1. Los partidos de izquierda fueron durante mucho tiempo muy autoritarios. Lo que se practicaba habitualmente era un centralismo burocrático muy influido por las experiencias del socialismo soviético. Todos los criterios, tareas, iniciativas, líneas de acción eran decididos por la cúpula partidaria, sin conocimiento ni debate con la militancia, limitándose ésta a acatar órdenes que […]
1. Los partidos de izquierda fueron durante mucho tiempo muy autoritarios. Lo que se practicaba habitualmente era un centralismo burocrático muy influido por las experiencias del socialismo soviético. Todos los criterios, tareas, iniciativas, líneas de acción eran decididos por la cúpula partidaria, sin conocimiento ni debate con la militancia, limitándose ésta a acatar órdenes que nunca discutía y muchas veces no comprendía. Una actitud de este tipo aparece como cada vez más intolerable para la mayoría de la gente.
2. Pero al luchar contra esta desviación centralista burocrática se debe evitar caer en desviaciones de ultrademocratismo, que llevan a que se gaste más tiempo en discutir que en actuar, porque todo, aún lo innecesario, se somete a discusiones que muchas veces esterilizan toda acción concreta.
3. Al criticar la desviación burocrática del centralismo, se ha tendido en estos últimos tiempos a rechazar todo tipo de dirección central.
4. Se habla de la necesidad de organizar grupos a todos los niveles de la sociedad y de que esto grupos apliquen una estricta democracia interna «ideas que evidentemente compartimos». Lo que no compartimos es que se afirme que no hay que esforzarse por tratar de darles una organicidad común. En pro de la democracia, la flexibilidad, y el deseo de dar la batalla en muy diferentes frentes, se rechazan los esfuerzos determinar las prioridades estratégicas y por pretender unificar su acción.
5. Para algunos el único método aceptable es el del consenso. Se argumento que con él se busca no imponer decisiones sino lograr interpretar a todos. Pero este método, que busca el acuerdo de todos y que aparece como más democrático, a veces es mucho más antidemocrático, porque otorga derecho a veto a una minoría: al extremo que una sola persona puede impedir que se lleguen a implementar acuerdos que cuentan con un apoyo inmensamente mayoritario.
6. Por otra parte, la complejidad de los problemas, la amplitud de la organización y los tiempos de la política «que obligan a tomar decisiones rápidas en determinadas coyunturas » hacen casi imposible la utilización de la vía del consenso en muchas ocasiones, aunque se descarte su uso manipulador.
7. Creo que no se puede pensar en eficacia política sin conducción unificada que defina las acciones a realizar en los distintos momentos de la lucha y para lograr esta definición es preciso que se dé una discusión amplia, donde todos opinen y que finalmente se adopten acuerdos que todos deben cumplir.
8. Para lograr una acción coordinada, los organismos inferiores deben tomar en cuenta en sus decisiones las indicaciones que hagan los organismos superiores y aquéllos cuyas posiciones han quedado en minoría deben someterse en la acción a la línea que triunfa, desarrollando junto a los demás miembros las tareas que se desprenden de ella.
9. Una instancia política que pretende seriamente luchar por transformar la sociedad no puede darse el lujo de tener en su seno elementos indisciplinados que rompan la unidad de acción, sin la cual no hay acción política eficaz.
10. Esta combinación de dirección central única y discusión democrática en los distintos niveles de la organización es lo que se llama centralismo democrático Se trata de una combinación dialéctica: en períodos políticos complicados, de auge revolucionario o de guerra, no queda otra solución que acentuar el polo centralista; en períodos de calma, donde el ritmo de los acontecimientos es más lento, debe acentuarse el polo democrático.
11. Personalmente no veo cómo se puede concebir una acción política exitosa si no se logra una acción unificada y para ello no creo que exista otro método que el del centralismo democrático si no se ha logrado el consenso.
12. Una correcta combinación del centralismo y la democracia estimula la iniciativa de los dirigentes y, sobre todo, de todos los militantes. Sólo la acción creadora en todos los niveles de la organización política o social es capaz de asegurar el avance de nuestras luchas. Una vida democrática insuficiente impide desplegar toda la iniciativa creadora de los militantes, con la consiguiente baja de su rendimiento político. En la práctica esta iniciativa se manifiesta en sentido de responsabilidad, en orden en el trabajo, en coraje y aptitud para resolver problemas, para expresar opiniones, para criticar defectos, así como en el control ejercido, con esmero de camarada, sobre los organismos superiores.
13. Sólo una correcta combinación del centralismo y la democracia torna eficaces las decisiones que se adoptan, porque el haber participado en la discusión y toma de decisiones compromete más a cada uno de los actores.
14. Lo que hay que evitar cuando se aplica el método del centralismo democrático, es pretender usar las mayorías estrechas para tratar de aplastar a quienes quedaron en minoría. Los movimientos sociales y políticos más maduros consideran que no tiene sentido imponer una medida adoptada por una mayoría estrecha. Estiman que, si no es la gran mayoría de sus militantes la que está convencida de las medidas a adoptar, es preferible esperar que la gente vaya madurando y llegue a convencerse por sí misma de lo correcto de esa medida Eso evita las nefastas divisiones internas que suelen aquejar a los movimientos y partidos de izquierda y previene que se cometan errores de gran envergadura.
Bibliografía de Marta Harnecker sobre el tema:
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– La izquierda después de Seattle, Siglo XXI España, 2002.
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– La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Publicado en: México, Siglo XXI Editores, 1999; España, Siglo XXI Editores, 1ª ed., 1999, 2ª ed., 2000 y 3ª ed., 2000; Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2000; Portugal, Campo das Letras Editores, 2000; Brasil, Paz e Terra, 2000; Italia, Sperling and Küpfer Editori, 2001; Canadá (francés), Lantôt Éditeur, 2001; El Salvador, Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas Farabundo Martí, 2001.
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– Vanguardia y crisis actual o Izquierda y crisis actual, Siglo XXI España, 1990. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el título Izquierda y crisis actual: México, Siglo XXI Editores, 1990; Perú, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992.