El concepto trabajo político ideológico resulta ser la codificación epistemológica con que se ha nombrado la teoría y la práctica del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la educación y lucha ideológica y política. En tal propuesta conceptual, en su desarrollo teórico y praxis la aportación del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz resulta fundamental.
Sin perder la coherencia a través del tiempo y los acontecimientos, las ideas del Comandante en Jefe Fidel sobre el trabajo político-ideológico, constituyen un cuerpo sistémico de concepciones en constante desarrollo. Fueron resultado de la intelección y la praxis de un hombre que promovió continuamente el estudio y la acción transformadora, la reflexión teórica y la crítica de su propia práctica.
Desde los primeros instrumentos de trabajo político-ideológico que tempranamente crea Fidel en sus años de liderazgo juvenil, en su incursión en la política burguesa, la preparación del movimiento insurreccional, la resistencia en la prisión de la dictadura, en la etapa de lucha guerrillera, durante los primeros años del triunfo de enero de 1959 en aguda lucha política e ideológica, en la fundación del Partido y el Estado socialista en el entrecruce de las décadas del sesenta y el setenta del pasado siglo, en la imprescindible rectificación de errores y tendencias negativas a mediados de la década de los ochenta, en el gran movimiento de resistencia nacional que constituyó el período especial, hasta sus más recientes intervenciones ya en la presente centuria al calor de la Batalla de ideas; el pensamiento de Fidel expresó junto a la continuidad del proceso ideopolítico revolucionario, la complejidad de cada coyuntura, y las imprescindibles evaluaciones del desarrollo de la ideología socialista, la práctica partidista y la teoría revolucionaria.
La dimensión ideológica y sociopolítica de la obra del Comandante en Jefe Fidel, su pedagogía política, recién comienza a desbrozarse masivamente en cátedras, seminarios y talleres. Como contribución a este esfuerzo hermoso e imprescindible que crece en el país, me permito compartir algunos de los criterios a los que he arribadoi. Agradezco el trabajo y diálogo de estudio y saberes de los colegas que en este propósito me han acompañadoii.
Una vez más insisto en que lo propiamente académico, lo pedagógico y comunicacional, se debe realizar en confrontación con las siempre presentes tendencias a resignificar acríticamente el deber ser de las personalidades en la historia. Frente al estudio de líderes fundadores como Fidel, la misión prospectiva de la Historia como ciencia eminentemente política, no puede eludir el posicionamiento crítico para el perfeccionamiento de lo que hoy bien hacemos. En Fidel hay que buscar sobre todo, los antídotos contra el practicismo inculto, la inercia, el voluntarismo y los dogmas, males que han hecho mucho daño al movimiento comunista y revolucionario mundial, y de los que en Cuba aún no nos libramos.
La ventaja martiana
Los problemas de la lucha ideológica y política Fidel los abordó a través del enfoque histórico de la tradición nacional. Tal enfoque articuló el legado político nacional revolucionario, el marxismo y el leninismo en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras, como frente fundamental de resistencia, lucha y emancipación.
En el orden de la labor partidista de formación ideológica y política dio continuidad a la tradición de trabajo ideológico y político que inicio hace más de dos siglos el precursor de la independencia José Antonio Aponte Ulabarra (1760?-1812) con los círculos de estudio con los que preparaba a sus capitanes y más cercanos colaboradores, en su casa-taller del hoy barrio de Cayo Hueso, en Centro Habana.
Un elemento primario para entender el aporte del Comandante en Jefe Fidel Castro a la construcción de una teoría de la educación político-ideológica, es la consideración de los fundamentos éticos, político filosóficos e históricos de los que parte, y que constituyen hasta hoy permanentes referencias teóricas. Nos referimos a la rica articulación que tempranamente comenzó a desarrollar, entre la tradición del pensamiento revolucionario cubano, y en particular del pensamiento del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895) y las ideas de los fundadores del socialismo científico.
La perspectiva ético política martiana con la que Fidel Castro se acercó al marxismo, el énfasis en el mundo moral que está presente en la tradición del pensamiento revolucionario cubano que él reivindica desde sus primeras acciones como líder de la juventud cubana, le posibilitan arribar al socialismo científico desde un fuerte sustrato axiológico, y le permiten percatarse de las vulgarizaciones economicistas y dogmatizantes, que ya predominaban en la teoría y la práctica de la URSS y de los partidos comunistas de los años cincuenta.
Con Martí por estandarte comenzó Fidel el despliegue del proyecto cultural revolucionario, que desarrollaría en su seno las fuerzas que pusieron fin al capitalismo en Cuba.
La idea central de los clásicos del marxismo y el leninismo sobre la necesidad de fundir el socialismo científico con el movimiento social como fundamento esencial y tarea principal de los comunistas, fue asumida por Fidel desde el diseño de sus primeros instrumentos de lucha político-ideológica, en el periódico clandestino “El Acusador” cuando daba los primeros pasos para hacer frente al Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, y luego la Academia Ideológica “Abel Santamaría” durante la prisión en Isla de Pinos; experiencias pioneras que luego multiplicaría en la etapa de lucha guerrillera.
Si la huella de Carlos Marx, y sobre todo Vladimir Ilich Lenin, puede seguirse en la construcción y planteamiento de “La Historia me absolverá”, Martí es el ideólogo por excelencia de este documento programático de la Revolución Cubana.
Los conceptos martianos y marxistas de cultura y educación unidos a la acción práctica, revolucionaria, por transformar la realidad, se vinculan estrechamente el progreso social, y al desarrollo y la formación progresiva de la libertad que caracterizan de modo sustancial ese progreso. Y esta certeza conceptual no pasó inadvertida para Fidel.
Desde su propia experiencia personal Fidel conocía como alguien “podía convertirse en marxista partiendo del pensamiento martiano«iii. Y una vez derrotada la dictadura, en la dirección de la nación, planificó conscientemente ese tránsito para que la teoría y la práctica revolucionaria trascendiera a todo el pueblo y se constituyeran así mismas en instrumento ideológico cultural para la emancipación colectiva.
No es casual que el primer gran movimiento masivo naturaleza político-ideológica que desata Fidel tras el triunfo revolucionario de enero, haya sido un movimiento educacional cuya consigna central fue la sentencia martiana que define cómo ser cultos es la única manera de ser libresiv, conceptualización esta que coincide con los criterios que también defendía el fundador del marxismo Federico Engelsv.
Fidel multiplica los esfuerzos en función del desarrollo del sistema escolar, en la reconstrucción y promoción de las instituciones culturales y el rescate de tradiciones político-formativas como la Universidad Popular fundada por Julio Antonio Mella en 1923.
La opción cubana
Cuando comenzaron los ataques sobre “el avance del comunismo” en la Revolución Cubana, a la altura de mayo de 1959, Fidel declaró: “La ideología de nuestra Revolución es bien clara: No solo le ofrecemos libertades al hombre, sino le ofrecemos también el pan. No solo les ofrecemos a los hombres pan sino que les ofrecemos también libertades y esta es nuestra posición ideológica, clara y terminante…”vi Estas declaraciones que fueron inicialmente interpretadas por no pocos militantes marxistas de entonces como una crítica al sistema soviético y por lo tanto un error político de Fidel, expresaban lo que ya era una sólida preocupación ideológica y teórica del Comandante en Jefe, de Ernesto Che Guevara, Armando Hart Dávalos y de otros destacados revolucionarios cubanos en sus estudios sobre la experiencia soviética. Y la temprana definición pública de tal preocupación constituyó una consecuente manifestación de la independencia y riqueza del enfoque fidelista de los resultados de una práctica socialista que a pesar de sus extraordinarios logros, había sido severamente limitada por el estalinismo y su continuidad de dogma y burocratización ´partidista y gubernamental.
Pronto los imperativos de la construcción socialista y las necesidades de fijar las posiciones cubanas al respecto impusieron la toma de partido sobre el crucial problema del papel de la economía y de la conciencia en el tránsito hacia la nueva sociedad. “El sentimiento –sostiene Fidel en junio de 1960- es una riqueza mayor que las otras riquezas de orden material…, sobre todo si son sentimientos…de puro amor a nobles propósitos, de puro amor a su patria”vii.
En 1967 Fidel precisa de manera inequívoca la posición cubana sobre el hecho de que el socialismo no solo era un problema del desarrollo de las riquezas materiales, sino también –y muy esencialmente– un problema de desarrollo de la conciencia humanaviii. Así frente a las posiciones entonces predominantes en la dirección de la URSS y de otros países socialistas, el socialismo cubano se propuso “crear riqueza con conciencia”.
En el acto del 1 de mayo de 1971, Fidel ratifica el camino cubano: “Nosotros debemos utilizar la conciencia – como hemos dicho otras veces – como un arma fundamental en el desarrollo de las fuerzas productivas… Nuestro pueblo libra el reto histórico con el país económicamente más desarrollado, con la sociedad de más altos niveles de consumo del mundo. El más elemental concepto de la táctica y de la estrategia nos dice que tenemos que fortalecer la conciencia. Y ha sido el fortalecimiento de la conciencia el que ha hecho fuerte y ha hecho invencible a la Revolución, el que le ha permitido resistir a pie firme al imperialismo”ix.
La prioridad que otorga Fidel al factor consciente no lo hace desconocer la importancia del desarrollo de la base económica y la estrecha relación dialéctica que existe entre una y otra esfera de la vida social. Fidel afirmó: “No podemos caer en el idealismo…y porque la conciencia es el factor fundamental a desarrollar, creernos que ya tenemos la conciencia totalmente desarrollada, que ya tenemos una base material…, que ya todos los hombres actúan exactamente igual por conciencia. Realmente no es así. Y todo eso es un proceso, y un proceso de marcha ascendente”.x
Este problema ideológico central se precisa de manera definitiva en el Informe del Comité Central del PCC al primer Congreso, en 1975: “La conciencia comunista no es un producto automático de las transformaciones estructurales ella hay que forjarla día a día en la experiencia viva de la lucha de clases, en la educación política y en la información nacional e internacional”xi.
Notas
i Felipe de J. Pérez Cruz y María Isabel Torres Díaz: El pensamiento de Fidel Castro sobre el trabajo político-ideológico. En: Olga Fernández (Comp.): Revolución y socialismo en el presente: reflexiones desde el pensamiento y la obra de Fidel Castro. Editorial La pupila Insomne, La Habana, 2018.
ii Me refiero a los colegas del proyecto de investigación sobre el conocimiento histórico pedagógico, a María Isabel Torres Díaz, María Isabel Bardina Torres, y en particular a la sistemática obra de estudios fidelistas de Noel Manzanares Blanco. Ver: María Isabel Bardina Torres, Felipe de J. Pérez Cruz y otros: Contribución desde el conocimiento histórico pedagógico a la enseñanza de la Historia y la profesionalización de los docentes. Informe Final. Universidad de Camagüey, Camagüey, 2023.
iii Fidel Castro Ruz; Fidel Castro. Ideología, conciencia y trabajo político. 1959-1986, Editora Política, La Habana, 1986, p 110.
iv José Martí Pérez: Obras Completas, Editora Nacional de Cuba, la Habana, 1965, tomo 8, p.290.
v Federico Engels: Anti-Dühring, Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos 1961, p.139.
vi Fidel Castro Ruz: Fidel Castro. Ideología, conciencia y trabajo político. 1959-1986, Ob. cit., p 4
vii Fidel Castro Ruz: Fidel Castro. Obra Revolucionaria, La Habana, 1960, no. 10, p 10.
viii Fidel Castro Ruz: Ediciones COR, La Habana, 1967 p 13.
ix Fidel Castro Ruz: Ediciones COR, La Habana, 1971, p 38.
x Fidel Castro Ruz: Ediciones COR, la Habana, 1971, p 39.
xi Fidel Castro Ruz: Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, Editado por el Departamento de Orientación revolucionaria del Comité Central del PCC, La Habana, 1975, p 71.
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