Terminamos el año 2024 con un escándalo estatal mayúsculo: la desaparición forzada de cuatro niños afroecuatorianos del sur de Guayaquil a manos de militares de la Fuerza Aérea del Ecuador. No olvidemos los nombres de ellos, cuyas edades van de 11 a 15 años: Josué e Ismael Arroyo, Steven Medina y Saúl Arboleda. ¡Qué triste Nochebuena habrán pasado su padres, familiares y amigos! Una canción al estilo reguetón permitirá que perdure su memoria entre nosotros: “¡Vivos se los llevaron, vivos los devuelvan!”
La solidaridad ciudadana logró tumbar el cerco mediático y gubernamental que escondía la realidad vergonzosa ocurrida 15 días antes, exactamente el 8 de diciembre. Un grupo de niños regresaba a sus hogares al principio de la noche de un partido de futbol en una cancha de las Malvinas cuando un grupo de 16 marinos los persiguieron y se llevaron a 4 de ellos a su base militar de Taura, a más de 40 kilómetros de Guayaquil, donde los desnudaron y los golpearon. Luego de la llamada de uno de ellos a su papá, no se supo más de ellos: “Papá, ¡sálvame!”.
Josué, Ismael, Steven y Saúl, negros… ¡todos nombres bíblicos!
Guayaquil puso el dedo en la llaga reclamando justicia, su inmediata aparición y el castigo a los responsables. En otras ciudades del país hubo también semejantes plantones. Las autoridades militares, judiciales y gubernamentales no supieron dar información del paradero de los niños. ¡Al presidente se le ocurrió declararlos “héroes nacionales” como si hubieran muertos en una hazaña patriótica! Nos enteramos que varios padres de familias de distintas provincias del país reclaman en vano la desaparición de alguno de sus hijos. Nadie logra decirnos ‘dónde están’. No se puede menos que recordar los nefastos tiempos del ex presidente León Febrés Cordero con las desapariciones a manos de agentes policiales de la maestra y socióloga Consuelo Benavides de 36 años y de los 2 hermanos Restrepo, Carlos Santiago y Pedro Andrés de 17 y 14 años, cuyos restos nunca se encontraron. ¿No será de pena y de dolor por lo que acaba de morir el valiente padre de estos 2 jóvenes al ver que se repite semejante tragedia?
El papa Francisco, en su mensaje para el día de la paz del próximo 1 de enero, escribe: “Ninguna persona viene al mundo para ser oprimida… También nosotros nos sentimos llamados a ser voz de tantas situaciones de opresión del prójimo… que san Juan Pablo II definió como “estructuras de pecado” porque no se deben sólo a la iniquidad de algunos, sino que se han consolidado y se sostienen en una complicidad extendida… Nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia… Hacer algún acto de filantropía esporádico no es suficiente. Se necesitan, por el contrario, cambios culturales y estructurales, de modo que también se efectúe un cambio duradero.”
En estos mismos días de Navidad, el 28 de diciembre, vamos a recordar la masacre de los niños de Belén por orden del rey Herodes que quería desaparecer el niño Jesús. Lastimosamente la historia se repite en nuestro país: siguen las masacres de niños y jóvenes. Herodes sigue vivo en nuestro país y en Palestina donde el genocidio de niños se alza interminable a la vista del mundo entero. A esto nos conduce el plan de gobierno ADN de nuestro presidente porque ‘Ahora Desaparecen Niños’. Aprovechemos las próximas elecciones para cerrar definitivamente las puertas a semejantes barbaridades.
Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.
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