La derecha comenzó a gritar fraude el mismo día de la jornada electoral porque temía el tamaño de la derrota que le esperaba y, como es usual, le apuesta al expediente golpista. La derecha y los grupos oligárquicos e imperialistas que defiende, solo están a favor de la democracia mientras les es funcional a sus […]
La derecha comenzó a gritar fraude el mismo día de la jornada electoral porque temía el tamaño de la derrota que le esperaba y, como es usual, le apuesta al expediente golpista. La derecha y los grupos oligárquicos e imperialistas que defiende, solo están a favor de la democracia mientras les es funcional a sus intereses. En el caso de Ecuador, sabe que con más de un millón de votos (raspando el 40 por ciento necesario para ganar en primera vuelta) y más de 11 puntos de diferencia que le lleva el candidato Lenín Moreno, de Alianza País (AP) al abanderado del neoliberal CREO, el banquero multimillonario Guillermo Lasso, es imposible que pudiera imponerse. Fuera en primera o en segunda ronda, como ya es un hecho.
Mucho menos con un candidato repudiado por una parte importante de la población, que conoce sus inescrupulosas andanzas como banquero y sabe que si ha llegado hasta aquí es gracias a los millones de dólares gastados durante años en la compra o engaño de conciencias. Y no es solo eso. Los candidatos de la Revolución Ciudadana obtuvieron la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, en el número de diputados al Parlamento Andino y ganaron la inédita consulta popular que prohíbe a partir de ahora a los funcionarios públicos, electos o designados, poseer cuentas en los paraísos fiscales. Esta consulta, adversada frenéticamente por Lasso, la propuso el presidente Rafael Correa cuando al conocerse los «papeles de Panamá», trascendió que políticos ecuatorianos opositores disponían de ese tipo de cuentas.
Pero la derecha hizo más aún que chillar por un supuesto fraude. Según ha denunciado Correa, infiltró el Consejo Nacional Electoral para que ingresaran primero las actas donde ganaba la oposición y más tarde en las que se imponía AP con el propósito de crear la imagen de fraude cuando se diera a conocer los cómputos, en los que resultaba ampliamente puntero Lenín Moreno desde el primer boletín oficial. Paralelamente, Lasso cercó con sus huestes el Consejo Nacional Electoral, donde mantiene un plantón apoyado por otros candidatos derechistas y logísticamente por Mauricio Rodas, alcalde de Quito y su compinche. Desde allí se ha llamado a «incendiar Quito», mientras grupos de choque llevaban a cabo actos vandálicos contra edificios públicos y residenciales en la capital y en el litoral, arrebataban actas a funcionarios electorales y los expertos en guerra sucia dirigían una tupida campaña golpista de infundios en las redes digitales. Es oportuno recordarlo, contra Correa ya hubo un intento golpista frenado por su valiente actitud, la movilización popular y la rápida reacción de la UNASUR.
Conviene advertir al lector no informado, que Lasso fue uno de los artífices del llamado feriado bancario de 1999, que desplumó a cientos de miles de cuentahabientes, sumió en la miseria a millones de ecuatorianos y generó la ola migratoria mayor de la historia del país.
Amiguetes del multimillonario, los también banqueros hermanos Isahías, prófugos en Estados Unidos de la justicia ecuatoriana, alimentan desde allí las sistemáticas campañas de mentiras contra el gobierno de Correa implementadas por la monopólica CNN, los medios neoliberales de difusión de la región, los españoles y los locales, con la complicidad de los desprestigiados congresistas cubanoestadunidenses, en particular Ileana Ros-Lehtinen, una de las principales operadoras de la contrarrevolución (anti)cubana de Miami.
En cuanto a la veracidad de los cómputos del Consejo Nacional Electoral, este ha recibido el reconocimiento a su fiabilidad por las misiones de UNASUR y de la OEA. Es solo a partir de la elección de Correa como presidente, que los procesos electorales se transparentaron y modernizaron.
La Revolución Ciudadana ganó en toda la zona costera afectada por el terremoto de 2016, especialmente de la muy dañada y poblada provincia de Manabí. Ello demuestra el reconocimiento de los electores al gran esfuerzo de reconstrucción realizado por el gobierno correísta en medio del embate financiero ocasionado por la caída drástica de los precios del petróleo, la crisis capitalista internacional y la gran desventaja de haber perdido Ecuador la moneda nacional y estar atada al dólar su economía. También recibió el voto mayoritario de los ecuatorianos en el exterior.
Solo queda ahora rematar esta victoria con una mayor goleada a Lasso en la segunda vuelta.
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