Néstor Kohan: ¿De todas las organizaciones que originariamente constituyeron el FMLN a cuál pertenecías vos y cómo te integraste a la lucha revolucionaria en El Salvador? Comandante Rebeca: Yo llegué a formar parte de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), en el año 1973. Tenía entonces 17 años. Ingresé en la FPL porque originariamente estuve […]
Néstor Kohan: ¿De todas las organizaciones que originariamente constituyeron el FMLN a cuál pertenecías vos y cómo te integraste a la lucha revolucionaria en El Salvador?
Comandante Rebeca: Yo llegué a formar parte de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), en el año 1973. Tenía entonces 17 años. Ingresé en la FPL porque originariamente estuve organizada en un movimiento católico que estaba orientado en los principios de la teología de la liberación. Entonces, a partir de una práctica más política, desde el compromiso religioso, pasé a la comprensión de la necesidad de la lucha armada y a un planteamiento político más integral, marxista leninista, que lo encontré en las FPL. Así entré yo a las FPL.
N.K.: ¿Fue fácil conjugar el cristianismo revolucionario y el marxismo?
Cmnte Rebeca: Bueno, hoy en día yo reflexiono sobre ello, pero en aquel tiempo, cuando yo ingresé a las FPL, no me cuestionaron que yo fuera católica. Pero teníamos un plan de formación muy estricto. Y entonces parte de nuestra formación consistía en estudiar un librito titulado ¿Qué es filosofía?. Y entonces a partir de allí nos introdujeron en el materialismo histórico y dialéctico, en la crítica de la religión, el porqué no había que ser idealista sino materialista, y bueno… me pareció lógico, y entonces le puse «borrador» a las ideas religiosas porque el peso del compromiso político y la convicción de que para el pueblo era necesario todo lo que estábamos haciendo y tener una explicación más científica me fue suficiente. Con el paso del tiempo yo he reflexionado más y creo que hay muchos valores dentro de la teología de la liberación, dentro del cristianismo, que si se aplican a la realidad social necesariamente necesitan del marxismo leninismo con toda su filosofía y entonces hoy yo digo que soy cristiana, no me hago problema si existe o no existe dios, pero creo que esos valores son válidos y que deben ser aplicados con un análisis correcto de la realidad y con una posición de clase, de género, muy definida, que nos permita avanzar hacia una sociedad justa. Entonces, como estaba jovencita, tenía entonces 17 años, pues no hacía entonces un gran conflicto… el conflicto me lo hice más de grande [risas].
N.K.: ¿En qué instancias religiosas participabas en esa época?
Cmnte Rebeca: Pues yo participaba de las juventudes estudiantiles católicas. Era un movimiento laico que había en toda América Latina que trabajaba por promover dentro de los estudiantes de secundaria una conciencia social y un sentido del compromiso. Además, estábamos bastante impactados por todo el planteamiento de la conferencia episcopal de Medellín del CELAM de 1968…
N.K.: Y por Camilo Torres…
Cmnte Rebeca: ¡Por supuesto que por Camilo Torres! Camilo era como una fuente de inspiración muy grande para nosotros; la gesta de los Tupamaros fue muy importante también, y todo lo que se presentó con la situación de Chile -se produjo justo en el año en que yo ingresé a la guerrilla- que en su conjunto conformaron un cuadro de mayor compromiso. Ese mismo año, en El Salvador, compitió la izquierda junto con la democracia cristiana… Por supuesto que en ese tiempo yo ya estaba en algo más radical, ya no estaba en la cosa electoral… Pero hubo un fraude tan extraordinario que para muchos jóvenes, sobre todo estudiantes, maestros y a algún sector obrero, terminó de darle sentido a la necesidad de contar con una estrategia político militar.
N.K.: ¿Cuándo nacieron las Fuerzas Populares de Liberación (FPL)?
Cmnte Rebeca: Las FPL nacieron el 1º de abril de 1970.
N.K.: Vos ingresaste en 1973…
Cmnte Rebeca: Sí, yo ingresé en la FPL en mayo de 1973. Ese año nos pusimos nombre. En 1972, cuando yo era colaboradora y todavía no militante, no teníamos nombre. En 1973 la organización pasa a denominarse FPL Farabundo Martí.
N.K.: ¿Cuál era la estrategia política de las FPL?
Cmnte Rebeca: Nuestra estrategia era de guerra popular prolongada. Se explicaba así: «Guerra» porque frente a una dictadura militar que había cerrado todos los espacios pacíficos y político-electorales había que combatir con las armas en la mano, había que combatir para derrocar a la dictadura militar que imposibilitaba a sangre y fuego cualquier vía de transformación revolucionaria en el país. Por eso era guerra. Porque aunque en ese momento promovíamos una estrategia político-militar su eje principal era la lucha armada. «Popular» porque partíamos de la premisa de que debía ser la guerra de todo un pueblo y no un foco guerrillero que se separara de la población. Debía incorporar a todo el pueblo a la lucha -en sus diferentes formas de lucha- teniendo como eje principal la lucha armada. Y «prolongada» porque partíamos de una correlación de fuerzas que la sabíamos absolutamente desigual y en contra nuestra. Y sabíamos que llegar a construir la capacidad de fuerza para derrotar al enemigo requería de un largo proceso de lucha político y militar. Entonces nuestra estrategia era una guerra popular y prolongada que tenía como objetivo llegar a una sociedad socialista.
N.K.: ¿Cuál era la base social con la que contaban o a la que apuntaban para realizar esa estrategia?
Cmnte Rebeca: Bueno, nos basábamos en la alianza obrero campesina como alianza principal con la hegemonía de la clase obrera pero también abierta a la participación de los sectores medios de la población.
N.K.: ¿Qué papel jugaba el enfrentamiento con el imperialismo dentro de esa estrategia de guerra popular prolongada?
Cmnte Rebeca: Nosotros conceptualizábamos que nuestra lucha debía ser necesariamente antiimperialista porque la burguesía criolla era aliada del imperialismo. No se podía comprender a la burguesía criolla desligada de su alianza con el imperialismo norteamericano. Nosotros considerábamos que «nuestra» dictadura militar tenía un carácter fascistoide, pues si bien aplicaba algunos métodos fascistas, dada la situación histórica del país no era un clásico gobierno o bloque en el poder de carácter fascista. Era más bien un capitalismo dependiente neocolonial con una dictadura militar a su servicio.
N.K.: Resulta interesante que ustedes le llamaran «burguesía criolla» y no «burguesía nacional»…
Cmnte Rebeca: Sí, es cierto, nosotros conscientemente le decíamos «criolla» porque no le atribuíamos ningún sentido «nacional» frente al imperialismo. Por ejemplo el proceso de industrialización en El Salvador nace de una gran alianza con los Estados Unidos. Anteriormente la explotación del café y otros productos fueron pensados como parte de una economía en función de las potencias imperialistas, particularmente de Estados Unidos.
N.K.: En el momento de ingresar a las FPL ¿qué influencia tuvieron el ejemplo del Che Guevara y toda la experiencia de la revolución cubana?
Cmnte Rebeca: Nosotros, verdaderamente, tomamos una gran inspiración tanto del Che Guevara como de la revolución cubana en su conjunto. En nuestros análisis nosotros planteábamos que el ejemplo del Che Guevara y el ejemplo de la revolución cubana lo retomábamos en varios sentidos. Primero, en el sentido de que la viabilidad de una lucha revolucionaria político militar podía ser exitosa a pesar de toda la ofensiva que el imperialismo había lanzado contra Cuba. Eso era realmente una gran inspiración. Por otro lado el carácter ético e internacionalista del Che Guevara era otro elemento que nos nutrió muchísimo a la hora de adoptar nuestras decisiones políticas de vida.
N.K.: ¿Por qué adoptaban el nombre de Farabundo Martí y cómo fue el proceso de integración con otras organizaciones revolucionarias de El Salvador bajo ese mismo nombre?
Cmnte Rebeca: Adoptamos el nombre de Farabundo Martí porque en nuestro país, en El Salvador, en 1932 se dio quizás la primera insurrección obrero campesina de América Latina. ¡Crearon incluso un soviet! Eso duró muy poco tiempo. Esa rebelión se dio en el marco de la depresión de los años 30 y fue liderada por el naciente Partido Comunista que entonces dirigía Agustín Farabundo Martí y lo que se llamaba La Regional que en El Salvador era como una confederación obrera campesina centroamericana que surgió en aquellos tiempos. Entonces Farabundo, junto a Feliciano Ama, un líder del movimiento campesino e indígena de El Salvador, Francisco Sánchez, Emiliano Zapata y seguramente algunas mujeres -que la escritura oficial de la historia no ha visibilizado pero seguro que debió haber mujeres- dirigieron esa gran gesta que fue masacrada y en la cual… ¡exterminaron a 30.000 campesinos en un mes! Lo hizo un dictador militar que prácticamente instauró el período de la dictadura militar en El Salvador. Entonces Farabundo Martí es para nosotros como el primer marxista, el primer revolucionario que se logró vincular con los sectores populares y llevar adelante la primera lucha obrero campesina en el siglo XX en El Salvador.
N.K.: Farabundo había militado y trabajado políticamente con Sandino…
Cmnte Rebeca: Efectivamente. Él había estado anteriormente con Sandino en Nicaragua. Farabundo fue desde siempre un hombre centroamericanista e internacionalista. Por eso nosotros nos identificamos con él y adoptamos ese nombre. Y nos llamamos Fuerzas Populares por lo mismo, por el carácter popular de nuestra lucha. Nos llamamos de liberación por el carácter antiimperialista de nuestro proyecto.
N.K.: ¿Cuál fue el momento de inflexión en la conformación de la unidad revolucionaria en El Salvador?
Cmnte Rebeca: Bueno, yo pienso que ya para 1980 nosotros logramos generalizar la lucha revolucionaria en nuestro país y llegamos a amplísimos sectores del pueblo. Pero también habían surgido otras organizaciones político militares. Estaban el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el Partido Revolucionario de los Trabajadores centroamericanos (PRTC), la Resistencia Nacional (RN) y el Partido Comunista que en 1978 se decide a apoyar los esfuerzos de lucha armada que había en el país. Entonces se da una crisis muy importante al interior del Ejército y la dictadura militar. Se produce mayor represión y al mismo tiempo un auge generalizado de las luchas. Esta situación nos llevó, a cada una de las fuerzas revolucionarias, a la comprensión de que deberíamos unificarnos para empujar juntos en la estrategia para el nuevo período que se avecinaba. Además ya se habían superado algunos elementos políticos que impedían la unidad. Por ejemplo, durante el período previo, el Partido Comunista (PC) no aceptaba nuestra estrategia de lucha político militar, por lo tanto no nos podíamos aliar ni unir.
N.K.: El PC tenía una estrategia más institucional y parlamentaria…
Cmnte Rebeca: Sí, totalmente. Tenía una estrategia electoral y parlamentaria. Además, por ejemplo, el ERP de aquel tiempo tenía una definición más prochina y nosotros, las FPL, teníamos una visión más autodeterminada. Entonces la práctica nos llevó a superar los problemas de la lucha ideológica. ¡Así fue! ¡En la calle superamos esos problemas que nos dividían! Y entonces se dieron las condiciones para crear el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).
N.K.: ¿El PRTC tenía una inclinación más trotskista?
Cmnte Rebeca: Pues mira, el PRTC y la RN son ramales desprendidos del ERP. En el PRTC había más influencia un poco más trotskista y marxista, mientras que la RN también tenía influencia marxista pero había más pluralidad en los planteamientos, al igual que en el ERP. La Resistencia Nacional surge después del asesinato de Roque Dalton. La RN es la organización que surge cuando es reprimida la orientación política de Roque Dalton, Milagros Ramírez y otros dirigentes que cuestionaban el militarismo del ERP. El ERP tenía una visión más militar que política y una visión más insurreccional.
N.K.: Vos mencionás a Roque Dalton, un compañero muy querido y admirado por todos nosotros. ¿Cuál es el papel de Roque en el surgimiento de estas organizaciones revolucionarias?
Cmnte Rebeca: Roque Dalton se incorpora al ERP y, desgraciadamente, muy tempranamente, es asesinado. Roque va a El Salvador a incorporarse a la lucha, en la clandestinidad. ¡Pero el poeta revolucionario cae, para colmo, en la organización más militarista!. Entonces yo me imagino, porque no estuve dentro del ERP, que las propuestas suyas más frescas, de relación con el pueblo, la orientación de desarrollar otros ámbitos de la lucha, entraron en contradicción con la visión más estrictamente militarista del ERP.
N.K.: Aún con diferencias con las visiones más militaristas, Roque propiciaba la lucha armada…
Cmnte Rebeca: ¡Por supuesto!. Roque se integra en la lucha armada porque comparte su necesidad y porque está de acuerdo en desarrollar una estrategia político militar pero tiene un enfoque más integrador, más integral. Cuando Roque es capturado, nuestra organización, las FPL, intercedió por él. Mi hermano estaba de jefe de todas las FPL en esos días porque Marcial [comandante de las FPL] estaba fuera del país. Entonces mi hermano me contó que a Roque lo tenían capturado y lo acusaban de ser «agente de la CIA». Por entonces nosotros, las FPL y el ERP teníamos contactos de seguridad. Aunque no estábamos unidos nos pasábamos información, por ejemplo cuando sabíamos que el Ejército estaba vigilando casas y esas cosas. Entonces ellos, los del EP, le contaron a mi hermano que tenían capturado a Roque y a otro compañero que se llamaba Pancho por ser «agentes de la CIA». Entonces mi hermano me contaba que las FPL le plantearon al ERP la cuestión de cómo demostraban que Roque era «agente de la CIA»… Le preguntaban si tenían pruebas, si habían hablado con Roque, si Roque había aceptado o había aclarado… Entonces le preguntaron qué juicio le iban a hacer, con qué defensa, con qué procedimiento… Por entonces nosotros, las FPL, aún en la clandestinidad, teníamos garantizado de que no hubieran juicios de ese tipo, juicios en los que terminemos matándonos entre nosotros mismos… entre los propios revolucionarios. Ellos respondieron que se le iba a hacer un juicio. Entonces las FPL solicitaron que, aunque no fuéramos integrantes del ERP, queríamos estar presentes en ese juicio a Roque. El ERP respondió que sí. Entonces cuando mi hermano fue al contacto, cuando fue a contactarlos ellos le respondieron «Fíjate que ya no va a haber juicio porque ya lo matamos».
N.K.: ¿Sin juicio?
Cmnte Rebeca: Sin juicio… ¡Y eso a mí me consta porque mi hermano estaba metido en eso directamente! Mi hermano era, como te dije, de la dirección de las FPL y estaba en esas relaciones con el ERP. Mi hermano murió después. Por eso fue que nosotros, como FPL, fuimos muy reticentes a la incorporación del ERP al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Porque nosotros conocíamos esas prácticas… A tal punto que más tarde, nosotros nos dedicamos a clandestinizar a los integrantes de la Resistencia Nacional (RN) que los del ERP querían matar… En el «divorcio» del ERP nosotros, las FPL, tuvimos que apoyar a las RN para que no los mataran. Finalmente les dijimos al ERP: «Ustedes matan solamente a un compañero más y nosotros vamos a denunciarlos públicamente y vamos a iniciar una campaña contra ustedes». Porque ya andaban persiguiendo y emboscando a integrantes de la RN. Así fue esa historia triste.
N.K.: Antes de que lo acusen Roque ya había escrito ese libro maravilloso titulado Un libro rojo para Lenin… ¿no es cierto?
Cmnte Rebeca: Sí, es verdad, lo había escrito antes.
N.K.: ¿La militancia joven de El Salvador leía ese libro de Roque?
Cmnte Rebeca: ¡Claro! ¡Claro! Aun con la dictadura y la clandestinidad, Roque era muy leído por toda la juventud de nuestro país, por los estudiantes, los universitarios pero no sólo por la gente más radical. Roque tenía un ascendiente moral muy grande en toda la juventud progresista de El Salvador.
N.K.: Vos llegaste a ser comandante del FMLN…
Cmnte Rebeca: Sí, fíjate que sí…
N.K.: ¿Ya eras comandante en las FPL antes de que se constituyera la unidad de las cinco organizaciones?
Cmnte Rebeca: Sí, en las FPL había ciertos criterios para ser comandantes. Yo creo que en total llegamos como 14 a ser comandantes. La comisión política era la comandancia general de nuestra organización. Todos los miembros de la comisión política eran comandantes revolucionarios y estaban dirigiendo el trabajo político militar. Los que cumplíamos uno de estos dos requisitos: haber dirigido militarmente un frente de guerra o haber dirigido militarmente un batallón en adelante…
N.K.: ¿Qué significa «en adelante»?
Cmnte Rebeca: Significa un batallón, dos batallones, una brigada, etc. Entonces los que cumplíamos uno de estos dos requisitos podíamos tener el grado de comandante. Yo fui jefa de dos frentes guerrilleros. Por un período fui jefa del frente para central y en otro período fue jefa del frente occidental. Entonces cumplía las condiciones de haber dirigido tropa, de haber dirigido el mando, de haber sido responsable de la defensa de una zona grande y de haber asumido ese trabajo. En esas condiciones me otorgaron el grado de comandante.
N.K.: ¿La comandancia del FMLN?
Cmnte Rebeca: La comandancia de las FPL.
N.K.: ¿Cuántos guerrilleros tenía cada uno de esos frentes?
Cmnte Rebeca: Bueno, eso depende. Fíjate que en el frente para central teníamos dos batallones de unidades móviles que podían desplazarse. Eso significa que eran como 1.000 (mil) personas, con el aparato logístico como 1.300 personas. Esas unidades móviles no estaban ligadas a la defensa del terreno. Eran unidades que podían concentrarse para golpear al enemigo en puntos clave sin problema de abandonar terreno porque su misión principal consistía en buscar las unidades del enemigo donde estuvieran y no tanto la defensa del terreno. Aparte de eso teníamos dos batallones y su logística, una unidad de armas de apoyo que podía acompañar, o bien a la guerrilla o bien a las milicias o bien a las unidades móviles. Allí teníamos camiones, ametralladoras, etc. Esa era una unidad como de 150 personas. En cada región del frente había un destacamento guerrillero. Entonces nosotros teníamos cuatro destacamentos guerrilleros, más o menos de 100 ó 125 personas que eran guerrilleros a tiempo completo en la lucha armada pero que operaban contra el enemigo en su zona. Se concentraban pero dentro de su zona. No podían moverse dentro del frente ni fuera del frente para otro tipo de operaciones. Emboscaban en carreteras, limpiaban los puestos de paramilitares de su zona, esos eran los destacamentos guerrilleros. Eran cuatro: 400 personas. Y además estaban las milicias de autodefensa, que eran personas que vivían dentro de las comunidades campesinas que había dentro de cada frente de guerra, participaban del poder local en cada una de sus comunidades, y eran directamente los encargados de la defensa de la población civil y de enfrentar todo lo que era la autodefensa para los grandes operativos militares. A su vez la milicia era una poderosa fuerza de apoyo junto con la población civil para el abastecimiento de las unidades guerrilleras y de las unidades móviles. Por todo el frente para central había en total unas 3.000 personas en armas, si se suman las 1.300 a todo el resto.
N.K.: ¿Todo esto que me relatás hace referencia a las FPL, antes de la unidad en el FMLN?
Cmnte Rebeca: Sí, las FPL. Y de ahí nos mandan al frente occidental, que era al revés… ¡Ahí teníamos cuatro gatos! [risas]. Ahí éramos como 60 (sesenta) y además muy móviles porque las zonas no eran controladas sólidamente. Se decían controladas pero yo que venía de San Vicente cuando llegué allí me sentí en el infierno [risas]. Había una gran movilidad. El enemigo entraba a cualquier rato, y entonces nos dieron una misión. A ese frente las Fuerzas Armadas del estado nunca le metían batallones de elite… porque operaban muy poco. Entonces mi tarea consistía en llevarme para esa zona un batallón de elite del enemigo al menos una semana una vez al mes. Entonces yo tenía que estar golpeando y golpeando hasta que llegaba el bendito batallón de elite [risas] y entretenerlo allí una semana para alivianar las zonas más de retaguardia. Esa misión la cumplimos bien. Al final del tiempo que estuve allí llegamos a tener, unos 700 guerrilleros y guerrilleras. Es decir que en la relación con la población llevamos adelante un trabajo de reclutamiento y entrenamiento y consolidamos una retaguardia propia. Eso nos permitió tener mayor incidencia y estar más seguros de tener cada mes al batallón elite y, por otro lado, tener un asentamiento para tener no sólo el trabajo militar sino también el trabajo político. El trabajo político se dirigía desde el frente hacia las zonas urbanas y hacia las zonas entre lo urbano y el frente. Allá teníamos gente trabajando que dependía de la dirección político militar de cada frente.
N.K.: ¿Había muchas comandantes mujeres?
Cmnte Rebeca: Bueno, hubo algunas. En mi organización es algo bastante cruel porque viva, sólo yo estuve en ese cargo, fíjate. A las demás se las nombró después de muertas que es una cosa como del machismo, ¿verdad? Porque hay como cuatro compañeras más que se desarrollaron bastante bien, dirigieron zonas importantes, fueron de los mandos superiores, y sólo llegaban al grado de capitán. Ya muertas, por su ejemplo y todo eso, obtuvieron el grado de comandantes. Allí están la compañera Ruth, la compañera Susana y la compañera Coralia, las más importantes que lograron en mi organización el grado de comandante.
N.K.: Eso a nivel de comandantes. Y en el plano combatiente: ¿había muchas mujeres guerrilleras?
Cmnte Rebeca: Sí, cuando las Naciones Unidas hicieron el censo de guerrilleros y guerrilleras, nosotras éramos el 35%.
N.-K.: ¿En las FPL o en todo el FMLN?
Cmnte Rebeca: En todo el FMLN. En las FPL había una mayor presencia de mujeres en los mandos medios y superiores de la guerra. Porque en las otras organizaciones que luego integraron el FMLN yo nunca conocí mujeres que dirigieran militar y políticamente zonas. ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! Sin embargo, nosotras tuvimos el mando de la zona de Cinquera [¿?, inaudible], el mando de la zona militar de Chalatenango, el mando de la periferia inmediata de San Salvador bajo mujeres que se destacaron con excelencia en esas tareas y que cayeron en combate.
N.K.: En los relatos legitimantes de la sociedad patriarcal, por lo menos en América Latina, se suele asignar a la mujer el rol tradicional de «preservar la vida», de «ser madre» y todo eso. ¿Cómo viviste vos esos temas con tu participación en la lucha armada por el socialismo?
Cmnte Rebeca: Mira, la guerra civil ya desatada duró 12 (doce) años en El Salvador. Entonces tuve diferentes experiencias. Primero a nivel personal. Porque yo tuve mi hijo al comienzo de la guerra, en 1974. Cuado estaba en la clandestinidad tuve a este hijo. Pero después, en plena guerra, tuve a mi segunda hija. Fueron vivencias diferentes pero tenían un común denominador: un gran renunciamiento de parte de las mujeres a poder desarrollar su maternidad con sus hijos. Tener hijos era «para un rato» porque sabías que después no ibas a poder atenderlo, lo colocabas en casa de algún pariente o de alguien. Tanto en el FMLN como en las FPL eso era una situación muy difícil porque las mujeres embarazadas salían del frente de guerra, iban a tener sus hijos afuera, cuando regresaban, volvían sin su hijo… eso se siente como si te hubiesen hecho una amputación sin anestesia. ¡Horrible! Cuando regresaban al frente, las mujeres casi siempre se encontraban al compañero ya acompañado de nuevo, con lo cual se encontraban sin compañero. Además, cuando regresaban al frente, la mayoría eran trasladadas a otras tareas. Normalmente las tareas que les eran asignadas eran de menor rango y además eran criticadas porque se deprimían al haber dejado a sus hijos o porque llegaban tristes. No había una claridad en lo que se podía vivir en todo este fenómeno. Y de esto ¡no escapaba nadie! Fíjate que yo estaba en un frente importantísimo y después que nació mi hija me mandaron al frente occidental, ya te conté. Claro que yo lo tomé como un desafío, como un reto, pero era una política muy sexista. Creo que durante la clandestinidad había menos sexismo que durante la guerra civil propiamente dicha.
N.K.: ¿A qué atribuís esa diferencia?
Cmnte Rebeca: Yo lo atribuyo a que al ser más fuerte el peso militar en esa fase de la lucha llevó a que las cualidades masculinas se consideraran como si fueran más revolucionarias que las femeninas. Eso sí es expresión del sexismo. ¿Cómo te explicás que nosotros tuviéramos 35% de combatientes guerrilleras, mujeres, y que hubiera tan pocas comandantes mujeres? Yo calculo que en el FMLN hay como unos 60 (sesenta) ó 65 (sesenta y cinco) comandantes, a un promedio de unos 11 (once), aproximadamente, por partido -eran cinco partidos los que integraban el FMLN-; unos más otros menos. Nosotros, el FPL, éramos muy grandes, éramos como el 40% de la tropa del FMLN. Y entonces andá a buscar a las mujeres comandantes… ya te dije, cuatro de nosotras, pero tres ya muertas; viva, sólo yo. Ahí estaban Ana Guadalupe, Lidia, Lisa, Mariana, Dalia y… paremos de contar. ¡Hasta ahí! ¡Es increíble! No había un reconocimiento del aporte que daban las mujeres.
N.K.: ¿Cómo era el trato con los compañeros varones?
Cmnte Rebeca: ¿En mi caso? Pues mira, sólo firmada la paz y reflexionando sobre la condición de género he podido retroceder y pensar que era increíble porque al principio yo creía que no era discriminada. ¡Yo no soy discriminada! ¡Yo mando hombres!… para empezar. ¡Soy la jefa del frente y todos los demás son hombres y yo los mando! Aparentemente… ¿cuál discriminación? Aparentemente… porque yo eso lo pude sostener a condición de actuar, conducirme y reflexionar en muchos temas de fondo como hombre. [Risas]. Es feo, ¿verdad? Pero esa es la conclusión a la que he llegado hoy en día. Y no digo «como hombre» en la opción sexual sino en lo que es la condición de género. Es decir, qué decisiones tomé en cada momento, cómo consideré a mis compañeras mujeres, qué tipo de justificaciones di como para que prevaleciera el sexismo, como prevaleció, en las filas del FMLN. Durante los últimos años, después que naciera mi hija, yo comencé a cambiar un poco, pero entonces no tenía una comprensión científica de lo que pasaba. Yo creía que era como una «desgracia». El haber estudiado después algunas corrientes de pensamiento feminista me hicieron ver que era un problema tan estructural como la pobreza.
N.K.: En estas corrientes feministas que vos leíste ¿se le otorgaba suficiente atención a la participación de las mujeres, no en la política «en general», sino a la militancia de las mujeres específicamente en la lucha armada? ¿O, por el contrario, se tendía a subestimar el análisis de esa problemática privilegiando una mirada centrada en la institucionalidad?
Cmnte Rebeca: Bueno, vos sabés que hay teorías de teorías sobre el rol que deben tener las mujeres en la sociedad y dentro mismo del feminismo existe una gran diversidad de corrientes de pensamiento. Desde algunas muy pacifistas, muy moderadas, muy posmodernas, hasta planteamientos más claros sobre cómo la opresión de género y su relación entre hombres y mujeres se vuelve funcional a la reproducción del sistema capitalista. O sea corrientes que analizan cómo la opresión de género y la reproducción capitalista se refuerzan mutuamente. El capitalismo como sistema es patriarcal, es racista, es sexista, y se refuerza con estas dominaciones para hacer más perfecta la dominación de los pueblos. Por ese lado yo me orienté más. Por otro lado leí algunos textos, algunos muy idílicos sobre las mujeres guerrilleras, por ejemplo los de Margaret Randall, quien ha escrito tanto sobre las mujeres en los procesos revolucionarios desde una perspectiva de una gran admiración y muy poca crítica hasta textos que decían que «las mujeres nunca más deberíamos andar pensando en guerras». Yo creo que el tema consiste en que los pueblos no escogen los caminos. Esto sucede porque el nivel de selección que tienen es el que la realidad les da para lograr sus objetivos de transformación. En las condiciones de mi país, las mujeres y los hombres que tomamos las armas debíamos tomarlas en aquel momento. Y de no haberlo hecho El Salvador estaría en condiciones mucho más desgraciadas de las que nuestro pueblo vive y está ahora. Las mujeres no estaríamos ahora hablando de igualdad en El Salvador si todavía fuera el reino de los escuadrones de la muerte. Estaríamos hablando de otras cosas. Es por eso que yo no me arrepiento ni me desubico a la hora de pensar en el papel que nos tocó jugar en la guerra. Lo que sí creo es que pudimos tener una visión más integral, no sólo de clase sino también de género.
N.K.: ¿Pudieron haberla tenido?
Cmnte Rebeca: Sí, pudimos haberla tenido y no la tuvimos, porque éramos muy sectarios en reconocer este tipo de aportes que nos venían «del exterior». Estábamos en guerra, nos estábamos dando duro, y entonces razonábamos así: «si esta persona no está con nosotros con las armas en la mano, ¿de qué nos viene a hablar?». Pudimos haber tenido un enfoque mejor y más abarcador. Lo fuimos corrigiendo bastante. No todo lo que nos gustaría ni todo lo suficiente pero lo fuimos corrigiendo.
N.K.: ¿La represión del ejército era peor hacia las mujeres, por ejemplo cuando caían prisioneras de las fuerzas contrarrevolucionarias y contrainsurgentes?
Cmnte Rebeca: Bueno, vos sabés que los ejércitos burgueses siempre toman a las mujeres como trofeo de guerra y como una manera de terminar de humillar al pueblo. Muchas compañeras fueron violadas, torturadas, asesinadas por los militares. ¡En El Salvador el Ejército se ensañó en matar y asesinar a las mujeres, a la niñez y a los ancianos! Sobre todo porque los hombres jóvenes andaban en la guerrilla. Entonces la manera que tenían ellos de hacer desesperar a la guerrilla era invadir a la población civil que se quedaba en las aldeas y comunidades y allí arrasar. Era la política de tierra arrasada, bajo el lema de «quítemosle el agua al pez». El «agua» de esos peces eran las mujeres, así como los niños y las niñas y los ancianitos. Entonces su objetivo consistía en arrasar con la gente y no sólo con ellos… También arrasar con los cultivos, las casas, con todo. ¡Era una política clara y deliberada para aislar políticamente al FMLN! ¡Eso no se logró! Era increíble… en San Vicente hubo un tiempo en que el Ejército ya había arrasado con las casas y con todo… la gente andaba con láminas de aluminio y zinc [en Argentina se las conoce como chapas]. Y entonces aunque el Ejército hiciera operativos, la gente se iba a huir a los montes. Y aunque el Ejército quemara las láminas, ahí quedaban las láminas… y luego la gente montaba de nuevo las láminas. Entonces hubo un tiempo en que el Ejército hasta realizó desembarco de helicópteros para llevarse las láminas en helicóptero… ¡Es increíble! ¡Un batallón de elite trasladando las láminas! Cuando nosotros escuchábamos las comunicaciones del enemigo que decían «Lleva las láminas» no lo podíamos creer…
N.K.: Esa era una estrategia deliberada…
Cmnte Rebeca: Era una estrategia deliberada de los gringos, de los norteamericanos, para que la gente de nuestro pueblo no tuviera nada, si siquiera algo con que taparse en invierno…
N.K.: Era una estrategia no sólo circunscripta a El Salvador, sino aplicada por los norteamericanos en todo el continente…
Cmnte Rebeca: ¡Por supuesto!. Esa política de tierra arrasada estaba impulsada por los asesores norteamericanos que tenían los militares salvadoreños, quienes se basaban en la teoría de guerra contrainsurgente denominada «guerra de baja intensidad». Esa perspectiva era impulsada por los asesores norteamericanos y el Ejército salvadoreño la aplicó a rajatabla asesinando y arrasando a nuestro pueblo. ¡A pesar de todo ello no lograron derrotarnos!. Es importante subrayar esto para comenzar a recuperar la autoestima de nuestro pueblo y de los revolucionarios. ¡Ni siquiera con todo eso lograron derrotarnos! ¡No pudieron con nuestra lucha!
N.K.: Pensando en los desafíos actuales: ¿qué es lo que vos más rescatarías de los años en que participaste en la guerra revolucionaria en El Salvador?
Cmnte Rebeca: Mirá, yo rescataría varias cosas, algunas conclusiones que considero muy importantes. La primera es que si una estrategia es absolutamente justa a los ojos del pueblo no resulta posible derrotarla. Nosotros tuvimos la virtud de poder ganar en el imaginario y la conciencia de nuestro pueblo la idea de la justeza de nuestra lucha. Por eso logramos derrotar todos los esfuerzos que el imperialismo gringo y la dictadura militar en El Salvador intentaron implementar contra nosotros. La segunda conclusión es que el haber tenido la visión de que éramos una fuerza política y no solamente guerrillera nos permitió ser sensibles a los cambios de los tiempos y no quedarnos solos y aislados en el monte analizando los problemas del mundo. Esa perseverancia en mantener una visión política y el sentido de lo que estábamos haciendo es lo que le ha permitido al FMLN ser uno de los pocos movimientos guerrilleros que ha ingresado en la vida civil y no por haber sido derrotado. Un movimiento guerrillero que no ha realizado plenamente la victoria pero que no ha sido derrotado, un movimiento que va en ascenso con posibilidades, con respeto y con aceptación en gran parte de la población. Yo creo que eso tiene que ver con el profundo sentido político de nuestra actividad guerrillera. La tercera enseñanza que yo rescataría de ese tiempo es la cultura de solidaridad y de desprendimiento que nos llevó a la guerra. ¡Ese es un tesoro que no me lo quita nadie! Es como un «arma secreta» que uno tiene frente a los adversarios actuales, si es que uno lo ha reflexionado. Cuando yo soy diputada tengo como esa «arma secreta»… éstos no saben que yo puedo vivir sin ropa, éstos no saben que yo puedo vivir diez años sin cine, éstos no saben que yo puedo vivir sin carro y que todo lo que tengo ahora igual puedo no tenerlo. ¡No dependo de nada de eso! ¡Saber y sentir eso es como un «arma secreta» frente a la seducción del capital! Esa «arma secreta» es la autoestima de lo que hemos sido capaces de hacer moral y materialmente. Me queda y nos queda como un valor que no lo puede quitar nadie. Es un «arma secreta» frente a aquellos que no logran entenderlo y además es un potencial del movimiento revolucionario salvadoreño. En cuarto lugar, extraigo como enseñanza que la guerra saca lo más bello y lo más espantoso de los pueblos. Constituye algo dramático. Si bien el movimiento en su conjunto es un movimiento muy revolucionario, ya individualmente uno no puede ser ingenuo. Cada persona que estuvo en la guerrilla no tiene necesariamente esa «arma secreta» que yo te cuento. Los casos de dirigentes que estuvieron en la guerra y que luego, una vez que finaliza la guerra, se han alucinado con las posibilidades que te muestra la burguesía y la derecha simplemente te hacen ver que frente a una guerra donde el Ejército te está disparando… todos se unen, ya que el Ejército no pregunta «¿De qué ideología es usted?», sino que razona así «De aquí para allá son todos guerrilleros y los mato a todos». Pero cuando ya no hay disparos de fusiles de por medio las conductas se diversifican. Entonces debemos mantener el criterio de que ninguna persona puede ni debe olvidar su vida pero al mismo tiempo no puede vivir de las rentas de lo que hizo en el pasado. Cada día, cada día, cada día uno tiene que preguntarse si está actuando en consecuencia y de acuerdo a las necesidades de su pueblo y no fantasear diciendo «ya actué en la década pasada y por eso me quedo hasta que me muero». Cada día hay que volver a plantearse si uno es o no consecuente con los principios de la revolución.
N.K.: A partir de toda esta experiencia militante revolucionaria que nos acabás de contar: ¿qué te gustaría decirle a las militantes jóvenes que hoy hacen sus primeros pasos en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, en El Salvador pero también en otros países del mundo?
Cmnte Rebeca: Yo creo que nuestra actual juventud tiene el gran reto de crear formas de lucha y de crear propuestas que den continuidad y no abandonen la herencia revolucionaria y al mismo tiempo adecuen a los tiempos las propuestas que hemos hecho los adultos cuando éramos jóvenes hace treinta años. Ese es un reto que tienen. No deben dejarse intimidar por las certezas y las fijaciones que tenemos los más adultos. Esa es una cosa. La otra es que no caigan en la trampa de no incorporar en sus luchas actuales el enfoque de género. Porque cuando una es jovencita normalmente tiene la ilusión de que va a ser eternamente jovencita y puede caer en el error de que la teoría de las relaciones de género «es algo para las mujeres viejas». Pero te das cuenta de que si te discriminan desde chiquita te haces vieja más rápido. Además, pensando en el futuro, yo creo que en la sociedad no hay perspectiva hacia adelante para las ideas de izquierda, para las ideas revolucionarias y transformadoras, si no se incorpora el enfoque de género.