera de este conglomerado?

«Los partidos no son instituciones sagradas. La decisión de mantenerse donde uno está debe tener un sentido trascendente. Cuando la situación llega a un punto en que se pierde ese sentido, hay que reevaluar. Nuestro proyecto tiene un horizonte de realización más largo que la próxima elección presidencial. Miramos con sumo interés lo que está pasando en la Izquierda que está fuera de la NM y la posibilidad de que se configure un Frente Amplio es algo que creemos importante, aunque tiendo a pensar que es difícil que ese Frente Amplio tenga éxito sin el PS y el PC.

Yo esperaría que aquellos que estamos comprometidos con un proyecto transformador dentro o fuera de la Nueva Mayoría, tuviéramos canales fluidos y estrategias conscientemente paralelas, para que en algún momento nos juntemos allá o acá, según las circunstancias. Es importante el intento por constituir un Frente Amplio y también el esfuerzo por hacer del PS un partido de Izquierda que esté a la altura de su propia historia.

Ojalá encontremos la manera de restablecer ese vínculo quebrado entre la política y la sociedad. Cuando a un ciudadano le hablan de política, partidos, elecciones y candidatos, hay rechazo. Por este motivo los programas tienen que descansar en las demandas concretas de los grupos sociales y hay que establecer algún tipo de comunicación con el pueblo, para crear un nuevo interlocutor legitimado desde la política, sin los vicios que ésta tiene.

Hoy se han abierto posibilidades que estaban cerradas. Luego de dos grandes marchas de No+AFP, se puede pensar en la oportunidad de establecer un sistema solidario de pensiones y en que se abren espacios para nuevas ideas. Es necesario que entre aire fresco al sistema político».

 

 

( 1) Fracciones internas del PS.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 863, 28 de octubre 2016.

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www.puntofinal.cl