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«Hacer famosos a unos ineptos»

Fuentes: Rebelión

            Escuché la expresión en el comentario de un analista político sobre las elecciones en nuestro país. Me pareció bastante acertada en los tiempos que vivimos. Aquí no vamos a nombrar a nadie, pero sí, ayudarnos a no dejarnos manipular y no caer en tal ‘burrada’: Hacernos más famosos o tontos de lo que somos, tanto en estas elecciones como en la vida cotidiana. Todos conocemos a gentes ineptas al nivel nacional, en lo político, religioso y a nuestro alrededor. Muchas personas ocupan puestos de responsabilidad sin tener la capacidad de cumplirla satisfactoriamente. Luego, a corto o mediano plazo, resultan una catástrofe personal y social. ¿Cómo ayudarnos para no caer personalmente en tal error en particular al momento de elegir autoridades que van a orientar la vida nacional?

            También podríamos reflexionar sobre la actitud opuesta a aquel dicho: “diabolizar a un sabio”, porque la maldad existe y lastimosamente hace bastante daño en nuestros ambientes familiares, locales, nacionales e internacionales.

            Comencemos a discernir quiénes se dedican a esta tarea de hacer famosos a personas ineptas o de diabolizar a personas sabias. Enseguida pensamos a los medios de comunicaciones, los grandes como también los virtuales. También está el sistema social en el que nos encontramos: En las votaciones delegamos a otros para tomar decisiones que nos competen a cada uno o no participamos en decisiones que debemos tomar nosotros. Nos hemos olvidado de la norma que dice: “Lo que concierne a todos debe ser decidido por todos” y nos hacemos cómplices de nuestras propias desgracias. Hemos dejado crecer y fortalecerse un sistema que nos margina y nos manipula porque hemos aceptado vivir en el individualismo, le desinterés y un modo de vivir que nos da pequeños e ilusorios placeres inmediatos: Nos conformamos de una vida de segunda categoría.

            En estas circunstancias, los grandes medios de comunicación se aprovechan de nuestras debilidades y malas costumbres para hacer prosperar sus propios intereses y lo de quienes los financian. Cuando nos encontramos en situaciones desastrosas como las de estos tiempos actuales, buscamos los causantes de tales situaciones. El problema es que no estamos preparados para discernir correctamente el origen ni el modo de proceder de quiemes nos han llevado a tal incompetencia personal. Además, nos hemos dejado llevar a lo que hoy nos aparece como un abuso de poder, una manipulación y un atropello.

            ¿Cuáles son entonces las grandes falencias nuestras que tenemos que corregir para no seguir atropellados, manipulados y engañados? La mayor de estas falencias nuestras bien puede ser el individualismo. Hemos perdido el sentido de la comunidad, de la comunicación, de la cercanía y del compartir. Es cierto que hay todo un sistema que nos aleja de este ‘bien vivir y convivir. Está primero la educación escolar basada en la competencia y no la colaboración. Hay que ser el mejor sobre los demás, en contra y a costa de ellos. Por este motivo estamos bastantes deformados. Muchas veces actuamos solo para brillar y ser famosos, lo que significa terminar siendo ineptos, ridículos y dañinos con los demás.  Además, como personas individualistas, terminamos amargados, insatisfechos y enfermos porque estamos hechos para vivir en comunidad, en fraternidad y en armonía.

            Otra falencia mayor que nos destruye individual y colectivamente, es el consumismo. Nos han hecho creer que vamos a ser felices si tenemos a nuestra disposición un sinnúmero de bienes materiales que se nos presenta como indispensables. Entonces llenamos nuestra casa de una cantidad de muebles y artefactos que terminan esclavizándonos, porque nos hacen cada vez más dependientes de ellos, y con la idea que los nuevos que nos proponen son todavía mejores y más adaptados a nuestras necesidades. No nos damos cuenta que no dejamos manipular por la propaganda que es la gran mentira de nuestra época: Terminamos pensando de manera ajena a nuestra verdadera identidad. Los bienes materiales deben estar al servicio de nuestro crecimiento intelectual y de la convivencia social, si queremos sentirnos bien. Nos se trata de ser famosos por lo que tenemos, sino serviciales y profesionales gracias al desarrollo de nuestras capacidades intelectuales y manuales. La sencillez de vida es el mejor remedio al vacío interior producido por el acaparamiento insaciable de bienes y riquezas.

            Una última falencia que nos destruye es el desinterés por la defensa y la promoción de los bienes comunes. Vivimos sin darnos cuenta suficientemente que dependemos los unos de los otros y de la naturaleza que nos rodea. Crecemos gracias a una organización social que nos beneficia a partir del momento que nacemos: caminos, escuelas, centros de salud, iglesias, gobierno, asamblea legislativa, etc. Estos empiezan a funcionar mal o a desaparecer cuando dejamos de participar en su organización y su mejoramiento, o cuando permitimos que otros se adueñen completamente de ellos. Nos hemos desinteresado demasiado de lo que es nuestra responsabilidad y esto provoca el caos social con nuestra pasividad y desorganización. Hemos creído que otros, pudientes y famosos, van solucionar lo que nos corresponde construir y cuidar juntos.

            Este tiempo de elecciones es propicio para reflexionar sobre las causas del desastre nacional en que nos encontramos. Las causas provienen a la vez de una organización social que privilegia a los poderosos como también de nuestra falta de interés, nuestra desorganización y nuestro egoísmo materialista. Otros se están aprovechando de nosotros porque se lo hemos permitido. Lo seguirán haciendo si continuamos como estamos en este momento: individualistas, consumistas y desinteresados. Los medios de comunicación están creando nuevas personas ‘famosas’, pero totalmente ‘ineptas’ que buscan manipularnos, marginarnos y explotarnos: Son lobos vestidos disfrazados de corderos. Irán también satanizando a los sabios e idóneos que sí, nos pueden guiar hacia una vida más comunitaria, más sencilla y más participativa… Juntos ayudémonos a discernir lo mejor para nosotros, individual y colectivamente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.