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Hacia un Estado policial

Fuentes: Rebelión

Los últimos acontecimientos ocurridos en Chile y que están relacionados con demandas de los trabajadores por mejores condiciones de vida, parece que la única respuesta que suelen encontrar en sus luchas reivindicativas son la más brutal de las represiones, de un gobierno que se autodenomina de centro-izquierda, pero que ejecuta una política de derecha y […]


Los últimos acontecimientos ocurridos en Chile y que están relacionados con demandas de los trabajadores por mejores condiciones de vida, parece que la única respuesta que suelen encontrar en sus luchas reivindicativas son la más brutal de las represiones, de un gobierno que se autodenomina de centro-izquierda, pero que ejecuta una política de derecha y con algunos rasgos de lo que fuera el Estado policial de la dictadura de Pinochet.

Recordemos que recientemente al calor del paro realizado por los trabajadores forestales en la provincia de Arauco, por mejoras económicas, y ante el accionar de las fuerzas represivas del Estado chileno, fue brutalmente asesinado el obrero forestal Rodrigo Cisternas, 26 años, casado y padre de un hijo de cinco años, murió al recibir tres impactos de bala de la policía militarizada chilena.

El presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores Forestales, Jorge González, señalo en su oportunidad a medios de prensa capitalinos que poseen antecedentes que el jefe de de los efectivos que disolvieron la marcha señaló durante la manifestación: «Tengo órdenes de dar a cagar».

«Carabineros actuó de una forma tremenda. Tenemos pruebas de gente que estaba escondida en los canales de que dijeron: ‘Tengo órdenes de dar a cagar’ dijo el jefe de Carabineros», afirmó González calificando el enfrentamiento como muy similar a una guerra, porque no sólo hubo lanza gases, no hubo solamente balines, hubo armas. No corresponde a Carabineros ir con armas de ese tipo a disolver una marcha sindical»,expresó el trabajador.

Con respecto a este alevoso crimen, todas las autoridades, intendente, gobernador, ministros del trabajo y del Interior, cual Poncio Pilatos, todos se han lavado las manos ante esta nueva muerte de un trabajador chileno, que solo buscaba el poder obtener un ingreso digno, para así poder acceder a una mejor calidad de vida, cuestión que le ha sido negada a los chilenos desde la implantación del modelo económico de los grandes empresarios y que es más conocido como ultraneoliberal.

Todo parece indicar que Chile se encamina hacia un Estado policial, pues al momento de escribir estas líneas se abría un nuevo frente de conflicto con los trabajadores de la región minera de El Teniente en la provincia de Rancagua.

Las primeras informaciones nos indican que cinco personas detenidas fue el saldo de una movilización que protagonizaron trabajadores contratistas de la División El Teniente de Codelco la madrugada pasada, luego que por espacio de dos horas obstaculizaran los accesos al mineral en la Sexta Región en señal de protesta. Carabineros de Rancagua llegó al lugar para proceder y restablecer el tránsito normal de vehículos. La manifestación se desarrolló con calma pero al momento del desalojo por parte de los aparatos represivos del Estado chileno y ante sus provocaciones, se registraron fuertes enfrentamientos con los trabajadores.

Los detenidos son todos dirigentes del Sindicato de Trabajadores de Empresas Contratistas (SITECO) de la Coordinadora Nacional, entre ellos el presidente regional, Jorge Peña. La movilización de trabajadores se produjo por el despido de dos dirigentes de la empresa contratista de seguridad Segury Corp, y los dirigentes habían llegado a apoyar la movilización por considerar estos despidos injustificados e ilegales. Dichas empresas permanentemente están realizando prácticas anti sindicales con el objeto de impedir que los trabajadores se organicen y luchen por sus demandas más sentidas.

Pero eso no es todo en cuanto a represión de la policía militarizada chilena, para nadie en Chile es un misterio que la aplicación del nuevo sistema de servicios públicos de buses en la ciudad capital, conocido como TranSantiago, se ha constituido en todo un caos, además de ser un completo fracaso. Pero veamos, las informaciones de prensa nos indican que «rabia, impotencia y ojos enrojecidos por el gas lacrimógeno». Eso es lo que se vio en la mañana del lunes durante más de media hora en decenas de usuarios del Metro, que intentaban abordar el tren subterráneo o tomar un bus a la altura de Las Rejas, para llegar a sus lugares de destino, después de que fueron sacados de la calle por las Fuerzas Policiales Militarizadas.

Ana Cecilia Parra, testigo de la manifestación que ocurrió en la intersección de Las Rejas con Alameda, aseguró que la manifestación «fue de manera espontánea». «De repente se tomaron la calle, había mucha gente, se detuvo el tránsito y llegó la policía uniformada y tiraron bombas lacrimógenas contra la gente. Yo soy una persona que trabaja, tengo familia que mantener y esto es como si estuviéramos mendigando para que alguien nos lleve a nuestro trabajo», afirmó con indignación.

La realidad nos indica que la democracia restringida y tutelada chilena, cada día parece estar más y más desgastada, erosionada y en camino hacia un abismo difícil de prever, pues la única barrera de contención que tiene ante las demostraciones, manifestaciones y protestas de los chilenos por sus demandas más sentidas, es la fuerza de la represión brutal y no la razón, esa es la respuesta de las autoridades del gobierno de la Concertación, que encabeza Michelle Bachelet.

Finalmente la caída en las encuestas de la primera mandataria y el desprestigio creciente de Chile en los círculos políticos internacionales, obedece a la mantención de un Estado de derecho revestido por la existencia de la legalidad de la dictadura y su Constitución facistoide del 80, un sistema electoral anti democrático y no representativo de todos los sectores políticos de la vida nacional, que coartan la posibilidad de que el pueblo chileno logre participar en el debate de las grandes decisiones que lo afectan, imposibilitándolo de que pueda recuperar su más plena soberanía. El desprestigio que se está ganando Chile en el ámbito internacional está determinado además por estas acciones represivas hacia las demandas del pueblo chileno por mejores condiciones de vida, en el actual mundo globalizado nadie puede esconder la cabeza como el avestruz y menos los gobiernos autoritarios y policiales. Podrán tenerle mucha simpatía a la Presidenta Bachelet en algunos lugares del mundo, pero no nos confundamos, su gestión ha sido políticamente de derecha, extraordinariamente deficiente, frustrante y desilucionante, y ya no es solamente imputable a sus ministros. Ella también es responsable, porque al final la conducción y quien toma las decisiones últimas, es la primera mandataria.