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Golpes blandos (el caso boliviano)

Fuentes: Rebelión

Antes de entrar en materia, hace falta rememorar los datos sorprendentes que se recapitula sobre las víctimas de las dictaduras, campañas anticomunistas o planes de intervención, como son: Honduras, miles decenas de desapariciones y asesinatos a lideres campesinos, estudiantiles, universitarios y periodistas luego del golpe blando del 2009; París, 30.000 muertos durante la “semana sangrienta” donde se inició una cacería de brujas contra comunistas, socialistas y anarquistas luego de la publicación del Manifiesto Comunista 1847 y la fundación de la primera Internacional en 1864; y como no mencionar las hechos en Asia y África donde EEUU y sus aliados expandieron el ideario anti comunista, el hecho más recordado es la guerra de Argelia, promovidas por las fuerzas francesas, que termino con el asesinato de medio millón de militantes y simpatizantes del Partido Comunista.

Si bien el anterior párrafo hace una referencia a lo ocurrido en Europa, Asia y África; no está de más recordar los hechos ocurridos en nuestra querida Latinoamérica: los golpes de estado en Chile, Pinochet; Argentina, Videla; Bolivia, Barrientos, Garcia Meza, Banzer, etc.; como también al respecto a los golpes blandos: Honduras en 2009, Paraguay en 2012, Brasil 2016 y Bolivia 2019.

Pero ¿Qué es un Golpe Blando?, según Marcos Roitman “… golpes blandos son procesos desestabilizadores cuyo fin es desgastar, horadando los cimientos del poder constitucional…” (Rosenmann). Los golpes blandos por su naturaleza de su objetivo no dejan nada al azar, es por que llega consigo actores como medios de comunicación, organizaciones civiles con poder de movilización, organizaciones empresariales, ONG. Dichos actores terminan legitimando el suceso, sin tener ninguna contemplación al poder saliente y mucho menos al que llegue a discrepar.

De la misma forma, los golpes blandos tienen la característica de que no necesariamente recae la violencia en los militares en un principio, sino que los responsables del llamado a la “reestructuración política” son los que terminan fomentando a la desobediencia civil y consecuentemente a la conformación de grupos paramilitares, donde pueden participar los cuerpos de seguridad del estado. Por otro lado, la prensa golpista, que es un actor fundamental en el plan, adjudica la violencia injustificada, injusta e ilegítima al estado. ¿Por qué el uso de la fuerza por parte del estado es ilegitima? Porque la corporatividad mediática mercantil ve los resultados de la campaña de deslegitimación del estado, haciéndolo responsables de la inestabilidad política, caos e inseguridad.

Existen muchos ejemplos que nos muestran los medios para lograr los golpes blandos, como ser: posicionar o implantar un gobierno paralelo, con la intención de asfixiar la gobernabilidad, financiamientos, etc. (Venezuela); el conocido “lawfare” que significa guerra judicial (Brasil); guerras psicológicas para manipular a organizaciones civiles y generar un contexto de caos para establecer en el imaginario que es necesario una intervención militar (golpe).

Los roles protagónicos de Julián Assange, WikiLeaks, y Edward Snowden, exagente de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU, coadyuvaron para suministrar información y así, confirmar lo que se decía simplemente a voces: “…EEUU Estados Unidos avalan, apoyan, financian y legitiman las acciones desestabilizadoras, inclinando la balanza hacia el éxito…” (Rosenmann)

Entonces, podemos decir que los tiempos han cambiado y junto a ellos las formas de hacer golpes de estados, antes con el papel protagónico de las fuerzas armadas, grupos paramilitares, asesinatos “justificados”, torturas y desapariciones; ahora, las fuerzas militares y grupos irregulares pasan a estar en la segunda línea de fuego y por lo tanto, los hechos que desembocan en la desestabilización del poder constitucional tiene apariencias “democráticas” como los impeachment y correlatos de fraudes (México, Bolivia, etc.).

Las causas verdaderas de estos tipos de eventos, que terminan siendo maquillados como “democráticos”, son cuando la clase dominante históricamente privilegiada ve que sus intereses son menoscabados o, por último, se ven imposible compartir los mismos privilegios. Por lo tanto, cuando la clase popular, clase trabajadora o proletaria, “muchedumbre mestiza” (Lora, 1969) gana espacios de representación y por tanto, comienzan las nacionalizaciones, igualdad de derechos, restitución de derechos para los obreros, acceso a la educación privilegiada, despatriarcalizacion del estado y la sociedad, es cuando suenan las alarmas y la “oposición desleal” (Linz, 1987) comienza a deslegitimar el sistema, provocando así un el momento propicio para el golpe blando.

Es de conocimiento público que la base de la estabilidad política, de alguna forma es la “estabilidad económica”, es decir, la hegemonía económica de EEUU, en especial, en Latinoamérica terminó facilitando la dependencia de los países del sur con los del norte y no precisamente porque fallaron en la administración del estado, sino por los constante intervenciones de toda índole por parte del Departamento de Estado, La CIA, M16, USAID, etc. Por otro lado, la mala administración de los gobiernos militares hipotecó la soberanía nacional de muchos países, sin mencionar la pasividad o la conveniencia de las clases burguesas que vieron el hundimiento de sus respectivas naciones como una oportunidad de participar en el saqueo, sin mencionar que muchos de ellos fueron actores principales para el desmembramiento económico de muchos estados.

Quizá debemos rescatar lo que nos dice Marcos Roitman “…los golpes de Estado y el anticomunismo marchan juntos en la historia…” (Rosenmann) y no precisamente porque sean comunistas todas las fuerzas vivas que lucharon contra las dictaduras o cualquier injerencia, si bien los comunistas jugaron un rol fundamental en la restitución de muchos derechos y, en muchos casos, haciendo resistencia para lograr el retorno a la democracia; existe una suerte de que todas las luchas populares, ideas de justicia social o reivindicaciones históricas fueron relacionadas con el comunismo para luego poder legitimar la excesiva violencia, torturas y desapariciones a nombre de la democracia, que se encontraba en peligro por estos subversivos.

La guerra psicológica y las campañas comunicacionales cuidadosamente elaboradas para expandir el ideario anticomunista, terminó estableciendo en el imaginario de la población -y en especial de los que desconocen la fatídica historia de los golpes de estados- el terror del comunismo. Puede ser que aún se siga reproduciendo y difundiendo estos mensajes anti subversivos porque en plena crisis del sistema capitalista, pensar en una alternativa termina siendo ridiculizada, peor aún, si se trata de ideas marxistas, socialista o comunistas. Al respecto, quizá es menester mencionar lo que ocurre últimamente en las universidades donde la despolitización de los universitarios llega a un punto irrisorio, el pensamiento crítico no tiene espacio porque se llegó a desarrollar la idea que el “futuro profesional” no le suma lo político o hablar de política, sino el tecnicismo.

En conclusión, los procesos de desestabilización no son un cuento de victimización o un simple discurso para justificar los problemas que sufre cada uno de los países. Se pudo observar la capacidad de un golpe blando para invertir la realidad: Los golpistas se trasforman en fuerzas democráticas y el gobierno democrático y constitucional en un régimen totalitario. Por otra parte, los movimientos sociales y sus luchas democráticas son un clivaje en el escenario político, sin olvidar las resistencias culturales que son parte de la memoria histórica de las luchas sociales del continente latinoamericano.

Toda dictadura es oprobiosa y deprimente, porque representa a una minoría entronizada por la fuerza en el poder. Todo régimen dictatorial, para mantener su inestable equilibrio, debe recurrir a métodos de barbarie que angustian al espíritu ciudadano y repugnan a las conciencias limpias.”

Carlos Prats González, general en jefe de las fuerzas armadas chilenas del Gobierno de Salvador Allende. Asesinado en 1974.

Bibliografía

Linz, J. J. (1987). La quiebra de las Democracias. Buenos Aires: Alianza Editorial.

Lora, G. (1969). Historia del Movimiento Obrero 1900 – 1923.

Rosenmann, M. R. (s.f.). Por la razón o la fuerza. Madrid – España: Siglo XXI.

Marco Antonio Nina Palli es militante de Columna Sur

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.