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Entrevista a Ramzy Baroud

Francia aparece cada vez más como enemiga del mundo árabe

Fuentes: L' Humanité

Traducido para Rebelión por Susana Merino

¿Cómo explica la actual degradación, especialmente sanitaria, que está ocurriendo en la Franja de Gaza?

R.B.: El estado de sitio es permanente. Pero efectivamente, aún considerando los estándares de Gaza, la situación se halla considerablemente degradada. Solo hay agua corriente entre las 2 y las 6 de la mañana. Ya no funcionan los generadores de los hospitales. Los niños enferman a causa de la contaminación de las fuentes de agua potable, la basura y las aguas residuales se arrojan a la calle Estamos mucho más allá de la lógica del castigo colectivo. Me parece que existe por parte de los dirigentes israelíes la voluntad política de acentuar este castigo con el objeto de acrecentar la desconfianza de la población hacia Hamás y hacerle responsable de la degradación de las condiciones de vida. La eliminación de los Hermanos Musulmanes en Egipto ha sido el momento ideal para marginar a Hamás, su rama palestina.

Este es su primer viaje a Francia un país reconocido por su «equilibrada» política hacia Oriente Próximo…

R.B.: Se ha producido un significativo cambio en vuestra política exterior en especial frente a Oriente Próximo: los palestinos consideran a Francia comprometida con el lado israelí. Han perdido la ilusión en cuanto al equilibrio francés, su supuesta simpatía por la causa palestina. Luego de la intervención militar en Libia, luego de la abortada tentativa de bombardear Siria, luego de mi estancia de de seis meses, por cuenta de Al-Jazeera, en los países árabes, he podido advertir que Francia se percibe cada vez más como enemiga del mundo árabe. Ya no se confía en un país claramente identificado como parte del eje Londres-Washington-Tel Aviv.

En su último libro describe a Benjamin Netanyahu como «un hombre malévolo de espíritu torcido» ¿Cómo es que Hollande se mostró tan amistoso en su último viaje a Israel?

R.B.: Trataré de ser lo más educado posible. Pero debo admitir que me pareció un espectáculo absolutamente descorazonador. Algo tanto más incomprensible procediendo del presidente de un país con un pasado revolucionario, que conoció la brutalidad de la ocupación, que comprende lo que es la violencia en un proceso de descolonización, de modo que contemplar a François Hollande manifestar su amor incondicional a los dirigentes israelíes en el mismo momento en que el Gobierno estadounidense desafía la influencia del lobby pro israelí en EE.UU., resulta algo profundamente chocante.

Netanyahu está en la extrema derecha del tablero político israelí y hasta se le podría considerar fascista según algunos estándares políticos internacionales… Podría ser que esta actitud estuviera justificada por el deseo de amalgamar a los dirigentes israelíes ante el problema nuclear iraní, pero cargarlo en la espalda de los palestinos es algo repulsivo.

Veinte años después de los acuerdos de Oslo, en Oriente Medio se están produciendo las mayores agitaciones: Irán normaliza su relación con los EE.UU., Israel coopera estrechamente con Arabia Saudita… ¿Qué impacto puede tener esta evolución en la lucha del pueblo palestino?

R.B.: Se está produciendo un cambio de paradigma en la región. En el futuro se recordará este período como el que cambió la mirada sobre el Cercano y el Medio Oriente. La razón básica procede de los EE.UU.: comprendieron, después de Irak, que no contaban con medios para llevar a cabo una guerra de gran envergadura. Como consecuencia otros actores tratan de llenar ese vacío: El otro factor es la emergencia del pueblo árabe en tanto que entidad política. A mi juicio los analistas han cometido un error al considerar que el levantamiento era una victoria en sí misma. No era el caso. Según mi opinión, significa que Medio Oriente ya no podrá ser gobernado por la alianza entre neocolonialismo occidental y un puñado de dirigentes corruptos y despóticos.. Sin embargo resulta difícil definir a este nuevo actor: no es ciertamente una «sociedad civil» puesto que se halla dividida y fragmentada, como puede observarse en Libia o en Egipto, pero es sin duda una emergencia popular. No existe verdaderamente, en la región, desde hace décadas, una cultura de movilización colectiva. Ese tipo de conciencia tardará mucho en emerger tanto en Yemen como en Bahrein, pero terminará por definir el rostro de Medio Oriente. Veamos el caso de Egipto: las potencias extranjeras, ponían y quitaban reyes. Hoy en día se ven obligadas a ajustar sus actitudes a lo que les permite la población o hace posible el acceso al poder.

El emir de QCatar trató, el año pasado, de apoderarse de Hamás, antes de que su país pudiera desaparecer progresivamente de la escena regional ¿Qué pasó?

R.B.: No existe una verdadera dinámica en Catar. Es un pequeño país que trata de parecer influyente en la escena internacional. Lo único que puede ofrecer es dinero. El dinero permite adquirir una amistad transitoria pero nunca una influencia permanente. Se pueden comprar grupos, militantes, ¿y después? El cheque que le firmó a Hamás se inscribía en la estrategia de recuperación de los movimientos políticos islamistas luego de la Primavera Árabe. Hamás se hallaba en ese momento en una posición nada confortable frente al conflicto sirio y era como obligatorio comprometerse del lado de la oposición armada apoyada por Catar. Los dirigentes de Hamás montaron visiblemente el caballo equivocado.

¿Cómo resolver la creciente desconfianza de la población palestina con respecto a sus dirigentes? ¿Podría la liberación de una figura como Marwan Barghouti cambiar esta situación?

R.B.: La crisis es mucho más profunda como para que pueda ser resuelta por un hombre solo. La clase política palestina depende de la buena fe de sus socios políticos y financieros y hasta de Israel. Si Israel creyera que la Autoridad Palestina constituye un peligro real para sus intereses la debilitaría aún más: los EE.UU., por ejemplo, dejarían de financiar la formación de policías, encargados entre otras cosas en impedir toda clase de lucha armada contra la ocupación israelí. El problema de Hamás es diferente: es un nuevo partido el que acaba de aparecer ante la población palestina como menos corrupto, que no ha renunciado a la lucha armada lo que explica que muchos cristianos residentes en Gaza lo han votado. No se trataba de apoyar a Hamás por lo que realmente es sino por lo que representa. Se trata del mismo fenómeno que explica la popularidad de Hizbulá en el Líbano, que se da mucho más allá de la población chiita. Para volver sobre su pregunta, pienso que la representación del pueblo palestino se resolverá «naturalmente» cuando las circunstancias políticas permitan su emergencia. Lo que no es el caso actualmente.

Ramis Baroud, periodista y escritor palestino de renombre internacional, nacido en Gaza, ha recorrido durante varios meses el Cercano y el Medio Oriente, por cuenta de Al Jazeera. En oportunidad de su primera visita a París, relata a «l’Humanité» su enfoque sobre los cambios regionales que se están produciendo y juzga severamente el nuevo papel que está jugando la diplomacia francesa. Último libro editado: Résistant en Palestine, une histoire vraie de Gaza, ediciones Demi Lune.

Fuente: http://www.humanite.fr/monde/la-france-est-de-plus-en-plus-percue-comme-l-adver-557360

rCR