Denunciamos que somos víctimas del terrorismo de los niños que cuando les lanzamos bombas de fósforo en lugar de morir al instante bajo la onda expansiva tardan minutos y a veces horas en expirar calcinados. Hay una agresión de las activistas por la paz que se interponen ante las orugas de nuestros tractores que demuelen […]
Denunciamos que somos víctimas del terrorismo de los niños que cuando les lanzamos bombas de fósforo en lugar de morir al instante bajo la onda expansiva tardan minutos y a veces horas en expirar calcinados.
Hay una agresión de las activistas por la paz que se interponen ante las orugas de nuestros tractores que demuelen hogares y retardan nuestro avance mientras crujen sus costillas sus vientres sus cráneos.
Invadimos para detener el terrorismo de las madres que en vez de callar gritan e incluso siguen gritando en nuestros sueños después de que les disparamos uranio empobrecido.
Los muros de las escuelas no se desploman con suficiente rapidez cuando las bombardeamos.
Otra práctica terrorista que no podemos soportar es que elijan democráticamente sus autoridades.
Agresivamente tardan en hundirse ante nuestro ataque los barcos que llevan ayuda humanitaria a las chusmas que bloqueamos.
Basta que amparados en nuestras armas de destrucción masiva rompamos la tregua matando varios de ellos para que nos respondan con cohetes de fabricación casera y guijarros.
El prejuicio con el que se nos trata se evidencia porque la estela de cadáveres que dejamos atrás despide un olor desagradable para molestar nuestra invasión.
En lugar de morir de hambre los pueblos cercados cavan túneles debajo de nuestro cerco para recibir suministros que les permitan prolongar su agonía.
Al contrabandear esos víveres nos impiden cobrar los impuestos que exigimos por permitir pasar a los bloqueados las subsistencias que les envían las organizaciones humanitarias.
Su permanente presencia en su propia tierra es una estrategia perversa que nos obliga constantemente a ocuparnos de enviarlos a ninguna parte.
Nuestra paciencia se agota. No daremos más plazo. Todos deben decidir en cuál lado están en esta guerra.