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François Ascher, mucho más que un sociólogo urbano

Fuentes: Sin Permiso

François Ascher era y es un sociólogo urbano y algo o mucho más. No me refiero al tópico era un gran amigo, una persona entrañable, de buen humor permanente, de inteligencia audaz. Todo esto es cierto pero nada dice a los que no le conocieron. Puede ser más útil, en todo caso más comprensible, referirse […]

François Ascher era y es un sociólogo urbano y algo o mucho más. No me refiero al tópico era un gran amigo, una persona entrañable, de buen humor permanente, de inteligencia audaz. Todo esto es cierto pero nada dice a los que no le conocieron. Puede ser más útil, en todo caso más comprensible, referirse a su personalidad intelectual, a su compromiso político, a su manera de entender la vida y la muerte.

Ascher ha sido un intelectual de amplio espectro y también un profesional del urbanismo reconocido, que recibió en el año 2008 el Premio Nacional de Urbanismo concedido por el Gobierno de Francia y otorgado por unanimidad (por vez primera en la historia) por un tribunal independiente y prestigioso. Como veremos más adelante, con los años amplía considerablemente sus ámbitos de interés, nada de lo que tuviera un significado para entender la sociedad actual, la «hipermodernidad», le era ajeno, desde la política hasta la gastronomía.

Un intelectual con especiales motivaciones políticas, orientado a la acción. Las ciencias sociales cuando se ocupan de la ciudad tienden a centrarse en la dimensión analítica, la descripción, la interpretación, a veces la crítica de realidad. Algunos se aventuran en la prospectiva a partir de las tendencias en curso, exponen contradicciones y demandas sociales. Pero en general no definen opciones, no diseñan propuestas, no se arriesgan. La participación de los cientistas sociales en las políticas urbanas, en el planeamiento especialmente, se ha concretado en infinitos estudios de «diagnosis», que si bien han alimentado consultorías e incluso departamentos universitarios, han tenido una utilidad limitada y una incidencia mínima en los planes y proyectos. Las administraciones públicas por su parte han contratado, en épocas recientes, a sociólogos y similares para la gestión de programas sociales de acompañamiento, pero raramente para participar en el diseño de los grandes proyectos urbanos, de infraestructuras, de ordenación urbanística o de vivienda. Por este camino la elaboración de las políticas urbanas, es decir la determinación del futuro de los marcos físicos de nuestra vida, de los lugares referenciales, de nuestros trayectos cotidianos, de los nuevos espacios urbanos, de las movilidades posibles, se ha dejado en manos de un número limitado de profesionales, principalmente arquitectos e ingenieros, que son obviamente indispensables, pero nunca suficientes. Sobre todo si de lo que se trata es de ofrecer a los responsables políticos el máximo de informaciones y propuestas, para que se orienten en la maraña de tendencias diversas, intereses contrapuestos y resistencias corporativas múltiples. La exclusión, o la autoexclusión muchas veces, de los cientistas sociales del urbanismo facilita que los planes y programas se orienten por objetivos sectoriales, estrechamente funcionalistas, sin otra perspectiva de cambio que el que no va más allá de lo más indispensable para que todo siga igual.

Conocí a François Ascher a principios de los años 70. Desde los inicios nos entendimos. A diferencia de la sociología urbana marxista-estructuralista entonces de moda, Ascher ofrecía puntos de vista atentos a la modernidad, una curiosidad sin límites, una audacia intelectual que sorprendía en alguien que entonces era una brillante joven promesa en la rígida estructura del PC francés y al que no escandalizaba, todo lo contrario, el espíritu crítico y la vocación renovadora de sus amigos italianos y españoles. Su opción por el «partido de la clase obrera», como se definía el PCF, se explica no solo por ser en aquel entonces el principal referente de la izquierda. Ascher nunca se consideró un militante que se «desclasaba» para ponerse al servicio de otra clase, sino que consideraba que el socialismo en democracia correspondía también a sus «intereses de clase», los de la clase media profesional, vinculada a las políticas públicas.

A partir de los años 80 abandonó las responsabilidades políticas partidarias, pero conservó esta vocación de intervención política sobre las dinámicas sociales y una perspectiva que tiene en cuenta las desigualdades sociales estructurales y los proceso que las reproducen. No siempre hemos coincidido en la importancia acordada a los nuevos aspectos de la vida urbana, me parece que él los enfatiza más que yo, pero siempre me ha resultado muy estimulante leerle o escucharle. Si añadimos que es un personaje simpático, que transmite buen humor en todo momento, amable en la discusión y cómplice y generoso con las amistades, es fácil entender que haya sido una constante fuente de estímulo intelectual y felicidad personal el haber disfrutado de la amistad durante muchos años de uno de los sociólogos y urbanistas más interesantes de nuestro tiempo. Y del cual me resisto mucho a hablar en pasado.

Ascher es un sociólogo urbano que entiende que el urbanismo estudia la ciudad para intervenir en ella, acumula conocimientos sobre la ciudad que tienen siempre un carácter práctico, una utilidad social, sin perjuicio que esta acumulación permita generalización, construcción de modelos o tipos y producir bases teóricas para el progreso de la disciplina. Pero el urbanismo se define ante todo por su voluntad de orientar la acción sobre la ciudad, «hacer ciudad», mejorar o reformar la ciudad existente, ordenar su desarrollo, proponer diseños, inventar formas, establecer dialécticas positivas entre espacios construidos y vacíos, y entre éstos y los comportamientos y las aspiraciones sociales. Los sociólogos, como cualquier otra profesión que estudia la vida social, si se ocupan de la ciudad, no diseñarán las formas definitivas, ni formularan las normativas jurídicas, pero tienen la oportunidad de descubrir estos comportamientos y aspiraciones, de evaluar la adecuación del funcionamiento de la ciudad a las demandas colectivas e individuales y de proponer nuevos modos de gestión, nuevas actividades y también nuevas formas urbanas.

Ascher estudió en la Sorbonne (Universidad de Paris) a finales de los 60, es decir vivió el 68 con poco más de 20 años. Es dudoso que siempre sea verdad, aunque a veces lo sea, la brillante sentencia de Paul Nizan: «teníamos 20 años, no permitiré a nadie decir que fueron los mejores años de nuestra vida». Para nuestra generación fueron años exaltantes. Nacidos en las postguerras, los años 40, llegamos al escenario público con ilusiones infinitas, con deseos de cambiar el mundo y convencidos de que teníamos razones y fuerzas para ello. En estos años empezó a florecer una potente sociología urbana de base marxista, que había iniciado Lefebvre, que se expresó en la revista Espaces et Sociétés y que encontró apoyo en algunos centros de investigación en el marco del CNRS (Centro Nacional de Investigación) dirigidos por sociólogos progresistas como Chombart de Lauwe y Touraine. En estos centros iniciaron sus trabajos de investigación entre otros los jóvenes sociólogos vinculados al Partido Comunista y especialmente a su potente área económica como Preteceille, Topalov, Lojkine, Godard y el mismo Ascher, y también otros independientes, como Manuel Castells o Michel Wieviorka. La renovación de la sociología urbana estuvo en estos años influenciada por las corrientes estructuralistas que representó en el campo marxista Althusser y su escuela, claramente diferenciadas del marxismo más historicista de inspiración lefebvriana y más próximo al mundo de la arquitectura, pero representantes de todas estas corrientes se encontraban en la redacción de Espaces et Sociétés (1).

El ambiente innovador de la época, la «revolución cultural» del 68, favoreció esta renovación. La izquierda histórica cambió imagen y discurso, se «refundó» el partido socialista y se produjo la conversión (no duradera) «eurocomunista» del PC. Las nuevas izquierdas post 68 coincidieron con la izquierda histórica en la importancia acordada a la ciudad, al salario indirecto, a la vivienda, a la calidad de vida, al espacio público, al medio ambiente. Los emergentes movimientos sociales de base territorial, de barrio y de ciudad, y también los movimientos «regionalistas» y ambientalistas de defensa del territorio, influyen en la reflexión social y renuevan las prácticas políticas municipales. La revalorización de la democracia local como ámbito de políticas públicas populares de la izquierda se encontró con el discurso participativo y autogestionario de la nueva izquierda representante de las clases medias urbanas progresistas. El «programa común de la izquierda» de los años 70 ofrece una perspectiva de victoria electoral, que se consumará en 1981 con la presidencia del socialista Mitterrand y la presencia de 4 potentes ministros comunistas. La «revolución cultural» del 68 parece fructificar en un cambio político que si no es revolucionario en sentido estricto se inspira en los valores de la época, «el cambiar la vida», un cierto derecho a la felicidad.

François Ascher se inicia en estos años como investigador y se orienta hacia una sociología urbana «intervencionista», es decir vinculada a la reflexión y a la acción políticas. Es responsable de la Comisión «vivienda» del Comité Central del Partido Comunista y sus primeras publicaciones tienen una clara vocación de incidir en las políticas públicas. Es uno de los protagonistas de dos importantes coloquios que producen dos publicaciones influyentes en su época: Urbanisme monopoliste, urbanisme democratique (CERM, 1973) y Pour un Urbanisme (Nouvelle Critique, 1974, con Jean Louis Cohen). Y publica su primer libro Demain la ville? Urbanisme et politique, con Jean Giard (1975). El encanto de este período altamente político se rompe con la ruptura de la «union de la gauche» y la subsiguiente crisis de un redogmatizado PCF del cual Ascher dimite entonces. Como sociólogo está demasiado atento a las nuevas dimensiones de la modernidad, como actor político aspira a obtener resultados concretos, como persona es demasiado «partidario de la felicidad» para soportar la rigidez malhumorada.

A partir de entonces inicia una importante carrera académica, de investigador y ensayista, independiente, pero sin abandonar sus motivaciones políticas y su vocación «práctica». Desarrolla una importante actividad asesora en el poderoso Ministère del Equipement (Plan Construction, Urbanisme et Architecture), en la Federación de Empresas de Obras públicas y en la DATAR (ente estatal para la planificación territorial). Sus campos de interés se amplían al conjunto de fenómenos que permiten analizar las dinámicas urbanas, hacer prospectiva de la ciudad y de las formas de vida: el turismo, los transportes, las identidades culturales, el individualismo moderno, las nuevas tecnologías urbanas, la economía «cognoscitiva», la evolución de la relación espacios-tiempos urbanos, la renovación de los poderes territoriales, etc. (2).

Es uno de los responsables del recién creado Institut français d’urbanisme, centro de formación de postgrado que integra las disciplinas de análisis social con las de intervención sobre el territorio. También es profesor de l’Ecole de Ponts et Chaussées (Caminos), estableciendo así una interesante colaboración de los cientistas sociales con las profesiones duras de la ingeniería y las formalizadoras de la arquitectura. Hasta su enfermedad continuó ejerciendo estas funciones en ambos centros. Ha presidido el «Consejo científico de investigación concertada sobre la ciudad» del Ministerio de Educación y fue uno de los fundadores del Club Villes-Aménagement, que reúne a los directores de los grandes proyectos urbanos y del cual continua siendo uno de los animadores.

Actualmente presidía el Consejo científico del «Instituto para la Ciudad en movimiento» y ha popularizado la noción de «derecho a la movilidad» como una de los objetivos principales de las políticas urbanas, completando así «el derecho a la ciudad» que expuso Lefebvre. En la ciudad actual, en la metapolis o ciudad de ciudades, regiones altamente urbanizadas pero discontinuas, la movilidad es indispensable para poder acceder a la vivienda, al trabajo, al consumo, al ocio, a las relaciones sociales diversificadas, a la multiplicidad de las ofertas urbanas. La autonomía de las personas requiere una oferta multimodal compleja que debe compatibilizar la sostenibilidad y reducir los impactos de los sistemas de transporte en el territorio con el desarrollo de los mismos para garantizar la accesibilidad de todas las personas y de todas las partes del territorio, tanto por razones de funcionalidad como de justicia social.

A partir de los años 90 Ascher se convierte en uno de los «pensadores» sobre la ciudad y sobre la sociedad moderna más destacado e influyente, en Francia y en los medios intelectuales y profesionales de los países europeos y americanos, aunque no fuera ni quiso ser nunca un «gurú» mediático sino un investigador urbano que progresivamente cubrió un amplio terreno de estudio, con gran capacidad de convertir sus análisis en textos comprensibles para públicos interesados y diversos y con audacia para convertir los estudios especializados en fuente inspiradora de propuestas políticas.

En 1994 publica un libro que se convertirá en una referencia del urbanismo de nuestra época: Metapolis. El futuro de las ciudades (Ed. Odile Jacob). El análisis del fenómeno urbano de la «sociedad postindustrial» tiene en esta obra uno de sus textos «clásicos». Desarrolla sus ideas en un libro más «político», en 1998: La República contra la ciudad. Ensayo sobre el futuro de la Francia urbana (Ed de l’Aube), una obra que proporciona pistas para renovar las políticas urbanas de las ciudades europeas, tanto en lo que se refiere a la organización institucional como a la gestión de las movilidades y en general a las nuevas relaciones entre espacios y tiempos en la vida urbana. La reflexión reciente de Ascher sobre la sociedad urbana del siglo XXI culmina con una obra ambiciosa de título imposible: Ante estos acontecimientos que nos superan, simulemos que somos los organizadores. Ensayo sobre la sociedad contemporánea (Ed de l’Aube, 2000). Los grandes temas apuntados en libros y artículos anteriores se desarrollan en esta obra, claramente sociológica: el proceso moderno de «constitución del individuo», la sociedad «hipertexto», el capitalismo «cognoscitivo» o la net-economía, la sociedad de riesgo y las regulaciones colectivas, la «glocalización», la modernización de la política. Se trata de una obra densa, de 300 páginas, destinada a durar.

Esta apertura hacia nuevos campos es constante en el autor. Más recientemente dirigió su interés (nos parece que no solamente intelectual) hacia la gastronomía, como «dimensión reveladora de la vida urbana hipermoderna», y se interesa tanto por el fast food y la macdonaldización que nos acecha como por la sofisticación de Ferrán Adrià, aunque a la hora de elegir, como Vázquez Montalbán al que lee con gusto (nunca tan apropiado), sabe distinguir y elegir bien. El resultado de este interés produce un original libro Le mangeur hypermoderne (Odile Jacob, 2005) y otros temas que citamos más adelante.

Ascher sin embargo no abandona la reflexión y las propuestas de acción sobre la ciudad. A partir de una conferencia dictada en la «Université de tous les savoirs» (3) titulada «El urbanismo frente a la nueva revolución urbana» prepara un libro de síntesis Les nouveaux principes de l’urbanisme (2001, traducido en castellano por Alianza Editorial, 2003, con prólogo del autor de esta nota). Un libro intelectualmente excitante y políticamente eficaz, de reflexión sofisticada y de expresión clara, de lógica implacable y de audacia imaginativa. El análisis sobre la tercera revolución urbana moderna, la que sucede a la ciudad del renacimiento y a la urbe metropolitana de la revolución industrial es la metapolis o ciudad de lugares y flujos actual, se ha convertido en una clave indispensable para el análisis de la sociedad del siglo XXI. Y la última parte del libro, los 20 principios del nuevo urbanismo, es uno de los mejores hilos de Ariadna para entender y hacer urbanismo hoy, un vademecum que ningún urbanista puede ignorar. Nos encontramos ante uno de los mejores textos de síntesis sobre el urbanismo entendido a la vez como reflexión y como práctica, como conocimiento y como acción.

En los últimos años dirige, conjuntamente con Mireille Appel-Muller, el Institut de la Ville en Mouvement (IVM) . Edita dos obras colectivas sobre la Modernidad: La nouvelle carte du temps (2003) y Le sens du mouvement (2004) así como artículos y documentos sobre El azar y la ciudad, El cambio climático, La gobernabilidad metropolitana, Las nuevas tecnologías y la ciudad al alcance de todos, etc. También un libro político tan provocador como imaginativo: La sociedad cambia, la política también (Odile Jacob, 2007). Inventa una gran exposición sobre «La Calle» y dirige un espléndido catálogo de la misma: La Rue est à nous…tous» (IVM-Au diable vauvert, 2007). La exposición recorrerá luego grandes ciudades de Europa, América y China. En América latina entre 2008 y 2009 por el impulso de Andrés Borthagaray (delegado del IVM) y se ha presentado o esta anunciada en Buenos Aires, Rosario, Santiago de Chile, Bogotá, Rio de Janeiro, Sao Paulo y México.

Gravemente enfermo no deja en ningún momento de pensar e informarse, de recibir continuamente amigos/as muy diversos y, cuando materialmente puede, escribe, concede entrevistas, incluso va a dar alguna clase o conferencia. Publica un pequeño y fundamental libro Les nouveaux compromis urbains (L’Aube, 2008), un léxico básico, original y contundente que todos los interesados por el urbanismo en sentido amplio deberían leer.

En estos dos últimos años deberá enfrentarse a un cáncer de riñón extremadamente perverso que pronto se revelará como imparable. Con un coraje y una lucidez extraordinarios afronta la lucha por la vida y la perspectiva próxima de la muerte de una forma que multiplica en su entorno de familiares y amigos el sentimiento de afecto y admiración que le tenemos. Escribe seguramente su libro más original y bello, El diario clínico de un hipermoderno (2008, traducido por Alianza Editorial 2009). Es una obra en forma de cartas a personas muy próximas. Analiza su enfermedad y la relación del enfermo con el sistema de salud, su entorno, el mundo. Hace balance de su vida profesional y política, reflexiona sobre la pareja («libres juntos»), escribe con inteligencia y emoción a sus hijas, dialoga con algunos de sus más íntimos amigos. Siempre relaciona la dimensión individual con la nueva sociedad «hipermoderna» o «hipertexto», caracterizada por la multiplicidad de relaciones. Un libro tan brillante como emotivo.

En el acto privado de despedida que reunió a dos centenares de familiares próximos y amigos queridos, en el cementerio parisino del Père Lachaise, Elisabeth, su compañera, nos pidió a Christian Topalov y a mí que interviniéramos como amigos de muchos años, compañeros de militancia política y colegas profesionales. Fue un momento difícil pero en los breves minutos que pude hablar hasta que la emoción fue más fuerte pude expresar lo que sentía con más fuerza. Una persona querida no se muere mientras está viva en nuestro recuerdo, mientras mantenemos el diálogo con ella, mientras compartimos sus intereses y sus valores, mientras no olvidamos su ejemplo de vida.

 

 

NOTAS:

(1) La revista Espaces et Sociétés, de gran influencia internacional en los años 70 y 80, estuvo dirigida por Henri Lefebvre y Anatole Kopp. El secretariado de la revista era plural: Manuel Castells, el sociólogo Raymond Ledrut (colaborador de Chombart de Lauwe), el recien fallecido arquitecto Pierre Riboulet, el geógrafo Michel Coquery (discípulo de Pierre George), el economista comunista independiente Jean Pronteau y en Consejo de redacción o colaboradores habituales se encontraban los jóvenes sociológos marxistas entonces vinculados al PC como Topalov, Preteceille, Godard, Lojkine, Bleitrach, Duclos y Ascher. En ella participaron investigadores como junto a profesionales-activistas del 68, unidospor una doble motivación intelectual y política. Y es interesante notar el hecho novedoso de la convivencia entre cientistas sociales como los citados, o Bernard Kayser, Alain Lipietz,Gustave Massiah, Jean Remy, Paul Vieille, etc con arquitectos y planificadores como el citado Riboulet, André Bruston o el reciente premio nacional de urbanismo Bruno Fortier. En los números 4 y 6-7 (1973) empieza a colaborar Ascher con artículos sobre la «economía urbana» y «la producción del habitat». Y en el número siguiente y en otro posterior escribe el autor de esta nota. La revista fue «internacional» desde sus inicios, tanto por su temática como por sus colaboradores. En su número 1 colabora Habsbawn y Segre escribe sobre la arquitectura cubana, en el 2 de Michelis y Venturi sobre Bolonia, el número 3 está dedicado a América latina, en el 5 Ferrarotti analiza Roma y Vandershuren la lucha por la vivienda en Chile, en números posteriores encontramos a Chris Pickvance (sobre las revindicaciones urbanas en el Reino Unido), a David Harvey y John Mollenkof (sobre la crisis urbana en Estados Unidos), a Nuno Portas (entonces secretario de Estado de vivienda en el Portugal post 25 de abril), etcPor cierto el número 19 (1976) está dedicado en gran parte a aun dossier sobre Crisis urbana y luchas democráticas en España, coordinado y en parte escrito por el autor de este prólogo. (2) Ascher ha publicado numerosos artículos en revistas de urbanismo y de ciencias sociales tanto francesas como de otros países. En España un texto suyo fue publicado en el nº 2, 1974, de los Documents d’Anàlisi Geogràfica, publicación del Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona que entonces coordinaba el autor de esta nota. Para completar las referencias bibliográficas, ante la imposibilidad de incluir aquí sus artículos nos limitamos a citar sus principales colaboraciones en libros colectivos en los que ha sido coordinador y colaborador:

-Les territoires du futur (Ed de l’Aube-Datar, 1993)

-Le logement en questions. Continuités et ruptures (Ed de l’Aube,1995)

-Ville et développement. Le territoire en quête de sens, con D.Béhar, A..Etchegoyen, R.Fraisse. (Ed. Textuel 1998)

-La RATP, outil du service public de la mobilité et acteur du

dynamisme francilien , en el libro colectivo Quand les transports deviennent l’affaire de la Cité (Ed de l’Aube 1999)

-Modernité, la nouvelle carte du temps, editor junto a Francis Godard (Ed de l’Aube-Datar, 2003)

-Modernité : Le sens du mouvement (Belin, 2004).

A los libros, de autoría individual hay que añadir una obra anterior: Tourisme. Sociétés transnationales et identités culturelles (publicación de la Unesco, en francés e inglés, 1984). (3) L’Université de tous les savoirs fue un ciclo de 366 conferencias, celebrado del 1 de enero al 31 de diciembre del año bisiesto 2000, una diaria, incluídos los festivos. Se han publicado en tres grandes volumenes: ¿Qué es la vida?, ¿Qué es el hombre? y ¿Qué es la sociedad? (Ed. Odile Jacob, 2000, 897 pags). La conferencia de Ascher está incluída en este tercer volumen, en la tercera parte, dedicada a La ciudad global.