Celia tiene 41 años y es hija de dos dirigentes históricos de la revolución cubana, Armando Hart y Haydée Santamaría. Celia es física, escritora y miembro del Partido Comunista de Cuba, impulsora actualmente del comité de solidaridad con Palestina. Se define como «trotskista por cuenta propia». Acaba de culminar una visita a Buenos Aires. La […]
Celia tiene 41 años y es hija de dos dirigentes históricos de la revolución cubana, Armando Hart y Haydée Santamaría. Celia es física, escritora y miembro del Partido Comunista de Cuba, impulsora actualmente del comité de solidaridad con Palestina. Se define como «trotskista por cuenta propia». Acaba de culminar una visita a Buenos Aires. La entrevistamos para que nos contara como llegó a Trotsky desde la ciencia, buscando una explicación a la caricatura de socialismo impuesta por el stalinismo. Más allá de las lógicas diferencias políticas que tenemos con Celia, es apasionante conocer las opiniones de esta cubana internacionalista y enemiga mortal del «socialismo en un solo país».
¿Cómo conociste la obra de Trotsky, que tenemos entendido que se estudia y difunde muy poco en Cuba?
En 1982 fui a terminar la carrera de Física a la República Democrática Alemana. Yo tenía una formación muy fuerte desde niña con Martí y el Che. Y los compañeros me decían que ir a la RDA, sería como viajar en la máquina del tiempo, vería el futuro de mi revolución. Encontré un país muy desarrollado, con su economía planificada, con gente con alto nivel de vida, pero que era un país mustio, sin juventud, paralizado ideológicamente, no les interesaba las cosas del Che, lo que ocurría en Nicaragua… era un sistema triste… Y esa quietud me empezó a mortificar y creó una crisis en 1985 donde yo no entendía que ese fuera el sistema.
Fue un cambio grande para vos…
Cuando volví a Cuba estaba en que me iba a ir del país o iba a promover una reforma… No conocía a Trotsky. Me habían enseñado que era un desertor de la revolución rusa, un traidor. Yo me enganchaba con Martí y con el Che en el aspecto internacionalista. Mi papá me dio, sin decirme nada, los libros de Isaac Deustcher. Leí «El profeta desarmado», «Stalin» y «La revolución inconclusa». Fue un renacimiento, una felicidad, los entendí inmediatamente y me di cuenta que había habido una gran traición y que yo fui víctima también de esa traición. Se convirtió en mi profeta porque me salvó para la causa del proletariado. De allí en adelante fue una cosa muy lógica… Los libros de Trotsky que tuve oportunidad de conseguir los leí con gran facilidad. Me parecía una cosa que yo sabía, que intuía… Llegué a Trotsky a partir del pensamiento de Martí y el Che. Yo pensaba que la única trotskista en el mundo era yo… En noviembre de 2003 escribí mi primer artículo sobre Trotsky. Empecé a recibir cartas de todo el mundo, de Cuba ninguna. Allí no me publican… Soy algo así como trotskista por cuenta propia. Ahora me hicieron optar entre la Física y la política. Por eso me fui de la universidad. Milito en el comité nacional cubano de solidaridad con Palestina, que se está desarrollando.
¿Cómo ves el panorama actual de América Latina?
Muy estimulante. Un reverdecimiento de todas las fuerzas que han estado apañadas por toda la década de globalización, caída del muro, fin de la historia. Se vive un momento diferente. Es muy importante lo que ocurre en Venezuela, el papel de Chávez, no se le extiende un cheque en blanco a nadie, pero sí creo que aunque no es un gobierno socialista clásico, creo que hay intención de reformas radicales y lo más importante, el movimiento de masas, los trabajadores, se ha fortalecido y ha crecido en meses tomando una cultura política impresionante, son los que podrán conducir a Chávez a tomar las mejores medidas. Por eso no tanto confiar en Chávez, sino en esas masas… el espíritu de los bolivarianos trasciende incluso lo que pueda decir el gobierno, que como todo gobierno tiene sus márgenes de conservador. Lo que se ha generado después del referéndum que convirtió una campaña en una lucha de clases, el NO fue de los obreros, de los humildes…
¿Y la situación en Cuba hoy?
Somos una referencia más allá de las diferencias que se tengan con el gobierno, es una revolución que logró sobrevivir al derrumbe del campo socialista. Fidel dijo «socialismo o muerte»… Yo tengo una guerra total con el concepto de «socialismo en un solo país», en Cuba no existe el socialismo, lo que hay es revolución socialista. Esta se tiene que dar en muchos países para ir a un sistema socialista, pero no simultáneamente…Muchos se confunden… En Cuba existen los problemas del socialismo en un solo país, que no se puede hacer. Hay una revolución socialista que se está defendiendo en un medio hostil. Fidel no incorpora la revolución permanente a su discurso, no se por qué, pero no me importa porque él lidera la revolución. Por supuesto hay sectores que han burocratizado muchas cosas del país. Y está el problema de la posibilidad de una restauración capitalista dada la dolarización. El burocratismo y la restauración tienden a hacer alianza, en la ex URSS fue así…
Desde el punto de vista trotskista de la revolución permanente, ¿cómo ubicás el proceso revolucionario cubano?
La Revolución Permanente como yo la entendí es en dos sentidos. Hacia adentro de las fronteras, no para de cambiar. A mí me decían «ya triunfamos, tranquilícense» No, no hay tranquilidad, es a contracorriente, la revolución permanente es estar contra esa tendencia al status quo que hay. Y hacia fuera de las fronteras, eso que antes se decía de exportar la revolución, que ahora no se puede decir… Lo que hizo el Che, defender la revolución permanente, ya triunfamos aquí pero no es suficiente, hay que hacer muchos Vietnam. El Che es el paradigma de la revolución permanente. Fue el alumno más aventajado de Trotsky por intuición, aún criticándolo… y murió con un libro de él en la mochila. Es lo contrario a lo que ahora nos dicen de «no injerencia en los asuntos internos de los países». Tomar el poder es un trámite hacia el socialismo, no es su triunfo, hay que seguir haciendo la revolución estando en el poder, revolucionando constantemente…
Después de la caída del muro y la URSS, muchos hablaron de «muerte del socialismo» ¿vos cómo lo ves?
La caída del Muro ojalá se hubiera dado antes. Porque el Muro, la URSS, el stalinismo, nos retrasaron mucho el camino, no sólo en el tiempo, también en la conciencia. Muchos se volvieron reformistas, otros burócratas. A los obreros le extirparon su conciencia de clase. Fue un engaño colosal. Pero la caída del muro permitió salir de la amnesia. Se liberaron las condiciones objetivas de la revolución. Se coloca la vigencia de Trotsky, que empieza a ser muy necesario. Se demostró la claridad de Trotsky: la revolución permanente, el internacionalismo y también la lucha contra la burocracia. Ahí está el problema de Cuba que tenemos que resolver, el de la burocracia, si no nos va a comer el problema de la dolarización. La revolución atorada es un problema. La revolución vivirá mientras se reproduzca.
¿Qué opinás sobre los que dicen que no van más la toma del poder, el partido revolucionario y la lucha del proletariado?
Es una tontería. Sin lucha de clases no hay toma del poder. El poder nadie lo regala. Pero a los que decían que era el fin de la historia, hoy el desastre que es el mundo demuestra la incapacidad del capitalismo. No es que un mundo mejor es posible, es que si no cambiamos al mundo, el que hay hoy, el peor, no va a quedar, va al fin de la civilización. La única alternativa es el sistema socialista que aún no ha triunfado. Y los que dicen que el error no fue Stalin sino el propio Lenin se equivocan.
Para ello es fundamental construir el partido revolucionario…
Es imposible que los movimientos sociales puedan sustituir el rol de las vanguardias políticas. Los partidos son fundamentales para que los movimientos sociales tengan una dirección, un rumbo. Es la gran tarea de la izquierda. Que no se resuelve sólo con este o aquél partido. Es necesaria la unidad de la izquierda comunista, es decir trotskista, para organizar.
¿Y la necesidad de construir una internacional?
Ah… para mí eso es el sueño. Para lograr lo de «proletarios de todos los países uníos». Una Internacional. Hay que restablecer esa maravilla del marxismo. Empezando por unir alrededor de temas específicos, para movilizar, para juntar a América Latina, para ayudar a romper las fronteras. No sé cómo se puede hacer.
¿Qué le dirías a los luchadores que buscan una alternativa para superar la miseria capitalista?
La revolución socialista es la única alternativa. Esto no quiere decir que no luchemos contra las injusticias concretas por las que tenemos que ser los primeros en dar la vida. Pero les digo a los jóvenes que la revolución no es solamente el fin más hermoso. Hacer la revolución es la manera más económica de ser feliz.
Entrevista: (Alternativa Socialista, MST de Argentina)