Recomiendo:
0

Entrevista con la escritora y psiquiatra egupcia Nawal al Saadawi:

‘Hay que adaptar el texto a la realidad, no la realidad al texto’

Fuentes: El Mundo

Con su largo pelo blanco y su sonrisa casi traviesa tiene un aspecto entrañable. La escritoria, psiquiatra y, sobre todo, inconformista Nawal al Saadawi recuerda en algo a la Premio Nobel británica Doris Lessing. Muchos creen que, como a ella, aunque sea tarde, le llegará el reconocimiento que se merece. Tiene un discurso radical, vibrante, […]

Con su largo pelo blanco y su sonrisa casi traviesa tiene un aspecto entrañable. La escritoria, psiquiatra y, sobre todo, inconformista Nawal al Saadawi recuerda en algo a la Premio Nobel británica Doris Lessing. Muchos creen que, como a ella, aunque sea tarde, le llegará el reconocimiento que se merece.

Tiene un discurso radical, vibrante, que sorprende a sus 76 años y más después de las consecuencias que le ha acarreado decir lo que piensa. «Prefiero morir antes de no poder expresar mi opinión», reiteró este jueves en una mesa redonda organizada en Madrid por la Asociación Mujeres para el Diálogo y la Educación sobre las ‘Nuevas realidades de la mujer inmigrante arabo-musulmana en España’.

Sus novelas y escritos científicos le han puesto en numerosas dificultades. Tal y como relata la biografía de su página web, en 1972 perdió su trabajo en el Gobierno egipcio tras escribir su primer ensayo y la revista que había fundado fue cerrada. En 1991, el poder político acabó de un plumazo con la Asociación de Solidaridad con las Mujeres Árabes que ella presidía y le cedió sus fondos a otra llamada Mujer e Islam.

En 1981 el presidente Anwar Sadat la encarceló y fue puesta en libertad un mes después de su magnicidio. Entre 1988 y 1993 su nombre figuraba en la lista de fanáticos que querían asesinarla. Vivió en el exilio durante cinco años.

En diciembre de 2004, y según ha explicado, debido a los numerosos jóvenes que se lo habían pedido, fue candidata presidencial en su país. Más recientemente, la polémica por una obra de teatro muy crítica con la religión le obligó a abandonar Egipto de nuevo. Ahora vive en Estados Unidos, donde critica que sus amigas «se cuidan de las arrugas porque son víctimas del mercado».

‘Seguir adorando el texto es un peligro’

Considerada una blasfema por amplios sectores, cree que la religión es producto de la política y no entiende cómo algunos «se matan por ello». «¿Quién de vosotros ha elegido su religión?, la hemos heredado», le espetó a un auditorio heterogéneo pero atónito por igual ante su dialéctica.

Explicó que el islam dice que existe una responsabilidad directa ante Dios, que exige que cada uno entienda la religión bien y no siga sin más la interpretación de otros. «Usa tu mente porque ahí está el honor del ser humano. Dios no creó la religión, la religión la ha creado el ser humano».

Para ella, «seguir adorando el texto [Corán] es un peligro. Hay que adaptar el texto a la realidad, no la realidad al texto», añadió mientras algunas de las presentes se revolvían en su silla.

Las interpretaciones literalistas del islam insisten en la necesidad de asimilar todos los preceptos del Corán y de la tradición islámica sagrada con el argumento de que o se acepta el todo, o no se puede aceptar nada.

«Mi padre fue licenciado por la Universidad de al-Azhar-de las más prestigiosas en la enseñanza de las Ciencias Islámicas- y me decía que tenemos que quedarnos con las ventajas y deshacernos de las desventajas», añadió.

Rechaza valorar a las personas por su identidad religiosa, primar unas determinadas creencias. Mientras hacía aspavientos con los brazos arremetía contra «la existencia de Israel como Estado religioso que se apoya en un sólo versículo de la Torá».

Afirma que decir «soy palestino, soy musulmán o soy judío» es caer en el comercio religioso y anima a que en el futuro todos creamos en la justicia.

‘La mujer se desintegra’

Eso sí, después de estudiar el Corán, el Evangelio y la Torá tiene claro que hay muchas similitudes en cuanto a la opresión de la mujer y el racismo porque «los otros que no creen en lo que yo creo son unos apóstatas».

Al Saadawi celebró que una de las ponentes reconociera no estar de acuerdo con ella: «Si no estamos en desacuerdo en algunas cosas no podemos avanzar. Si todos tenemos la misma opinión, para qué reunirnos hoy».

Recordando unas conversaciones con su abuela y su padre explicó que, en su opinión, «Dios es una idea, no un libro que sale de una imprenta». «El islam de hoy no es el de hace 100 años y cambia en cada país porque cada Estado lo interpreta según sus intereses», por eso para ella es primordial evitar perderse en debates inútiles como «velo sí, velo no» y abordar el verdadero problema del mundo, la pobreza.

La escritora comenzó a lanzar entonces su diatriba contra el sistema: «es injusto, está basado en la guerra, en el machismo. Tiene que haber un pensamiento valiente, insurgente, intelectual. El Estado no puede tener religión porque la tierra no la tiene. Tenemos que hacer una Constitución de la Justicia. Esto es lo que hay que discutir, y no hablar del velo porque la cuestión principal se pierde».

Es la fuerza de los poderes de un mundo desequilibrado el que apaga las voces discrepantes. Puso el ejemplo de que en EEUU es muy difícil abordar el asunto de la circuncisión -dice estar en contra- «porque el grupo de presión judío es muy fuerte y la Torá lo regula».

En medio de todo esto, «la mujer se desintegra» y como muestra se refirió a mujeres que van con el velo islámico y el ombligo descubierto a la vez. «La mujer es víctima del mercado. Tanto cubrirse como desnudarse son cosas del mercado, no manan del libre albedrío. El problema es el velo de la razón. La mujer no es una cosa a la que hay que ponerle artilugios para que parezca más joven», concluyó entre aplausos.