Quiero agradecer a Claudia [Korol] y Néstor [Kohan] por esta invitación para volver a conocer y encontrar viejos y nuevos amigos y compañeros. Estoy muy contento de estar aquí esta noche con vosotros. Hace 40 años que empecé con estos viajes a la Argentina y siempre me siento bien, a pesar de que algunos momentos […]
Quiero agradecer a Claudia [Korol] y Néstor [Kohan] por esta invitación para volver a conocer y encontrar viejos y nuevos amigos y compañeros. Estoy muy contento de estar aquí esta noche con vosotros.
Hace 40 años que empecé con estos viajes a la Argentina y siempre me siento bien, a pesar de que algunos momentos son más duros que otros.
Bien, quiero empezar discutiendo algunos conceptos teóricos y políticos que están en circulación, y creo, no nos ayudan a entender la realidad. Entonces, frente a estos debates que voy a enumerar y comentar, vuelvo a reivindicar la pertinencia del concepto de «imperialismo».
Ahora andan muchos académicos de centro izquierda (hacia la izquierda) hablando de «hegemonía». Estados Unidos tiene «hegemonía» sobre América Latina. Estados Unidos tiene «hegemonía» mundial. Eso implica que las ideas del imperialismo norteamericano están asimiladas por los pueblos y los demás que los EE.UU. mandan, a través de la persuasión, a partir de la propaganda, a partir de la manipulación de los medios.
Si es así ¿Cómo explicamos el uso de fuerza?
Fuerza en Irak, fuerza en Afganistán, fuerza en los Balcanes, fuerza en Haití, golpes en Venezuela. Y podríamos multiplicar las amenazas de fuerza junto con el uso de la fuerza.
¡Eso no es hegemonía, eso es dominación! Con la violencia dominante en la acumulación y extensión del poder.
Entonces, hay un abuso del término «hegemonía». Y muchos citan a Gramsci: «Gramsci esto, Gramsci lo otro…», sobre hegemonía; cuando no se aplica el concepto de hegemonía en relación a la totalidad de los pueblos de América Latina. Y eso indica unas incapacidades específicas.
Es decir, tenemos muchos referentes en todas partes que rechazan las privatizaciones entre la población, ¿cierto? Impuestos, plebiscitos, etc. Entonces, obviamente la población no está hegemonizada, porque vota contra los intereses de EE.UU.
No se puede decir que el pueblo latinoamericano está hegemonizado. Pero sí podemos decir que los gobernantes están hegemonizados porque hacen la política a favor de EE.UU.
Pero incluso en este caso, tenemos que ecualizar el uso del término, porque muchos gobernantes y las clases dominantes no actúan así porque están «hegemonizados» por EE.UU., lo hacen porque sus intereses económicos, materiales, coinciden con los EE.UU., no necesitan ser incluidos desde afuera.
Entonces, es muy relativo especificar el tiempo y lugar en el que uno quiere aplicar la terminología de «hegemonía». Es una política reformista, en el fondo, porque implica que la lucha es solo una lucha ideológica y no una lucha de poder, de fuerza contra fuerza.
¿Todo es un problema de educación?. Yo concuerdo con Fidel Castro cuando dice que es una batalla de ideas. Pero no es la única. Hay que calificar el famoso llamado de Fidel. Estoy de acuerdo, debemos dar la batalla de ideas, por eso estamos aquí esta noche, en esta Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara. Pero más allá, en otras esferas de la vida, hay otros métodos de lucha porque hay otras formas de dominación.
Otro punto sobre el que debemos discutir es sobre el concepto de «globalización»…, que, dicho sea de paso, sus partidarios han debilitado. Porque hace diez años (creo eran diez años, no recuerdo bien), cuando empezamos la polémica con los globalizadores por este lado, pocos éramos los que defendíamos el concepto de imperialismo. Claudia Korol era una de las pocas, recuerdo, en eso sí tiene mucho mérito. Y también tenemos al compañero Néstor Kohan, pero éramos un pequeño grupo al margen de los grandes debates de las ONG’s…
Entonces, los académicos nos decían: «Ustedes están usando un lenguaje anacrónico, anticuado, viven todavía en los años ’70. Ha pasado el mundo y no lo reconocen…».
Entonces, globalización: ¿Qué es la globalización?
Este capital circula por todo el mundo. Bien, ¡gran descubrimiento! que ya no hay barreras para la circulación en los ex países socialistas, en el Tercer Mundo, en África. Han tumbado las barreras de tribus, de grupos feudales, de lo que sea… Eso es cierto, que hay grandes multinacionales que funcionan en muchos países… ¡ Brillante, gran descubrimiento!
Pero, más allá de eso, empiezan a plantear otras cosas…, que estas empresas ya no tienen nacionalidad…, que el Estado también ha desaparecido… Y más allá de eso, agregan que estas empresas son autónomas, que no tienen casas matrices, que no hay centros de acumulación, que no hay tierras para facilitar la dominación y penetración de capitales.
Supuestamente, vivimos en un mundo donde «hay imperio de capital pero no hay imperialismo», dice un italiano [Toni Negri], amigo de los matones justicialistas aquí, en Argentina, con quienes se entrevistó alegremente cuando visitó el país.
Bueno, entonces yo decía ¿qué explica el uso del término «globalización»?
No explica las relaciones de poderes entre los Estados. No explica por qué hay multiplicación de conflictos violentos, no explica la conquista y la resistencia.
Resistencia que no sólo está dirigida a los capitales, también al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los que dirigen el Fondo: los Estados imperialistas.
No explica quienes son los dueños y los que controlan los principales bancos internacionales, las empresas multinacionales, las instituciones financieras internacionales.
Para ellos todo es, simple y sencillamente, «globalización» …
Pero no explican aquello que el diario «Clarín» [diario de la Argentina] de ayer [21/3/2004], muestra sobre la desproporción de votos – y el tema va más allá de simples votos e influencias – que tienen Europa y EE.UU. en las llamadas «instituciones internacionales» como el Fondo Monetario. En ese diario hay un gráfico que muestra las proporciones de esos votos, y ¡Eureka! : descubrimos que EE.UU. y Europa controlan, por lejos, las posibilidades de votos. Y también son los «contribuyentes» que a través de sus «contribuciones» dominan los votos.
Hay otro problema con la teoría de la globalización: no puede determinar la dirección de los flujos de ganancias, intereses, regalías, y beneficios comerciales. El capital no está «flotando» en todas partes. Hay modelos de acumulación dirigidos a capitalizar en los EE.UU. Hay transferencias en gran escala de dineros «lavados» , que van a Londres, Suiza, Israel y EE.UU.
Entonces, estos problemas no se pueden entender en un marco de capitales poco diferenciados, supuestamente «autónomos». Tienen una ubicación concreta, mantienen mecanismos de colaboración con las actividades del Estado imperial, que facilita la expansión de las multinacionales.
Un caso muy claro, que cualquier mudo, sordo o ciego puede entender: la ocupación de Irak, que abre paso a las privatizaciones y la desnacionalización. ¿Cómo podrían entrar las multinacionales en Irak sin el ejército y los Marines? ¿Cómo pueden construir un oleoducto sin controlar Afganistán?
¿Cómo entendemos que cuando Argentina tiene problemas con la deuda externa, corre Aznar hacia aquí, para proteger sus empresas frente a la crisis?
Cuando México no podía pagar la deuda, en el ’94, sale Clinton, contra todas las leyes norteamericanas, y firma un cheque de 17 mil millones de dólares para proteger a los inversionistas norteamericanos.
¿Cómo explicar estos fenómenos del mundo contemporáneo?
Lo que sucede es que las multinacionales no son autónomas. El Estado no es autónomo. El Estado es esencial, para el imperialismo, para la política de expansión y conquista, y la protección de las grandes multinacionales. Son los matones que imponen y protegen al Fondo Monetario (FMI), porque son ellos mismos quienes eligen los representantes que vienen aquí…
Debemos entonces rechazar el concepto de «globalización» y reivindicar, como más riguroso y explicativo, el concepto de «imperialismo».
No porque – como dicen algunos conservadores- es una expresión «emotiva», de los «sangre-caliente» latinoamericanos…
La forma peyorativa de tratar el término «imperialismo» es una forma de oscurecer las relaciones de poder, e implantar en la mentalidad de la gente la idea de que «el mundo ha cambiado tanto…, que ha desaparecido el imperialismo». Esto se afirma alegremente, mientras las bombas están cayendo en este mismo momento sobre Bagdad…
Otro concepto que me molesta mucho es el de «centro – periferia».
¿Periferia? Periferia es Cuba. Pero ¿de qué forma podemos poner a Cuba frente a República Dominicana, o Cuba con Guatemala, por ejemplo?
Porque Cuba tiene que participar en el mercado mundial, y no es un país con un gran Producto Bruto. Entonces, estas distinciones cuantitativas, ocultan las profundas diferencias de clase entre países, en la mal llamada «periferia».
Y lo mismo acontece con el concepto de «centro»: ¿Qué significa un «centro»? Es como astrología, o astronomía, o las dos cosas juntas: hay un Sol, y los planetas giran alrededor.
El término «centro» es muy abstracto. Es una extrapolación de los contenidos de clase dentro y fuera del sistema imperialista. Y sólo se puede entender la organización y la resistencia a partir de la destrucción de las relaciones de clase, no simplemente a nivel de producción y productividad entre los países.
Es razonable y lógico que el concepto esté derivado de Raúl Prebisch [(1901-1986) economista desarrollista argentino que fue presidente del Banco Central de Argentina (1935-1943). Participó además de diversas reuniones de la Comisión Económica para América Latina-CEPAL entre 1948 y 1962].
Porque Prebisch tenía un concepto desarrollista. No quería choques con sus patrones norteamericanos, pero sí quería una política de industrialización en América Latina. Y para evitar conflictos enfatizaba términos tecnocráticos, abstractos, que no provocan represalias…
Hizo críticas de las condiciones de comercio, que eran potables porque ya estaban reconocidos los efectos de la desigualdad. Pero después aparecen estos conceptos de «centro – periferia» y todas estas abstracciones, utilizados por algunos escritores autotitulados «progresistas», de «izquierda», para así evitar la discusión del problema central de nuestra época, que no es el «centro», es el imperialismo.
No son simplemente países que han acumulado más riquezas, sino el proceso de explotación y concentración de las riquezas.
Otro problema teórico-conceptual que tenemos: hay una literatura – entre «progresistas», otra vez – que habla de «la caída», del «declive» del imperialismo. Y argumentan que el imperialismo está en declive, porque está sobre-extendido, está metido en demasiadas partes del mundo. Entonces, esta sobre-extensión está poniendo en peligro la capacidad del imperialismo.
Yo creo que en el debate sobre si el imperialismo está en declive o todavía está en ascenso, hay que investigar otra cosa, que para mí es fundamental: la sustentablidad de las relaciones políticas que permiten funcionar al imperialismo.
¿Cómo entendemos entonces esta sustentabilidad? La capacidad de extraer recursos desde dentro de EE.UU. para financiar y poner ejércitos en otros países. Mientras el pueblo norteamericano esté dispuesto, o forzado, inconsciente, a seguir soportando recortes en el presupuesto y entregando sus hijos para la guerra, la guerra va a poder continuar, la expansión imperialista va a poder continuar, van a seguir exportando capitales para invertir en China o donde sea.
Entonces, todo depende de la lucha de clases interna. Hasta que el pueblo de EE.UU. diga ¡basta!, vamos a seguir sufriendo recortes en los programas sociales y de salud. Pero ya somos 50 millones sin ninguna cobertura, uno se puede morir en las escaleras de los hospitales. Lo mismo vale para cuando tenemos que casi el 80% de nuevos puestos de trabajo son por contratos, no fijos.
Pero mientras tanto, el imperialismo sigue funcionando.
Hay quien dice: «bueno, los heridos, los muertos en la guerra, ya llegará el punto…». Pero ¡ojo!, el imperialismo domina usando mercenarios de los países colonizados. Inglaterra dominó dos tercios del mundo usando tropas coloniales. Hay una frase famosa de George Orwell cuando era oficial colonial, y miraba una gran columna de soldados africanos, encabezados cada cien hombres por un caballero con casco colonial y en un caballo blanco. Decía: «¿Por qué no se levantan, y con su fusil matan a esos oficiales que los dirigen a conquistar otros pueblos?»
En la Segunda Guerra, un tercio de todo el ejército francés estaba compuesto por soldados coloniales: senegaleses y africanos de varios países. Ni hablar de Bélgica, de Holanda, que tenían soldados coloniales dominando Sumatra, etc.
Mientras EE.UU. pueda reclutar cipayos, se puede sostener el imperio. Cuando no puede hacerlo, se debilitan las relaciones y se facilita la derrota del imperialismo.
Mientras aumenta la resistencia en el Tercer Mundo, empieza a limitarse la capacidad del imperialismo de extender su inversiones y capitalizar sobre los gobiernos locales. Entonces, cuando se habla del declive o el ascenso del imperialismo, hay que analizar la sustentabilidad política dentro del país y en el exterior. El caso más claro es Irak, hoy.
Se metieron, con toda esta ideología que afirma que «los árabes son cobardes» (que venía de los sionistas) y llegan allá pensando en ser bienvenidos, que los árabes cobardes están escondidos, y encontraron en poco tiempo, una gran resistencia. Independientemente de la «guardia republicana» de Saddam, que desapareció, o el ejército, que algunos dicen fue comprado. Especulaciones…
En todo caso, encuentran una resistencia que está desgastándolos. A tal punto, que las tropas norteamericanas no entran en las calles de las grandes ciudades por las noches: territorio liberado.
Sólo algunos cipayos o patrullas entran y los neutralizan o los matan. Es un territorio conflictivo, que pasa a diferentes manos del día a la noche, como en Indochina.
¡Ellos sí están cuestionando al imperialismo! Esto determina el ascenso o «declive» del imperialismo, no los conceptos de sobre-extensión. Es la lucha de liberación nacional la que impone limitaciones a la sostenibilidad del imperio.
Quiero entrar en algunos detalles sobre el tema de las «multinacionales» Sabemos que casi el 85% de las multinacionales, empresas y bancos, están en manos de EE.UU. y Europa. Entre las cincuenta empresas más grandes del mundo, dos tercios son norteamericanas.
Entonces, ¿cómo hablar de «multinacionales»?
Veamos la estructura interna de las «multinacionales»: la toma de decisión sobre tecnología, investigación, inversiones, y finanzas, están hechas en las casas matrices.
Esta estructura, y la ubicación de esta estructura de toma de decisiones no tienen nada que ver con este discurso falso de que «las multinacionales están en todas partes y han generado un nuevo sistema, más allá del imperialismo…».
Este imperialismo, presente en todas partes, está acompañado, cada vez más, por la militarización. EE.UU. tiene hoy tiene hoy tropas en 180 países. Tiene bases militares en 120 países. Estos son los núcleos del imperio militar.
Y estos efectivos militares tienen una función, que en líneas generales es generar condiciones favorables para la expansión del imperio económico. Algunas veces hacen bien el trabajo, otras veces lo hacen mal. Por ejemplo: si se meten en lugares como Irak, y generan mucho conflicto, y producen una inestabilidad en la región, los capitales no van a entrar…
Cuando los EE.UU. intentan tumbar a Chávez, generan un ambiente polarizado, conflictivo, que no permite la entrada de capitales. ¿No se opone esto a su política? Creen que pasado el tiempo de inestabilidad, cuando ganen, van a poder entrar y comprar todo a precios más baratos. Mientras tanto, no entran…
Entonces, no hay que pensar en una correlación exacta entre las movidas militares y la expansión del capital. A veces hay contradicción entre ellas, por lo menos coyuntural.
Las amenazas generalizadas del militarismo norteamericano tienen un denominador común: cualquier régimen – ya sea socialista, nacionalista o islámico – que pone restricciones sobre el movimiento de capitales, está tachado automáticamente de «enemigo» , «adversario», «eje del mal», lo que sea…
La política militarista sólo se puede entender en el contexto del imperio económico. Ahora bien: algunos dicen que hay un gran desequilibrio entre los gastos militares y las ganancias en algunas regiones del imperio. Pero, ¿por qué pensar en simetrías? Porque en una fase puede haber un mayor gasto militar, y la próxima fase – una vez que conquistan el territorio – cosechar las ganancias. No hay simetría, ni un patrón fijo. También puede ser al revés: conquistar muchas ganancias, y generar un polo de inserción que exige más gastos militares.
Entonces, buscar correlaciones del tipo de : «…mire, Petras, ¿cómo se puede hablar de imperialismo, estamos gastando tanto dinero público y pocos beneficios privados» , genera dos problemas.
Primero: los que pagamos los gastos del militarismo somos todos los ciudadanos, y los que cosechan los beneficios privados son las empresas. No se puede extrapolar y sumar en la misma columna naranjas y papas…
Entonces, ¿cómo funciona el militarismo norteamericano? Sólo puede funcionar con eficiencia en guerras prolongadas cuando cuenta con la colaboración de los ejércitos internos, esenciales en esta cadena. Los que piensen que el imperialismo sólo impone, no entienden la cadena con que funciona el imperialismo. Desde el Pentágono, pasando por las misiones militares, por los coroneles, las escuelas de adoctrinamiento, hasta el nivel operacional.
El militarismo no es sólo una fenómeno que llega desde afuera hacia adentro, hay una convergencia en su funcionamiento, a partir del entrenamiento de militares en la Escuela de las Américas y otros lugares, donde les enseñan las nuevas tecnologías militares, acompañadas de la ideología imperialista.
Este militarismo tiene un factor fundamental, que debemos conceptualizar. Hace cien años, Hobson, después Lenin, más tarde otros escritores, hablaban del imperialismo como forma de solucionar los problemas del empleo dentro de los países capitalistas. Yo creo que este paradigma no funciona. Creo que en los últimos veinticinco años, lo que sostiene al imperialismo son precisamente las transferencias de las ganancias hacia afuera, invirtiendo en otros países con tasas de ganancias más elevadas, y quedando los trabajos mal pagos en los Estados Unidos.
Subcontratando el año pasado 300 mil puestos de trabajo en informática a China e India, transformando 3 millones de puestos de trabajo de manufactura, bien pagos, a otros países de Asia, algunos a «maquiladoras». Incluso las maquiladoras de México ahora están en baja, han perdido casi 1 millón de puestos de trabajo porque es más barato en China.
Como consecuencia, más crece el imperio, más se deteriora la república en los Estados Unidos. Más crece el imperio, menos fuerza tiene la república. La república está en crisis, el imperio está en ascenso. Esta distinción es importante. ¿Por qué?
Enumeramos la expansión militar, las bases. Enumeramos la expansión de las multinacionales. ¿Cómo es que está en crisis? Porque se dice que el imperialismo está en crisis, se habla de la crisis mundial del capitalismo…¡Están en todas partes, y siguen extendiéndose!
Pero las cuentas son serias. El déficit norteamericano en el presupuesto es de 500 mil millones de dólares, el déficit de las cuentas externas de 300 mil millones. Necesitamos 2 mil millones de dólares por día para cubrir el déficit que viene de China, de Japón… Entonces, estos son los grises: la sustentabilidad de la economía doméstica que está pagando y fortaleciendo el empleo externo.
Esa es la gran contradicción que hay: mientras crece el imperio, los bárbaros están fermentando adentro…
Muchos me preguntan sobre las elecciones, Kerry y Bush.
Hay conflicto, hay competencia. Pero, ¿competencia sobre qué? Kerry apoya la guerra en Irak, apoyó la guerra en Afganistán, declaró hace una semana ser «incondicional» de Ariel Sharon. «Es la única democracia en Medio Oriente a la que debemos un apoyo incondicional», dijo.
¿Dónde están las diferencias? En política doméstica apoya el libre comercio, el ALCA, etc. Dice que va a reformar el sistema de despidos, que los patrones tendrán que dar tres meses de notificación, en lugar de un día…Entonces yo, un poco ignorante, un tanto viejo, pregunto: ¿cómo va a generar empleos? Si te vas en un día o en tres meses da igual: pierdes el trabajo, ¿no es así?
Entonces, ¿cuál es la propuesta de Kerry? Kerry apoya al FMI, apoya la política de los sectores financieros de Boston y New York, es el millonario más rico de todo el Senado de EE.UU., muy astuto en sus apuestas en el mercado…
Pero más allá de este conflicto, yo creo que existen algunas tensiones en los EE.UU. Una de ellas es la relación entre los militaristas y los imperialistas económicos. Estos son conflictos coyunturales, pero importantes. Los imperialistas económicos siempre piensan en los militares en función de sus metas, son «instrumentos». Pero los civiles militaristas – no estamos hablando de los militares profesionales , sino de quienes dirigen la política militarista hoy en los EE.UU. – como Rumsfeld, Wolfowitz, etc., tienen gran desprecio a los militares profesionales. Dicen de ellos que son cobardes – ¡ellos que nunca fueron a la guerra! -, que son demasiado prudentes, que no saben usar el poder que les entregaron. Tienen una ideología hitleriana: «cambiamos el mundo porque somos poderosos», dicen. Estos neo- conservadores abrazan el concepto imperialista, se sienten orgullosos de ser parte del imperio, y defienden al imperialismo frente a lo que ellos llaman «Estados fracasados». Hace dos años, el economista Don Bush decía que Argentina necesitaba un gobierno imperialista, para imponer la disciplina sobre la economía, para reconstruir un «Estado fracasado». El M.I.T. (Massachussets Institute Technology), una muy «prestigiosa» institución dice: «deben respetar la opinión de Don Bush»…
Pero hay un conflicto en la autonomía actual que tienen los militaristas, que comprometen las fuerzas sin pensar sobre el costo económico, sin las implicancias sobre la economía en su conjunto. Estos militaristas tienen aliados políticos, que están entre los fundamentalistas cristianos y los fundamentalistas sionistas. ¡Una alianza curiosa!
Los fundamentalistas tienen más de 40 millones de seguidores en los EE.UU., más de 200 emisoras de televisión. Tenían una novela, best-seller, con 50 millones en ventas.
No creen en la evolución – Darwin es alguien «terrible» para ellos – y un tercio de las escuelas en el Sur del país, enseñan la teoría del creacionismo, Esta curiosa alianza abarca desde las élites hasta las bases y tiene un efecto nefasto.
Pero ¿por qué no hay una ruptura entre los militaristas y los sectores del gran capital? Porque aparte de las diferencias, que son importantes, hay mucho en común. Por ejemplo: la administración Bush rechazó el tratado de Kioto, para que las grandes empresas no tengan que gastar en el cuidado del medio ambiente, con grandes ventajas sobre los que sí lo hacen. Reciben enormes subvenciones a las exportaciones, incluyendo exoneración de impuestos. También hay un gran sector atrasado, no competitivo, de EE.UU. que está protegido por el Estado con cuotas y subvenciones. Rebajaron los impuestos hacia los más ricos en una forma increíble.
Otro aspecto son las grandes estafas, que hacen a aparecer a Menem como un niño de kindergarden y jardín de infantes frente a los estafadores de EE.UU. ¿Quiénes están detrás?
Esto ayuda a entender las razones por las que no hay todavía una gran división entre los grandes capitales, que acaban de poner 200 millones, ya, en la campaña de Bush. Obviamente, algunos, los más astutos, van a poner dinero en los dos lados, previendo que si gana Kerry, tendrán de esa forma algún «acceso»…
Ahora bien, frente a América Latina, es obvio que las relaciones imperiales son muy desequilibradas. Se han transferido casi 900 mil millones de dólares en los últimos trece años, superando, incluso, las cifras obtenidas por exportaciones desde Potosí y México en varios siglos. ¡Enormes transferencias!
Mientras aquí se habla de «décadas perdidas» en Washington están descorchando botellas de vino de 300 dólares para almorzar. Según un colega de mis épocas de estudio, esta es «la época de oro». Con tantas privatizaciones, tantas ganancias, tantas elevadísimas tasas de interés, «hay que ser realmente ignorante para no ganar dinero», me decía.
Y eso viene de la época de los golpes de Estado, asesinatos, desapariciones; así surge el neoliberalismo. Con alguna participación de las clases medias, con consumismo, ilusiones, créditos baratos. Pero con el tiempo, este neoliberalismo expresado en esos regímenes violentos empezaron a desgastarse y caer: Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina, y se va debilitando.
¿Qué pasa entonces? En este proceso de desgaste de los clientes de Washington, había que consolidar este régimen neoliberal. Y tenía los núcleos formados en los círculos financieros, los expertos económicos, los tecnócratas, etc. Tenía aquí, en Argentina, una importante base social que podría servirle para la transición del neoliberalismo al colonialismo. Porque el ALCA crea un nuevo marco legal y político para tomar decisiones estratégicas sobre todas las dimensiones de la economía. Un verdadero colonialismo. Y estos núcleos que vienen del neoliberalismo son los instrumentos para pactar este «colonialismo por invitación» que les permita consolidar sus posiciones. ¿Cómo se pueden identificar? Son los agroexportadores que complementan el modelo de acumulación central en EE.UU., son los sectores financieros, y también los que facilitaron las privatizaciones: electricidad, petróleo, etc.
Llegado este punto del razonamiento, no cabe otra alternativa que analizar al actual gobierno de Argentina como parte del proceso de América Latina.
Por más progresista que sea Néstor Kirchner en el tema de derechos humanos, de la «limpieza» judicial y militar, no cambia nada en relación con el petróleo, la electricidad, las telecomunicaciones, y… ¡el ALCA!.
En Argentina, vamos a tener un gobierno con jueces rectos, administrando la justicia colonial.
Creo que debemos analizar las luchas en América Latina a partir de grandes cambios en las estructuras de clase.
Primero han reducido el tamaño y la estabilidad de la clase obrera industrial. Han bajado el número de obreros sindicalizados y debilitado, así, los cuadros sindicales combativos. Mientras tanto, han aumentado el número de desocupados y obreros con trabajo precario, los que se han multiplicado en forma geométrica. Y también, últimamente, han debilitado incluso a los trabajadores de las maquiladoras. Por lo menos en México, donde estuve el año pasado, en una reunión de mujeres maquiladoras, discutiendo la salida masiva hacia China, Vietnam y otros países. Frente a este fenómeno urbano, los sindicatos no han jugado un papel importante en los levantamientos. Únicamente lo han hecho en los países donde están amenazados por las privatizaciones: electricidad en México, petroleros en Ecuador, etc.
Pero mientras tanto, en las marchas convocadas en Brasil por los Sin Tierra (MST), aparecen sólo 2 mil funcionarios de la CUT [Central Única de los Trabajadores], cuando esta central obrera tiene 15 millones de afiliados. No tienen poder de convocatoria, son un gigante con pies de barro. Lo mismo sucede aquí, en Argentina, con la CGT [Confederación General del Trabajo]. Son invisibles en todos los grandes movimientos. Incluso la CTA [Central de los Trabajadores Argentinos] aparece muy tarde, o directamente no aparece, como organización, en los levantamientos de diciembre del 2001. Víctor De Gennaro [máximo dirigente de la CTA] estaba haciendo «consultas»… para ver si era o no legítimo comprometer el sindicato. Están inmovilizados, mientras otros se mueven.
En El Alto, una ciudad proletaria de las afueras de La Paz, lleno de inmigrantes, obreros jóvenes, sin trabajo, el 80% con trabajo precario o desocupados, levantaban barricadas al estilo de la Comuna francesa, luchaban calle por calle, casa por casa. Y luego los mineros, que en Bolivia todavía tienen conciencia de clase.
En Venezuela, la masa que apoya a Chávez son los desocupados y malpagados, mientras la pequeña capa sindicalizada y burocratizada se coloca en su contra. Los mal llamados «social-demócratas» son social-imperialistas.
Podemos citar otro ejemplo: el campo. Expertos como el historiador Eric Hobsbawm dicen: «ya pasó el tiempo para los campesinos» ¿Por qué? Él dice que han bajado demográficamente por debajo del 50%. ¿Cómo haces política con metodología de contador? ¿Qué importa si son 40 o 30% si están organizados, si son el sector más golpeado por el capitalismo y el imperialismo? Se han concentrado grandes extensiones de tierra, se ha concentrado todo el crédito a los sectores agroexportadores, que han desarraigado a millones de pequeños propietarios y a sus hijos. Mientras están desplazados, no pueden reubicarse en las ciudades cuando la industria está en crisis.
O tienen que salir del país, o quedarse y luchar. Es como Lenin decía: el eslabón más débil de toda esta cadena del imperio.
Ellos exigen más divisas para pagar la deuda externa. ¿De dónde sacar las divisas? En los sectores agroexportadores. ¿Cómo van a aumentar la exportación? Apretando y desplazando campesinos, pequeños propietarios y sin tierra.
Del otro lado: ¿cómo luchar contra el imperialismo? Ocupando terrenos, desplazando a los latifundistas, enfrentando a los paramilitares. Esa es la realidad de los integrantes de los sin tierra [MST], de los cocaleros, de los que apoyan a Chávez en el campo.
Una gran virtud de Chávez es que es el primer presidente que ofrece beneficios y tierras a los inmigrantes y jornaleros colombianos en Venezuela. Yo recuerdo en los años ’60, cuando conversaba con dirigentes de la guerrilla venezolana, ellos me decían: «pero no son ciudadanos, son ilegales». Yo les respondía: «¿Cuándo empezaste a respetar las leyes burguesas? Son trabajadores». Entonces ellos contestaban: «…Sí, tienes razón, Petras… »
Chávez es el primero que rompe esta pared entre colombianos y venezolanos.
Entonces tenemos dos sectores dinámicos, y hay un tercer aspecto del imperialismo en la vida cotidiana, que genera la proletarización de los empleados públicos. Porque para pagar la deuda externa y facilitar concesiones, y exoneraciones de impuestos, han bajado los salarios de los empleados públicos, y han exprimido de ellos el máximo de su trabajo, extendiendo las jornadas laborables.
Junto a los demás sectores que mencionamos antes, los empleados públicos están entre los más combativos en toda América Latina. Cuando voy a Perú, hay una huelga general de los maestros; cuando voy a Ecuador, hay una huelga de médicos; cuando voy a Brasil, el primer sector que hizo denuncias y quemó sus tarjetas frente al señor Da Silva [Lula] fueron los empleados públicos. La revista de los universitarios sindicalizados fue la primera que publicó sus fuertes críticas a Lula. En Argentina, el sector público en las provincias tiene retrasos de pagos salariales de seis meses. Cuando estuve hace dos años en Tucumán [provincia argentina], vi la combatividad de esta gente. Con límites en sus horizontes políticos, pero muy violentos en sus confrontaciones. En San Luis [provincia argentina] lo mismo.
Entonces tenemos el triángulo de tres fuerzas afectadas directamente por el imperialismo. La lucha de clases aquí, pasa por la confrontación con las medidas e instituciones directamente vinculadas con el imperialismo. Eso da «otro color» a la lucha antiimperialista en América Latina.
Antes de ayer, 20 de marzo, hubo un gran acontecimiento. ¡Bienvenido! Pero es un acontecimiento, es un día… La gente fue, participó en la marcha [contra la guerra], escuchó los discursos, las denuncias, y se volvió a casa…Aquí, la lucha contra el imperialismo, está vinculada con los efectos en la vida cotidiana, de una manera constante. No sé si me explico bien…
Luchar contra los recortes sociales al presupuesto. Luchar contra el financiamiento a los sectores agroexportadores a costa de los campesinos, y el financiar la deuda externa en lugar de dar empleo masivo y genuino a los obreros. ¡Esto es parte de la lucha de clases! Y es constante, continua, una situación que afecta a las masas populares.
Los movimientos en EE.UU. y en Europa son de las clases medias, en solidaridad – ¡ Bienvenidos! – con los que están luchando en las colonias y tierras ocupadas. Pero cuando nos dicen que es un movimiento mundial… ¡Si y no! Si, en el sentido en que luchamos contra el mismo enemigo. No, en cuanto a la movilización, los participantes y el contenido de nuestra lucha aquí.
Entonces, ¿cuál es el futuro del imperialismo?
Primero, hay que reconocer algo: que el imperialismo no es omnipotente. Están derrotando al imperialismo en Irak. Hay una guerra civil con las tribus, clanes, narcotraficantes, nacionalistas, en Afganistán. Pero no consiguieron consolidar el mando, independientemente de las fuerzas en lucha. Tenemos el caso de tres derrotas en Venezuela: golpe, paro de los gerentes y referéndum.
También tenemos la gran derrota de febrero en Bolivia.
Tenemos el enorme éxito de Cuba, derrotando todas las presiones y amenazas, tanto terroristas como de mercenarios, agentes pagados, supuestamente «disidentes». ¿ Cómo se puede pensar en un «disidente» que recibe un salario, que la agencia USAID anuncie en su sitio web que pagaron 800 millones en proyectos a grupos que coinciden con sus intereses? Creo sinceramente que a estos supuestos «disidentes» querían «quemarlos». No eran algo clandestino, ¡está en una página en internet! Creo que los «quemaron» a propósito, para luego lanzar una campaña propagandística una vez que estuvieran encarcelados. Porque si van a organizar grupos clandestinos de agentes, no lo van a publicar en una página web… Van a decir que no tienen nada que ver con estos señores, que son totalmente independientes, «No los pagamos, no los financiamos, no los reunimos en la oficina de nuestro embajador»…, no harían campañas junto al embajador : ¡es demasiado obvio! Creo que los «quemaron» para después conseguir que los intelectuales «progresistas» que pierden sus papeles, firmen documentos…Y uno de los «independientes» en EE.UU. – la conozco – es Joan Landry. ¡ Toda su vida fue anticomunista! Nunca apoyó a la Revolución Cubana. Ella consiguió «progresistas» para que firmen, entre otros Noam Chomsky. Después Chomsky fue a Cuba, descubrió otro mundo y rectificó su crítica. También Saramago. El único que queda es nuestro amigo oriental…[en Argentina se denomina «oriental» al país vecino: Uruguay].
Entonces Cuba, Bolivia, Colombia, Venezuela… hay una contraofensiva, que muestra una capacidad para derrotar los ataques del imperialismo y sostener la lucha. Mientras tanto – y no voy a dar el usual «masaje psicológico a los argentinos – sí, hay razones en el mundo para ser optimista. Pero ¿cuál es el gran desafío?
Creo que el gran desafío es que las grandes movilizaciones populares han tenido una gran fuerza de veto sobre el poder existente, pueden tumbar gobiernos, pueden paralizar privatizaciones, pero ir más allá…el problema del poder político, tomar el poder político, no llegan. Grandes alcances, y frente al poder político…
Tenemos el ejemplo de Bolivia: 500 mil personas en La Paz, la policía desaparece, y a las puertas del palacio presidencial… entregan las llaves al seguidor de Sánchez de Losada. Estuve con los compañeros indios en Ecuador, y les preguntaba: «¿por qué apoyaron a este charlatán?». Dicen: «…ah, es que no podríamos gobernar…» . Pero ¿por qué no probar?
No es éste un simple problema socio-psicológico. Hay un problema político aquí que debemos tratar de entender: ¿por qué, si pudo haber un levantamiento tan poderoso en Argentina, no se pudo cambiar el poder político? Y no hay que culparse unos a otros…, hay que reflexionar sobre la necesidad de un proyecto político que lleve al poder. Pero no de una forma sectaria, sino desde los movimientos, desde los levantamientos, hasta la toma del poder.
Muchas gracias.
(21 de marzo de 2004)