Hace unos días vi la última película de Mel Gibson, titulada «Apocalypto». El autor de una audaz obra de la epopeya escocesa, como fue «Corazón valiente», esta vez ha cometido un gazapo monumental y una irrespetuosidad con la verdad histórica. Es cierto que Hollywood no es una institución científica sino una empresa del espectáculo que […]
Hace unos días vi la última película de Mel Gibson, titulada «Apocalypto». El autor de una audaz obra de la epopeya escocesa, como fue «Corazón valiente», esta vez ha cometido un gazapo monumental y una irrespetuosidad con la verdad histórica. Es cierto que Hollywood no es una institución científica sino una empresa del espectáculo que trata en sus producciones de entretener, y por tanto inserta el melodrama en las cronologías, convierte las tragedias en sainetes y miente, deforma y falsea los hechos con tal de distraer.
La trama se sitúa en Guatemala antes de la llegada de los primeros colonizadores españoles. Los diálogos están grabados en maya yucateco, que en la actualidad es el idioma materno de un millón de personas en la península de Yucatán. El reparto incluye algunos indígenas de los Estados Unidos, de Canadá, varios actores mexicanos, y muy pocos guatemaltecos o yucatecos.
La violencia excesiva de la cinta, la interminable orgía sangrienta en que es presentada la civilización maya provocó la protesta de algunos. Un diario mexicano publicó declaraciones de Gibson: «No mostré ni la mitad de las cosas que leí acerca de una orgía de sacrificios: en cuatro días sacrificaron 20 000 personas. También tenían afición por empalar genitales y por torturar a personas durante años».
Muchos críticos y antropólogos han señalado las inexactitudes de la película que adolece de anacronismos. Muestra vestimentas y ciudades usadas en la época clásica, entre el 400 y el 900 d.n.e., pero al final muestra la llegada de los invasores españoles en 1519. La civilización maya de Guatemala prácticamente desapareció en el 900, seiscientos años antes de la llegada de los conquistadores. En la zona donde se desarrolla la trama (las selvas del interior de la península de Yucatán, en la actual Guatemala) no había mayas sino invasores aztecas, que provenían de la zona de Tenochtitlan, la actual ciudad de México, y hablaban nahuatl. El idioma utilizado en la película es un dialecto moderno del maya yucateco. Las facciones de los actores y actrices principales no son de mayas sino de nativos estadounidenses.
Antes del estreno se hizo una presentación en Los Ángeles para un reducido grupo de académicos en la Universidad Estatal de California, en Northridge. Gibson tuvo una acalorada discusión con una profesora de Estudios Centroamericanos, la Dra. Alicia Estrada, quien le preguntó si había leído sobre la cultura maya antes de filmarla y luego lo acusó de haber realizado un filme racista. Gibson respondió con una palabrota y ordenó que se expulsara a la profesora del local donde se efectuaba el debate.
La civilización maya entró en declive poco después del siglo VIII. Más de la mitad de la población de Guatemala es descendiente de los mayas originales y la mayoría vive en la pobreza, con poco acceso a la educación y a los servicios sociales. Más de 200.000 personas, en su mayoría mayas, fueron asesinadas durante la guerra civil de 36 años que terminó hace una década.
Cuando los conquistadores llegaron a América no encontraron un erial en el Nuevo Mundo. En Europa no existía ninguna ciudad de las dimensiones de Tenochtitlán, que era cinco veces mayor que Madrid. Los aztecas contaban con una desarrollada red educacional; sus tierras estaban extensamente cultivadas y poseían una eficaz red de regadío. Los avances científicos de los mayas fueron causa del asombro de los recién llegados, tales como el uso de la bóveda en las construcciones, la adopción del concepto matemático del cero y las cuidadosas observaciones astronómicas que establecieron las fases del sol, de la luna y la cadencia de los eclipses. Su calendario de dieciocho meses era más exacto que el europeo.
Los aztecas también avanzaron en las observaciones astronómicas, e igual que los mayas disponían de un calendario así como un sistema numérico vigesimal. Todos los pueblos americanos contaban con avanzadas arquitectura, danza, escultura, orfebrería. Todos poseían un complejo panteón de deidades y monumentales centros ceremoniales. Todos contaban con inmensas ciudades que disponían de imponentes templos, plazas y palacios. Los europeos venían con el hierro y la pólvora, los perros y los caballos. Cuando llegaron existían entre setenta y noventa millones de mayas, incas y aztecas; siglo y medio después solamente quedaban tres millones y medio.
Eso es lo que debió haber narrado Mel Gibson: el saqueo, las masacres, la explotación, la servidumbre y la represión impuestos por los europeos en América.