En la actualidad, parece que vivimos en un mundo en el que todo está en vertiginosa transformación , las identidades ya no están claramente definidas como hace unas décadas bajo una sola categoría totalizante. Hoy en día asistimos a un escenario con muchos más actores, ¿la obra ha terminado, como sugiere el titulo de Fukuyama, […]
En la actualidad, parece que vivimos en un mundo en el que todo está en vertiginosa transformación , las identidades ya no están claramente definidas como hace unas décadas bajo una sola categoría totalizante. Hoy en día asistimos a un escenario con muchos más actores, ¿la obra ha terminado, como sugiere el titulo de Fukuyama, «El fin de la historia y el último hombre»? No, acaba de empezar con un nuevo libreto y con un reparto caótico.
Pero si todo cambia, tendremos que idear nuevas maneras de acercarnos a aquello que intentamos investigar, no podemos permitirnos el quedarnos con la boca abierta, patidifusos ante una realidad que no nos va a esperar para que hagamos nuestras teorías. Son muchos los aspectos cuestionables de esa realidad que vivimos, pero como apunta Boaventura de Sousa Santos, también resulta difícil articular una teoría crítica. Porque no nos aproximamos a un pequeño análisis de deconstrucción de la sociedad que a nivel global vivimos.
De aquellos barros, estos lodos
La modernidad nacía con promesas de igualdad, libertad, desarrollo, claro está, fraternidad también, ¿el para quiénes? A todo el mundo se le pasó por alto leerlo, quizás ese sea el origen de la letra pequeña de los contratos, dado su gran éxito, bien podría ser cierto. La verdad es que bajo esas palabras tan bonitas, estábamos asistiendo a un lavado de cara de ese pequeño monstruo que vería sus posibilidades acrecentadas.
El capitalismo se convertiría así, el en garante del «desarrollo» como pilar de que todas las demás promesas se cumplieran, y para que hubiera desarrollo, era necesario que hubiera crecimiento económico que lo hiciera posible. Con estas pautas, se garantizaría la igualdad ¿entre quiénes?, también la libertad ¿de qué? ¿de quiénes?, la fraternidad por supuesto, se daría por hecho como resultado de todos los demás derechos adquiridos ¡¿en serio?!.
¿En contra de la Revolución Francesa por gritar a los cuatro vientos estas consignas? Para nada, es un hito histórico, un episodio fundamental que rompería con el Antiguo Régimen y que posibilitaría el desarrollo de la historia, el problema, es que la Revolución, se quedó en burguesa. Siguiendo por este camino, se definieron las líneas que debía de seguir el mundo, las reglas del juego y la hegemonía del discurso. Todo lo que se apartara de estas directrices, sería contemplado como primitivo.
Ahora siglos después, voces discordantes recuerdan que parece que no todos pintamos lo mismo en este mundo, que ya basta del espejismo del progreso, que ha causado «más náufragos que navegantes», como dijera Eduardo Galeano. Boaventura de Sousa Santos nos decía que » para tres cuartas partes de la humanidad la industrialización no ha representado desarrollo alguno «, el nuevo orden mundial, ha puesto de manifiesto que solo se renueva en los nombres, pero que las prácticas de dominación, de colonialismo, siguen basándose en arcaísmos. Pero la última palabra no está dicha, y esas mismas voces discordantes, son las que infunden de nuevos significados a estos ideales de igualdad, libertad y fraternidad son entendidos también por otros colectivos bajo otros parámetros, atacando directamente ese sistema que ha pervertido los términos. La lucha por la igualdad, defendiendo las diferencias. Como dijera Rosa Luxemburgo: » Por un mundo en el que seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres «.
Homogeneidad no es igualdad
Quizás un aspecto remarcable de esta globalización que vemos cada día en nuestras vidas es que se nos presenta como un fin en sí misma, el estar interconectados, ese slogan publicitado hasta la saciedad de «desde cualquier parte del mundo a tiempo real», el cosmopolitismo llevado a su máxima expresión. Pero no deja de ser un medio, ¿cuáles son los intereses y los principales beneficiarios de esta interconexión?
De la globalización tal y como la entendemos, es de la que se beneficia la Bolsa de Chicago que pone los precios de los cultivos de que producen a miles de kilómetros de distancia, y que se venderán alrededor del mundo, miles de vidas dependen de esa decisión; de la globalización tal y como la entendemos se producen las mega deslocalizaciones para «ahorrar costes de producción» provocando despidos en masa y creando mayor dependencia y subdesarrollo allí donde desembarca; de la globalización tal y como la entendemos se producen dos kilos de alimentos por persona, toneladas se desperdician para mantener o aumentar los precios, mientras miles de personas mueren de hambre.
Con la globalización » los empresarios, sobre todo los que se mueven a nivel planetario, pueden desempeñar un papel clave en la configuración no sólo de la economía, sino también de la sociedad en su conjunto, aún cuando «sólo» fuera por el poder que tienen para privar a la sociedad de sus recursos materiales (capital, impuestos, puestos de trabajo,…) » nos decía Ulrich Beck, ¿y a caso no significa esto una mayor dependencia de los capitales privados?
Es verdad que no podemos hablar simplemente de un estado- nación contra otro, como en el colonialismo a la antigua usanza, a pesar de que quiero remarcar que esta relación sigue existiendo. En un contexto como el actual podemos decir que si el estado-nación no tiene la hegemonía total es porque debe de compartirla con las principales macroempresas, grandes corporaciones, una especie de «estado pluriestatal» y considero este término partiendo de la base de que algunas de esas empresas facturan más que el PIB de varios países, pero al mismo tiempo pluriestatal, porque operan a nivel transnacional, con sedes en diferentes países y con sus propias reglas. Operan con tanta fuerza, que pueden permitirse en ocasiones poner condiciones del tipo » lo tomas o lo dejas » a un viejo estado-nación.
» ¿ Quién garantiza los derechos humanos en el mundo del post-estado nacional? » se preguntaba Ulrich Beck, y la verdad es que la pregunta tiene mucho trasfondo detrás, parece que ahora mismo, se limitan a ser unas frases en una declaración de intensiones. En esta interconexión cada vez más grande, todo parece estar relacionado, las consecuencias de un acto aislado tiene repercusiones a miles de kilómetros, el efecto mariposa tiene más sentido que nunca, pero esto viene acompañado de un nuevo tipo de personas, crear ese ciudadano planetario, estándar, pero ¿qué hay bajo esta intensión? ¿Qué efectos se derivan?
Parecemos afrontar un proceso de descontextualización como medio homogeneizante, que no igualatorio, una especie de » transfórmate en una copia de mi, para que seamos iguales», pero ni aun así las condiciones sociales se igualan.
En esa búsqueda de dominación del escenario internacional, asistimos como a una especie de diseño en donde todo tiene su función, incluso el «subdesarrollo» juega un papel fundamental. El «desarrollo» y el «subdesarrollo» serían dos aspectos diferentes de un mismo proceso que se vale de un marco de relaciones desiguales para acrecentar la dependencia de las zonas más empobrecidas hacia las más enriquecidas, pero todo ello debe ir acompañado de un discurso hegemónico en el que se culpabiliza a las propias zonas empobrecidas de su propio «atraso».
Se convierte en imprescindible un discurso que legitime toda la estructura de dominación y que despeje toda culpa, y es aquí donde llegamos a lo que nos dice André Gunder Frank, » el subdesarrollo no es consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la falta de capitales en las regiones que se han mantenido alejadas del torrente de la historia del mundo, por el contrario el subdesarrollo ha sido y es aun generado por el mismo proceso histórico que genera también el desarrollo económico del propio capitalismo » 1 , como la doble cara de una misma moneda, se nos presenta un sistema mundial que se nutre de esas desigualdades como una manera de obtener beneficios.
Tratando estrictamente el plano interno de los países, vemos como esas estructuras de dominación se sobreponen, convirtiendo la desigualdad en un pilar estructurante de la misma, actuando desde una nueva dimensión en contextos donde la multiculturalidad es un fenómeno patente. ¿Cómo se produce ésta? Sobre aquellos contextos culturales que se niegan a caer bajo la ola homogeneizadora, pesa una especie de castigo, que los recluye a la marginalidad.
En este campo, no se trata solo de estar apartados de la elaboración de discursos y del intercambio simbólico sino también desde el punto de vista material. Los eternos desplazados, poblaciones indígenas, campesinos, que son desterrados de su propio territorio y que contribuyen a engrosar las grandes periferias urbanas, desconectados totalmente de su modo de vida, y sin acoplarse al nuevo «orden», son los principales perjudicados del afán desarrollista, que se legitima a su vez, con el discurso de que se trata de poblaciones «ignorantes del potencial del territorio en el que viven», y que bajo esta escusa deberían de dejar entrar a las grandes empresas transnacionales para «desarrollar» el territorio, mientras tanto, sus habitantes son obligados a abandonarlo.
Esos náufragos del desarrollo que como dijese Marx constituyen el ejé rcito de reserva del capital, tienen como destino los cordones de miseria de las grandes ciudades, espacios intermedios, formados por desplazados de un sitio y de otro, un lugar para los que ya no tenían lugar.
Nuevas lógicas de dependencia se abren paso. El desarrollo entendido en los parámetros capitalistas, genera cada vez más desarrollo, y es así como urge el encontrar salidas. Preguntas como las que se plantea Vandana Shiva acerca de » cómo articular las condiciones de posibilidad que permitieran implantar este modelo de defensa munticultural y erradicar la pobreza en el mundo «, nos acercan ya a la intensión de contemplar, y sobre todo valorar, la multiculturalidad en la que vivimos. El homogeneizarnos no es igualarnos, es perder nuestra propia identidad en muchos casos, y también historia colectiva.
Frente a la creciente imposición de esta homogeneización, a los constantes desplazamientos forzados por razones económicas, nos encontramos con movimientos de resistencia, que como dice Shiva reivindican su propia cultura en defensa de los distintos modos de vida, como salvaguarda de todo un patrimonio del que en realidad todos formamos parte. Caminar hacia una recontextualización, impidiendo el avance de una globalización que en realidad globaliza solo determinados aspectos coincidentes con los que le son funcionales a sus intereses.
En este nuevo marco, y volviendo a la duda que nos planteábamos al principio de la disertación, ¿en que líneas se debe articular una nueva teoría política? Personalmente creo que no es una cuestión baladí el tomar las relaciones políticas internacionales como el centro y pilar de lo que pretende ser cualquier tipo de análisis, por muy local que este apunte ser, es decir, las interconexiones, las luchas de poder, los diversos intereses son un hecho, y la única manera de poder comprender lo que ocurre en un plano local, pasa también por comprender cuál es el marco en el que dicha problemática está inserta, por ejemplo, el movimiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional no podría entenderse sin el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y muchos más movimientos de resistencia.
¿Qué tipo de Teoría Política? Desde luego una que se encamine hacia no tanto la búsqueda de respuestas absolutas sino que apunte hacia las diferentes verdades que tan alejadas han quedado del discurso oficial y que se ha nutrido de ser la única alternativa, como una única vía. Esa teoría política debería alejarse de todo intento universalista, un conocimiento situado que no pierda de vista en ningún momento las relaciones de poder que existen y el peso que debe soportar el movimiento.
Seguimos persiguiendo las promesas…
La crisis que vivimos actualmente, y no me refiero con ello solo a la crisis económica sino a la crisis de la sociedad en su conjunto en forma de anomia, de sensación de pérdida de sentido, de irracionalidad en nuestros actos y en la propia sociedad, y esto si lo podemos ver en el caso de la crisis económica que atravesamos, rescate a bancos que luego presten dinero al estado para subsanar la deuda que habían contraído por rescatarlos, pero también en un plano más general estos hechos se suceden, agencias calificadoras de la solvencia de una entidad financiera, contratada por la propia entidad financiera , y todos recordaremos la memorable medida del por entonces presidente Bush de talar los bosques para evitar incendios.
Lo irracional parece ya no llamar la atención, porque una y otra vez retroalimenta el propio sistema organizativo mundial. Pero todo no está dicho y desde varios frentes se está atacando este discurso que dista mucho de ser verdaderamente igualitario y respetuoso con todas las particularidades.
Empezábamos hablando de las promesas de la modernidad y vemos que para igualarnos, apostó por homogeneizarnos, finalmente nos encadenó y para hacernos fraternales nos convirtió en competitivos e individualistas , pero aún así seguimos por el mismo camino, siguiendo esa zanahoria en forma de desarrollo capitalista. ¿Cuándo será el día en el que por fin el burro se de cuenta, de que lo único que le separa de la zanahoria, es una cuerda sujeta a un palo que lleva apoyado sobre su propio cuello?
Notas:
1 Resumen del libro: Gunder Frank, A. (1963): América Latina: subdesarrollo o revolución, Editorial ERA, México. Extraído del texto sobre teoría de la dependencia citado en la bibliografía: Ramón Jiménez de León, J (2005): Teoría de la dependencia. Homenaje a André Gunder Frank.
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