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Gabriela Mistral, a 60 años del Nobel

Fuentes: BBC Mundo

Hace exactamente 60 años, el 10 de diciembre de 1945, la poetisa chilena Gabriela Mistral recibió el primer premio Nobel para su país y para América Latina.

«Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa», dijo, luego de que el rey Gustavo V de Suecia le diera el galardón.

Seis décadas después, Mistral sigue siendo la única mujer escritora de la lengua de Castilla que ha recibido el premio sueco.

Su poesía, sin embargo, es prácticamente desconocida hoy en día, con la excepción de algunas de sus obras para niños, que aparecen en los manuales de enseñanza primaria de varios países de América Latina.

Libros suyos que marcaron época, -como Desolación (1922), Tala (1938) y Lagar (1954)- esperan por ser redescubiertos.

Un viento llamado mistral

Lucila Godoy Alcayaga nació el 7 de abril de 1889, en el pueblo de Vicuña, en el norte de Chile.

Desde los 14 años comenzó a trabajar de maestra y más de una vez dijo que ésa era su verdadera vocación y que la poesía era algo secundario.

Adoptó su seudónimo, según dijo, sobre todo porque sentía «un gran amor por el viento», que para ella era «uno de los elementos más espirituales» y descubrió que había un viento que se llamaba mistral.

De los vientos, de los ríos, de los cerros, se enamoró en la aldea andina de Montegrande, a pocos kilómetros de Vicuña, en el valle del Elqui, donde pasó casi toda su infancia.

«Me conozco sus cerros uno por uno. Fui dichosa hasta que salí de Montegrande; y ya no lo fui nunca más», dijo.

Allí todavía está la escuelita donde aprendió de niña. También allí, sobre una colina -como pidió en su testamento- descansan sus restos.

Relación difícil

Gabriela Mistral murió de cáncer en Nueva York, Estados Unidos, en enero de 1957.

Desde que salió de Chile en 1922, sólo regresó tres veces. Sentía que en su país la habían tratado con mucha injusticia.

«Yo soy Lucila Alcayaga, alias Gabriela Mistral, primero me gané el Nobel y después el Nacional», contaba con ironía luego de que, cinco años después del premio sueco, le dieran el Premio Nacional de Literatura de Chile, que no fue a recibir.

Cuando obtuvo el Nobel tampoco fue a Chile: sólo lo hizo, brevemente, nueve años después y la recibieron como a una diosa.

Pero como una diosa también se comportó y en algunos lugares donde no fue feliz, prefirió no detenerse.

Cuentan que aquí mismo, en Temuco, donde había enseñado durante dos años poco antes de irse al extranjero, la gran poetisa y pedagoga de renombre internacional no salió del tren a saludar a las niñas que esperaban con flores junto a la estación.

Ella consideraba que esta ciudad, «como tantas del país», tenía un nivel de cultura muy bajo y decía que había sido insultada por un senador local, quien la había acusado de «intervenir en política».

El otro Nobel

Fue en esta ciudad del sur de Chile donde la conoció un niño que también recibiría el Premio Nobel de Literatura.

Gabriela Mistral era directora del Liceo de Niñas de Temuco y ya era conocida por sus «Sonetos de la muerte» -por los que había sido premiada en los Juegos Florales de Santiago en 1914- cuando un muchacho delgado y tímido, Neftalí Reyes Basoalto, le mostró sus primeros poemas.

Muchos años después, en 1965, aquel joven, ya conocido mundialmente como Pablo Neruda, le contó a la BBC sobre sus primeros encuentros con Mistral.

«Gabriela me dio la deslumbrante sensación de un ser que, completamente local, terrestre, chilena, tenía una mirada universal -o sea, cuanto acontecía en el mundo- y un espacio vital en su lectura y en su capacidad intelectual que, verdaderamente, fue una enseñanza y una lección para mí».

«Con su regia sonrisa, sonrisa tan franca y deslumbrante como pocas he visto, ella me tendió los primeros libros de la gran novela europea, en especial ella prefería la novela inglesa de la época y la gran novela rusa, que pasó a ser, poco después, la literatura más frecuentada por los escritores de mi generación de América y de España».

«Gabriela Mistral, en ese sentido, me abrió las puertas de una gran literatura que hasta ese momento era desconocida para mí».

Nota de BBCMundo.com:
http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/misc/newsid_4468000/4468032.stm