Al más puro estilo «vedette», con un «rollo cabaretero», Bob Pop (Madrid, 1971) consigue hablar de lo que le importa sin que la gente apague la televisión. Esto incluye la homofobia, el machismo, el auge de la ultraderecha o de música. Muchos le conocerán por su trabajo en el programa Late Motiv, de Movistar +. […]
Al más puro estilo «vedette», con un «rollo cabaretero», Bob Pop (Madrid, 1971) consigue hablar de lo que le importa sin que la gente apague la televisión. Esto incluye la homofobia, el machismo, el auge de la ultraderecha o de música. Muchos le conocerán por su trabajo en el programa Late Motiv, de Movistar +. Otros por sus columnas en La Marea y otros qu izá le sigan desde hace más de diez años cuando escribía un blog en el diario 20 Minutos y se le ocurrió cruzar el nombre con el que le llamaban sus amigos (Bob, Bobby) con la temática de la que escribía: la cultura pop. Pero si uno quiere conocer más a quien está detrás de las gafas XXL y las camisas coloridas, puede adentrarse en sus Días Ajenos, ya sea en papel o sobre las tablas.
A su bagaje cultural y su ingenio le acompaña un profundo compromiso con él mismo, con sus raíces y con su tiempo. Por eso sus reflexiones han logrado conquistar también a un público joven, que las hace virales en las redes sociales. Aunque sus palabras se articulen como en un espectáculo de variedades lleno de piruetas en el aire, tiene los pies muy bien puestos en la tierra: «Yo lo que sí quiero es que no llegue nunca el momento en mi vida en el que piense ‘¡oh! España está deseando saber qué opino de esto’. Ese día me habré vuelto majara total».
Así, cuartopoder se cita con Bob Pop en Grant Librería, en el barrio madrileño de Lavapiés, una hora antes de un encuentro con lectores. No falta la recomendación literaria, Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez: «Solo me quedan 20 páginas y no quiero que acabe nunca». Es la misma sensación que se le queda a una tras su entrevista.
– Ha escrito mucho de moda, televisión, blogs, pero se ha convertido en uno de los comentaristas de política y temas sociales que hace sus reflexiones virales, ¿la gente necesita hablar de política de una forma distinta a la de las tertulias?
– No lo sé, lo necesitaba yo. Necesitaba hablar de lo que me importa. Según he ido trabajando cada vez necesitaba más hablar de las cosas que me parecían básicas. Al final, no sé cómo, he llegado a este punto de reflexionar sobre que lo que nos rodea y todo lo que hacemos es política. Analizarlo me parecía divertido. Es lo que hago, tampoco me fuerzo. Me parecía interesante hacerlo desde mi punto de vista. Cuando estaba en Público en papel ya escribía sobre política, con la excusa de la tele o la crónica social.
– Se ha convertido en una referencia para mucha gente joven que comparte sus intervenciones en redes, ¿siente alguna responsabilidad?
– A veces pienso que sería idiota si sintiese alguna responsabilidad y otras que soy idiota si no la siento. Lo que siento es la responsabilidad por hacer bien mi trabajo y que no se malinterprete, explicar bien las cosas que pienso. Y que sea divertido para que la gente no se piense que soy un tío turra y no se piense que estoy siempre con lo mismo, aunque seguro que hay gente que ya lo piensa.
Yo lo que sí quiero es que no llegue nunca el momento en mi vida en el que piense «¡oh! España está deseando saber qué opino de esto». Ese día me habré vuelto majara total y me tendrán que encerrar. La única responsabilidad es ser riguroso con mi trabajo y pasármelo bien.
– Hacemos siempre mucha crítica a los políticos. Usted es muy buen comunicador, ¿hay alguna crítica que hacerle al periodismo político?
– Muchísimas, pero al periodismo en general. Yo siempre que me pongo a criticar al periodismo pienso en las condiciones de precariedad en las que está en la actualidad. El periodismo no es más que un engranaje más de un sistema capitalista donde se te mide por resultados. Si uno sabe que el público va a clickar en una noticia o en un titular sensacionalista sobre política o lo que sea lo va a hacer y lo va a hacer porque le garantiza a supervivencia. A él, a ella, o al medio. Cuando me tienta hacer una crítica a los compañeros que hacen información política, me acuerdo de que no puedo hablar desde el privilegio ni puedo criticar algo que tiene que ver con cómo la gente lleva la vida. Con las cosas de comer de los demás no me meto.
– ¿Cómo resumiría este año político? Imagine que tiene que explicárselo a alguien que no conoce el panorama español.
– Ha sido un año de miedos. Hemos ido a votar por miedo, hemos accedido a un mal menor, a un posible gobierno de una izquierda no tan a la izquierda como nos hubiera gustado a muchos, por miedo. Creo que el miedo está funcionando muchísimo. Y no solo el miedo a los malos desde mi punto de vista. Vivimos campañas políticas de miedo en todo el mundo. El auge de los fascismos, de la ultraderecha, tiene que ver con la sensación de miedo, de los que nos tienen miedo y del miedo que nos dan.
– El otro día, a raíz de la polémica surgida en el ámbito del fútbol, dijo que «al pan, pan y al nazi, nazi», ¿nos cuesta nombrar a las cosas como son? ¿En el juego político se están difuminando demasiado los conceptos?
– Hay algo peor que las fake news y son las dudas nada razonables. El «no puedes hablar de esto porque…». Hay cosas que están muy claras. El nazismo y el fascismo son una de ellas. Surgen voces que dicen «estáis llamando a todo fascismo y al final el fascismo no es nada». No, llamamos fascismo a lo que es fascismo, a lo que se aproxima al fascismo o a lo que abre la puerta al fascismo o al nazismo. Hay un problema con esa necesidad que tenemos de decirle al otro «espérate porque te falta información». No, tengo suficiente información para lo que estoy diciendo.
– ¿Lo mejor y lo peor del año 2019?
– Lo mejor es que ojalá consigamos un gobierno progresista . Lo peor son los resultados de Vox en las elecciones generales.
– ¿Lo mejor es algo que aún no ha pasado?
– Pues imagínate como está el tema. Lo mejor es que esperamos cosas buenas y que no hemos perdido la ilusión. Esto es muy importante.
– Usted es madrileño, pero tiene mucha relación con Catalunya. Además, analiza mucho el lenguaje y juega con él, ¿cree que hay dos relatos que no se entienden?
– Vivimos en burbujas. Mi burbuja de Madrid y mi burbuja de Barcelona se entienden perfectamente, pero claro, yo no conozco a todo Madrid ni a toda Barcelona, pero la gente con la que yo me relaciono en ambas ciudades sí comparten el relato. Te hablo de algo muy limitado.
Es verdad que hay una especie de centralismo comunicativo de las cosas que pasan en Catalunya que cuando yo voy allí lo veo diferente, pero creo que también pasaría si Madrid se contase desde otro sitio. De hecho, cuando Madrid se cuenta desde Catalunya, como en el caso de alguno de mis amigos, hablan de Madrid como un ente con una especie de nube negra donde hay alguien tomando decisiones. Es una ciudad plural y la gente con la que vivo en Madrid no tiene nada que ver con eso. Creo que tiene que ver con cómo se cuente y las ganas y las posibilidades que tengamos de escuchar al otro en su espacio.
– Usted ha escrito mucho sobre moda. Es un defensor de la moda como arte. Este año ha habido una oleada feminista muy importante y todo se ha puesto bajo lupa, ¿es posible que haya revistas de moda con un enfoque feminista o la industria de la moda es irreconciliable con esta idea?
– Creo que puede. Ojalá hubiera revistas de moda feministas y hubiera un mercado. La pregunta es, ¿hay un mercado feminista?¿hay un mercado no clasista? ¿hay un mercado igualitario en todos los sentidos? No lo sé, cada vez tengo menos claro quién consume las revistas y depende mucho del consumidor. Sí hay revistas de moda que se han ido poniendo un filtro para entender que el feminismo no es solo una reivindicación que hay que hacer una vez al año y disfrazarla de una ropa carísima. ¿De qué feminismo hablamos? ¿Uno de clase o elitista? ¿Puede haber revistas de moda de izquierdas?, ¿de izquierdas y feministas? Ojalá, pero no lo sé. ¿Puede haber un feminismo que yo respete, que sea de derechas y excluyente de la clase trabajadora? No me interesa ese feminismo.
– ¿Siempre ha tenido esa conciencia de clase a la hora de trabajar y escribir?
– Sí, siempre he tenido claro que yo era clase trabajadora y que en todo lo que hacía era yo mi propia fuerza de trabajo y que era mi patrón muchas veces o que tenía otros patrones… Si no tienes perspectiva te equivocas mucho, crees que estás en un lugar que no te corresponde y hablas desde un sitio impostado. Es una cagada.
– ¿Es muy frecuente?
– Sí, hay mucha gente que cree que va a heredar en el trabajo en el que está siendo explotado.
– Este año fue el pregonero en el Orgullo Vallecano, ¿al Orgullo LGTBI oficial le falta perspectiva de clase?
– Al Orgullo mainstreaming, masivo, completamente sí. Ni siquiera es LGTBI, es gay, aspiracional y neoliberal incluso. A mí no me interesa nada, aunque entiendo que es un espectáculo muy vistoso. A cambio ha conseguido impulsar el orgullo alternativo. Yo en Barcelona vivo delante de lo que era una colectivo gay. Cada año en el Orgullo, la fiesta consistía en que ponían un escenario en frente de mi balcón, levantaban las banderolas y subían trans a cantar y todas las actuaciones eran superdivertidas. Yo un año vi ahí Eurovisión ahí enfrente y nunca lo he pasado tan bien. Era un colectivo superalternativo y me parecía muy interesante.
Lo bueno de la masificación del Orgullo es que tienen cada vez más sentido las manifestaciones minoritarias que creo que van creciendo cada vez más. Tienes mensaje y conservan el espíritu de Stonewall. Stonewall no fue una chocolatada parroquial.
– ¿Al Orgullo español le hace falta memoria historia?
– Totalmente, y todo el mundo que niegue eso no ha entendido el Orgullo. El Orgullo no es decir «soy gay y no pasa nada porque puedo estar en un banco vendiendo preferentes». A lo mejor sí pasan cosas. A lo mejor no te has preguntado qué es ser gay. Además, creo que es un caso gay masculino porque creo que las lesbianas y las trans, que fueron las que tiraron las primeras piedras en Stonewall y abrieron camino al colectivo gay, están bastante relegadas en esos orgullos masivos. Nos toca escucharlas mucho y estar junto a ellas.
– ¿El ejemplo perfecto de todo lo que hablamos es el debate sobre la gestación subrogada?
– La gestación subrogada es una explotación del cuerpo de la mujer y la mujer en sí. Me parece un disparate absoluto. No tengo ningún debate al respecto. Hay una cosa que no entiendo. Si eres tan moderna como para querer comprar un niño y generar un nuevo modelo de familia ¿por qué excluyes de ese modelo, de pareja de gays masculinos, a una mujer? Puede haber dos padres y una madre perfectamente, aunque la madre no forme parte de la pareja sentimental sí forma parte de la crianza del niño o de la niña.
Entiendo los deseos de ser padre, pero no entiendo que si ya están haciendo algo que rompe con la familia tradicional por qué no incorporan a la madre, que tiene un sentido básico en esa relación. En ese caso sí lo entendería, pero no lo llamaría gestación subrogada, sino otra clase de paternidad y maternidad, maternidad compartida. No sé, habría que ponerle otro nombre. Eso me parecería bien.
– Ahora seguimos a la gente en Twitter que tiene nuestra misma opinión, vemos todos las mismas series de HBO o Netflix… ¿Con este marco, cómo se cultiva un pensamiento crítico y propio cuando estamos tan dirigidos por la tecnología?
– Estamos en una librería. Los libros son la gran forma de mantener el pensamiento crítico, los libros comprados en librerías. Me parece la mejor forma de romper el algoritmo. No hay nadie que nos haya programado para que elijamos al azar un libro que está sobre una mesa de novela de una librería buena, pequeña, no te hablo de una cadena. Eso rompe la cadena de programación a la que podamos estar sometidos. Los libros que compramos, que sacamos de la biblioteca, y la conversación con amigos y amigas nos sacan del sistema de programación al que te refieres.
– Escribe en La Marea y tiene libros en el mercado, trabaja en Movistar+ e incluso ha dado el salto a la escena en Teatro del Barrio. Son muchos formatos, ¿los utiliza para comunicar mensajes distintos?
– Voy a decirte una cosa muy presuntuosa, pero estoy conformando una obra con distintos elementos. Hago un collage con los diferentes medios con los que trabajo, pero soy yo mismo todo el tiempo. Trato, y creo que lo consigo, de no contar lo mismo en todos los sitios, y dibujar un mapa de quién soy y en lo que pienso.
Fuente original: https://www.cuartopoder.es/cultura/2019/12/31/bob-pop-ha-sido-un-ano-de-miedos/