Por sus cualidades y por ser la ciencia del ejemplo, como lo calificó un gran amigo de Cuba, Fidel continúa acompañado de millones de sus coterráneos en la construcción y resistencia de la Revolución del 1 de enero de 1959, y en su eterno anhelo de que un mundo mejor es posible.
Escuché decir a un cubano en Madrid hace algunos años que Fidel Castro representa la unidad de sus compatriotas, la cual forjó con su inestimable ejemplo.
Fidel es de esos hombres excepcionales del presente, del futuro y de la historia en el que se conjugan humanismo, solidaridad, valentía sin límites, liderazgo indiscutible, probada capacidad de estratega político y militar, colosales ideas, a la vez de ser uno de los más grandes paradigmas de Cuba y de todos los pueblos del mundo.
Nunca fue galardonado con un Premio Nobel, ni falta que le hizo, porque tendrá siempre el reconocimiento y la admiración de los seres humanos más desposeídos, esos que constituyen la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro planeta.
Sus convicciones y principios, y su actuar en correspondencia con ellos con su conocido talante de guerrillero, sin ceder nunca un ápice, obligan a sus escasos pero poderosos enemigos a respetarlo, e incluso temerle a la fuerza de sus ideas.
No pocos de sus adversarios prefirieron evitar acercarse a Fidel para escapar de su vigoroso poder de convencimiento, y quienes pretendieron asesinarlo, en más de 600 frustrados atentados, les faltó lo que le sobró al líder histórico de la Revolución cubana: coraje y dignidad.
Desde el inicio de sus luchas por la verdadera independencia de Cuba, y por las causas justas de África, Latinoamérica y Caribe, y de otras regiones del mundo, Fidel estuvo siempre en la primera trinchera, sin escatimar riesgos para su vida, esfuerzos encomiables y dedicación permanente.
Su caudal de combates en defensa de los suyos y de los pobres de esta tierra en innumerables escenarios, tanto políticos, diplomáticos como militares, será muy difícil de igualar, y para muchos es un récord que jamás podrá ser superado.
Fidel no está ni estará ausente en un solo acontecimiento en que su presencia inmortal signifique aliento y esperanzas para su pueblo y la humanidad.
Su legado tiene la virtud de revertir aflicciones en verdaderos triunfos, y sus promesas y augurios se hacen realidad por su vista larga, perseverancia, inteligencia, tenacidad, y esa fidelidad permanente que hace honor a su nombre.
Su palabra, su excepcional pluma y sus preceptos han sido y serán sus principales armas de enseñanza y alerta, además de poner en el lugar que les corresponde a los poderos opresores de los pueblos y enemigos de la paz, la soberanía y la independencia.
Claro que por esas cualidades y por ser la Ciencia del Ejemplo, como lo calificó el amigo cubano, Fidel continuará acompañado de millones de sus coterráneos en la construcción y resistencia de la Revolución del 1 de enero de 1959, y en su sueño de que un mundo mejor es posible.
En ocasión del V aniversario de su partida física, este 25 de noviembre, el Comandante en Jefe vive hoy más que nunca.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.