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Hace 20 años comenzó la Perestroika

Fuentes: Pravda-Info

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín La situación actual en Rusia se caracteriza por una fuerte agudización de la lucha ideológica y de clases, fruto del fracaso de la política del segundo «presidente popular» V.Putin. Las «nuevas reformas» de turno, promovidas bajo lemas pseudopatrióticos, vuelven a poner una vez más, a la mayoría […]

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín

La situación actual en Rusia se caracteriza por una fuerte agudización de la lucha ideológica y de clases, fruto del fracaso de la política del segundo «presidente popular» V.Putin.

Las «nuevas reformas» de turno, promovidas bajo lemas pseudopatrióticos, vuelven a poner una vez más, a la mayoría del pueblo sencillo, en el límite de la supervivencia. Pero este no es ya el mismo pueblo que era a principios de los 90, cuando fue fácilmente engañado por dos veces: primero en abril de 1985, y luego en agosto de 1991. Sabedores de esto, los gobernantes del actual régimen trabajan a toda máquina en el lavado de cerebros de aquella gente sencilla, a los que ellos llaman en el mejor de los casos, electores o contribuyentes. El régimen continúa la política de moldeado de todo tipo de «rivales» de Putin, desde los demócratas rabiosos del tipo de Kasianov y Chubais, hasta el «nuevo patriota» modelo Rogozin, pero intentando por todos los medios silenciar a la principal fuerza de oposición: los comunistas, con Ziuganov a la cabeza. (Como reconocía una conocida mía, en nuestra región de Noginsk, durante las elecciones regionales de marzo del 2000, los medios de comunicación, pusieron en práctica la «ley del silencio», como si no existiesen los dos contrincantes del actual alcalde V.Laptiev, elegido para cinco años. El pueblo no sabía nada de ellos. Alababan y siguen alabando únicamente a Laptiev, firme partidario de «Rusia Unida» y de las actuales reformas de Putin, generando prácticamente el culto a su personalidad).

Lo mismo podríamos aplicar a nivel de todo el país: silencio total sobre la existencia y las propuestas de los comunistas. Se ha desatado nuevamente, casi como hace 20 años, una feroz campaña anticomunista y antisoviética, en esta ocasión, en la antesala de la conmemoración de la Victoria sobre el fascismo, que afecta especialmente a los veteranos de guerra. De nuevo han sacado de la naftalina «los niños de Arbat» y «Batallón de castigo».

Hace 20 años todo esto acababa de comenzar. 20 años han pasado desde el comienzo de esa misma «Perestroika», que rehizo completamente el mapa de un país enorme y que dividió a la gente en multimillonarios capitalistas oligarcas (empresarios emprendedores, como les gusta a ellos llamarse) y en una mayoría empobrecida (en comparación con el periodo soviético) de gente de a pie.

Y no se trata solo de gente mayor, ya que la proporción es de 10 pobres por cada rico (de otro modo no hubiesen podído enriquecerse). Por eso los actuales gobernantes burgueses, que todavía cuentan con el apoyo de la gente joven de pocos recursos, quienes trabajan para esos mismos capitalistas, tienen tanto miedo a ser desenmascarados. Pero los jóvenes también acabarán por entenderlo.

Igual que han entendido ya, que una de las principales razones del estado actual de la sociedad, hay que buscarla en las políticas que comenzaron a ponerse en marcha desde abril del 85. La así llamada «Perestroika».

Es especialmente importante recordar la historia de la «Perestroika», para que la gente pueda hacerse una idea de que es lo que ha sucedido realmente en el país en los últimos 20 años. ¿Qué es lo que «construyó» la «Reconstrucción» (Perestroika), sobre las ruinas de la sociedad soviética? ¿Cuáles fueron las etapas de aquel decisivo periodo que se prolongó durante seis años?. Por cierto una etapa no demasiado extensa, aunque tampoco pequeña, y sin embargo…¡cuantos cambios!

¡El mismo Putin está ya en su sexto año de mandato! Y siguen diciendo que apenas está comenzando… que todavía no ha tenido tiempo de nada y que hay que alargar los mandatos presidenciales igual que han hecho con los gobernadores, enquistados en el poder, en las regiones, desde hace una infinidad de años. Poco tiempo, para hacer nada, dicen…

La realidad es que para estos carreristas, lo principal es mantenerse en el poder, y no hacer nada que no sea dinero para ellos mismos y sus familias.

En este sentido, el promotor de la Perestroika, el mismo que parió a todos estos carreristas, servidores de la burguesía, les supera a todos ellos. Aunque al menos, dejó el poder. Él mismo se fue…

Así pues, ¿Qué es lo dio la Perestroika a cada uno de nosotros y a la sociedad en su conjunto?

Comencemos analizando su historia desde abril del 85 hasta agosto del 91, a través de los ojos de un hombre sencillo…

I

Como es sabido M.S.Gorbachov llegó al poder en marzo de 1985. En el pleno del CC del PCUS, salió elegido Secretario General del CC del partido. El que a la postre sería el último Sec.Gral en la historia del PCUS. Posiblemente los historiadores lo acaben llamando Herostrato segundo.

Acabar con un partido así, pase. Pero para acabar con un país así, hay que valer…

Pensemos que las transformaciones en el país fueron inicialmente concebidas como renovación del socialismo. Baste recordar el primer lema de Gorbachov: «Más democracia, más socialismo». Todos saben que lo que vino en llamarse Perestroika comenzó en abril del 85, pero ya en marzo en aquel pleno del CC donde fue elegido Sec.Gral. Gorbachov puso las bases, cuando declaró que era imprescindible reforzar el papel de la intelectualidad (¿de cual?) en el país y en el partido. A que se refería, fue algo que entendimos solo pasados unos años…

En su etapa inicial cuando el termino mismo de Perestroika no acababa de asentarse, esta fue bautizada como «etapa romántica». Era un tiempo de esperanzas. El pueblo creyó al nuevo líder, confiando en un futuro mejor, en primer lugar en una significativa mejora del nivel de vida. El nuevo líder comenzó a recorrer el país, conocer a la gente in situ.

Estos primeros años de Perestroika, destacaron por esta práctica de conocer los problemas de primera mano: «El líder del partido pidiendo consejo al pueblo». Viajes por todo el país, encuentros en los centros de trabajo, a pie de calle. Esos son los recuerdos que guardamos de Gorbachov en aquellos años. (¿A qué les recuerda mucho la carrera de Putin?)

Pero esta era solo la cara externa de la nueva política. La cara interna quedaba oculta para el pueblo. Aunque algunos episodios concretos de la lucha interna que tenía lugar entonces en el seno del Politburó del CC, acababan filtrándose. Lo que desconocía el pueblo era el verdadero rostro del hombre, que había llegado al poder en el partido y en el estado, y acapararía la atención de todo el mundo durante unos años.

En esta etapa el nuevo Sec.Gral. todavía no contaba con el apoyo de la mayoría en el Politburó, donde todavía tenían su peso específico los miembros más antiguos.

Gorbachov no podía todavía expresar abiertamente sus pensamientos.

Él decía por entonces que: «el progreso de nuestro tiempo, se identifica con toda justicia, con el socialismo«. En el XXVII Congreso del PCUS, señalaba que: «La principal diferencia de la cosmovisión de los comunistas, radica en que el hombre, sus intereses e inquietudes, aparecen en el centro de todos los procesos de desarrollo de la sociedad. A pesar de las profundas transformaciones en el mundo capitalista, la naturaleza explotadora del capitalismo no ha variado. Las crisis de los 70 y la revolución tecnológica en la producción, han hecho variar la situación; han permitido al capital pasar al contraataque, privar a los trabajadores de una parte significativa de sus conquistas. En una serie de indicadores del nivel de vida de los trabajadores, se ha sufrido un retroceso de varios años.

Los niveles de desempleo han alcanzado una cifra record en el periodo posbélico. Empeora la situación de agricultores y granjeros. La división en clases se agudiza y se hace más hiriente. El culto inducido al individualismo, el derecho del fuerte en la lucha por la supervivencia, la falta de moral, el odio hacia todo lo democrático, han adquirido proporciones nunca vistas».

Así describía Gorbachov en el XXVII Congreso del PCUS las medidas que se adoptaron en Occidente en los 80, para salir de la crisis a costa de los trabajadores. (Ahora se podrían repetir estas palabras para describir la política del presidente Putin).

El término «Perestroika» caló en la sociedad a finales del 86: es decir casi dos años después del comienzo de las transformaciones en el país. Y estos dos años mostraron que el objetivo real de los cambios era el reforzamiento de la influencia de la nueva dirección en el seno de la intelectualidad aristocrática.

Ya entonces, bajo el aspecto de «Glasnost» (transparencia), se dio «libertad total» de creación a los escritores, artistas, etc. (aunque la «libertad» parecía ir en una sola dirección: a los escritores «comunistas» se les comenzó a acorralar).

Esto es algo natural, pues ya se sabe que los intelectuales son el principal soporte de la propaganda. Y la propaganda misma es el segundo (y no cuarto como dicen) poder en el país.

Al mismo tiempo, toda la política de la nueva dirección parecía encaminada a renunciar a apoyarse en las masas trabajadoras: obreros, campesinos, intelectuales comprometidos.

¿Cuál fue el resultado de estos 2 primeros años «románticos» de lo que todavía no se llamaba Perestroika?

Había un lema certero: «aceleración», pero sin reflejo en la práctica. No se crearon las condiciones que hubiesen hecho posible la reconstrucción de raíz de los sectores industriales punteros, de la construcción de maquinaria en primer término.

Pese a tener posibilidades, no se aprovechó la ocasión de poder adquirir equipamiento moderno y medios para la compra de licencias de adquisición de nuevas tecnologías. (Aunque fuese precisamente esto lo que no querían los «benefactores» occidentales. Preferían desarrollar primero la RFA y Japón, y más tarde todos los «tigres» asiáticos, antes que a ningún régimen comunista. Y aún habrá quien crea en la magnanimidad de los capitalistas, que no hacen sino poner condiciones antes de prestar «ayuda»).

Pero en lugar de esto la URSS comenzó a aumentar la importación de productos de alimentación y manufacturados, aumentando de este modo la deuda externa. (Para esto no ponían objeciones las potencias occidentales, ya que la URSS pasó a ser para ellos un mercado donde vender sus excedentes).

Tampoco se concedieron derechos reales a determinadas empresas. La mayoría pasaba a formar parte de asociaciones de productores, carentes de independencia.

En los 2 primeros años, no se produjeron cambios relevantes en el país. Todavía no se notaba el empeoramiento en el nivel de vida de los trabajadores. El pueblo vivía con la esperanza en un futuro mejor. Gorbachov repetía en sus encuentros con el pueblo, que esperásemos unos tres años para ver la mejoría.

El momento cumbre de este periodo se produjo durante el accidente de Chernobil. Quien sabe. Quizá esto fuese una advertencia a los soviéticos y al mundo entero de la desgracia que se cernía sobre la humanidad bajo el nombre de Perestroika.

II

El pleno del CC del PCUS en enero del 87, lo podríamos considerar como el comienzo de la nueva, segunda etapa de la Perestroika. En un pleno donde se debatía la política de cuadros del partido, por primera vez en medio siglo en nuestro país, se habló abiertamente de la posibilidad de promover varias candidaturas para las elecciones. Junto con el derecho a elegir a la dirección de las empresas, (cierto que esta medida fue posteriormente suprimida, por afectar a la disciplina de la producción. Pero yo creo que la administración de las empresas, que está hoy en posiciones burguesas, se esfuerza en perpetuar su poder, sin tener que temer la destitución, ya que ahora ya no solo es el director, sino el copropietario de la empresa) supuso el primer paso real a la democratización. (no democracia en general, ya que el concepto «democracia» como poder del pueblo, solo es aplicable a la futura sociedad de autogestión).

Hubiese podido ser un paso en la mejora del socialismo. Pero como ya ha pasado en más de una ocasión en nuestro país, la campaña alternativa de elección de directores, no supuso la mejora del cuerpo directivo, como tampoco aportó nada la criba de dirigentes de todos los niveles, que se dio a comienzos de la Perestroika. (apartaron a los directivos de convicciones comunistas, acusándolos de dogmatismo).

Al tiempo, por primera vez comenzaron a hablar de la necesidad de una reforma económica radical. Aparecieron nuevas formas de autogestión financiera, que intentaron introducir. Pero resultó que en lugar de darse un aumento real de la producción, a costa de la subida de la productividad del trabajo, esta creció básicamente en su expresión monetaria, a base de socavar la producción de productos baratos y de la reducción de la producción de surtido.

Los cambios en la URSS encontraron su reflejo en la política internacional, parecía que todo esto debía conducir a una paz global y duradera. Ya que el «nuevo pensamiento» en los asuntos internacionales permitía mejorar las relaciones de la URSS con los EE.UU. y otros países occidentales. El mundo occidental vio en Gorbachov al hombre que podía volver la historia atrás. Occidente utilizó todos sus resortes para reforzar las posiciones de Gorbachov y sus más cercanos colaboradores: Yakovlev y Schevarnadze (precisamente en esta etapa comenzó su ascenso a la cima del poder).

En Occidente vieron que el reforzamiento de Gorvachov y compañía, significaba el avance de la influencia de la intelectualidad aristocrática (léase burguesa) en la URSS, lo que permitía confiar en el cambio del modo de pensar del pueblo soviético con la ayuda de los medios de comunicación en el interior del país.

La segunda etapa de la Perestroika termina con los sucesos que posteriormente sacudieron todo el país. Me refiero a los sucesos de otoño del 87, cuando se celebraron el pleno de octubre del CC del PCUS, el encuentro de partidos comunistas y movimientos y la ceremonia en honor del 70 aniversario de la Revolución de Octubre. Se podría decir que estos acontecimientos supusieron el comienzo del vuelco del curso de la Perestroika: de la «renovación el socialismo» a la «revolución democrático-liberal de la cúpula» y prácticamente al proceso contrarrevolucionario de retorno al capitalismo.

Por primera vez en 30 años, en el PCUS surgió una oposición abierta encabezada por el futuro «zar del pueblo», Boris Yeltsin. Entonces Yeltsin no tenía un programa definido, tampoco tenía demasiados apoyos ni en el partido ni en el pueblo.

Entonces ya se veía que la política de la Perestroika no había traído nada al pueblo, aunque tampoco había hecho que empeorasen sus condiciones de vida. Esta última circunstancia jugó su papel, en el sentido que la mayoría de la población no apoyase entonces a Yeltsin.

El modo de afrontar la cuestión de la Perestroika por parte de Yeltsin era en ese momento correcto. Él todavía no intervenía como apologeta del paso al capitalismo. Había antes que preparara al pueblo para esto. Mientras que los comunistas (los verdaderos comunistas) apoyaban entonces a Gorbachov, al no ver el peligro de su reencarnación en seguidor de la socialdemocracia. Entonces todavía era posible plantear la cuestión de la sustitución del Secretario General.

En lo sucesivo se hizo todo lo posible para que la variante «Jruschoviana» fuese en principio inviable; para que fuese imposible sustituir al líder por otro medio que no fuese constitucional. (no debemos obviar que el papel de la personalidad del líder, aumenta considerablemente en determinados momentos de la historia).

Por mucho que digan hoy, pero de no haber habido en el país y el partido una dirección colegiada, difícilmente hubiese sido posible la destitución de Jruschov.

El encuentro de partidos y movimientos de liberación, que tuvo lugar en medio de las celebraciones del 70 aniversario de la Revolución de Octubre, demostró que en la arena internacional, había disminuido considerablemente la influencia de los comunistas. En el encuentro muchos señalaron, que el capital internacional y la socialdemocracia están unidos como nunca y actúan como una fuerza conjunta. Habían conseguido lo fundamental: Sustituir en la conciencia de la gente, la lucha de clases, por los conflictos religiosos e interétnicos. Principalmente entre las capas bajas y medias de la población. (Las clases altas hace tiempo que viven ya sin frontera nacional alguna).

Mientras tanto el movimiento comunista aparecía aislado, dividido, apartado del movimiento obrero.

La autoridad del socialismo se vio seriamente afectada durante el mandato de Brezhnev y de otros «líderes destacados».

Y a pesar de todo esto y de que en los dos primeros años de Perestroika las posiciones del socialismo hubiesen podido reforzarse, esto no se produjo. Y no solo gracias a la «dolce vita» en los países «civilizados».

El principal papel en el actual derrumbe del movimiento comunista en el mundo, lo jugaron los ideólogos del PCUS, con Yakovlev y Schevarnadze a la cabeza. Ellos nos llevaron a reducir las relaciones con los auténticos comunistas, a apoyar a fuerzas reaccionarias en los países en desarrollo, a establecer relaciones con regímenes abiertamente profascistas.

Todo esto nos lo servían como «nuevo pensamiento» en política internacional. La apoteosis de este «pensamiento» fue el apoyo de la Unión Soviética a la política fascista de Bush padre en Oriente Próximo, el apoyo a la guerra cobarde contra el pueblo de Iraq en 1991.

La historia se ha vuelto a repetir en nuestros días, cuando Rusia ha apoyado tácitamente la ocupación de Iraq por Bush hijo.

Pero eso fue más tarde. En 1987 apenas estábamos empezando. Precisamente acababa de iniciarse el derrumbe ideológico del PCUS, que comenzó con el pretexto de la «crítica la culto a la personalidad de Stalin». L apolítica del «culto a l personalidad» ya recibió su valoración en el XX congreso. Por eso volver a sacar esta cuestión, implica perseguir determinados objetivos. (¡ahora ya es la tercera vez!)

La crítica del culto a la personalidad, que comenzó en la segunda etapa, (a la que podemos denominar «etapa decisiva») recobró un nuevo impulso tras el informe de M.S.Gorbachov «Octubre y la Perestroika: la revolución continúa», en la sesión dedicada al aniversario de la Revolución de Octubre. Gorbachov decía entonces:»ni las mayores torpezas, ni las desviaciones de los principios del socialismo, podrán hacer que nuestro pueblo, nuestro país abandone el camino que eligiera en octubre de 1917… Son demasiado fuertes las ideas del socialismo, que las masas hicieron suyas. El pueblo se sintió participe de algo grande, comenzó a ver los frutos de ese esfuerzo. Su patriotismo adquirió un nuevo sentido socialista».

Hoy esto parece lejano y olvidado. Tanto más, si pensamos que a raíz de ese informe la intelectualidad aristocrática, comenzó a hacer todo lo posible por extirpar del pueblo, precisamente ese contenido patriótico socialista, y el patriotismo en general. Entonces, todavía la mayoría del pueblo soviético creía en el socialismo y en la perspectiva comunista. Aunque no hay que pecar de ingenuos. Todos entendían que el comunismo nada tiene que ver con el paraíso de la abundancia del que hablaba Jruschov, sino con la igualdad social y política de personas libres. Precisamente eso, igualdad de origen y ausencia de división en clases sociales, es lo que no gusta a los ideólogos de la sociedad burguesa y aristocrática, que consideran la extracción social como algo noble y la acumulación de riqueza con la ayuda de los «innobles», un «don divino».

III

1988, podemos considerarlo como el inicio de la tercera etapa de la Perestroika. Este fue el último año antes de la crisis, y seguramente los historiadores compararán los indicadores económicos de años anteriores con los de 1988. La producción sigue creciendo, si creemos al Instituto de Estadística de la URSS, el PIB en comparación con 1987, creció un 4,4%, la producción industrial en un 3,9%. En la práctica se veía que el país, por primera vez en todos los años posteriores a la guerra, comenzaba a adentrarse en el abismo de la crisis.

Ya entonces, como señalaba el famoso economista L.I. Abalkin, empeoró el estado del mercado de consumo. Especial inquietud generaba la situación en la esfera del progreso científico-técnico, donde el retraso frente al nivel mundial continuaba aumentando y adquiría un carácter amenazante.

La dirección del país en ese momento comenzó a desarrollar elementos de la economía de mercado (aunque todavía no se utilizaba este término). Se desarrolla el movimiento cooperativo, elementos del comercio al por mayor, diferentes formas de autogestión financiera. Aumenta el número de cooperativas de comercio e industriales, lo que permite abastecer el mercado de todo tipo de chucherías y dulces. Los cooperativitas tenían amplia libertad para elegir el tipo de producción. Las cooperativas acabaron estando en una posición privilegiada, lo que posteriormente hizo variar ostensiblemente la situación económica. El movimiento cooperativista, consciente o inconscientemente, se orientó básicamente en el comercio, intermediación y producción de artículos de lujo, en lugar de los de primera necesidad, en lugar de productos de amplia demanda, para la construcción o sector servicios. Además las cooperativas no partían de la nada, se creaban sobre la base o sustituyendo a empresas estatales (cafeterías, pequeños restaurantes de comida rápida, talleres de reparación etc.). Esto no hacía que creciesen en número. (Ya de por si en el país había muy pocos establecimientos de ese tipo. Parece que no han aprendido que para la gente es mejor tener diez pequeños comercios y cafeterías en una calle, que no uno grande en el quinto pino.)

Lo principal que cambió en la conciencia de la gente el movimiento cooperativista, fue el nivel de salarios de los cooperativistas, mucho más altos. A pesar del escaso peso específico que representaban tanto en el número de empleados, como en el porcentaje de la producción, jugaron un importante papel en la psicología de la gente. La opinión pública se reorientó hacia el enriquecimiento personal. Además apareció un gran número de lo que se podría llamar pseudocooperativas.

En muchas empresas estatales muchos obreros pasaron a ser pluriempleados; ejercían su ocupación principal, combinándola con el trabajo para la cooperativa. Aumentó la jornada laboral (un trabajo extra que no aparece reflejado oficialmente en ninguna contabilidad). Por otra parte decayó el interés por los pedidos estatales, lo que condujo a la reducción de la producción de artículos baratos.

Fueron precisamente estas «cooperativas», las que hicieron de detonante para cambiar la mentalidad de la clase obrera y dividirla.

Los altos salarios de aquellos que trabajaban 12 horas la día, fines de semana incluidos, llevaron a pensar a la administración de las empresas, que ellos también podrían enriquecerse a costa de esta gente, sin tener que recurrir a ningún tipo extra de medida para aumentar la productividad en su expresión natural (para que iban a querer nuevas tecnologías. Basta con aumentar la explotación de los obreros para generar beneficio). Y a los que no pueden trabajar 12 horas al día se les puede presionar, no dándoles ningún tipo de incentivo. En las condiciones de mercado, esta gente son los primeros candidatos al despido, por mucho que cumplan sobradamente con su cometido. Ya tenemos la división entre los obreros. Así camuflado como autogestión financiera e introducción de cooperativas, se estaba produciendo un ataque a las principales conquistas del pueblo soviético: jornada laboral de 8 horas, y mismo sueldo por el mismo trabajo.

Se pusieron las bases para el nacimiento de una nueva capa social: la de los cooperativistas, pequeños propietarios, y la de la «aristocracia obrera», mimada desde la administración.

Estas capas constituyeron posteriormente la base social de los nuevos partidos y movimientos burgueses.

El masivo movimiento de distintas- pero que en nada se diferenciaban- formas de autogestión, desarrolladas por académicos que nunca habían trabajado en la producción, no dieron ningún resultado práctico. Solo produjeron un aumento de la inflación y una reducción de la producción. Esto obligó a llevar a cabo la «reforma de precios», o mejor dicho a aumentar el precio de todos los productos.

Esta tercera etapa de la Perestroika se caracteriza, por una profundización de la lucha ideológica, que ya entonces (por que no decirlo) comenzó a adquirir carácter de clase.

El recrudecimiento de esta lucha fue posible, una vez que los enemigos del socialismo tomaran el control de los medios de comunicación.

Los escritores fueron los primeros en lanzar este ataque ideológico contra el socialismo, ya que la mayoría de periódicos, radios y canales de televisión seguían en manos de los comunistas. Comenzó una ofensiva masiva sobre los soviéticos, por parte de escritores y periodistas, que habían recibido su educación durante el Poder Soviético, y habían hecho carrera con ayuda del carné del partido.

Dicen ahora que no tenían libertad. ¿es así realmente? ¿Qué es lo que entienden ellos por «libertad»? Solo aquello que puedan utilizar en sus libros, donde puedan expresar sus pensamientos, dirigidos contra la clase obrera y los comunistas (la mayoría de nuestros escritores «demócratas», simplemente se burla en sus obras de los obreros), contra los soldados y oficiales del ejército soviético (la mayoría de ellos eran entonces hijos de obreros y campesinos, por no hablar del ejercito ruso de ahora). O solo ensalzar el sistema burgués de libertad de empresa (aunque en este caso la libertad de unos- los capitalistas- se convierte en la no libertad de otros- los asalariados).

Pero suponiendo que esto fuese así, entonces por qué los actuales gobiernos «democráticos» en Rusia, Georgia o los países Bálticos, han prohibido prácticamente la propaganda comunista y ateísta, y vetan la aparición en los medios no solo de los líderes comunistas o de las organizaciones patrióticas, sino- lo que es más importante- despiden a los periodistas que piensan diferente. Significa que de nuevo estamos hablando solo de la libertad aristocrática o burguesa, ¿no es así, señores escritores y periodistas?

A esto habría que añadir (especialmente para los obreros, que todavía creen en la privatización, es decir en la introducción de la propiedad privada. Muchos desconocen incluso la esencia de estos términos), que los denominados escritores y periodistas «libres» e «independientes», tienen en su mayoría ascendencia noble y burguesa. En su momento muchos de ellos «olvidaron» esto, pero ahora han vuelto la vista atrás, a sus recuerdos sobre la «vida dichosa antes de la revolución en la casa con columnas y un hermoso parque frente las ventanas». (Pensad camaradas mineros y obreros de la construcción, si vuestros abuelos y bisabuelos os hablaron alguna vez de esa vida feliz en tiempos del zar… ¿y quién les construye esos palacetes ahora?)

Dicen que el escritor «independiente» es un hombre desprendido. Entonces ¿a qué viene que algunos de ellos comiencen a recordar donde estaban las haciendas de sus antepasados, las fábricas , que pertenecían a sus familias?

Como creer en su desinterés por el dinero, cuando los escritores , que nada tenían de pobres, exigían un aumento salarial de un 600%. ( ya lo quisieran para si los mineros…)

Los directores, que han pasado a ser dueños de las fábricas si que lo han conseguido…