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¡Hasta cuando Chucha!

Fuentes: Rebelión

Recuerdo el primer lienzo de la carrera de historia que me invitaron a tomar en una marcha en mi primer año de universidad. ¡Hasta Cuando Chucha!, simple y claro. Decían que ya tenía varios años entre los brazos firmes de los estudiantes de historia de la PUCV, y dejó de estar cuando lo regalamos el […]

Recuerdo el primer lienzo de la carrera de historia que me invitaron a tomar en una marcha en mi primer año de universidad. ¡Hasta Cuando Chucha!, simple y claro. Decían que ya tenía varios años entre los brazos firmes de los estudiantes de historia de la PUCV, y dejó de estar cuando lo regalamos el siguiente a unos estudiantes secundarios para la revolución pinguina.

Hoy, diez años después, ese lienzo de letras blancas y escrito a pulso, lo añoramos como nunca.

Rodrigo Avilés -estudiante, militante, hermano, amigo, padre, hijo y compañero-, sigue combatiendo contra la muerte en una sala del Hospital Van Buren. Contra todo pronóstico, ha batallado como nadie y nos ha permitido que la esperanza siga levantando cada vez más firmes y alto los puños y banderas.

Rodrigo nos ha hecho hermanos a todos, y nos ha obligado en ello a reforzar nuestro camino, redoblar nuestros esfuerzos y revisar nuestras acciones para seguir adelante.

Pero junto con ello, Rodrigo ha desnudado a Chile.

El Informe de Carabineros, la Declaración del Subsecretario del Ministerio del Interior, y la decena de comentarios llenos de ignorancia y veleidad por parte de algunos lectores de Emol y La Tercera, han mostraron la peor cara de Chile. «Hecho fortuito», «condiciones del suelo», «el tipo de zapatillla», y el infaltable «algo habrá estado haciendo…» han marcado la opinología y propaganda de quienes avalan acciones represivas como las que hemos visto estos días.

Pero la verdad se ha impuesto, y no ha quedado más alternativa para quienes esperaban salir invictos de estos hechos, asumir responsabilidades y dar de baja al funcionario directamente responsable.

No obstante ese es el camino fácil, y cortar por el hilo más delgado es algo que no ha de aceptarse.

El camino en cambio, ha de trazarse por una parte para lograr que todos los responsables directos de este brutal delito, y por ende toda la cadena de mandos involucrada en el hecho, paguen con las penas correspondientes. Pero junto con ello, también es necesario que los responsables políticos de estos hechos respondan, el Ministerio del Interior y la Dirección General de Carabineros no sólo han de hacer declaraciones sino que asumir medidas concretas, dentro de los cuales la remoción de cargos es indispensable y urgente.

Pero aún más, lo que aquí necesitamos es que se intervengan las Fuerzas Policiales de Chile y que se comience un profundo proceso de cambio en sus protocolos, en su formación, control y evaluación de sus integrantes. Es sabido que la política represiva es masiva, que no tiene como objetivo real resguardar la propiedad privada -mucho de los daños a ella incluso son hechas por la misma fuerza del carro lanza agua- y mucho menos asegurar el derecho de los manifestantes a marchar de manera libre y segura. Es sabido que hay una política de infiltración y hostigamiento por parte de policía, y que sus focos de mayor interés son siempre las grandes concentraciones de rostros descubiertos y esperanzados. Es sabido que desde el año 2011 las fuerzas especiales de policía reciben entrenamiento en el Fuerte Aguayo, base financiada por Estados Unidos con una doctrina militar contra el «enemigo interno» en escenarios urbanos.

Si no cambia la Doctrina Policial, sino logramos que exista un control ciudadano de ellas, la práctica represiva que hoy tiene a Rodrigo en estas condiciones se seguirá repitiendo una y mil veces.

Y si este Gobierno no impulsa dichos cambios, Michelle Bachelet será cómplice una vez más, tal como lo fue en el asesinato de Rodrigo Cisterna el año 2007, de acciones que son reflejo de una sociedad que oprime a quienes tienen la semilla portadora de cambios reales.

¡Hasta cuando Chucha! Hasta cuando…

La diferencia es que hoy portar esa consigna contiene mucha más rabia e indignación que entonces, pero a su vez, y a diferencia de hace diez años, contiene una respuesta mucho más certera en relación al horizonte, porque hemos avanzado y cuando eso pasa, la impotencia disminuye y gana la certeza del camino que nos toca transitar.

 

Carla Andrea Amtmann Fecci, Directora Fundación Crea

http://www.fundacioncrea.cl/

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.