0. Cadencia de sensibilidades encantadas.A mí me gusta que se defienda la verdad (como hace Carlo Frabetti en «La verdad inoportuna» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24951 -), pero aborrezco que se hable de la Verdad. Me gusta que se defienda la negación (como hace Quim Monzó en «La cultura del no» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24836 -) pero me desconcierta que […]
0. Cadencia de sensibilidades encantadas.
A mí me gusta que se defienda la verdad (como hace Carlo Frabetti en «La verdad inoportuna» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24951 -), pero aborrezco que se hable de la Verdad. Me gusta que se defienda la negación (como hace Quim Monzó en «La cultura del no» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24836 -) pero me desconcierta que se defienda la Negación: «Es absurdo pensar, como los anarquistas nihilistas que satirizaba GKC, que este mundo es un orden asfixiante que hay que agujerear, cuando lo difícil, lo raro, es seguir adelante, mantener vivos los vínculos, construir otras formas de vida, que las cosas funcionen. No hay subversión en un atentado que dispersa los cuerpos de veinte policías por los aires: sólo la anodina reproducción de la lógica de muerte imperante en todo el planeta25. Lo subversivo es otra cosa, cualquier institución humana que mantenga juntos a los hombres y mujeres en libertad sin necesidad de ley o policía. La filosofía del juego del escondite «considera a la vez al universo como el castillo del ogro que ha de ser demolido y como la propia cabaña a la que hemos de regresar todas las noches». Es el mango de la espada que cor ta la cuerda tensa del mundo-catástrofe. Por mí y por todos mis compañeros.», escribe Amador Fernández-Savater en «G.K. Chesterton: siete paradojas para acabar de una vez por todas con la posmodernidad» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24922 -. Le tengo mucho aprecio a la ciencia, y mucho desprecio a la Ciencia.
Me siento muy incómodo con algunos escritos pero me gustan sus intenciones: «La idea central expresada por Fidel en noviembre y ahora por Felipe es, que la lealtad del pueblo a los dirigentes y su proyecto histórico deba derivarse primordialmente de la ética (valores, ideas y convicciones) y no del consumismo. Definida así, la unidad dialéctica de los contrarios de la realidad cubana no es reflejada adecuadamente. La contradicción correcta sería: ética y consumo, no ética y consumismo» escribe Heinz Dieterich en «Cuba: tres premisas para salvar la Revolución, a la muerte de Fidel» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=25012 -.
1. Lógica por reducción al absurdo.
A todos nos resulta muy cómodo hablar en términos de opuestos: material/espiritual, blanco/negro, bueno/malo, los buenos/los malos.
Lo divertido de esto es que no son opuestos salvo haciendo un gran esfuerzo de simplificación. Son opuestos por definición material/inmaterial, blanco/no-blanco, negro/no-negro, espiritual/no-espiritual.
La simplificación consiste en forzar a un concepto a ser el continente del opuesto de otro. Así que espiritual= inmaterial, y no-espiritual=material.
Puede resultar que en realidad todo lo espiritual sea inmaterial pero no al revés, es decir que haya inmaterialidades que no sean espiritualidades.
Habría que llamar blanco a todo lo que no es negro: así el gris sería blanco, pero a la vez habría que llamar negro a todo lo que no es blanco: así el gris sería negro. Y en consecuencia, un sofista diría blanco=negro; pero uno que no sea sofista dice: se ha llegado a una contradicción, se ha operado una reducción al absurdo, luego todo lo que no es negro no es (necesariamente) blanco o todo lo que no es blanco no es (necesariamente) negro. El razonamiento es muy simple cuando se trata de blanco/negro. Pero esto no es dialéctica sino tan sólo es lógica, o si queremos dialéctica sintáctica.
2. Materialismo dialéctico y ciencia física.
Una dialéctica debe operar con opuestos, que son dos posiciones que dialogan, y en consecuencia los elige para sus intereses. En el materialismo dialéctico a diferencia de otras dialécticas los opuestos lo son en el campo de la realidad y no en el de las ideas, lo que diferencia a Engels de Hegel. Una dialéctica honesta debería comenzar diciendo: supongamos que A/B son opuestos, y esto antes de seguir adelante. Es una petición de principio que para poder seguir hablando se podría aceptar, pero que podría relajarse diciendo que hay algo en A que es opuesto a algo en B, que puede ser prácticamente irreprochable. Hay algo en la ética que es opuesto al consumismo, pero no toda la ética ni todo el consumismo. Pero la dialéctica no acepta esta descomposición en partes de un concepto: A y B son unidades indivisibles, dirá posiblemente con toda razón científica.
En física se dice que lo negro es la ausencia de color y lo blanco la superposición de todos los colores. De hecho se dice que no existen más que idealmente, porque para la física «todos» o se refiere a infinitos o previamente ha definido un conjunto finito cerrado de elementos. Esta es la física de la luz, y es la matemática de los conjuntos de elementos: pero no todo es física de la luz (ni matemática de conjuntos) sino que está la física de los pigmentos, y cuando compramos pintura la pedimos negra o blanca, con toda la razón, aunque se diga que llamamos blanco a algo que los físicos no llamarían blanco. Resulta que la luz es inmaterial mientras que los pigmentos son materiales. ¿Entonces la luz es espiritual? La física nunca dirá que es espiritual sino que dirá que es energía, porque material es lo que tiene masa, aunque no descansará hasta conseguir relacionar materia y energía. La luz seguirá siendo para la física algo inmaterial pero no por ello dejará de ser corpuscul ar, y en consecuencia la luz forma parte de la materia, ya que ésta no se define por lo material sino por lo corpuscular. La estructura de la materia incluye cosas inmateriales como los fotones sin ninguna contradicción. Por lo tanto material/espiritual no son opuestos, pero sí materia/espíritu. ¿Los dialécticos y los físicos no se entienden? Llegan otros y dicen: la Luz es espiritual. Desde un punto de vista de la física la Luz es una metáfora de la luz (y la iluminación) convertida en nombre propio. Para la física sin embargo no hay ningún problema en hablar de Materia, y así un dialéctico que siga a la ciencia tendría que aceptar la oposición Materia/Espíritu. Pero he aquí que no todos los científicos lo aceptarían porque alegan que para hablar de materia es necesario aceptar un mundo discretizado, y que también puede hablarse de ondas, o cosas que son continuas y no discretas. Aparece una teoría ondulatoria que no es otra cosa que coger la noción de energía por los cuern os, hasta sus últimas consecuencias. La ciencia entonces deja de hablar de Materia y vuelve a la materia y a la energía y descubre que ciertos fenómenos de la luz sólo pueden explicarse con la teoría corpuscular y no con la ondulatoria, y viceversa, otros fenómenos son ondulatorios pero no corpusculares. La ciencia decide, no sin disgusto, aceptar la llamada dualidad onda/partícula, no como opuestos sino como complementarios para la explicación de los fenómenos. La unidad perspectivista se ha quebrado, sin darle la razón a la dialéctica porque prefiere hablar de complementarios a hacerlo de opuestos. La teoría corpuscular, por otro lado, deja de ser determinística cuando intenta explicar fenómenos cuánticos (un cuanto es un elemento discreto de intercambio de energía) encontrándose con una palabra impresionante: incertidumbre, que conduce directamente a paradojas. En física cuántica los conjuntos dejan de ser conjuntos de elementos para pasar a ser conjuntos de funciones. Lo s corpúsculos, sin dejar de serlo por sus cualidades (masa, spin, sabor, color), se convierten en funciones probabilísticas cuando se relacionan entre ellos o cuando queremos encontrarlos. La energía nos conduce a paradojas: ¿se resolverán con la dialéctica? En defensa de esta solución y para ampliar mis comentarios sobre la ciencia puede leerse a Alan Woods en «El materialismo dialéctico hoy» – http://www.nodo50.org/ciencia_popular/articulos/woods.htm -: «¿Cómo puede el sentido común aceptar que un electrón pueda estar en dos sitios al mismo tiempo? ¿O incluso moverse, a increíbles velocidades, al mismo tiempo en un número infinito de direcciones diferentes?
Para la lógica formal, basada en las llamadas Ley de la Identidad y Ley de la Contradicción, tal proposición sería algo monstruoso. Para andar por casa estas leyes se las arreglan bastante bien. Pero para cálculos más complicados, que impliquen, por ejemplo, grandes distancias, o velocidades extremadamente altas, o partículas infinitamente pequeñas, son incapaces de explicar las cosas. Simplemente son inaplicables. Para explicar este tipo de fenómenos se necesita un punto de vista dialéctico.» No nos debería preocupar en exceso (o dicho de otra forma: no nos volveremos locos, ni escépticos) al llamar blanca a la pintura blanca, sea como sea que los físicos la entiendan, pero sí nos debería preocupar que la llamásemos pintura Blanca.
3. Posmodernismo de izquierdas y de derechas. Cadencia y decadencia.
Resulta que allá donde miremos siguiendo el hilo de estas palabras, nos encontramos con la verdad y la búsqueda de la verdad, pero sobre todo nos encontramos con el lenguaje. Así ha nacido el posmodernismo en filosofía. Y aquí «hay mil combinaciones», como dice Amador Fernández-Savater, que al hablarnos de la contradicción posmoderna con su metáfora de la cuerda tensa, también nos dice que la espada que la corte «. no es de ningún modo algún tipo de dialéctica salvadora, sino una serie de paradojas».
El lenguaje es tremebundo, pero ¿quiénes no le tienen cariño, a pesar de escuchar/leer la enorme simplificación de Dieterich a los problemas que plantea Fidel Castro diciendo que «La contradicción correcta sería: ética y consumo, no ética y consumismo»? Pero. como todos los artículos que estoy citando, hay que leérselos hasta el final, con cuidado de no dejarse llevar por la combinatoria de ¿y por qué no eticismo y consumismo?
Yo intento entender qué puede entenderse por posmodernidad y posmodernismo. Lo busco en el arte, la política, la ciencia y la filosofía principalmente. Lo busco también en la vida corriente. Y no soy capaz de llegar a ninguna conclusión que me satisfaga, pero reconozco que están pasando cosas y se están diciendo cosas que no encajan con la modernidad ni con el modernismo. No me gusta caer en el desánimo o la pereza intelectual, y añadir alegremente que esto es un caos que no hay dios que entienda, pero tampoco me conformo con decir que no hay nada que entender. Si la paradoja o el dilema se nos presenta de bruces para entender estas cuestiones como señala Amador Fernández-Savater, ¿habrá que llegar a la conclusión de que hay que aprender a vivir con ellas? Si esto fuese así sería una buena y una mala noticia porque, por un lado, quiere decir que ya vivimos con ellas sabiendo cuales son y por otro que hay que aceptarlas con alguna clase de argumento naturalista o religioso de resignación. E inmediatamente uno dice: ¿hay que aceptar todas ellas? ¿Las contradicciones internas del capitalismo no pueden resolverse de alguna manera? ¿Hay que esperar a que se resuelvan solas en caso de que tengan alguna o varias soluciones no paradójicas?
En física cuántica las paradojas son efectos de interpretación no efectos de la realidad. En ésta nunca hay paradojas. Las funciones de onda colapsan, y en consecuencia aunque a priori no sepamos más que probabilísticamente dónde está o a que velocidad se mueve una partícula, en la realidad (entendida ésta como lo que podemos observar) estará en algún lugar preciso y se moverá a una velocidad precisa. Pero hay otras interpretaciones, que no van hacia la cuestión lógica de la paradoja sino en sentido contrario, a aceptar que la realidad no es lo que podemos observar, sino que la probabilidad es intrínseca a la naturaleza, y en consecuencia el Azar hay que tomárselo muy en serio.
Para mí el concepto más importante que puede llevar a la disolución de las paradojas sin caer en un fisicalismo reduccionista, ni tan siquiera a nivel metafórico, es el de representación, y soy consciente de que cuando se pronuncia esta palabra se leen cosas distintas: el filósofo unas, el político otras, pero a mi entender todas están relacionadas en lo fundamental. Y es por esto que considero muy importante desarrollar una Pragmática que renuncie a explicar las cosas desde una perspectiva representacional y a resolver los problemas desde una perspectiva representacionalista. Toda representación tiene implícito o explícito un modelo. Cuando Fidel Castro habla de la ética frente al consumismo, ya está presuponiendo un modelo. Cuando hablamos de Democracia Parlamentaria ya estamos presuponiendo un modelo. Entonces, ¿abandonar la prespectiva representacionalista supone abandonar toda clase de modelos? En cierta forma sí y en cierta forma no. Hay que coger de frente la palabra modelo para darse cuenta de que no es lo mismo moldear que modelar: encajar en un molde o dejarle a la mano que se libere por fin de las rigideces de la exactitud. Esto no nos lleva al trascendentalismo de la pintura abstracta de Mondrian, pero sí a no aceptar el hiperrealismo.
¿Por qué hay que acabar con el posmodernismo? Porque paraliza la acción debido a las fragmentaciones producidas por una «dialéctica» basada en la antítesis, en la simple analítica, mientras que la modernidad al valorar la síntesis anima a la acción, pero ¿por qué volver a la modernidad cuando ésta defiende la trascendencia mientras que la posmodernidad valora la inmanencia?
Que el posmodernismo paraliza la acción se dice de muchas formas. Por ejemplo Néstor Kohan, en «Con Marx y con Zapata, después del posmodernismo» – http://www.rebelion.org/noticia.php?id=13479 – «Apelando entonces a diversos prestigios prestados, el relato posmoderno pretende disolver el poder despótico del capital por arte de magia y con un simple decreto filosófico. La misma operación realiza cuando se trata de acabar de un plumazo con los sujetos sociales.
Esta corriente de pensamiento, de amplia difusión en los grandes monopolios de la comunicación, repentinamente labra el acta de defunción del sujeto revolucionario, reemplazándolo sin mayores trámites ni explicaciones por los «nuevos» movimientos sociales, concibiendo a cada uno de ellos como si estuviera encerrado en sus respectivos e intraducibles juegos de lenguaje. De este modo, no sólo se «evapora» misteriosamente el poder bestial y despiadado del capital sino que también se «disuelve» la posibilidad de resistir y enfrentar organizadamente al conjunto de dominaciones que el capital entreteje, subsume, reproduce y amplifica.
Paradojas, nuevamente, y la pregunta será: ¿qué clase de acción anima la modernidad? En dos palabras: la acción trascendente. Curiosamente la inmanencia es un motor de la acción en los ámbitos de la izquierda asamblearia que saben con claridad que la propiedad estatal no es propiedad social y que entienden el fenómeno de la globalización capitalista e imperialista. La participación es una condición socialista de la inmanencia, mientras que la inmanencia de derechas se vuelve individualista, esotérica, cree que el mundo cambiará si uno se cambia a sí mismo, que las leyes del mercado son leyes de la naturaleza. Vemos que hay un posmodernismo de izquierdas que no paraliza la acción, pero que se vuelve acción inmanente, y no la paraliza porque es socialista, que es la única garantía de cohesión de los fragmentos provocados por la antítesis. Si las «dialécticas» de la antítesis se desmontan el posmodernismo queda superado. Si se desmonta «el fin de la historia» que en España no es otra cosa que el silencio sobre la Guerra Civil, se acaba con el posmodernismo: si te dicen que caí. Pero hay dos opciones: volver a lo moderno, es decir a la trascendencia o apropiarse de la inmanencia. Yo apuesto por lo segundo, y esto significa que la síntesis trascendente (que para Alba Rico en «Izquierda»- http://www.rebelion.org/izquierda/030516alba.htm – es la fórmula del pensamiento joseantoniano-franquista, pero que para mí es también la de la izquierda arropada por el materialismo dialéctico, y no precisamente por su enlace materialista) no puede ser el motor de la acción. Y no hay manera de entender una síntesis inmanente, que no sea posmoderna de derechas o neoliberal. Se hace necesaria una Pragmática que opere sobre fragmentos cohesionados por la participación, y desde luego que no una pragmática fundamentada en la utilidad, el interés o el relativismo cultural. Hace falta un socialismo inmanente y no trascendente. Coincido con Alba Rico en que la izquierda afirma la geografía frente a la lógica, y es por esto que a pesar del materialismo dialéctico la izquierd a sigue siendo de izquierdas aunque para dar razones se olvide de la geografía y se concentre en la lógica. Deleuze nos propone una lectura que a mi entender es fundamental para comprender y aplicar intuiciones de lo que son los procesos revolucionarios, tanto al nivel de los movimientos y organizaciones sociales, como de los grandes movimientos y organizaciones como el zapatismo de Chiapas. Y posiblemente algo habrá que esperar, en este sentido, del nuevo gobierno de Bolivia.
Cuando se piensa en una organización social política sin representación no podremos aceptar la fórmula de que las organizaciones y movimientos sociales proponen y el Estado/Partidos disponen, sino que habrá que invertirla (en cuyo caso no se necesitará el Estado) o habrá que aceptar que ambos dispongan, que es lo que a mi entender nos queda por pensar.
Pienso que el pensamiento revolucionario cree que si hay que salir de la posmodernidad no puede ser volviendo hacia atrás, a la modernidad, sino tan sólo mirando hacia delante, sin olvidarse del pasado. Aceptar que el capitalismo es explotación no es para mí el resultado de un teorema sino la constatación empírica de lo que observo con facilidad. Es un hecho no una deducción lógica. Pero una ciencia social que se precie tiene que dar cuenta de los hechos, sea analíticamente, dialécticamente, hermenéuticamente o pragmáticamente. Mi opinión es que la analítica es incapaz de hacerlo, que la dialéctica lo hace apelando a trascendentales (y no en sentido kantiano sino dialéctico), que la hermenéutica al hacerlo debe contentarse con el pasado, mientras que la pragmática pone los pies en la tierra y desde ella edifica.
Se me objetará que para qué meter más ruido en la izquierda, pero espero que se me admita que puede haber unidad de la izquierda si al menos se observa un interés por pensar constructivamente cómo hacer que los movimientos y organizaciones sociales se incorporen en el poder, se les acepte no sólo como interlocutores sino como parte de un Ejecutivo.