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Hacia un movimiento social por la salud

Fuentes: Punto Final

Las enormes listas de espera en el sistema de salud pública, más de un millón y medio de personas aguardando por atención de un especialista y 300 mil por una cirugía, y los colapsos en los servicios de urgencia de hospitales de varias regiones del país, con pacientes hospitalizados en sillas y camillas o en […]

Las enormes listas de espera en el sistema de salud pública, más de un millón y medio de personas aguardando por atención de un especialista y 300 mil por una cirugía, y los colapsos en los servicios de urgencia de hospitales de varias regiones del país, con pacientes hospitalizados en sillas y camillas o en los pasillos en condiciones indignas, evidencian la prolongada crisis de la salud en Chile. Esto en medio de la deuda hospitalaria que a julio de 2016 alcanzó una cifra histórica de $223 mil millones de pesos, a pesar de que en abril el Ministerio de Hacienda hizo un aporte extraordinario de 131 mil millones para rebajar los pasivos. La atención primaria también agoniza: en más de 239 mil millones de pesos se estima el déficit de presupuesto anual de los consultorios.

Con la crisis también se reafirma la necesidad de seguir fortaleciendo los procesos de organización y movilización social tendientes a transformar el modelo de salud de mercado, desigual, altamente excluyente, discriminatorio en términos de género y étnico, que privilegia el negocio por sobre la vida mediante diversos mecanismos de desvío de recursos millonarios del Estado al sector privado, desmantelando la red pública. A partir de este diagnóstico, pobladores, trabajadores y estudiantes interesados en la lucha por una sociedad donde la salud sea un derecho y no un bien de consumo buscan sentar las bases de un movimiento social en defensa de un sistema sanitario al servicio del pueblo.

Bajo lógicas participativas y horizontales con visión de unidad, fundan en 2015 el Movimiento Salud para Todos (MSpT), con la convicción que no es posible construir un nuevo modelo de salud sin transformar el sistema económico.

Para el MSpT tanto el sistema de salud como las condiciones generales de vida de la población responden a las políticas hegemónicas propias del capitalismo. El naciente espacio entiende la salud como un estado de bienestar integral del ser humano, que es consecuencia de condiciones sociales, individuales, ambientales y espirituales apropiadas para su desarrollo. En ese marco, tampoco espera que desde el Estado o el gobierno de turno se avance sustancialmente hacia un nuevo modelo de salud por fuera de la lógica mercantil predominante, por lo que instan a confiar en la capacidad de organización y movilización social.

 

ZONA NORTE DE SANTIAGO:

EPICENTRO DE LA LUCHA POR LA SALUD

La Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en la comuna de Independencia, fue el lugar escogido para realizar el encuentro fundacional del MSpT (14 de noviembre de 2015) con la asistencia de unas cien personas. Estudiantes y médicos titulados de esa casa de estudio son parte del MSpT desde sus inicios, al igual que jóvenes médicos graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de Cuba, organizaciones de pobladores, usuarios y gremios de trabajadores de la salud.

A una cuadra de la Facultad de Medicina se emplaza el Hospital San José, y a pocos metros el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, ex José Joaquín Aguirre y el Instituto Nacional del Cáncer. Este sector de la zona norte de Santiago es donde más acciones y encuentros se han realizado en torno a la lucha por la salud a nivel metropolitano, aglutinando a trabajadores, pobladores y estudiantes. Fue en el lanzamiento de la campaña «La espera nos está matando» el 9 de junio, que lideró la Agrupación de Usuarios del Hospital San José junto al MSpT con el fin de evidenciar el drama de las listas de espera, cuando quedó claro que en la zona norte de la capital se avanzaba firme en la unidad.

Desde esa agrupación, Gustavo González plantea la importancia de la lucha multisectorial, que pueda llevar a distintos actores y causas a confluir y superar la sectorialidad. «Esto implica que todas las luchas apuntan al mismo objetivo: terminar con el régimen político y económico impuesto por la dictadura e iniciar un camino que ponga a los trabajadores en el centro de la dirección política del Estado».

Para el dirigente, la demanda no es por mejorar el modelo de salud, porque el modelo resulta inconmovible ya que se sustenta en la misma lógica de la educación de mercado y de las AFP, precisa. «No+AFP, fin a las Isapres y contra el lucro en la salud y en la educación son parte de una misma tarea porque el modelo de acumulación que tiene el capitalismo en Chile, en su etapa más salvaje, es extraer los recursos de los trabajadores desde todas las fuentes posibles. Nos roban en la pensión, en la educación, en la salud y en el sobreprecio de los medicamentos. Esto afecta a los sectores más pobres y necesitados, como son las personas que acuden a las seis de la mañana a pedir una hora en los consultorios y las que llegan con graves problemas de salud a servicios de urgencia colapsados». Agrega que una minoría no solo se apropia de la riqueza que los trabajadores producen, sino que además les impiden acceder a condiciones de vida dignas y hacen un negocio del derecho a la salud.

Al evaluar el avance de los objetivos de la agrupación y su política de alianzas, Gustavo González asegura que el punto de inflexión fue la huelga de trabajadores del Hospital Roberto del Río, en mayo de 2016, en protesta por la falta de medicamentos y problemas de infraestructura que vulneraban los derechos de los pacientes al contar sólo con un ascensor operativo de los cinco instalados en el lugar, lo que dificultaba el traslado de los enfermos.

Luego en medio del colapso del Servicio de Urgencia del Hospital San José, en agosto pasado, «constatamos que no existe diferencia sustancial entre los problemas de los usuarios y de los trabajadores. Desde ahí el movimiento empieza a desplegarse de modo distinto». Trabajadores, usuarios y médicos del establecimiento levantaron un petitorio conjunto que incluye que el Hospital Clínico de la Universidad de Chile vuelva a la red pública. Desde mucho antes, la Agrupación de Usuarios del San José venía impulsando un proceso de coordinación con organizaciones no solo vinculadas a la salud, sino a reivindicaciones más amplias.

 

POR UN ESPACIO DE COORDINACION

QUE SUPERE LO LOCAL

Para dinamizar el trabajo del MSpT se organizan por «ejes» o «frentes»: el de Trabajadores, el Territorial y el Estudiantil-Académico, espacios que permiten agrupar organizaciones con problemáticas similares y agilizar discusiones necesarias antes de realizar las asambleas.

Yori Aguirre, de la Coordinación del Eje Territorial del MSpT, asegura que desde 2014, cuando el pueblo de Ancud salió a la calle a manifestar su descontento por la nueva postergación del hospital, se ha avanzado cualitativamente. Explica que las demandas de los pobladores estuvieron centradas por muchos años en exigencias por la construcción de un hospital o una transformación menor en un Cosam (Centro de Salud Mental), mientras los trabajadores de la salud luchaban por mejorar sus condiciones laborales.

Para el dirigente de la Asamblea Territorial de Conchalí, «el discurso está cambiando y se instala la crítica al modelo de salud de mercado, entendiendo que lo que está ocurriendo con el drama de las listas de espera y los colapsos en los servicios de urgencias son expresiones de esa enfermedad.

El problema que hoy tenemos no es de contenido, lo que se va a ir profundizando en el proceso de lucha, sino que se requiere de un espacio nacional que supere lo local, con carácter autónomo, independiente del Estado y los partidos políticos, que busque romper con el modelo de mercado y de lucro en salud. Vamos a dar un salto al constituir un instrumento con independencia de clase, con legitimidad».

A modo de ejemplo plantea que «el MSpT es un instancia legítima por los actores que participan, no es legal, al igual que la Coordinadora Nacional de trabajadores No+AFP, condición que le da la flexibilidad que el movimiento necesita».

Yori Aguirre advierte que el desafío es instalar la lucha por la salud en el campo de la seguridad social. «En medio de la crisis de legitimidad profunda del bloque en el poder, el conjunto de la clase trabajadora entendió que el gobierno responderá ante cualquier demanda social con medidas de parche».

Para el MSpT existe una fuerza hegemónica, compuesta por el empresariado, sus medios de comunicación y los partidos políticos que los representan, que ha instalado la idea de que la salud es un bien privado con el cual también es lícito lucrar y que en el marco de un Estado subsidiario, el sector público debe ofrecer una cobertura asistencial mínima a todo el que no tenga la «opción» de pagar por mejor atención.

«Hoy vale más el negocio que la vida de una persona, y eso se traduce en concreto cuando lo más importante es financiar la ganancia de una Isapre o una clínica, que aumentar los recursos del sistema de salud público. El negocio de la salud es causante de que la gente se muera indignamente», denuncia el dirigente. Según el Ministerio de Salud, desde 2010 a 2015, 57.551 pacientes fallecieron esperando una consulta con un médico especialista y 10.083 una cirugía.

 

DIFICULTADES EN EL PROCESO

DE LUCHA POR LA SALUD

Gustavo González advierte de las dificultades para avanzar hacia un movimiento social por la salud y apunta a las diferencias de tipo estructural que tiene con el estudiantil. «Los estudiantes pueden discutir sobre sus problemas, porque están juntos a diario en el liceo o en la universidad, y pueden decidir cómo enfrentarlos por medio de sus organizaciones, como los centros de alumnos y las federaciones; en cambio las personas que nos atendemos en el sistema público de salud con suerte conversamos con el paciente que está sentado al lado, con quien compartimos las quejas por la demora en la atención».

Por ello -advierte- los trabajadores de la salud son de vital importancia para el desarrollo de un proceso de construcción de un movimiento por la salud, porque tienen una estructura que permite avanzar y sobre la cual apoyarse. Sin embargo, este sector está muy dividido por organizaciones ligadas a la Nueva Mayoría, y por lo tanto al régimen político que busca controlar el accionar de los sindicatos.

En esta misma línea, César Salazar, estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, afirma que existe baja participación en el ámbito sindical, estudiantil y lo mismo se replica y, con más fuerza, en los usuarios. La poca organización que existe está disgregada. «Los principales sindicatos y gremios de la salud teniendo mucho en común pertenecen a orgánicas distintas, que se estratifican de acuerdo al rol o al nivel académico y por tanto impiden que podamos entendernos como un movimiento que lucha globalmente por una transformación en salud».

Salazar advierte que en el ámbito de la salud los estudiantes y trabajadores adeudan una tarea importante para la construcción de un movimiento. «Aun cuando hemos sido capaces de instalar amplios temas, como la defensa de la educación pública, hemos callado sobre los problemas sanitarios. En términos de formación en el proceso curricular de las carreras de la salud está ausente una mirada crítica con sentido transformador».

Para el dirigente del Eje Estudiantil-Académico del MSpT, la universidad ha guardado un silencio irresponsable sobre los problemas de salud en Chile y ha estado ausente en las propuestas para enfrentar la crisis del modelo sanitario, pese a tener el deber ético de promover un pensamiento crítico en el marco de su compromiso con la eliminación de las inequidades.

Karen Arancibia, de la Coordinación del Eje de Trabajadores del MSpT, reafirma que no ha habido un discurso unitario en salud. «Desde la municipalización de la salud se fue fomentando la fragmentación de los trabajadores por estamentos, gremios y colegios, que se reproduce incluso en lo contractual. Es difícil pensar en un discurso unitario en el ámbito de los trabajadores cuando el mismo Estado nos trata de manera distinta, con leyes para médicos, bioquímicos y dentistas, los cuales negocian por separado, al igual que la atención primaria de los otros gremios».

Para la doctora de la Universidad de Chile este trato fragmentado perpetúa esa división a nivel de trabajadores.

Dice estar de acuerdo con la crítica a los gremios y que el desafío es acoger las demandas sectoriales relacionadas con los derechos y calidad de vida de los trabajadores, sin dejar de lado las estructurales.

La tasa de sindicalización en Chile alcanza el 14,2%. Según la última Encuesta Laboral (Encla) de la Dirección del Trabajo, el 51,5% del total de trabajadores encuestado declaró que el temor a represalias era el factor más importante para no afiliarse a sindicatos. Otro obstáculo a sortear -según Karen Arancibia- es que las organizaciones populares han abordado temas de manera sectorial, como la vivienda, y ha costado visualizar la salud como un derecho que es transversal.

 

CONVERGENCIA NACIONAL EN SALUD

César Salazar advierte que desde el MSpT no se pretende reemplazar a un movimiento social en salud porque los protagonistas son los sindicatos y gremios de trabajadores de la salud, las organizaciones de los estudiantes y los usuarios. «Sin querer reemplazar esos espacios genuinamente democráticos, queremos hacer una contribución honesta en amplificar los niveles de organización en esos tres sectores, profundizar la reflexión, ser capaces de articular las luchas parciales que se están dando actualmente en el ámbito de la salud; por tanto, vincularlas y empeñarnos en generar un programa común para transformar el modelo de salud».

Advierte que no es una experiencia inédita intentar reunir a trabajadores, pobladores y estudiantes. Pensar eso habla del déficit de sistematización de las experiencias y de las limitaciones para compartirlas. «No estamos descubriendo la pólvora, sino tratando de poner en la práctica lo que muchos pensamos se debe hacer. Se han levantado experiencias similares en el sur del país, como la Mesa Regional de Salud del Bío Bío, la cual realizó el 3 de agosto su 5º congreso anual por Justicia y Dignidad en Salud».

Dado que la aspiración es transformar el modelo sanitario en uno solidario, atingente a la necesidad de la población, democrático, participativo e inclusivo en términos de género y étnico, que integre las distintas visiones sobre salud, el MSpT se encuentra en un proceso de convergencia en distintas regiones para conformar una orgánica nacional. Para avanzar en este objetivo, está programado para octubre un encuentro nacional en Concepción, con la participación de organizaciones de la ciudad penquista, Valparaíso, Santiago, Talca, Cañete, Tirúa y Temuco, entre otras.

 

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 862, 14 de octubre 2016.

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