En un breve libro de apenas un centenar de páginas y en un inusual formato treintadosavo, podemos leer cómo el arquitecto Eyal Weizman combina nociones de estrategia y táctica militares con teorías de arquitectura y urbanismo, y la denominada «inteligencia de enjambre», para explicar los nuevos modelos de guerra urbana que ensayan y aplican las […]
En un breve libro de apenas un centenar de páginas y en un inusual formato treintadosavo, podemos leer cómo el arquitecto Eyal Weizman combina nociones de estrategia y táctica militares con teorías de arquitectura y urbanismo, y la denominada «inteligencia de enjambre», para explicar los nuevos modelos de guerra urbana que ensayan y aplican las fuerzas armadas y de seguridad israelíes. El autor se centra en las operaciones desarrolladas por las IDF durante la segunda Intifada, pero el resultado no es una obra de historia militar al uso, sino un ambicioso ensayo donde se explican «los destinos cruzados de la disciplina arquitectónica y de la militar», teniendo en cuenta que, según Simon Marvin, especialista en teoría del urbanismo, «el `mundo en la sombra´ arquitectónico-militar está generando hoy en día programas de investigación sobre desarrollo urbano mejor financiados y más ambiciosos que la suma de todos los programas universitarios sobre esta materia» (pags. 12-13).
Así que los nuevos estrategas, entre los que se incluyen investigadores universitarios, estudian las obras de filósofos como Gilles Deleuze, Félix Guattari o el teórico marxista Guy Debord, potagonistas intelectuales muy conocidos en Mayo del 68; o de Bernard Tschumi, el arquitecto deconstructivista. En realidad, urbanismo y guerra van de la mano desde los tiempos más remotos, mientras que el modélico Paris de Haussmann ya incorporó elementos de un «urbanismo policial» que fue muy criticado en su época, por cuanto la construcción de amplias avenidas rompía los laberintos de callejuelas en aquellos barrios socialmente más problemáticos, y permitía acceder allí a las fuerzas de seguridad con rapidez. Actualmente, las tácticas de «geometría urbana inversa» permiten hacer algo parecido pero sobre la marcha, «reinterpretando el espacio» o «deconstruyéndolo», esto es, destruyendo violentamente la lógica de los campos de refugiados y creando un plan urbanístico radicalmente nuevo, al servicio de las fuerzas atacantes, con nuevas avenidas y plazas sobre los escombros de los asentamientos palestinos.
El análisis de Weizman se completa, ya desde el segundo capítulo, con la explicación de la denominada «inteligencia de enjambre» aplicada al control de las operaciones militares por David Ronfeldt y John Arquilla de la RAND Corporation, creadores en su día del concepto Netwar «La teoría del enjambre intenta describir las operaciones militares como una guerra no lineal: una red de constituida por una multiplicidad difusa de unidades pequeñas, semiindependientes pero coordinadas, que operan con todas las demás en una sinergia generalizada» (pag. 22).
La insistencia en la autonomía operativa de pequeños grupos de combate se aplica en las tácticas de desplazamiento a través de las viviendas de los palestinos, en progresiones no lineales, durante las cuales las unidades se coordinan sobre la marcha, en medio del caos del combate, sin pasar por una cadena de mando central. Sin embargo, esas operaciones ofensivas que atraviesan de lado a lado las viviendas de la población civil palestina, evitando las calles y avenidas, no son aleatorias: amplias zonas urbanas de Gaza y Cisjordania han sido reproducidas hasta en sus más mínimos detalles en modelos digitales en 3D. Por lo tanto, se busca conscientemente el efecto de descoyuntar el tejido social palestino en las operaciones militares. Y también, responder al peculiar modelo organizativo de las unidades de combate rivales, constituidas en torno a grupos milicianos autónomos, política y operativamente, capaces de combatir en base a los parámetros de la «inteligencia de enjambre» de manera instintiva.
Tal como explicaba un soldado israelí, refiriéndose a su participación en el asalto al campo de refugiados de Jenín (Cisjordania) en abril de 2002: «Nunca abandonábamos los edificios, nos desplazábamos siempre por las viviendas. Excavamos varias docenas de rutas desde el exterior del campo hasta su centro. Y estábamos todos -la brigada al completo- dentro de las casas de los palestinos. Ninguno de nosotros estaba en las calles, realmente muy raras veces nos aventurábamos a salir al exterior. Teníamos allí nuestro cuartel general, incluso las tiendas de campaña dentro de las viviendas. Hasta los vehículos descansaban en las zonas excavadas dentro de las casas» (pag. 41)
Esta pequeña obra de Eyal Weizman no es sino un capítulo de una obra más amplia: Hollow Land: Israel´s Architecture of Occupation (2007) cuyos orígenes encontramos en una interesante obra colectiva de diversos autores: A Civilian Occupation: The Politics of Israeli Architecture (2003). No se entiende bien que la editorial Errata Naturae haya decidido publicar tan sólo un capítulo del libro de Weizman que, al fin y al cabo se comercializa a un precio no demasiado económico: 11,90 euros, teniendo en cuenta que la obra original completa, en inglés, sale por 13 euros, en paperback.
http://eurasianhub.com/2012/06/20/guerra-enjambres-y-arquitectura/#more-3344