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La historiadora Laura Banadiba destaca el potencial de esta metodología para el compromiso de los escolares con el presente

Historia oral en las aulas

Fuentes: Rebelión

Historiadora argentina, especializada en metodología de la historia oral y presidenta de «Otras Memorias» (asociación para la difusión y enseñanza de la historia oral), Laura Benadiba (Buenos Aires, 1966) se acercó a este método historiográfico hace 20 años. «No sabía muy bien entonces de qué trataba la historia oral, pero vi que algo despertaba la […]

Historiadora argentina, especializada en metodología de la historia oral y presidenta de «Otras Memorias» (asociación para la difusión y enseñanza de la historia oral), Laura Benadiba (Buenos Aires, 1966) se acercó a este método historiográfico hace 20 años. «No sabía muy bien entonces de qué trataba la historia oral, pero vi que algo despertaba la entrevista que realizaba un chico de 15 años a un inmigrante judío polaco; cómo ese joven podía experimentar la entrevista como un «puente» respecto a otra inmigración, la que él -y los muchachos argentinos- vivían en el presente respecto a los inmigrantes bolivianos». Cuando esta profesora de Secundaria inició su camino, lo hizo directamente desde la práctica. En la época había una extensa bibliografía y proliferaban los debates teóricos, por ejemplo entre la historiadora argentina Dora Schwarztsein y la mexicana Eugenia Meyer. Pero a Laura Benadiba le preocupaba especialmente la construcción del conocimiento histórico en el aula. «No se trata de memorizar, sino de que los chicos puedan comprometerse con su presente».

 

¿Hay una batalla por la Memoria Histórica hoy en Argentina? Coincidiendo con la victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de noviembre de 2015, el periódico La Nación encabezaba un editorial con el titular «No más venganza». El ministro de Cultura de Buenos Aires y director del Teatro Colón, Darío Lopérfido, declaró recientemente que la cifra de «30.000 desaparecidos (durante la dictadura militar) se construyó en una mesa». A juicio de la directora del programa de historia oral de las Escuelas ORT, no se trata de un litigio por la memoria histórica, sino de un enfrentamiento político entre el «Frente para la Victoria», de Scioli, y «Cambiemos», de Mauricio Macri, que se reproduce asimismo en las redes sociales. «Son unas afirmaciones pérfidas y aberrantes». Por otro lado, Laura Benadiba recuerda que desde 2003 los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se legitimaron de algún modo, además de por la coyuntura económica, por principios como memoria, verdad y justicia. «Pero se limitaban al periodo 1976-83». No se «tocó» la actuación de los ejecutivos peronistas previos a 1976. «Los gobiernos deciden qué Memoria hay que recordar».

Benadiba es autora de libros de texto y material divulgativo en materia de Ciencias Sociales. También ha compilado «Otras memorias. Testimonios para la transformación de la realidad» y escrito «Historia oral, relatos y memorias» (2007), «Recursos Metodológicos para enseñar Ciencias Sociales. La historia oral, los jóvenes y el pasado» (2012) y «Espacios y prácticas en la historia oral. Experiencias desde el compromiso» (2013), entre otras obras. Una parte de la Academia ha visto en ocasiones con recelo este método de investigación, al considerar que la memoria puede conducir fácilmente a errores y a una falta de rigor en los testimonios. «Pero en la historia oral se siguen siempre unos pasos en los que se ha de ser estricto», aclara la investigadora argentina, que ha participado, junto a los historiadores Ricard Camil Torres y Cristina Escrivà, en un acto sobre «Presente y futuro de la historia oral» en la Universitat de València. «Cuando el historiador entrevista a la fuente, también la está construyendo». Y ha de hacerlo a partir de una metodología rigurosa. La entrevista se filma íntegramente en vídeo; el investigador ha de conocer previamente al entrevistado, y saber que ha vivido el proceso histórico que se aborda; además, se ha de indagar antes en otras fuentes, no facilitar previamente cuestionarios y trabajar con un guión semi-estructurado, que permita repreguntar. «Por supuesto, el entrevistado responderá lo que en ese momento quiera, pero eso puede pasar también con un periódico, archivo o estadística».

«No hay una verdad objetiva», zanja la docente. Además, actúan otros vectores como las luchas de poder. Por ejemplo, «quien dirige una universidad es la persona que determina qué se considera o no historia oral; hay personas que no tienen en cuenta a los entrevistados, y que usan la historia oral como un negocio, o la limitan a feudos y cotos cerrados». Con todo, se trata de fuentes muy directas, que enriquecen la investigación y dejan pistas para abrir líneas nuevas. Requieren un contraste, «pero también las fuentes escritas», aclara la historiadora argentina. Laura Benadiba ha optado por el trabajo en las aulas, con menores de Jardines de Infancia, Primaria, Secundaria, jóvenes discapacitados, del medio rural y también «villas de emergencia». En el ejercicio de la entrevista, para el que forma grupos de diferentes edades y especialidades, se acortan las distancias entre generaciones, los escolares refinan el vocabulario y han de realizar un esfuerzo de comprensión. El hecho de transcribir las conversaciones mejora la capacidad de redacción y estimula el esfuerzo por encontrar sinónimos. El proceso motiva a los alumnos, ya que habitualmente permanecen hasta que termina el periodo escolar.

De las prácticas de historia oral surgen testimonios como el de un superviviente del campo de exterminio polaco de Treblinka, donde el nazismo exterminó durante la segunda guerra mundial (entre 1942 y 1943) a centenares de miles de personas, sobre todo judíos polacos. El entrevistado contaba que cuando se dividía a la gente para destinarla a los trenes (rumbo al campo de concentración) o a la fábrica (en el caso de que conocieran algún oficio), él se sintió un «afortunado». El hecho de poder trabajar le liberó del centro de internamiento, lo que no ocurrió con su mujer e hijo. Sintió culpa por ello. El relato de la experiencia hizo que su vástago en Argentina pudiera conocer, años después, el pasado del padre.

En otro ejercicio con mujeres árabes en Argentina, alguien del público (hijo de una de las entrevistadas) pudo visualizar a su madre, el rostro y las palabras, antes de que padeciera la enfermedad de Alzheimer. Es decir, «uno no puede medir las consecuencias de trabajar con la historia oral», remata la investigadora. El libro «Historia oral, relatos y memorias» (Maipue) recoge experiencias como la del Proyecto ARCA (Argentina-Catalunya), desarrollado en 2006 con el título «La persistencia del silencio después de la dictadura». La iniciativa trataba de recuperar aspectos de la vida cotidiana y permitía a los alumnos aprender historia desde el ámbito más cercano, la familia. Tras un periodo de capacitación previa, una alumna argentina recuerda la entrevista que sobre la dictadura le hizo a un profesor de Matemáticas, que formó parte del ejército: «Él contaba que vivía como en una realidad paralela que le decía cómo manejarse, qué saber y qué no saber; esto influye en el día de hoy de esa persona». En el libro «Espacios y prácticas en la historia oral» (Maipue) se cita el caso de un niño de seis años, Nicolás, que tras preguntar a sus padres y abuelos cómo era la escuela en el pasado, compara esa realidad con el presente que él vive, lo que le lleva a tomar conciencia de la necesidad de cambios.

En cuanto a los referentes que toma para su trabajo, la presidenta de la Asociación «Otras Memorias» destaca, entre otros, a uno de los grandes teóricos de la historia oral, Alessandro Portelli, especialidad que ha hecho compatible con las clases de Literatura Anglo-Americana en la Universidad de Roma «La Sapienza». Musicólogo y colaborador del diario «il Manifesto», también es autor de textos como «Historia y memoria, la muerte de Luigi Trastulli». En el prólogo de «Espacios y prácticas en la historia oral», afirma: «La madurez metodológica y la credibilidad científica se convierten en afiladas armas de la batalla política de las ideas y de la memoria». Asimismo resalta al historiador Ronald Fraser, autor de «Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española», quien le animó a continuar con su trabajo, «de la manera en que yo lo hacía», ante enfrentamientos ocurridos a lo largo de la labor investigadora. Y la investigadora Cristina Escrivà, que durante una década tutoriza prácticas de investigación en el Instituto Obrero a alumnos de la Facultat d’Història Contemporània de la Universitat de València.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.