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Gente humilde pero buena

Fuentes: Rebelión

La expresión que nos sirve de título pertenece a una turista española, diputada del Partido Socialista Español (PSOE), que quedó atrapada como víctima del huracán Katrina en New Orleáns. Lo dijo de buena manera, sin querer ofender. Más bien reconociendo una virtud en el resto de las víctimas del fenómeno. Palabras más palabras menos dijo: […]

La expresión que nos sirve de título pertenece a una turista española, diputada del Partido Socialista Español (PSOE), que quedó atrapada como víctima del huracán Katrina en New Orleáns. Lo dijo de buena manera, sin querer ofender. Más bien reconociendo una virtud en el resto de las víctimas del fenómeno. Palabras más palabras menos dijo: «Me siento entre alegre y triste. Alegre porque logré salir sana y salvo con mi familia de aquel infierno y triste porque me preocupa la suerte de esas miles de personas que permanecen sufriendo sin ayuda alguna del gobierno nacional. Son ellas gentes muy humildes pero buenas». ¿Qué hay detrás de este Lapsus Linguae? ¿Qué quiso decir con eso de «gente humilde pero buena»? Es decir: ¿que dijo sin decir? Que era gente negra, chicana, ilegal y pobre, pero buena, es decir: que a pesar de su naturaleza mala por negra, chicana, ilegal y pobre, era buena, es decir: no era tan mala como parecía, es decir: la chusma podía comportarse bien, como nosotros los blancos, buenos por naturaleza, aunque pobres, es decir: merecían el trato que se le da a la gente buena aunque sea pobre, es decir: blanca. ¿Juego de palabras? No, de concepciones del ser humano. Concepciones asociadas a la historia de aquella nación. ¿Cuál: la de la diputada socialista o en la que viven los negros, chicanos e ilegales víctimas de Katrina? Ambas, porque son naciones cuyo desarrollo reposa sobre la trata de esclavos y el colonialismo. Lastres del que la gran mayoría de su población no han podido deshacerse aún. Y lo dicen y lo actúan a veces solapadamente, como muchos españoles, otras en forma directa y descarada, como es el caso del gobierno de los Estados Unidos de América.

¿Y entre nosotros los venezolanos qué, se acabó el racismo? Ni por asomo. Basta recordar los no tan lapsus linguae del Editorial del diario El Nacional que describía con lujo de detalles las características negativas de los seguidores de Chávez (es decir de la chusma chavista), o a la Sra. Nitu Pérez Osuna desgañitándose con aquel aullido: «Los venezolanos (es decir la chusma nacionalista) están moviendo el Pillín León», o recientemente los resultados de una investigación sociológica muy seria que demuestra que la masificación de la educación (es decir el acceso de la chusma a la escuela) propicia e impulsa la violencia. En fin, se trata de prejuicios muy arraigados en nuestra (in)conciencia colectiva que se expresan individualmente de distintas maneras verbales y conductuales y que debemos hacerlas concientes y ponerlas entre paréntesis. De lo contrario seguirán guiando las conductas de muchos, independientemente de que se llamen «chavistas», «revolucionarios, «bolivarianos «, «socialistas» o «escuálidos».