No podemos olvidar aquellas declaraciones de Felipe González cuando Estados Unidos y Gran Bretaña de forma unilateral, al margen del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas invadieron Iraq, al decir que era el inicio de la III Guerra Mundial, aunque nos dejara en suspenso quienes serían los países componentes que encuadrarían ambos bandos contendientes. Tampoco […]
No podemos olvidar aquellas declaraciones de Felipe González cuando Estados Unidos y Gran Bretaña de forma unilateral, al margen del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas invadieron Iraq, al decir que era el inicio de la III Guerra Mundial, aunque nos dejara en suspenso quienes serían los países componentes que encuadrarían ambos bandos contendientes. Tampoco podemos dejar en el olvido aquel trabajo de Pedro A. Prieto que titulaba «Un cuento de terror/ismo energético» que fue publicado en Rebelión, y también impreso en los Cuadernos del CAUM, y en su Web, donde nos ofrece un interesante y documentado estudio con datos de las propias multinacionales petroleras, donde nos anunciaba que el petróleo se acaba en menos de 40 años y el gas natural unos años después, (según los datos de consumo en el momento del estudio) sin que hayan energías alternativas con las que sustituir a esas fundamentales fuentes energéticas.
Posteriormente a la invasión de Iraq, fundamentalmente Alemania y Francia, plantearon la necesidad del reforzamiento del Euroejército. Parecía el tema olvidado, sin embargo el pasado día 24 de noviembre, el general de brigada del Ejercito de Tierra, José Enrique de Ayala Marín, publica en las páginas de opinión del diario El País un interesante artículo que nos hizo retornar a las declaraciones de González y Prieto. Consideramos imprescindible realizar un resumen sintetizado de ese artículo, para que se puedan comprender los comentarios que de ellas se derivan y que consideramos oportuno realizar a continuación, al mismo tiempo que invitamos a los que los lean realicen los suyos propios.
Comienza su articulo que lleva por título «Hacia una defensa europea integrada», diciendo: «…la reelección del presidente Buhs, hacen inexcusable una revisión de la arquitectura europea de seguridad y defensa…». Después de comentar la necesidad del viejo y el nuevo mundo de constituir la OTAN frente a la URSS, y como después de la desaparición de aquel «socialismo real», la organización se siguió manteniendo para preservarnos de «nuevos peligros», «…siempre bajo el liderazgo político y militar de los EE.UU» para denunciar seguidamente, «Sin embargo, EE.UU. no estaba dispuesto a discutir con sus aliados… Tomarían sus propias decisiones y dirigirían las acciones consecuentes de forma unilateral con apoyos directos e incondicionales de sus aliados más fieles. Así sucedió en la intervención en Afganistán… Y así ocurrió, por supuesto, en la guerra de Irak, en este caso con los agravantes de la oposición de algunos de sus aliados europeos y de la falta de respaldo por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.»
«EE.UU. ha manifestado reiteradamente que no va sujetarse a ninguna decisión de organizaciones internacionales como OTAN, Naciones Unidas o cualquier otra, cuando considere afectada su propia seguridad. Ésta es la tesis de la Administración Bush y una de las claves de su reelección. Pero tampoco el candidato demócrata Kerry, ha rechazado claramente en su campaña esa concepción de la política exterior norteamericana.»
«Las naciones europeas se ven abocadas a aceptar que asuntos que afectan a sus intereses o a su seguridad sean decididos al otro lado del Atlántico… La unión Europea carece de credibilidad en materia de seguridad, ya que no dispone instrumentos colectivos para implementar una hipotética decisión…» para seguidamente darnos su recomendación ante esa realidad, «…las naciones europeas tienen que enfrentarse a sus problemas de defensa en solitario y deben responder al líder americano de manera individual, contando exclusivamente con sus propias capacidades políticas y militares.»
Los científicos y técnicos especialistas en cuestiones energéticas, ante la desaparición del petróleo calculan que si antes no se aborda el problema en que se va encontrar la humanidad, serán miles de millones de seres humanos los que perderán la vida en pocos años.
El pueblo norteamericano de alguna forma con su miedo ante el manejado coco «terrorista» una vez desaparecido el gran coco comunista, no ve el verdadero miedo oculto y nos da su respuesta eligiendo al mejor pistolero y matón que ponga orden en el desordenado y «satánico mundo terrorista». Algunos se creyeron que sobre el miedo primaba el humanismo idealista del pueblo norteamericano, que las imágenes sobre las torturas a los detenidos iraquíes reblandecería a ese pueblo que guarda su revolver en casa, no votando a Bush. La miedosa cultura histórica de ese pueblo tan arraigada no iba a desaparecer ante las atrocidades cometidas por sus soldados en aquel alejado país. Una vez confirmado el triunfo, todos los publicistas valoran la victoria de Bush, gracias a su «buen» hacer en el manejo del miedo al ofrecerse como el mejor pistolero salvador frente a un Kerry que a pesar de su carrera militar, no ofrecía seguridad.
Los acontecimientos se están precipitando, aunque aparezcan ocultos para la gran mayoría de la opinión pública, sobre todo por lo que nos denuncia el general español de las posiciones de Bush y Kerry, los dos abanderados de las formaciones políticas que defienden intereses oligárquicos específicos. Pero unidos ante el oculto interés que encierra la guerra de Iraq, el intento de derrocar a Chávez cuyo país es uno de los principales proveedores de EE.UU. y sexto país productor mundial de petróleo, y las amenazas sobre Irán donde se encuentran las principales reservas de gas natural.
Esas críticas y recomendaciones del general, no las hace el orgulloso militar patriota, cual idealista defensor de «la patria grande y libre», las hace con un leguaje educado una persona muy consecuente y conocedora de la realidad objetiva del mundo actual, que como buen funcionario de su profesión al servicio de la oligarquía más cercana, la que de momento le paga y en la que confía defenderá a su descendencia. Otros militares menos capacitados junto a otros políticos de extrema derecha idealizan al tejano y no dudan en ponerse a su servicio. Pero más tarde tendrán que plegarse a la realidad, sobre todo cuando se acerque la necesidad de enfrentarse a esa «hipotética decisión» que en lenguaje críptico nos hace «nuestro» general y sobre todo si los cohetes cargados de bombas surcan los cielos y atraviesan los grandes mares.
Nuestro general asocia lo que representa la elección de Bush con la necesidad de «una revisión de la arquitectura europea de seguridad y defensa…». Y deberíamos preguntarnos a cuenta de qué esa previsión, máxime cuando también nos dice que con la elección de Kerry tampoco varia la política exterior norteamericana.
Siempre las guerras mundiales han sido guerras imperialistas. Si las habidas hasta ahora tenían un componente colonial, para intentar controlar las materias primas de los países del tercer mundo, la que González nos anuncia ante la intervención en Iraq, es evidente que es por apropiarse de una fuente energética que se agota y para poder mantener el máximo de tiempo la dinámica imperialista productiva y de dominio militar mundial.
En contra de la teoría de Negri sobre el imperio de las multinacionales, negando a los estados como elementos a través de los que se ejerce el poder, la realidad es que la tesis de Lenin sobre El Imperialismo fase superior del capitalismo, es de sangrante realidad. Los estados desde la concepción marxista de poder, cuya función principal es represivo, al servicio de la clase social dominante no desaparecen, la invasión de Iraq y la amenaza contra Irán la protagoniza la principal potencia imperialista que es el estado norteamericano.
El viejo y el nuevo mundo desarrollado necesitan, angustiosamente, apropiarse del petróleo y el gas natural. Si hasta ahora la razón de ser del capitalismo era el acaparamiento constante y sin límites de los bienes generados socialmente, ahora, más que nunca las contradicciones que esa dinámica provoca no puede cambiar. Aunque no se aprecie aun, el viejo y el nuevo mundo se preparan para la confrontación armada. Nuestro general lo dice bien clarito, estar preparados para poder adoptar la «hipotética decisión», que se nos debe antojar no es otra que la confrontación ante el poderoso imperialismo de el otro lado del océano.
Por otro lado el imperialismo ante su arrogancia, o falta de imaginación vuelve a usar el mismo argumento sobre el «gran» peligro para la humanidad y en particular para los EE.UU. que representa Irán, el mismo que hizo para justificar la intervención en Iraq basado en el poder que tenía sobre las armas de destrucción masiva, que posteriormente tuvieron que reconocer no existían, y ahora bajo las pretendidas bombas atómicas que Irán quiere fabricar. El gendarme del mundo es el único hasta ahora que ha empleado armas de destrucción masiva sobre poblaciones civiles. Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, e Iraq son pruebas evidentes, además de otras cometidas en multitud de países donde esa potencia ha realizado sus intervenciones salvadoras en beneficio de los intereses oligárquicos nacionales.
Ante tan horripilante desarrollo del capitalismo, de su salvajismo imperialista que le permite disponer de las modernas tecnologías, solo existe una fuerza capaz de acabar con tan caótica carrera armamentista e intervencionista, los pueblos del mundo, ahora tan atomizados y dispersos, incluido el miedoso y confundido pueblo norteamericano, ignorantes ahora, pero que pueden dejar de serlo si verdaderamente confiamos en ellos. Si nos organizamos para que dejen de estar en la confusión. Si somos capaces de profundizar en las razones del alienamiento del pueblo y no poder adoptar las medidas objetivas que contribuyan a su educación y que les permita finalmente ser consciente y protagonista de su propia salvación.
Algunos se plantean la unidad de la izquierda como prioritario, sin que exista la organización partidista organizada y cohesionada ideológicamente, que finalmente permita contribuir a abordar de forma objetiva esa realidad que supone la dispersa izquierda, que se debate en estériles debates asamblearios, y poder contribuir a su unidad de lucha contra el enemigo común, desde posiciones revolucionarias en vez desde posiciones idealistas más o menos voluntaristas de múltiples líderes. Se antepone el carro unitario a los bueyes que tiren de esa pesada carreta que es conseguir la necesaria unidad ideológica y organizativa con la que influir en la dispersa izquierda.
Muchos son los que cantan: ¡Ni en dioses ni tribunos está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor!. Pero pocos los que actúan consecuentemente.
Tan confundido y olvidado esta el marxismo e incluso el Manifiesto Comunista que se olvidan párrafos tan elementales y determinantes del proceso revolucionario, donde se considera al partido como parte del pueblo explotado, destacando en donde reside su diferencia «la ventaja de su comprensión de las condiciones,…(supuestamente, comprendiendo y aplicando la filosofía, el método de análisis con base científica que es el materialismo dialéctico) y así poder contribuir a la formación del proletariado como clase». Creemos estar poseídos de la necesaria formación, del conocimiento y dominio de la filosofía marxista, cuando es evidente que el dominio ideológico lo ejerce la oligarquía en el poder sobre el conjunto de la sociedad, a pesar de la agudización de las contradicciones generadas, no solo entre las fuerzas productivas, sino incluso entre sectores del propio bloque burgués. No vemos la necesidad de llevar ese conocimiento al pueblo para que pueda conquistar el poder y al mismo tiempo la verdadera libertad, derrocando y destruyendo toda la maquinaria estatal burguesa y organizándose como clase dominante, con una estructura alternativa propia, que necesariamente se tiene que ir desarrollando en el viejo mundo capitalista. En los centros de producción, en los barrios, en todos los pueblos, en las ciudades, en todas las naciones, que aunque en un principio aparezca ese tipo de organización alternativa a las instituciones del estado burgués como lucha reivindicativa, contribuir a que se vea desde su origen como formas de poder y de democracia directa y participativa a implantar una vez que el proceso llegado a tal grado de organización permita pasar de la reivindicación a la toma del poder, mandando al basurero de la historia a toda la maquinaria estatal institucional burguesa.
Nos queda poco tiempo, la batalla es grande y dura. La influencia academicista del conocimiento que nos impone la ideología dominante nos impide comprender y creer en la posibilidad de que un número importante del pueblo subyugado pueda evadirse mediante la educación. Nos sorprenderíamos si los que no renunciamos al marxismo, aunque muchos lo consideremos más como un dogma de fe que nos llevará al socialismo en la creencia de la descomposición determinista del capitalismo, lo viéramos como lo que realmente es, una guía para la acción revolucionaria y ello nos obligase a contribuir a la formación del pueblo. En el presente momento histórico se hace imprescindible el conocimiento por parte de la gente comprender las causas de la realidad objetiva que le toca vivir, de una situación tan agudizada por las desigualdades, la inseguridad y el caos en que se encuentra la humanidad en la fase superimperialista del capitalismo, aunque el dominio ideológico impuesto haga que la gente vea este orweliano mundo, como el único mundo real posible. Esa gente tan confusa vería la realidad objetiva si fuéramos capaces de dominar el método de conocimiento con base científica para el análisis de la realidad, hacerlo comprensivo al conjunto ciudadano, para que ellos mismos, sin la permanente necesidad de «jefes» sepan pensar por si mismos y analizar la realidad objetiva, contribuir a generar el intelectual colectivo que nos dijera Gramsci.
Finalmente es necesario plantear que ante la dinámica que se desprende en la denuncia del general español, cuando habla de responder al líder americano, la respuesta al imperialismo yanqui sea la aprobación del incremento de los presupuestos militares y de seguridad nacional, (bajo la manipulada excusa común de la lucha antiterrorista) por parte de los gobiernos de turno para el reforzamiento del Euroejército con los que contribuir a aplastar también la desesperación de las gentes que sin ninguna visión alternativa se manifiestan a través de acciones terroristas. Inversiones en educación, cultura científica y seguridad social, son la base que unirán a los pueblos del mundo, son las que sustituyan a las miedosas inversiones militares pretendiendo incidir en mitigar la desesperación terrorista. En la lucha antiimperialista tenemos que contar y contribuir a la unidad de todos los pueblos, con el propio pueblo norteamericano, no caer en las políticas de confrontación armamentista que justifique el incremento militar de los halcones del nuevo y del viejo imperio. No caer en una nueva repetición de lo que hizo la socialdemocracia durante la I Guerra Imperialista aprobando los presupuestos militares, en vez de llamar a la revolución como hicieron los revolucionarios rusos encabezados por Lenin.