Gracias, Fidel, por sembrar conciencia en cada mujer y cada hombre de pueblo. Por enseñarle a la humanidad que «una revolución para que sea irreversible debe ser cultural». Por hacer zarpar el Granma. Por plantar el deporte en la juventud. Por desarrollar ciencia con conciencia porque vinimos al mundo a entreayudarnos, no a entredestruirnos. Por […]
Gracias, Fidel, por sembrar conciencia en cada mujer y cada hombre de pueblo. Por enseñarle a la humanidad que «una revolución para que sea irreversible debe ser cultural». Por hacer zarpar el Granma. Por plantar el deporte en la juventud. Por desarrollar ciencia con conciencia porque vinimos al mundo a entreayudarnos, no a entredestruirnos. Por los médicos y la medicina gratuita. Por sembrar libertad en África y Asia. Por hacernos entender que nuestro verdadero gentilicio es el latinoamericano. Por consagrar la primavera. Por pintar sonrisas en las caras de la infancia. Por forjar patrias. Por la unidad latinoamericana concretada en Alba y Celac. Gracias por aquellos días en que el pueblo indio, zambo, negro y comunero aprendió a agarrar un lápiz y gritar al ombligo de los tiempos ¡Yo sí puedo!
Gracias por luchar para que «ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo y de movilización». Gracias por leer la realidad de tu tiempo. Gracias por transformar cárceles en escuelas. Por creer en «los poderes creadores del pueblo». Por demostrarnos que el mundo es ancho, mas no ajeno. Gracias por poner «La edad de oro» en vez de Mickey Mouse en las manos de los niños cubanos.
Gracias por burlar todos los intentos de magnicidio orquestados por la CIA y los gusanos (explosivos colocados en tus zapatos, francotiradores, veneno inyectado en un tabaco, una carga explosiva dentro de una pelota de beisbol, moluscos explosivos, traje de buzo infectado con hongos, bolígrafo-jeringuilla, amantes a sueldo, veneno de bacterias y explosivos bajo el podio). Gracias por decirles hoy a tus enemigos ¡No pudieron conmigo!
Gracias por el amor infinito a Chávez que es el mismo de Bolívar y Martí, de Carlos Aponte Hernández y Antonio Guiteras, de Marcos Maceo y Mariana Grajales. Gracias por leer y aprobar cada libro de Gabriel García Márquez. Gracias por dibujar «las caras lindas de mi gente negra». Gracias por demostrar que las ideas no se matan, porque con ellas se planifican las batallas y se gana la guerra. Gracias por combatir la «sed insaciable de riqueza». Gracias por acercarnos al reino de este mundo. Gracias por abolir la esclavitud ya que, como decía Róbinson, «la suerte de un jornalero difiere muy poco de la de un esclavo». Gracias por honrar y defender a Martí, en particular cuando aquellos marines estadounidenses orinaron su estatua. En fin, gracias a la Historia porque te absolvió desde el mismo momento en que demostraste que las independencias tienen que ser definitivas.
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