Filosofía marxista para jóvenes militantes TwitterFacebookemail Por | 17/06/2009 | Opinión Fuentes: Rebelión (Dedicado a la juventud gallega, vasca y de Iniciativa Internacionalista) Presentación La filosofía marxista como arma revolucionaria El estado burgués contra la filosofía marxista La filosofía marxista no existe para el saber oficial La juventud no la conoce pero practica la filosofía Algunas bases de la filosofía marxista El contenido ético de la filosofía marxista La materia y el movimiento como eje central La ley, la necesidad y la acción consciente La accion consciente, la teoría y la filosofía La libertad como superación de la necesidad La contradicción es el motor de la vida Actuemos dentro de la contradicción antagónica La ética marxista como medio de optar y hacer La unidad y lucha de contrarios antagónicos El aumento cuantitativo y el cambio cualitativo La ley de la negación de la negación Resumen 1.- PRESENTACIÓN: El origen de esta breve y básica introducción a la filosofía marxista radica en las reflexiones realizadas tras observar muy de cerca tres procesos recientes, y que continúan, que atañen a la capacidad de respuesta de grupos de obreros y obreras jóvenes enfrentados a situaciones totalmente nuevas, de una gravedad e intensidad anteriormente desconocidas, y ante las cuales han respondido, y siguen respondiendo, con una sorprendente creatividad revolucionaria. En realidad, los tres procesos que aquí se analizan son otras tantas muestras de una extensa movilización de sectores de la juventud trabajadora, y bien podía y debía haber dedicado el texto a la juventud militante en general, con especial atención a aquella que lo da todo, que pone en riesgo su vida, que asume los peligros absolutos, en su lucha contra la opresión allí donde se sufra. La juventud de las Américas, por ejemplos, de las naciones originarias que cada vez más se yerguen contra el imperialismo saqueador, de las barriadas y campos empobrecidos que deben enfrentarse a los escuadrones negros, cruelmente asesino, etc.; pero no solamente en las Américas, sino en el mundo entero y también en el centro del capitalismo imperialista, en el corazón de la «civilizada Europa», por ejemplo. La experiencia definitiva que sirvió de detonante para que escribiera estas páginas ha sido la de las luchas de la juventud trabajadora de la industria naval de Vigo, Galicia. Compañeros de la Central Unitaria de Traballadores, CUT, y de la FPG , Frente Popular Gallega, y otras personas, me han informado con detalle y rigor de las causas de esta lucha, de sus pormenores, de las condiciones de explotación salvaje impuestas en la industria naval, de las simpatías y solidaridades que está generando entre el pueblo trabajador gallego, así como de las perspectivas abiertas cara al futuro. Simultáneamente a esta movilización habían tenido y siguen teniendo lugar otras dos igualmente significativas en lo que concierne a las razones de este texto. Una ha sido la enorme capacidad creativa demostrada por diversas militancias de pueblos oprimidos por el Estado español, apoyados por la juventud internacionalista consecuente, que, luchando contra viento y marea, han dado vida a Iniciativa Internacionalista. Otra ha sido la eficacia mostrada por la juventud trabajadora vasca en la organización de la exitosa huelga general realizada el pasado 21 de mayo en Euskal Herria. Podía haber recurrido a otras movilizaciones o situaciones diferentes, o a más de las mismas, pero las tres citadas, aparte de las más recientes en el momento de comenzar a escribir estas páginas, también nos conducen al mismo problema: el de la necesidad de un método que integre la acción y la teoría, la teoría y la acción, precisamente en los momentos críticos, cuando lo tenido por permanente y estático, la «normalidad democrática» en suma, es sacudida bruscamente al emerger a la superficie agudos problemas que bullían en el fondo pero imperceptibles y desconocidos en la conciencia de amplias franjas de esa juventud que, en poco tiempo, se ha visto sumergida en una vorágine de nuevas realidades. ¿Cómo comprender todo lo que está sucediendo? ¿Cómo reaccionar, pensar y orientarse en medio de tantos problemas nuevos? ¿Hacia dónde dirigir el esfuerzo principal y hacia dónde los secundarios? ¿Cómo descubrir cuáles deben ser los esfuerzos principales? Estas y otras preguntas nos llevan directamente a la necesidad de la filosofía marxista, porque, como se verá, existe una dialéctica entre la irrupción de lo nuevo y la necesidad de la filosofía crítica. La formación teórica en la izquierda tradicional, dogmática, se limita a poner a disposición de la militancia determinados «textos clásicos» descontextualizados, esperando que sean leídos y comprendidos. Pocos, muy pocos, son los esfuerzos realizados para contextualizarlos con el fin de que los y las lectoras puedan extraer lecciones básicas aplicables en el presente, en sus problemas inmediatos. Lo malo es que apenas se realizan esfuerzos por actualizar el método marxista en función de los problemas concretos, de los problemas de la juventud en nuestro caso, y lo peor es que se ha abandonado casi totalmente la educación filosófica. 2.- LA FILOSOFIA MARXISTA COMO ARMA REVOLUCIONARIA: La filosofía como arma de praxis cobra su pleno sentido en medio de las barricadas defensivas levantas rápidamente en las calles de Vigo para protegerse de la violencia represiva, y cuando había que crear a todo correr Iniciativa Internacionalista porque pasaban los días y se acababan los tiempos legales para cumplir la densa y enmarañada burocracia electoral. Otro tanto hay que decir cuando se estaba preparando la huelga general en Euskal Herria. Todas ellas eran y son situaciones más o menos tensas, muchas veces sin tiempo para una reflexión que no sea rápida y forzada por las urgencias. Sin embargo, es en estos momentos cuando la filosofía marxista demuestra su efectividad. Tenemos que empezar diciendo que su núcleo, la dialéctica y el materialismo, se han formado históricamente en la permanente lucha en todos los sentidos de esta palabra: lucha contra la represión material y cultural, y lucha contra las filosofías reaccionarias y conservadoras. Más aún, yendo al nudo del problema, la filosofía marxista tiene desde su origen una muy estrecha conexión con el pensamiento militar en cuanto que éste expresa, surge y concluye en la forma extrema de lucha de contrarios irreconciliables. Engels fue un estudioso militar de primera categoría, y el propio Marx había estudiado a fondo las relaciones mutuas entre la economía y el ejército desde la Antigüedad. Difícilmente Lenin hubiera desarrollado su ágil visión de la guerra de guerrillas en 1906 sin su reconocida capacidad de manejo de la dialéctica y tampoco hubiera podido desarrollar su brillante dialéctica entre los momentos de avance pacífico y el salto cualitativo a la insurrección violenta en 1917 sin su minucioso estudio de Hegel desde 1914. Del mismo modo, Trotsky, que ha sido definido como el marxista más dialéctico, no hubiera creado el Ejército Rojo sin aplicar esta filosofía, que la mejoraría teóricamente años después. Por su parte, Mao se basó en buena medida en su tremenda experiencia militar para teorizar sus grandes aportaciones a la dialéctica marxista. Una de las razones que explican por qué Che Guevara se cercioró tan pronto del anquilosamiento de filosofía stalinista fue su gran conocimiento práctico de la guerra de guerrillas. Hemos recurrido a estos casos «extremos» para ilustrar cómo la filosofía marxista tiene una relación interna esencial con los momentos realmente decisivos de la historia y de la praxis humana. Podemos recurrir también a otro ejemplo aplastante, el de las relaciones de la filosofía marxista con los momentos teóricos, políticos y socialmente críticos: Marx releyó a Hegel con intensidad cuando redactaba El Capital, y él y Engels recurrían frecuentemente a Hegel cuando se les presentaba una novedad científica que destrozaba el dogma mecanicista dominante en aquella época. Lenin estudió a Hegel para encontrar la salida a la crisis total de 1914. Gramsci hizo un espléndido esfuerzo teórico basado en la dialéctica para escribir sus «Cuadernos…» en las muy restrictivas condiciones carcelarias. Trotsky volvió a estudiar la dialéctica para mejorar el método teórico que le permitió explicar el por qué de la degeneración burocrática de la URSS y, pese a ello, el por qué había que defenderla frente a la previsible invasión nazi. Che Guevara reconoció las tremendas dificultades que encontraba en su estudio de la dialéctica de Hegel, esfuerzo teórico que él consideraba imprescindible para volver a la esencia del marxismo, adulterada por las dogmática stalinista y sus «ladrillos soviéticos». Desde luego que no vamos a extendernos ahora en Hegel, en la crítica superadora que le hicieron Marx y Engels, etc. Le hemos citado para mostrar cómo quienes han hecho aportaciones vitales a la filosofía marxista se han basado parcialmente en él y en su ejemplo personal. Sabemos por los archivos de la policía prusiana de la época que Hegel tenía simpatías muy fuertes por los movimientos progresistas de su época y que él mismo mantuvo relaciones clandestinas con algunos de aquellos revolucionarios, lo que viene a reforzar la conexión profunda entre la dialéctica moderna y la crítica revolucionaria. Conexión que no es casual y fortuita sino que, como ya insistiera Marx nada menos que en la introducción a El Capital, la dialéctica es «esencialmente crítica y revolucionaria». 3.- EL ESTADO BURGUÉS CONTRA LA FILOSOFÍA MARXISTA : La filosofía marxista, por tanto, ha nacido en la lucha, se desarrolla en la lucha, y vuelve a ella para mejorarla con las lecciones aprendidas con la permanente crítica y autocrítica. Aquí usamos por falta de espacio el concepto de «lucha» en su forma general y abarcadora, como proceso de choque, pugna, confrontación, enfrentamiento, guerra, etcétera, entre dos cosas, personas, colectivos, clases, naciones, Estados, etcétera. Desde esta perspectiva general, la filosofía marxista es un arma revolucionaria en manos del bando oprimido, explotado y dominado. Esta y no otra es su característica definitoria, y esta es la razón por la que es sometida a toda serie de ataques, silencios y marginaciones, cuando no a la censura y represión. La filosofía marxista está excluida de los programas educativos y universitarios, excepto cuando previamente ha sido desvirtuada y desnaturalizada de tal modo que no guarda ya nada de su esencia radical, revolucionaria y crítica. La casta de intelectuales académicos, en su versión progresista y reformista, hace esfuerzos titánicos para reducir la filosofía marxista a una simple escuela más entre la amplia gama de filosofías existentes, y sobre todo oculta o niega sin pudor la conexión de fondo entre la dialéctica y la lucha contra la opresión en cualquiera de sus formas. La filosofía marxista sostiene que el método de conocimiento elaborado en toda sociedad dividida en clases antagónicas, refleja y defiende los intereses de la minoría propietaria de las fuerzas productivas. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante, y el saber elaborado por el Estado que oprime y ocupa a otros pueblos es el saber que defiende al Estado-nación ocupante y dominante, y la cultura creada por el sistema patriarcal es la cultura que legitima y refuerza la explotación de la mujer por el hombre. Pero la filosofía marxista añade que las partes más aparentemente «neutrales» del conocimiento humano, como eso que la ideología burguesa denomina «ciencia» –no confundirlo con el método de pensamiento racional, crítico y radical que está en la base del esfuerzo científico en su pleno sentido– también es creada por y para los intereses explotadores. La bibliografía marxista es abundante, seria y rigurosa en este asunto, pero aquí, y en todas las páginas que siguen, solamente voy a realizar una única referencia bibliográfica. Juan Samaja ha escrito una brillante «Introducción a la Epistemología Dialéctica » (LUGAR EDITORIAL S.A. Buenos Aires 1994), obra en la que muestra cómo la aparición del Estado clasista, en sentido amplio, no sólo es inseparable de la aparición de la «ciencia» sino que sobre todo demuestra cómo y por qué la estructura conceptual del método «científico» elaborado en toda sociedad explotadora es un reflejo de la estructura controladora y autoritaria del Estado opresor que ha impulsado esa «ciencia» y su epistemología correspondiente. Estado en sentido amplio porque no se limita a la represión y al monopolio de la violencia, ni tampoco al control del proceso productivo para hacerlos más rentable, que también, sino que además asume el adoctrinamiento, la educación y la formación de la ideología dominante, de la legitimación del orden explotador que debe ser interiorizado en las masas explotadas como el único posible y el justo y bueno por naturaleza. El Estado controla para favorecer la producción en beneficio de la clase dominante e impone autoridad para prevenir y reprimir las resistencias populares a la explotación, y simultáneamente a esta dinámica controladora y coercitiva, el Estado trabaja para que se vaya generando dentro de los intereses de la minoría propietaria un conjunto de saberes destinados a borrar en las masas y en la sociedad en su conjunto las formas de conocimiento anteriores a la victoria de la propiedad privada, e imponerles otros nuevos acordes con las necesidades de la explotación social inherente a la propiedad privada de las fuerzas productivas: «Fue ese camino que va del saber espontáneo de la vida comunitaria al deber saber de la vida política lo que fue conceptualizándose como método educativo primero, y método científico, después». Por tanto, la «ciencia» y el «método científico», entendidos en su acepción oficial, burguesa, son inseparables de la explotación y de la violencia opresora, pero también del sistema educativo autoritario, de la pedagogía dominante, por no extender ahora nuestra crítica a sus conexiones esenciales con el sistema patriarcal y la opresión de las naciones y de los pueblos, con sus secuelas de racismo y exterminio lingüístico-cultural. Comprendemos así por qué el aparato educativo y universitario, sea privado o público, milita activamente contra la filosofía marxista. Lo vienen haciendo desde que surgió el Estado y con él la «educación». No se trata tan sólo de mala voluntad y/o de opción político-cultural y filosófica antimarxista por parte de los educadores, de los profesores y catedráticos, esta voluntad beligerante existe y la conocemos; también y sobre todo ocurre que la estructura estatal y los intereses reaccionarios de la educación privada forman, seleccionan, escogen e imponen sus profesores y educadores, en la inmensa mayoría de los casos. El sistema se reproduce a sí mismo. Quien esto escribe debe rozarse frecuentemente con la casta intelectual, que en realidad no pasa de ser un grupo de simples trabajadores cualificados funcionarios o no, con salarios más o menos altos, con creencias fuertemente corporativistas y elitistas. Excepto en minorías muy honrosas y dignas, la casta intelectual es obediente al poder en grado sumo, del que depende para vivir cómodamente; está atrapada por su forma de vida consumista y tiene verdadero miedo a la exploración intelectual crítica, no dogmática e innovadora en problemas que minan el poder ideológico establecido. Oscila y cambia de modas espurias de consumo intelectual dependiendo de las necesidades de mercado de la industria político-cultural capitalista. Luchan conscientemente contra la filosofía marxista. Un pequeño sector de esta casta, los intelectuales «progresistas», gustan mucho del halago mutuo, abusando de la pedantería y de la docta ignorancia, de las citas descontextualizadas, y desprecian a las y los revolucionarios que se caracterizan por su pertinaz y moleta práctica de ir a la raíz de los problemas. Ellos no, ellos se limitan a ocultar su banalidad con montones de citas que no pueden crear absolutamente nada, y que motivan indiferencia y hastío hacia esa filosofía entre las gentes. 4.- LA FILOSOFÍA MARXISTA NO EXISTE PARA EL SABER OFICIAL: El aparato educativo dominante está diseñado para la doble y unitaria tarea de, primero, formar mentalidades sumisas, obedientes e incultas en el sentido de la denominada «ignorancia funcional», es decir, de conocer solamente aquello que sirve a la producción y al orden explotador, desconociendo todo lo demás; y segundo, combatir sin piedad las teorías revolucionarias socialistas, especialmente el marxismo pero también el anarquismo, recurriendo a cualquier método. En las escuelas y universidades privadas, estas teorías ni se citan, como si no existieran, y cuando se las nombra es desprestigiándolas con mentiras. En la educación pública el método es menos burdo y tosco, más sutil por lo general: se tergiversa el marxismo en su esencia, en todo aquello que muestra su irreconciliabilidad con la civilización capitalista; se redactan algunas ponencias asépticas y neutralistas leídas con gesto grave en costosos eventos y se guarda silencio antes la explotación y violencia opresora. Desorientada en este desierto intelectual, la juventud obrera que de repente se ve enfrentada a situaciones inéditas, situaciones más duras y penosas que las anteriores, provocadas por la crisis del sistema, por el endurecimiento de la explotación, por el deterioro rápido e intenso de las condiciones de vida, en estas nuevas condiciones antes poco conocidas o desconocidas, la juventud debe reaccionar sublevándose contra ellas, o, por el contrario, se limita a obedecer y enmudecer. Si opta por la primera decisión, por la decisión humana de reafirmarse como tal frente a la adversidad y la injusticia, entonces se introduce en una creciente vorágine de acciones y reacciones que tienden a trastocar toda su forma anterior de ser y de estar en la vida, obligándole a nuevas preguntas y respuestas. Es en estos momentos cruciales cuando la filosofía marxista oficialmente desacreditada cuando no certificada como ya muerta para siempre, aparece como la única alternativa capaz de acelerar su emancipación. Y esto por cuatro razones. Una ya la hemos expuesto: la conexión esencial entre dialéctica marxista y lucha revolucionaria; otra, porque la filosofía marxista responde directamente a la cuestión decisiva de la objetividad del mundo, de la realidad que padecemos; además, responde a la crucial cuestión del movimiento e interacción permanente de esa realidad objetiva en la que malvivimos y de todas sus partes y formas mediante las que se expresa como totalidad; y por último, responde a lo anterior desde y para el objetivo de crear otra forma social de vida cualitativamente mejor a la existente, a la impuesta por la realidad establecida, y que según las filosofías reaccionarias es eterna e inamovible, permanente. Veámoslas una a una y en conjunto. La explotación capitalista no solamente se perpetúa mediante la violencia, el miedo al paro, la alienación y el fetichismo, sino también mediante la ideología dominante y, dentro de ésta, mediante la creencia en la igualdad de derechos «del ciudadano», en el consumismo, etc. La juventud obrera vive en precario, en la incertidumbre y en la angustia ante el paro porque depende de los caprichos del empresario concreto y de la burguesía en su conjunto para poder seguir teniendo trabajo asalariado. En estas condiciones, mucha juventud vuelca sus frustraciones, rabias e impotencias en el consumismo, en la industria deportiva, en las drogas, en las agresiones y violencias machistas y racistas, en el pasotismo político, sindical y cultural, en la indiferencia ante los problemas de la vida, cuando no en su apoyo consciente a la derecha y a la reacción, y frecuentemente todo esto junto. Sin embargo, en un tiempo relativamente corto, la falsa tranquilidad lograda con lo anterior estalla en trozos y la realidad amarga e insoportable aparece frente a la juventud y dentro de sus propias vidas. Según las circunstancias políticas, dependiendo de la fuerza de las organizaciones de izquierdas existentes, las respuestas de la juventud tenderán a ser diferentes en su contenido y en sus ritmos, pero, a medio plazo, estas desigualdades se moverán en un proceso combinado, como se comprueba en que los tres ejemplos escogidos se hayan dado en simultaneidad y dentro de un contexto en el que domina abrumadoramente la opresión nacional. 5.- LA JUVENTUD NO LA CONOCE PERO PRACTICA LA FILOSOFÍA : La juventud trabajadora de la Naval de Vigo se ha puesto en pie contra la fusión de clase entre la patronal gallega y el Estado español, desbordando totalmente al sindicalismo reformista y estatalista y prestando cada vez más atención al movimiento independentista gallego. Esta juventud ha pasado en poco tiempo de la «normalidad» y de la «paz social» a las cargas policiales, a la criminalización mediática, a las presiones coercitivas múltiples. Esta juventud está viendo cómo sus salarios conseguidos tras jornadas agotadoras de trabajo de muy alto riesgo físico y psíquico, se verán reducidos por la huelga, y verá cómo tendrá que reducir su consumismo alocado apretándose el cinturón. Esta juventud está aprendiendo en la escuela de la vida, de la calle, de las asambleas y de la violencia represiva. Su pensamiento pregunta y responde con rapidez en este contexto hasta entonces desconocido: la vida es dura, muy dura, y debemos pensar con la dureza crítica correspondiente o nos aplastan. Su pensamiento se ha vuelto rápido porque la burguesía y el Estado español golpean muy rápido, y para sobrevivir hay que ser más veloz, ágil y perspicaz que el opresor: se trata de una guerra social abierta y la filosofía marxista se ha creado precisamente en la guerra social y en la bélica. Grupos de jóvenes empiezan a interrogarse sobre por qué sucede lo que sucede, y empiezan a preguntar a los compañeros trabajadores que tienen más experiencia, y muchos de estos, los más activos y preparados, luchan por la independencia socialista de Galicia. Otro tanto ocurre en lo básico en Euskal Herria, donde la juventud tiene la «ventaja» de que la izquierda abertzale ha creado una efectiva red de colectivos autoorganizados que además de superar todas las represiones españolas, a la vez facilita una muy detallada presencia de la juventud trabajadora en el conjunto del Pueblo Vasco. Sin embargo, es una «ventaja» relativa porque organizar una huelga general en las actuales condiciones exige una efectiva dialéctica entre la experiencia acumulada y la capacidad de innovación e inventiva porque el cambio es consustancial a toda la materia, y especialmente a la realidad social, a sus contradicciones internas. Como en la juventud gallega, la creatividad desarrollada en la misma práctica aparece para la juventud vasca como un componente esencial en su vida consciente, y si algo caracteriza a la creatividad juvenil es su potencial de aprendizaje crítico y autocrítico realizado en la misma lucha social, en el proceso de preparación de la huelga, y la filosofía marxista se formó en la lucha con la burguesía, organizando clandestina o abiertamente reuniones, actos reivindicativos, manifestaciones, motines, huelgas, insurrecciones y revoluciones. Por último, varios miles de jóvenes soberanistas, independentistas e internacionalistas del Estado español se han movilizado por primera vez en su vida para crear desde la nada una candidatura electoral y un proyecto político que no tienen punto alguno de similitud con toda la experiencia política y organizativa anterior habida en el Estado español. Es un proyecto cualitativamente nuevo que no podemos exponer aquí, entre otras cosas porque se perfila más concretamente conforme avanza. La mayor parte de esta juventud no sabía nada de cómo organizarse para una elecciones, e incluso una parte de ella dudaba de si había que votar o no. Se enfrentaban a un sin fin de problemas y retos nuevos, trámites burocráticos y exigencias legales, y sobre todo a una despiadada mezcla de criminalización, boicoteo y obstruccionismo. Sin embargo, la capacidad creativa ha aparecido de nuevo ante la extrema urgencia y falta de tiempo. Este condicionante, la falta de tiempo, no ha detenido el avance sino que, en buena medida, ha sido un aliciente para aunar fuerzas alrededor de lo esencial. Miles de jóvenes internacionalistas e independentistas se han enfrentado por primera vez al poder institucional del Estado en su propio territorio, en el marco electoral capitalista. Como en Galicia y Euskal Herria han tenido que descubrir las contradicciones sociales, han sufrido la acción del Estado, han pensado y debatido la realidad compleja recién descubierta y la han superado. Muy pocos de entre las y los miles de jóvenes que actúan en estos tres ejemplos habrán estudiado la filosofía marxista, pero, sin saberlo, la han aplicado en lo básico, en la decisión de unir la mano con la mente, hacer y pensar, construir y debatir colectivamente, analizar los problemas nuevos en su concreción y sintetizarlos casi de inmediato en una propuesta a la vez práctica y teórica, y todo ello dentro de la misma lucha, en el interior de las movilizaciones, en el corazón de los procesos, en sus contradicciones nuevas y siempre en movimiento, siempre interactuando con otros problemas próximos que surgían rápidamente y que exigían otras respuestas. Siendo esto extremadamente importante, lo decisivo radica en que los tres casos se han movido y se mueven dentro del amplísimo y creciente campo de los controles, vigilancias y represiones múltiples y polifacéticas que ejerce el Estado español contra todas las resistencias que se le enfrentan, o sea, en el caldo de cultivo propicio para la práctica y estudio de la filosofía marxista porque, como decimos, ésta se creo también en el mismo frente de combate. 6.- ALGUNAS BASES DE LA FILOSOFÍA MARXISTA : Por tanto, existe ya la base objetiva, la experiencia vital, para que la acción se fusione con la teoría, y para que ésta se fusione con aquella. Ahora bien, estamos sólo en el primer paso de los cuatro que hemos citado arriba, el de la dialéctica entre filosofía y praxis revolucionaria, dicho en otros términos, el de la filosofía de la praxis como síntesis de la mano y del cerebro. Pero esta base no sirve de mucho si no es reforzada por el segundo paso, el de comprender que la realidad a la que nos enfrentamos es la realidad objetiva, la que está frente a nosotros y dentro nuestro, en nuestra cabeza, personalidad y en nuestros miedos. La filosofía marxista dice que la realidad objetiva existe al margen de nosotros, es previa a nosotros y también está en nuestro interior. Más aún, dice que la realidad social está estructurada por y para la explotación capitalista, la opresión nacional y la dominación patriarcal, y añade que la «realidad» oficial es una mentira, una ficción, un engaño que desaparece cuando nos topamos de bruces con la verdadera realidad, con esa explotación asalariada a la que se opone la juventud gallega, con esa opresión nacional a la que se enfrenta la vasca, y con ese sistema patriarcal al que se enfrentan las mujeres. La existencia de la materia objetiva, la materialidad del mundo y de la sociedad burguesa con sus contradicciones y límites no se pueden pensar críticamente desde la ideología burguesa. Miles de jóvenes se han percatado mediante su militancia que han vivido engañados, sumergidos y casi asfixiados en una realidad virtual llena de objetos de consumo, cargada de ficciones y reclamos falsos, virtualidad hueca y vacía que no podían llenar ni con el escapismo de las drogas, ni con las cadenas de oro del consumismo, ni con la brutalidad de la violencia patriarcal y racista, ni con el opio mental de las religiones, ni con el fanatismo de la industria deportiva. Han aprendido que el mundo real está en las horas de trabajo explotado, en la miseria de una vida cargada de deudas e hipotecas, en las detenciones y controles policiales, en las mentiras de la prensa, en la cobardía y egoísmo de tantos adultos que malviven genuflexos ante el poder. Este mundo material duro y áspero, violento, cruel, que rezuma dolor y sangre, existe. La filosofía marxista asume y afirma su existencia, la demuestra. Aún así, el reconocimiento de que la materia y la explotación existen tampoco sirve de mucho, aunque es un paso. De hecho, una parte de la filosofía burguesa asume también que la materia existe, y hasta una parte de la economía política burguesa llegó a rozar el descubrimiento teórico de la explotación asalariada, pero se paró en seco justo antes de dar ese salto cualitativo. La filosofía marxista da ese salto cualitativo y sostiene que la materia existe en permanente movimiento, en cambio y en proceso, y que la explotación material existe en medio de una permanente lucha de contrarios irreconciliables en su unidad, como son el proletariado y la burguesía. La juventud se ha percatado en su misma acción que la sociedad está en movimiento permanente, que lo que ayer era una forma de vida mediana, «normal», ahora es una forma de vida precarizada por el empeoramiento de las condiciones de trabajo, por la reducción salarial, por la reducción de las prestaciones públicas, por el paro de algún hermano o del padre y hasta de la madre, etc. La realidad ha cambiado a peor y cuando han empezado a luchar han aparecido las presiones intimidatorias, las trampas y dificultades de todo tipo, realidades desconocidas hasta entonces. El movimiento de la materia objetiva, de la sociedad en nuestro caso, se caracteriza también por la permanente interacción de todas sus partes y componentes, por distantes que estén y por diferentes que sean, de modo que la interacción y el movimiento son las formas de ser y de expresarse de la partes de la sociedad como un todo, de la materia en su conjunto. La juventud no tarda en darse cuenta: la lucha de la Naval de Vigo suscita simpatías y apoyos en otros sectores obreros, y otras burguesías apoyan de inmediato a la burguesía gallega. La huelga general en Euskal Herria desata a su vez una maremoto de solidaridad en otros pueblos e Iniciativa Internacionalista comprende que su surgimiento impulsa la aparición de otros grupos que no dudan en sumarse al proyecto, a la vez que las burguesías y el reformismo se refugian en el Estado opresor exigiéndole que actúe. Esta fulminante dialéctica de interacciones surge tanto del hecho de que la explotación, opresión y dominación vertebran la realidad objetiva capitalista como de las contradicciones irreconciliables que la minan. Y los gallegos toman conciencia de que su lucha económica es a la vez nacional e independentista gallega e internacionalista porque, luchando contra su burguesía nativa, interactúa y se relaciona con las luchas vascas y con las de Iniciativa Internacionalista, y viceversa. Solamente el nacionalismo español, que también existe en algunas izquierdas estatales, rechaza de cuajo esta dialéctica entre las luchas de liberación nacional y social de género, apoyada por meritorios y crecientes militantes internacionalistas españoles. 7.- EL CONTENIDO ÉTICO DE LA FILOSOFÍA MARXISTA : Por último, la cuarta peculiaridad de la filosofía marxista con la que se encuentran los jóvenes militantes en los tres casos que analizamos es la de la lucha por un mundo cualitativamente mejor, en el que no haya ni explotación ni propiedad privada. La filosofía marxista vuelve a chocar frontalmente con la burguesa porque la primera reivindica como parte sustantiva de la teoría y de la práctica a los valores humanos, a la ética y a la moral, a lo que en terminología burguesa se denomina como «juicios de valor» supuestamente incompatibles con los llamados «juicios de hecho». Por ejemplo, desde la filosofía burguesa un «juicio de hecho» es decir que en la Naval de Vigo hay una alta mortalidad obrera, y un «juicio de valor» es decir que ello es debido a la salvaje explotación empresarial. Los burgueses sostienen que este «juicio de valor» es anticientífico, es político, es falso e indemostrable, es introducir el odio y la envidia en las «relaciones laborales» y que en todo caso si hay muertos, accidentados y enfermos es porque los obreros no cumplen con las leyes de seguridad laboral. Según el Estado, un «juicio de valor» es decir que las torturas, que existen, son causadas por la represión y opresión estatal, mientras que el Estado niega que existan las torturas y hasta pretende encarcelar a quienes las denuncian. Según el Estado otro «juicio de valor» es afirmar que las trampas, fraudes y pucherazos habidos en el recuento electoral del pasado 7 de junio, y que han perjudicado masivamente a Iniciativa Internacionalista, responden a precisos intereses estratégicos del Estado español destinados a impedir la presencia en la UE de Iniciativa, mientras que el Estado sostiene por el contrario que solamente hace un «juicio de hecho»: han sido pocos y simples errores involuntarios debidos a fallos técnicos fortuitos, sin responsabilidad política alguna. La filosofía marxista rechaza radicalmente esta separación tajante y sostiene que la voluntad política, la ética y la moral, las creencias religiosas, la ideología y las formas de pensar, etc., intervienen activamente como fuerzas materiales en las decisiones prácticas que se tomen y en su desenvolvimiento. Sostiene además que existen dos políticas irreconciliables, y dos éticas y morales incompatibles entre sí, como son las de la humanidad trabajadora, por un lado y por otro, por el opuesto, las de la minoría burguesa mundial. Miles de jóvenes han luchado y luchan no sólo por una mejora en sus condiciones económicas y materiales, de aumento de consumo y de mejoras sociales, que también, sino que a partir de un determinado momento dicen claramente que también quieren una vida cualitativamente mejor. Cuando se asume que el salario va a descender por hacer una huelga general o varios días de huelga; cuando se asume que hay que dedicar muchas horas a la militancia en Iniciativa Internacionalista y que eso supone abandonar o cambiar otros hábitos y costumbres más cómodas, conformistas, y que sobre todo eso implica, tal y como están las cosas, asumir riesgos frente a la represión sutil de las multas económicas por hacer actos públicos, u otros riesgos peores, etc., dentro ya de esta toma de conciencia en ascenso, la ética y la moral, los valores humanos, la visión comunista de la vida, adquieren una importancia decisiva en las personas no esclavizadas, que luchan por la libertad y la justicia. Si nos fijamos, las cuatro características básicas de la filosofía marxista que hemos resaltado aquí nos guían hacia un punto central: el mundo objetivo, la sociedad capitalista, es cognoscible, es transformable, se puede y se debe incidir sobre ella porque lo fundamental no es interpretar la realidad, sino cambiarla para reducir el sufrimiento, el cansancio, el hambre y las enfermedades, y la opresión. De hecho, esto es lo que está haciendo la humanidad desde sus orígenes remotos, transformar la naturaleza objetiva mediante el trabajo y creación de utensilios, herramientas, para sobrevivir en mejores condiciones que en el pasado, y unas veces lo logra y avanza, y en otras fracasa y retrocede, o se estanca. De hecho, transformar la realidad social luchando contra sus injusticias en pos de mejoras decisivas para la mayoría inmensa de la población es lo que están haciendo las y los jóvenes independentistas e internacionalistas. Pero el cambio revolucionario de lo real para mejorar cualitativamente la vida exige resolver, por un lado, el problema de la praxis, es decir, de la unidad entre la acción de cambiar y la acción de pensar el cambio, de descubrir teóricamente por qué hay que transformar la realidad, cómo hacerlo y hacia dónde hacerlo, con qué fines y con qué medios; y por otro lado, exige resolver a la vez el problema de la libertad y de la posibilidad de hacerlo. Vemos así que topamos con el «eterno» debate de la necesidad como categoría filosófica. 8.- LA MATERIA Y EL MOVIMIENTO COMO EJE CENTRAL: ¿Qué es una categoría? Es un concepto general que se usa en filosofía para designar lo esencial, lo constante y lo definitorio, lo que permanece por debajo de los cambios formales, de los procesos y fenómenos de la realidad objetiva; un concepto que se ha formado gracias a la experiencia humana que ha ido quitando la paja, lo superfluo, para sintetizar lo decisivo en el momento de transformar la realidad, de superar los problemas existentes en cada período. Por ejemplo, cuando hablamos de «materia» un obrero de la Naval de Vigo entiende el hierro, el acero y las herramientas con las que trabaja para fabricar un barco, que a su vez es tan material y objetivo, tan físico y palpable que no se puede negar su existencia objetiva, al margen de cómo lo definamos, un objeto tan material, duro y pesado que si se desprende un trozo puede matar por aplastamiento a un obrero, o lisiarlo para toda la vida, en medio de la indiferencia de la patronal y del sindicalismo reformista. Cuando una joven vasca organiza la huelga general sabe que está construyendo una gran respuesta popular y obrera que se convierte en una «fuerza material» con repercusiones prácticas «materiales» en todos los aspectos, aunque no tenga exteriormente la forma de un barco sino de un proceso social de masas que refuerza en la práctica al independentismo vasco. Cuando una militante de Iniciativa Internacionalista organiza el reparto de las papeletas de la candidatura de Alfonso Sastre maneja entre sus manos algo tan material como una hoja de papel, que apenas pesa, pero que pesa mucho si se junta en un paquete, y la militante define como materia a ese papel, pero lucha por algo que en apariencia es inmaterial como el logro de un eurodiputado y la extensión de la conciencia socialista e internacionalista, aunque sabe muy bien que, en realidad, está creando poco a poco una fuerza revolucionaria internacionalista que actúa como una fuerza material innegable, tanto que el Estado ha tenido que recurrir a trampas, fraudes y pucherazos para reducir su victoria política. Son definiciones concretas de «materia» que abarcan otras tantas realidades materiales, aunque se expresen en forma aparentemente «inmaterial» en primera instancia, pero muy material una vez que pegan el salto cualitativo que les convierte en fuerzas sociopolítica de masas. La categoría filosófica de materia sirve, por tanto, para precisar lo que se presenta ante nosotros como básico en todos los conceptos concretos, no generales, de materia, desde los físicos inanimados hasta los políticos y culturales, pasando por los biológicos, y eso que se presenta como básico es su existencia objetiva frente a nosotros, es decir, que existe al margen de nuestra existencia y voluntad. Las infinitas formas concretas de materia tienen en común que existe frente o contra nosotros formando la realidad objetiva en la que vivimos y que continuará existiendo cuando muramos de la misma forma que existía antes de nacer nosotros. La filosofía marxista es materialista porque asume la veracidad científica de esta categoría demostrada por la propia existencia humana. Y otro tanto debemos decir con respecto a la categoría de movimiento, que es el concepto abstracto que sintetiza a todas las infinitas formas de movimientos concretos. La filosofía marxista es dialéctica porque asume la veracidad científica de esta categoría de movimiento demostrada por la propia existencia humana. La categoría de materia es inseparable de la de movimiento y de la de espacio y tiempo, y nos pone en relación con el debate del origen de la materia tal cual ha sido descrita. Topamos así con el problema decisivo de la necesidad, de la posibilidad y de la libertad. No se puede revolucionar la sociedad capitalista y transformar la materia sin usar estas categorías filosóficas, sin concretarlas en las diferentes circunstancias sociales y en los múltiples movimientos en los que se presenta la materia. Por ejemplo, en el plano de la sociedad, la categoría de necesidad adquiere un contenido doble: el de necesidad ciega inserta en las leyes de la naturaleza y de las contradicciones objetivas del capitalista, insalvables a pesar de todas las medidas que tome la clase burguesa, y el de necesidad consciente y crítica de las masas explotadas para luchar contra la burguesía. Por ejemplo, la historia ha confirmado la veracidad de la teoría marxista de las crisis socioeconómicas, y la actual crisis es un ejemplo de ello, lo que indica que las crisis socioeconómicas son objetivamente necesarias dentro del capitalismo, inevitables a medio y largo plazo, aunque un conjunto de decisiones burguesas y, muy especialmente, los resultados de la lucha de clases, puedan alargar o retrasar durante un tiempo el estallido de la nueva crisis, pero ésta es imparable a medio y largo plazo. El marxismo ha demostrado teóricamente el abanico de medidas generales a las que puede recurrir la clase dominante para evitar las crisis, cosa que nunca logra aunque, en determinadas circunstancias, sí logra retrasarla, debilitarla y recuperarse de ella en menos tiempo, aunque no siempre. La crisis de la Naval de Vigo y de tantos y tantos otros astilleros a escala mundial, con sus diferencias, responde a las mismas razones esenciales del capitalismo, lo mismo que su crisis general actual. La burguesía gallega está tomando las medidas anticrisis objetivamente necesarias e inevitables según los intereses capitalistas: aumentar la explotación, reducir salarios, expulsar trabajadores, exigir ayudas públicas a su Estado, intentar hundir y cerrar otros astilleros para reducir la competencia mundial, aumentar la productividad con nuevas máquinas y menos mano de obra y, sobre todo y como síntesis, derrotar a la clase obrera, impedir que venza en su lucha, destrozar sus sindicatos sociopolíticos combativos con la ayuda del sindicalismo reformista y de la represión estatal. Lo mismo puede y debe decirse de la lucha de clases en Euskal Herria y de las razones que han impulsado a su pueblo trabajador a la huelga general del 21 de mayo. Y otro tanto en lo esencial aunque diferente en las formas debemos decir sobre las medidas del Estado español contra Iniciativa Internacionalista: si no puede ilegalizarla, necesita debilitarla lo más posible, reducirla a un grupito minúsculo sin efectividad concienciadora y movilizadora alguna. Todas estas decisiones represivas se insertan dentro de la necesidad objetiva que la clase burguesa española tiene de conservar su poder estatal, su poder económico y político-militar sin los cuales no mantendría lo que resulta decisivo en última instancia para la burguesía: su propiedad privada de las fuerzas productivas. 9.- LA LEY , LA NECESIDAD Y LA ACCIÓN CONSCIENTE : La clase burguesa tiene la necesidad imperiosa de derrotar al movimiento obrero gallego y vasco, y el Estado español tiene la necesidad de derrotar a Iniciativa Internacionalista, para seguir con nuestros ejemplos, porque tanto la lucha de clases como la opresión nacional, que forman una unidad en los pueblos no españoles, son contradicciones estructurales que debilitan el poder de la burguesía española, en especial en situaciones de crisis agudas y profundas como la actual. Y cuando hablamos aquí de «necesidad» estamos tocando la definición marxista de «ley», es decir, lo que explica por qué el capitalismo sobrevive gracias a la explotación asalariada, por qué para garantizar su supervivencia tiene la «necesidad» de asegurar que la explotación aumente, lo que a su vez explica la «necesidad» de derrotar a las clases trabajadoras y a los pueblos oprimidos. La ley muestra el funcionamiento interno de los procesos que actúan con carácter de necesidad para el capitalismo español en nuestro caso. En términos generales, la ley expresa la esencia, lo que define la cualidad de una cosa, de un proceso, de un movimiento, lo que le hace ser cualitativamente diferente de otra cosa, lo que tras bucear desde la superficie de las apariencias formales llega al fondo, a la raíz permanente del problema que investigamos y transformamos, descubriendo su naturaleza interna. Cuando las leyes de un proceso o cosa no pueden ser alteradas por las razones que fueren, entonces hablamos de necesidad ciega, ineluctable, imperiosa, porque esas leyes se van a cumplir férreamente al margen de nuestra voluntad. Por ejemplo, podemos prever con alguna antelación la alta o total probabilidad de un temporal, de un terremoto, de una sequía, de una pandemia, de una catástrofe, etc., una vez que se han dado determinadas condiciones, pero en el nivel actual de nuestro conocimiento científico no podemos detener su estallido y solamente podemos tomar medidas preventivas destinadas a minimizar sus daños, su destructividad y su letalidad. Tendremos que recordar esta definición de ley cuando estudiemos más adelante la función de las leyes de la dialéctica en la conquista de la libertad humana. Ahora debemos centrarnos en la diferencia entre la necesidad ciega, con sus leyes férreas, y la necesidad consciente con sus leyes tendenciales. Por ley tendencial definimos la que está abierta al resultado de la acción humana crítica. Por ejemplo, sabemos que el capitalismo está agotando rápidamente las reservas marinas, las reservas energéticas, la biodiversidad, etc., y que está pudriendo la naturaleza, destrozando su capacidad de carga y reciclaje con efectos devastados sinérgicos, exponenciales. También sabemos que si se toman determinadas medidas más o menos drásticas, podemos detener en buena medida la aceleración de algunos o de todos estos procesos destructores causados por el capitalismo, pero también sabemos que solamente con luchas políticas y con victorias de masas podremos imponer a la burguesía estas medidas urgentes que limitan sus beneficios económicos. Así, frente a la suicida necesidad ciega de la burguesía para su enriquecimiento máximo sólo podemos oponer la lucha de masas basada en la necesidad consciente de imponer medidas globales restrictivas. Por ejemplo, en el nivel actual de conocimientos científicos no podemos evitar oleadas de mucho calor que aumentan las posibilidades de incendios en la industria maderera gallega y vasca, pero sí podemos imponer políticamente leyes que protección medioambiental, etc., que vigilen los bosques y castiguen la provocación de incendios forestales, que frenen y controlen la industria maderera junto a otras medidas, de modo que logremos reducir al mínimo los incendios forestales. La ley tendencial expresa el resultado de esta lucha social entre la rapiña voraz, egoísta y suicida inherente al capitalismo y la consciencia popular en defensa en este caso de la naturaleza, pero extensible, por ejemplo, a la lucha contra el terrorismo patronal o «accidentes de trabajo», contra el terrorismo machista, y en suma contra todos aquellos problemas y necesidades para los que la ya disponemos de soluciones progresistas y revolucionarias demostradas como válidas por el nivel actual de conocimientos científico-críticos, que no de las mentiras propagandísticas elaboradas por el aparato tecnocientífico capitalista. 10.- LA ACCION CONSCIENTE , LA TEORÍA Y LA FILOSOFÍA : Por tanto, frente a la necesidad ineluctable, ciega y objetiva existe la necesidad consciente que es la base teórica de la libertad en acción. La necesidad es consciente desde el momento que conoce las causas de la necesidad objetiva, sus características y las formas de superarla u orientarla hacia los fines emancipadores humanos. La necesidad es inconsciente cuando desconoce lo anterior y obedece a la necesidad objetiva porque cree que ésta es la voluntad divina, el capricho de los espíritus, el accionar de la Idea Absoluta , o la mano invisible del mercado o cualquier otra superchería fetichista y animista que otorga poderes sobrehumanos a entidades que no existen, entidades creadas por la propaganda opresora para engañar al pueblo. Dicho simplemente, la ignorancia, el desconocimiento y la creencia hacen que terminemos obedeciendo a la necesidad ciega, y especialmente a los manejos que de ella hace la minoría explotadora. Por ejemplo, un trabajador gallego y/o vasco desconoce lo básico de las contradicciones del capitalismo y cree que éste funciona al azar, bajo presiones incontrolables, lo que le lleva a caer en la resignación y pasividad, o en el apoyo a los más «listos» y preparados, los únicos que pueden resolver los problemas, que no son otros que los patrones. Pero los obreros que conocen el funcionamiento capitalista, las causas de la explotación y del paro, del beneficio empresarial, etc., están más preparados y decididos para la lucha de clases, más capacitados para organizarse y vencer. Los trabajadores ignorantes están sometidos a la necesidad ciega de la explotación, e inermes e indefensos. Los trabajadores formados teóricamente asumen la necesidad consciente de la lucha, y su libertad consiste en luchar y en vencer, y son tanto más libres cuanto más y mejor luchan, aunque se trata sólo de los inicios de la libertad, que en sí misma es un proceso ascendente infinito, pero que también puede ser derrotado. Otro tanto hay que decir con respecto a un militante de Iniciativa Internacionalista que al desconocer qué es el Estado burgués, cómo funciona, qué grado de ferocidad represiva puede desarrollar, qué instrumentos de propaganda, manipulación y mentira tiene, al no saber apenas nada de esto, no puede prepararse para los vaivenes de la lucha, no puede tomar la ofensiva, sino que está a la defensiva, sin saber qué puede suceder. Pero una vez que empieza a conocer teóricamente qué es el Estado, la teoría marxista del Estado, puede adelantarse a los acontecimientos, y ese adelantarse a los acontecimientos es ya en sí mismo una práctica de libertad. Prever las maniobras de la patronal y del Estado es un paso adelante en la práctica de la libertad porque permite aumentar la independencia política de clase, nacional y de sexo-género. Permite no cometer errores, aumentar y aglutinar fuerzas, y debilitar al opresor. Es un paso concreto de libertad porque con su acción se reduce la necesidad ciega, incontrolable, y se aumenta la capacidad de solucionar los problemas y vencer las dificultades puestas por la necesidad ciega. Por ejemplo, cuando los sindicatos reformistas negocian en secreto un pacto claudicante con la patronal se adelantan a la clase obrera, y la vencen; pero cuando ésta sabe que ese pacto secreto no solamente puede darse sino que los más probable es que se de, o que incluso ya se está negociando, entonces los obreros en lucha pueden adelantarse, marcar ellos los objetivos, advertir de la trampa y adelantar otras soluciones. ¿Cómo pueden saberlo? Estudiando la teoría marxista de la lucha de clases, de la lucha sindical, del papel de la organización revolucionaria dentro del pueblo trabajador, etc. Otro ejemplo, cuando Iniciativa Internacionalista avanza en la preparación de las candidaturas no puede estar pasiva a la espera de las ilegalizaciones represivas, que muy probablemente se producirán, sino que tiene que preparase para dar el siguiente paso nada más conocer esa ilegalización. 11.- LA LIBERTAD COMO SUPERACIÓN DE LA NECESIDAD : La filosofía y la teoría marxistas juegan aquí un papel insustituible porque solamente ellas pueden enseñar las razones que explican el comportamiento necesario de la burguesía, y el comportamiento del sindicalismo reformista y sus pactos y claudicaciones. La filosofía marxista explica las relaciones entre el comportamiento necesario en lo esencial y constante, y las formas posibles y probables con las que se presenta esa necesidad. Por ejemplo, es una necesidad del Estado acabar con Iniciativa Internacionalista, pero según la relación de fuerza tendrá varias formas de lograrlo, o si no puede acabar con ella mediante la ilegalización y la represión, sí puede someterla a tales presiones que quede más o menos debilitada. La necesidad ciega está ahí, pero son las relaciones de fuerzas sociopolíticas las que determinan con mayor probabilidad o posibilidad, según las circunstancias, el Estado termine optando por una represión total o parcial. La filosofía marxista explica cómo debemos utilizar los conceptos de necesidad, probabilidad y posibilidad siempre dentro de la lucha social que está en movimiento permanente y en la que interactúan un sin fin de otros procesos y factores circundantes que deberemos tener en cuenta en cada situación específica. Por su parte, la teoría marxista, conectada internamente con la filosofía, explica y enseña qué es el Estado, qué es la represión, qué es la «justicia», qué es la política, etc., presentando una larga lista de luchas históricas, mostrando su vertebración y unidad interna, extrayendo conclusiones a partir de toda esa experiencia y proponiendo diversas alternativas. Y será la fusión en la práctica concreta de las enseñanzas aportadas por la filosofía y por la teoría marxistas la que, en cada circunstancia, ofrezca argumentos que adviertan de las medidas represivas que necesariamente debe adoptar el Estado y la burguesía, de la necesidad ciega que tiene la burocracia del sindicalismo reformista de traicionar al movimiento obrero mediante pactos en secreto, de la necesidad que tiene el sistema capitalista de masificar la propaganda contra las luchas obreras y populares, y así en todo. Por tanto, la práctica de la libertad, que siempre es concreta, nunca abstracta, que siempre se ejerce en y sobre realidades materiales, debe basarse en evaluaciones teóricas y filosóficas de las relaciones de fuerza, del choque entre la necesidad ciega del opresor y la necesidad consciente de la oprimida y oprimido, de la probabilidad y posibilidad de victoria o de derrota, y de las tácticas y métodos que han de desarrollarse a partir de lo anterior. En contra de lo que parece lo que acabamos de decir, estas evaluaciones no son en modo alguno difíciles, al contrario, las hacemos continuamente en nuestra vida cotidiana, en nuestros actos más prosaicos y comunes, en nuestras relaciones con otras personas: sin darnos cuenta o de manera muy poco consciente y crítica, chapucera, muy frecuentemente evaluamos nuestros problemas, necesidades y deseos de forma rudimentaria y con errores, pero lo hacemos. La filosofía y la teoría marxistas nos aportan en estos momentos un instrumental polivalente y multiuso que nos permite explorar otras perspectivas imposibles de descubrir y transitar desde el sentido común, desde la lógica formal, y menos aún desde la ideología burguesa. La libertad, en general, es la práctica consciente de la superación de la necesidad ciega que nos atenaza, que nos oprime y que impide nuestra emancipación individual y colectiva. En concreto, las libertades son las luchas específicas que libramos con plena conciencia en pos de superar las necesidades específicas que nos limitan en nuestra emancipación. Y la opresión, la explotación y la dominación son las formas más brutales e inhumanas en las que se presentan las necesidades ciegas que nos constriñen. Cuando la juventud trabajadora gallega mantiene una prolongada y dura lucha contra la explotación asalariada está ascendiendo peldaños de sus libertades concretas. Lucha por objetivos precisos e inmediatos, pero también sabe que los sacrificios que asumen ahora, los costos personales de todo tipo, refuerzan su conciencia y hacen que el sabor de la libertad sea más dulce, más pleno. La victoria supondrá una mejora socioeconómica a medio plazo, pero al principio la conquista de la libertad implica pérdidas de salario, riesgos en las manifestaciones reprimidas por la policía, peligro de detención, y en determinados casos personales algunas tensiones con las personas allegadas, familiares o no, que no comprenden o no aceptan esa lucha por la libertad, que se niegan a ayudar y que presionan reaccionariamente a favor de la claudicación recurriendo incluso a chantajes, presiones afectivas y hasta a amenazas. Lo mismo hay que decir de los costos personales que asume la juventud vasca y la juventud de Iniciativa Internacionalista. De este modo, la lucha por la libertad supone asumir el hecho necesario e inevitable de la opción consciente por uno u otro camino, por el de la claudicación o por el de seguir ampliando la libertad. No hay momento de reposo o de evitar este momento de opción crítica y consciente porque en toda sociedad basada en la explotación la vida de las clases, naciones y mujeres es así, está siempre enfrentada a la injusticia o sumergida en la alienación y en la pasividad. Muchas personas creen en estos momentos que pueden esperar mucho tiempo antes de optar, dejar pasar el tiempo para lograr que «el problema se pudra» o se solucione por sí mismo, pero esta supuesta solución es una trampa que únicamente beneficia al opresor. No existe la neutralidad ni la quietud permanente en un mundo injusto y explotador. Perder el tiempo es permitir que se refuerce la clase dominante. Cuando la juventud vasca se ha lanzado a organizar la huelga general lo ha hecho además de otras razones, también porque sabe que retrasar la lucha es dar ventaja a la patronal. Cuando la juventud de Iniciativa Internacionalista se ha volcado en las elecciones europeas es porque sabía que no podía dejar pasar el momento de la batalla política, y que tenía que asumirla con todas sus consecuencias. La juventud de la Naval de Vigo sabe que debe seguir decidiendo su futuro ahora mismo, en la lucha diaria. 12.- LA CONTRADICCIÓN ES EL MOTOR DE LA VIDA : La filosofía marxista es también decisiva en estos momentos críticos en los que debemos y queremos optar por seguir siendo libres pese a los costos que implica toda lucha, u optar por la rendición. Es decisiva porque nos aporta tres nociones imprescindibles para saber varias cosas fundamentales. Una, cómo y con qué conceptos guiarnos en una realidad tan compleja y en movimiento permanente como es nuestra vida colectiva e individual, y aquí la filosofía marxista nos ofrece la categoría de contradicción. Otra, partiendo del conocimiento adquirido gracias al uso de esta categoría, saber por qué hay que optar por la libertad gracias al contenido valorativo y ético del marxismo; y por último y en base a lo anterior, la filosofía marxista nos ofrece como muy efectivo instrumento de praxis las leyes de la dialéctica. Hemos expuesto en este orden algunas de las aportaciones que nos ofrece la filosofía marxista, aunque insistimos en que hay que entenderla como una totalidad. Definimos la contradicción como la categoría que muestra el origen interno de todo movimiento, de todo proceso: la razón última de las crisis del capitalismo radica en la contradicción irreconciliable entre la burguesía y el proletariado, entre la propiedad privada y el carácter social del proceso de trabajo, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el retraso de las relaciones sociales de producción. La contradicción se da en toda realidad, en todo proceso concreto, y refleja el choque de dos polos necesariamente unidos dentro de una misma realidad, proceso o problema que estudiemos. El saber popular ha definido esta categoría como «uno se divide en dos» pero sin romper dicha unidad, aunque moviéndola, agitándola hasta llevarla al borde del estallido que, al producirse, genera un salto cualitativo que crea una nueva unidad, un proceso y movimiento cualitativamente diferente al anterior pero que desde su mismo inicio está ya dividido internamente por su correspondiente unidad de contrarios. La categoría de contradicción muestra cómo esta pugna interna genera el movimiento de las cosas y, como veremos, la aparición de lo nuevo a partir del aumento de las tensiones en lo viejo. Pero debemos distinguir entre, por un lado, la categoría de contradicción y el concepto más concreto y restringido de «contradicción lógica», que sólo refleja los límites insalvables del pensamiento poco riguroso, capaz de desenvolverse torpemente sólo en los momentos de reposo transitorio, relativo e inestable de los procesos, pero incapaz de acompasar el movimiento del pensamiento con el movimiento de la realidad. Por ejemplo, se comete una «contradicción lógica» cuando se critica a Iniciativa Internacionalista, a las reivindicaciones obreras gallegas y a la huelga general vasca exclusivamente en base a sus objetivos presentes e inmediatos, al resultado de las elecciones europeas, a la tabla reivindicativa gallega y al objetivo movilizador de la huelga general vasca, sin tener en cuenta que cada uno de ellos está inserto en una totalidad, que es parte de un proceso más largo que va enriqueciéndose con el tiempo. Es una crítica que no puede ver la dinámica interna, el movimiento permanente de mejora, y que se ofusca en la apariencia inamovible, en una de las partes estáticas y no en el todo en movimiento. Por otro lado, también debemos distinguir entre contradicción interna, motor del movimiento de las cosas, y condicionante externo, que influye y condiciona desde fuera pero que ni causa ni determina el movimiento interno. Los condicionantes externos existen objetivamente debido al principio de la interrelación permanente de los procesos, a la interconexión entre todas las partes que forman la totalidad, pero no causan el movimiento interno del proceso concreto que estudiamos. Por ejemplo, para muchos colectivos, grupos y organizaciones soberanistas, independentistas e internacionalistas la creación de Iniciativa Internacionalista ha sido el condicionante externo que ha facilitado una reflexión interna, una reflexión determinada en su origen por las contradicciones internas a su pueblo y a su internacionalismo, y que se ha visto a su vez impulsada por la aparición externa de Iniciativa. Muchos de estos colectivos habían pensado incluso en la necesidad de crear algo parecido, o al menos de debatir con otros grupos sobre algo parecido, sobre cómo mejorar las relaciones entre el internacionalismo y el soberanismo y el independentismo, pero no podían dar ese paso por carecer de medios materiales, o por no haberlo pensado detenidamente, o por carecer de información, o por lo que fuera. La noticia de la aparición de Iniciativa Internacionalista, la lectura de su documento programático, etc., ha actuado como el condicionante externo que ha precipitado el debate interno, la rapidez en la solución de las contradicciones que impedía el salto y, una vez aquí, han producido el salto cualitativo consistente en sumarse a Iniciativa. Otro tanto debemos decir con respecto al mutuo condicionamiento entre las luchas obreras gallega y vasca, que se refuerzan mutuamente al conocerse mejor. 13.- ACTUEMOS DENTRO DE LA CONTRADICCIÓN ANTAGÓNICA : De igual modo, tenemos que distinguir entre contradicción antagónica y no antagónica. La primera, que sin mayores precisiones ahora podemos definir también como contradicción estructural, fundamental, básica, etc., es la que existe entre dos polos irreconciliables, que se repelen mortalmente, que no pueden encontrar una solución que no sea la victoria de uno sobre otro. Por ejemplo, una contradicción antagónica que sufre Galicia y Euskal Herria es la opresión nacional a manos del Estado español, y la solución solamente puede construirse cuando el opresor reconozca en la práctica el derecho de autodeterminación de los pueblos, y el derecho de las naciones que ahora oprime a independizarse si así lo desean. Es una contradicción antagónica porque afecta a la esencia misma del Estado español como auténtica cárcel de pueblos. Otra contradicción antagónica es la explotación del proletariado por la burguesía, y de la mujer por el hombre en el sistema patriarco-burgués. Estas y otras contradicciones antagónicas pueden pasar por períodos de relativa suavización según los momentos de las luchas y de las crisis, pero su naturaleza irreconciliable sólo desaparecerá definitivamente cuando se haya extinguido su raíz, que no es otra que el hecho objetivo de que el Estado capitalista español utiliza a las clases trabajadoras, naciones oprimidas y mujeres como sus fuerzas productivas y su propiedad privada. Mientras que esa realidad objetiva, material, no desaparezca el antagonismo irreconciliable pervivirá al margen de sus vaivenes de agudización e intensidad. Según sea la evolución del proceso de contradicciones, dentro de las antagónicas van apareciendo formas de antagonismo especialmente grave en un momento preciso, formas que después desaparecen o se atenúan aunque la irreconciliabilidad se mantenga, aunque no desaparezca la contradicción estructural y básica. Cuando esto sucede es que desaparece un aspecto principal de esa contradicción y aparece otro aspecto principal, o si se quiere decirlo de otro modo, aparece una contradicción principal entre la lucha de contrarios antagónicos. La contradicción principal de un proceso o el aspecto principal de una contradicción específica significa que en ese momento el punto crítico decisivo, el eslabón débil, el nudo gordiano del problema radica en ese choque principal y determinante en esa coyuntura. Por ejemplo, en un período preciso la contradicción principal o el aspecto principal de la contradicción puede radicar para Galicia y Euskal Herria, y para toda nación oprimida que se encuentre en la misma situación, en conquistar o no el derecho práctico de autodeterminación, por su importancia cualitativa, que abre un período nuevo de la lucha de liberación y que cierra otro. Por ejemplo, para Iniciativa Internacionalista el aspecto principal de la contradicción antagónica con el Estado español antes de las elecciones europeas del 7 de junio pasado era el lograr superar las prohibiciones e ilegalizaciones, las campañas persecutorias y de criminalización, y poder dar así el salto cualitativo a la presencia electoral, hablando siempre de este objetivo particular. De igual modo, en nuestra vida diaria, en nuestra militancia, siempre evaluamos la gravedad, necesidad y urgencia en la resolución de los problemas a los que nos enfrentamos, buscando resolver primero los principales dejando para después los secundarios. Nuestra experiencia nos indica que muy frecuentemente la solución de los problemas secundarios se verá facilitada si antes resolvemos los fundamentales, los principales, las contradicciones antagónicas en nuestra vida cotidiana. Por su parte, las contradicciones no antagónicas, que sin mayores precisiones ahora podemos definir también como contradicción secundaria, superficial, transitoria, son aquellas que no pueden llegar a tales niveles cualitativos de virulencia porque atañen a cuestiones no decisivas ni fundamentales, como, por ejemplo, las tensiones políticas que existen entre diversas fracciones políticas que representan al pueblo trabajador, e incluso entre el soberanismo progresista de orientación pequeño burguesa y el independentismo socialista, etc. Un ejemplo clásico es el de las contradicciones que han surgido entre Iniciativa Internacionalista y otros partidos revolucionarios, contradicciones no antagónicas que pueden y deben resolverse mediante el diálogo y sobre todo mediante la práctica en la lucha común para forzar que la marcha de las contradicciones verdaderamente antagónicas e irreconciliables arriba vistas se resuelva con la victoria del bando explotado. En nuestra vida cotidiana realizamos muy frecuentes delimitaciones entre las contradicciones antagónicas y las no antagónicas, aunque no las llamamos así, delimitaciones que consisten en calibrar las diferencias entre nuestras amistades sinceras de apoyo incondicional, nuestros conocidos que pueden ayudarnos en algún problema pero no en otros, y las personas que nunca nos van a ayudar y que siempre nos van a oprimir, y a la inversa. 14.- LA ÉTICA MARXISTA COMO MEDIO DE OPTAR Y HACER: El segundo instrumento que pone a nuestra disposición la filosofía marxista consiste en su axiología o teoría de los valores, de la ética y de la moral, de lo que definimos como «bien», como «bondad», como «bueno», y al contrario, como «mal», «maldad», etc. Vemos ahora mismo, al hablar de lo «bueno» y de lo «malo», cómo reaparece la categoría de contradicción, y es que no existe forma alguna de evitar su presencia. Por tanto, su uso nos permite profundizar en el interior de los problemas a los que nos enfrentamos, dotándonos de un conocimiento crítico que amplia nuestra visión de las opciones que aparecen con el estallido de las contradicciones. Los contrarios antagónicos están dentro de la ética y de los valores, tan dentro que hay que decir que existen dos éticas irreconciliables, la de los opresores y la de las y los oprimidos. Semejante irreconciliabilidad nos va a orientar de manera decisiva en el momento de optar entre la rendición o la libertad. Arriba hemos explicado que la interacción y compenetración de los valores humamos, de la ética y de la moral, con la totalidad de la praxis, pero ahora debemos completar este aspecto viendo por qué debemos optar por la libertad: porque solamente ella puede reducir la explotación, sólo la libertad puede reducir la miseria, el dolor y el sufrimiento, aumentar el tiempo libre y propio reduciendo el tiempo de trabajo explotado, etc. El punto irreconciliable y antagónico que enfrenta a la ética marxista de la ética burguesa y de todas las reaccionarias es precisamente éste: la inmoralidad de vivir bien a costa del sufrimiento ajeno. A la vez, la crítica marxista de la economía política burguesa ha demostrado mediante la teoría de la plusvalía que la explotación existe, que es objetiva y que es necesaria ciegamente en la sociedad burguesa y que se puede y se debe luchar contra ella. Y porque es objetiva se la ha descubierto científicamente, y por que es ineluctablemente necesaria atenta contra la libertad humana, por eso hay que luchar contra ella optando por la libertad. Frente a la contradicción antagónica entre la explotación y la libertad, solamente está la opción de la libertad. Por ejemplo, en el momento de decidirse a ir o no ir a una manifestación obrera que puede ser atacada por las fuerzas policiales, o por la extrema derecha y el fascismo, o en el momento de decidir organizar una huelga, o militar en la muy criminalizada Iniciativa Internacionalista, en estos u otros momentos decisivos porque abren la puerta a posibles o probables consecuencias negativas para quien decida dar el paso, la filosofía marxista plantea una reflexión ética y de principios y valores humanos en el radical sentido de la palabra, mostrando que la libertad nunca se consigue con la inacción pasiva y cobarde, miedosa y hasta aterrorizada. La filosofía marxista explica y demuestra que existe el miedo a la libertad, el miedo a explorar nuevos universos, el miedo a la independencia de criterio, y a la vez, como unidad de contrarios antagónicos, existe la necesidad psicológica e irracional formada por la educación dominante de la obediencia, de la sumisión al poder y a su ley para sentirnos tranquilos, seguros, como las ovejas se sienten tranquilas en el rebaño del amo y de sus perros guardianes. La obediencia refuerza la explotación y la insurgencia la libertad. Hay que optar y la ética y la filosofía marxista nos aportan los criterios necesarios para poder decidir con conocimiento de causa, en libertad y para ampliar la libertad. Por esto y por más razones que no podemos exponer ahora, la filosofía marxista es atea, activa y militantemente atea, aunque respeta a las personas creyentes, pero no al opio religioso. Ateísmos hay muchos, incluso reaccionarios y criminales, pero el ateísmo marxista se diferencia de todos los demás en que pone la libertad como objetivo. Asume la tesis anarquista de «ni dios ni amo», y la completa con la síntesis de la dialéctica y del materialismo como soporte científico-crítico y filosófico del ateísmo. Asume también todos los contenidos progresistas de los anteriores ateísmos de las masas explotadas, que se sublevaban a la desesperada contra el poder económico-religioso bajo el lema, entre otros, de que «con las tripas del último cura ahorcaremos al último rey», pero lo inserta, mejora y supera dentro de la teoría de la revolución comunista y de la filosofía de la superación de la alienación y del fetichismo, de la superación histórica de la deshumanización acaecida al convertir a la mercancía, al dinero, al consumo en el único dios mediante la fetichización de la mercancía, de convertir al dinero en el fetiche divinizado que nos dará protección, calor y felicidad en un mundo infeliz, gélido y aterrador. En el Estado español, por ejemplo, la Iglesia es una de las más poderosas fuerzas económicas, que controla grandes empresas de manipulación propagandística y terrorismo psicológico y simbólico; una fuerza medieval y antidemocrática apoyada incondicionalmente por el bloque de clases dominante; una fuerza directamente política que ni siquiera está bajo el control de la constitución monárquica impuesta por el tardofranquismo porque las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica fueron reguladas antes de esta constitución. Pese a las creencias sinceras de algunos pocos católicos y cristianos progresistas, la religión que cimenta a la Iglesia española como sucursal en este Estado de la transnacional vaticana es una ideología contrarrevolucionaria. En Galicia, por ejemplo, la Iglesia ha sido y es uno de los baluartes más efectivos de la españolización, y la denominada «Iglesia vasca» nunca se ha atrevido a independizarse de la opresión nacional-católica española, a pesar de la muy meritoria tarea de algunos católicos vascos y vascas. 15.- LA UNIDAD Y LUCHA DE CONTRARIOS ANTAGÓNICOS: El tercer instrumento no es otro que el de las leyes de la dialéctica materialista. Lo hemos citado en tercer lugar no porque sea menos importante sino porque ahora, tras estudiar qué es la contradicción y cómo decidir en base a la axiología y a la teoría, ahora, repetimos, podemos entender en su cabal importancia su enorme potencial revolucionario. Hemos hablado arriba de cómo entiende la filosofía marxista el concepto de ley, y ahora veremos que en lo que toca a la sociedad, a la especie humana, las leyes tendenciales van cobrando fuerza según aumentan las fuerzas productivas, la capacidad transformadora del método científico y del poder transformador de la tecnología. En este sentido, la ciencia es una fuerza revolucionaria porque tiende a cuestionar y superar el dogma establecido, dependiendo el resultado de tal tendencia de las luchas sociales. La filosofía marxista sostiene que el conocimiento de las leyes de la dialéctica y la praxis humana basada en ese conocimiento permite un intenso y extenso desarrollo de las libertades humanas concretas, y un enriquecimiento del concepto general de libertad. Las leyes de la dialéctica han sido confirmadas y mejoradas por todos los avances científicos y sociales, y serán ampliadas por los avances futuros, pero este no es el momento para extendernos sobre esta cuestión. Aquí vamos a analizar únicamente cómo el conocimiento y el uso de la dialéctica y de sus leyes impulsan la libertad humana. La primera ley trata de la unidad y lucha de los contrarios, y sostiene que la realidad objetiva y todos los procesos que en ella existen e interactúan, está regida por la lucha de contrarios unidos en el interior del problema que tratamos. Puede haber y hay un momento de reposo en esta lucha, pero es breve y supeditado siempre al enfrentamiento permanente; puede haber y hay un momento en el que la unidad prima sobre la escisión en polos irreconciliables, pero es una unidad transitoria y supeditada a la ruptura permanente. Hemos puesto muchos ejemplos sobre las múltiples formas prácticas en las que se muestra esta ley dialéctica, pero en lo que concierne a la lucha por la libertad y por la revolución su aportación decisiva se plasma en la afirmación de que nunca se detiene la lucha por la libertad, de que la revolución es un proceso permanente ya que en todo, absolutamente en todo, siempre está activo el conflicto entre los contrarios unidos mutuamente, entre la opresión y la libertad. Por tanto, nunca podemos cometer el error de creer que la lucha ha terminado para siempre. Al contrario, aunque parezca que la clase dominante y que el Estado opresor se han «democratizado», en realidad se trata sólo de un respiro transitorio que la explotación realiza para recomponerse y volver al ataque con más bríos y con sus objetivos más precisos, respiro que responde a las previas luchas obreras y populares que han logrado conquistas sociales y democráticas precisas. No podemos negar la importancia de estos logros, de las reformas y de las victorias puntuales, pero la ley de la unidad y lucha de contrarios nos advierte que no debemos confiarnos, que no debemos dar por definitivas e irreversibles tales logros sino que, al contrario, debemos estar siempre alertas, en movilización y en avance porque la lucha nunca se extingue aunque, como hemos dichos, ocurran momentos de reposo y relajación de las tensiones, de aparente «unidad democrática». Más temprano que tarde, las contradicciones volverán a tomar velocidad y con ellas las luchas, acelerándose la llegada de los momentos de optar de nuevo, otra vez, entre la libertad o la opresión. La dialéctica nos avisa de que tales situaciones volverán a darse y de que debemos estar preparados. 16.- EL AUMENTO CUANTITATIVO Y EL CAMBIO CUALITATIVO: La segunda ley de la dialéctica explica cómo los cambios en cantidad terminan produciendo un cambio en la cualidad del problema que analizamos y transformamos. Es la ley del salto cualitativo y de la aparición de lo nuevo, de algo que no existía antes. Algo cualitativamente nuevo es aquello que se diferencia en su naturaleza interna de lo viejo de lo que procede, y aunque mantenga alguna de sus formas externas y partes internas, la realidad resultante como efecto de ese salto cualitativo es, como su propio nombre indica, de una calidad diferente. En la práctica cotidiana, las personas sabemos que tras realizar ciertos trabajos terminamos construyendo algo que antes no existía, o que si realizamos una lucha popular, vecinal, estudiantil u obrera en sentido estricto, si lo hacemos bien podemos vencer con lo que entramos en otra fase, logramos una mejora social, reforzamos nuestra autoestima, enriquecemos nuestro conocimiento teórico, etc. Son realidades nuevas que antes no existían, y que solamente existen tras un esfuerzo de trabajo, una serie de movilizaciones, una huelga o cualquier otra acumulación cuantitativa de acciones, protestas, estudios, etc. Lo nuevo existe y la dialéctica nos advierte que no cae del cielo ya formado, sino que debemos crearlo nosotros con nuestra praxis, con la interacción entre la mano y la mente, la práctica y la teoría. La ley del aumento cuantitativo y del cambio cualitativo nos explica que en esta construcción de lo nuevo debemos vigilar la dirección del proceso, que las etapas y fases sigan la estrategia designada para construir lo nuevo, para lograr el objetivo deseado. En la sociedad humana, esta ley no actúa mecánicamente, respondiendo a imperativos de la necesidad ciega e ineluctable, sino siempre condicionada por las contradicciones sociales, por los grados de consciencia organizada de las masas oprimidas, y por las relaciones de fuerza que chocan en el interior de la sociedad. La lucha de clases, en síntesis, incide en todo momento en la dinámica de esta ley, lo que explica que el resultado de lo cualitativamente nuevo, si se produce y cuando se produzca, nunca está totalmente predeterminado, sino que siempre tiene dosis más o menos altas de incertidumbre e imprecisión. La juventud obrera gallega y vasca, por ejemplo, no sabe, no puede saber a ciencia cierta cuál va a ser el resultado último y definitivo de su lucha permanente, de su militancia diaria y de los días especialmente decisivos. Otro tanto sucede con la juventud militante de Iniciativa Internacionalista antes de conocer los resultados oficiales del fraude y pucherazo electoral del pasado 7 de junio de 2009. Tras largos e intensos días de militancias en la que se han acumulado y aumentado las fuerzas cuantitativas de Iniciativa Internacionalista, en medio de una áspera batalla en la que el Estado capitalista español ha intervenido masivamente con casi todos sus recursos reaccionarios. El salto cualitativo se produjo el día 7 de junio, y cuando se escrutaron los resultados apareció una realidad nueva, que no existía antes, una realidad que mostraba en su cualidad interna los efectos de la lucha frontal, antagónica e irreconciliable entre Iniciativa Internacionalista y el Estado. El fraude y el pucherazo son una parte definitoria de esta nueva realidad, a partir de la cual ya nada será igual en la política estatal. Volveremos sobre este valioso ejemplo al analizar la tercera ley de la dialéctica. La experiencia popular sabe o intuye que el momento del salto de la cantidad vieja a la nueva calidad está determinado por los errores y aciertos cometidos durante el proceso, y la experiencia popular los sabe desde que los primeros humanos elaboraron los primeros instrumentos, y es que la dialéctica es tan antigua como el primer pensamiento. Pero es en la lucha por las libertades y contra la opresión, empero, esta ley adquiere todavía más relevancia porque si la despreciamos, si no cuidamos la línea estratégica correcta, seremos vencidos, no culminaremos el salto cualitativo a lo nuevo, la victoria, la mejora de nuestras condiciones de vida, la reducción del sufrimiento. Y lo que es peor, la derrota nos hará retroceder a fases anteriores pero en condiciones más duras, teniendo que reiniciar todo el proceso de nuevo. 17.- LA LEY DE LA NEGACIÓN DE LA NEGACIÓN : La tercera ley de la dialéctica surge precisamente de la constatación de estos riesgos innegables, del hecho de que existe el retroceso, pero afirma que éste es relativo y transitorio ya que lo decisivo es la tendencia al desarrollo y aparición de lo nuevo, a la complejización de lo real y la proliferación de nuevas realidades antes inexistentes. Es la ley de la negación de la negación que indica que el aumento cuantitativo y el salto cualitativo genera una nueva realidad que «niega» lo peor, lo retardatario y caduco de la viejo, y que integra lo bueno de en la nueva realidad, absorbiéndolo, subsumiéndolo como parte de una cualidad nueva. Esta ley es de una importancia crucial porque muestra la orientación general de los saltos cualitativos de los procesos a lo largo del tiempo, indicando que el estancamiento y el retroceso, que existen, no pueden acabar con la tendencia a la complejidad y a la emergencia de nuevas realidades a partir de las viejas. En la vida e historia social esta ley refuerza y exige cada vez más la intervención consciente humana ya que las contradicciones irreconciliables del capitalismo han puesto a la humanidad al borde del exterminio como especie si se desencadenase una hecatombe nuclear. Además, la implosión de la URSS y la reinstauración del capitalismo con algunos ribetes de «socialismo de mercado» en China Popular, estos y otros retrocesos históricos, advertidos desde la creación de la filosofía marxista, ponen a la orden del día la importancia crucial del denominado «factor subjetivo» o consciencia de la necesidad de la revolución, como garantía última para que no se produzca una derrota estratégica de la humanidad trabajadora y para que la ley de la negación de la negación no se demuestre en su forma negativa, en el retroceso histórico, sino en su forma positiva y creativa, en el salto al socialismo como primer paso de avance al comunismo. Un ejemplo aplastante de la vigencia de esta ley lo tenemos en la nueva realidad política creada a raíz de la aparición de Iniciativa Internacionalista y de los resultados oficiales obtenidos por ella en el pasado día 7 de junio. Hemos dicho arriba que ya nada será igual que antes en la política estatal una vez que centenares de miles de personas han sufrido en su propia conciencia una muestra palpable, material, de lo que es capaz de hacer el Estado español cuando necesita derrotar a un movimiento revolucionario que incide directamente en las contradicciones antagónicas que minan al capitalismo estatal. Aunque la experiencia colectiva habida sea en buena medida una experiencia en el nivel «inmaterial» de la conciencia política, obrera y popular, soberanista, democrática, independentista e internacionalista, etc., es decir, en lo que se define como «factor subjetivo», siendo esto cierto, no es menos verdad que, de un lado, se ha creado una experiencia material objetiva, que ya actúa definitivamente como una fuerza revolucionaria en expansión y crecimiento, y que, por otro lado, esta nueva materialidad supera cualitativamente a todas las experiencias anteriores, con lo que se ha mejorado mucho en el rigor y precisión teórica del marxismo. La mayoría inmensa de las militancias de Iniciativa Internacionalista es ahora mucho más consciente de la peligrosidad y ferocidad latentes en el Estado al que combaten; la totalidad de las militancias de Iniciativa ya sabían antes del 7 de junio que tras los resultados se iniciaba un proceso nuevo, que era un inicio de otra dinámica diferente aunque las bases teórico-políticas elementales estaban ya redactadas en el documento fundacional. ¿Por qué nace algo nuevo aunque sus bases programáticas elementales ya estaban creadas anteriormente? La ley de la negación de la negación responde a esta pregunta mostrando que la praxis revolucionaria ha dado un salto cualitativo, en calidad, al asumir teórica y filosóficamente las lecciones aportadas por la arremetida estatal. Una cosa es saber que el Estado machaca a la izquierda abertzale y al pueblo vasco, y otra diferente es padecer niveles idénticos de represión estatal a los que éste lleva padeciendo. Semejante contraste súbito nunca se había producido en el Estado a tal escala, aunque sí sobre y contra pequeños grupos, la mayoría de ellos independentistas catalanes y gallegos. Ha irrumpido una nueva realidad en la vida política estatal cual es la de la manipulación, la criminalización y el fraude-pucherazo en un proceso electoral, todo ello realizado por el Estado, por el partido en el gobierno, y con el apoyo explícito o implícito de la casi totalidad de los partidos legales. Anteriormente se habían dado aumentos cuantitativos en esta dinámica, como la Ley de Partidos, las sucesivas ilegalizaciones de candidaturas abertzales, etc.; estos aumentos cualitativos dieron el salto a una nueva cualidad política, la descrita aquí y la sufrida por cientos de miles de personas. Sobre el accionar de esta ley del aumento cuantitativo y del salto cualitativo, se desarrolla ahora la ley de la negación de la negación que explica que esta nueva realidad ha integrado los componentes fundamentales de la represión en ascenso, pero insertándolos en un proceso nuevo, en su sistema nuevo. Y aunque en un futuro el Estado español no tenga más remedio que echar marcha atrás, que negociar con la izquierda abertzale un proceso de resolución democrática que abra la puerta a un nuevo escenario político, y aunque esta negociación relance las luchas nacionales y soberanistas, así como el internacionalismo consecuente en el Estado, aunque suceda así, que sucederá, no por ello la realidad retrocederá a un estadio anterior al fraude-pucherazo, sino que esta lección innovadora pervivirá en la memoria, en la teoría y en la consciencia alerta y prevenida de las izquierdas revolucionarias, y de amplios sectores sociales. El pasado nunca vuelve del todo, aunque componentes suyos recobren fuerza y vigencia, siempre lo hacen dentro de una realidad nueva. 18.- RESUMEN: La filosofía marxista es un arma imprescindible para la emancipación humana porque, en síntesis, recoge la más general y constante, lo definitorio, de la larga experiencia acumulada durante siglos de lucha antipatriarcal, contra la opresión nacional y contra la explotación asalariada. Porque su objetivo es acelerar el avance al comunismo, por ello mismo, la filosofía marxista bucea hasta lo más hondo del dolor y sufrimiento humano desde sus mismos orígenes, estudiando lo esencial de las respuestas de la humanidad trabajadora, buscando aquellas luchas, conflictos y conquistas colectivas que han dejado un poso inolvidable en la memoria de las clases y de los pueblos, haciendo este crucial trabajo teórico, la filosofía marxista construye un modelo emancipador regido por la exigencia de libertad, conocimiento crítico y objetivo, y autocrítica sincera. Su criterio de verdad es la práctica colectiva e individual, y dice abiertamente que su fin es la transformación revolucionaria del mundo. La filosofía marxista muestra su verdadera efectividad práctica en los momentos de crisis, cuando se van acumulando las contradicciones y las personas, en este caso la juventud, han de responder avanzando o han de retroceder obedeciendo. Es aquí cuando y donde fracasan todas las filosofías habidas hasta el presente, y cuando solamente la marxista indica quién es el enemigo a batir, por qué hay que batirlo y cómo hay que hacerlo. Siendo esto decisivo, no lo es menos la segunda parte: incluso durante la anterior fase, la de acumulación y aumento de las fuerzas y antes de que se produzca el salto revolucionario definitivo, la filosofía marxista advierte que en el mismo instante de la victoria, si ésta se produce, en ese mismo instante ya están apareciendo nuevas contradicciones, problemas desconocidos y riesgos y peligros que aumentarán con el tiempo, lo que nos exige iniciar una nueva lucha. La filosofía marxista es, por tanto, la filosofía de la lucha permanente, de la permanente militancia revolucionaria, porque la vida misma es proceso hasta que finiquita, y mientras dure, cada segundo de existencia, la filosofía marxista indica siempre dónde están bullendo las contradicciones de la vida. Por tanto, es la única filosofía esencial y conscientemente optimista ya que, tras recocer lo común de la experiencia vital humana, descubre que la lucha contra la necesidad ciega e ineluctable y contra la opresión, esta experiencia, es la característica decisiva de nuestra especie, lo que le explica su autogénesis. Si existimos como especie, como colectivo y como individualista es gracias a la contradicción en cualquiera de sus infinitas formas de plasmación. Asumir que la contradicción no es mala sino que, al dominarla, es buena y motor de justicia y libertad, hacerlo así es elaborar una filosofía crítica, optimista y creadora de futuro. Por esto mismo las clases dominantes la odian y la combaten con todas sus fuerzas, demostrando así la veracidad de la filosofía marxista.