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Hornos de exterminio, agentes de inteligencia extranjeros y la vergüenza de gobiernos al servicio del gran capital

Fuentes: Rebelión

¿Dónde está el problema de los chilenos de seguir entrampados en un sistema de tanta desigualdad e inequidad, cuando se suponía que habían despertado?

David Santiago Farías Delva

Chile deambula entre el impacto de hornos y crematorios, anuncios presidenciales de reactivación económica, un Plan Nacional de Búsqueda de Desaparecidos, procesos constitucionales alejados de los anhelos de la gente y un malestar generalizado que se arrastra por décadas. Muchos se preguntan: ¿En qué momento esto estalla nuevamente? ¿Dónde está el problema de los chilenos de seguir entrampados en un sistema de tanta desigualdad e inequidad, cuando se suponía que habían despertado? Algunos argumentan que esas respuestas se encuentran en lo que se denomina «la revolución de Pinochet», la que habría actuado sobre el ADN de la población de manera transversal, provocando un cambio de mentalidad radical, a través del miedo, el terror y la distorsión de la realidad nacional. Se acusaba de «monstruos come guaguas» a las víctimas y ensalzaba como héroes a asesinos y torturadores. Es indudable que todo aquello confabuló para llegar a lo que hemos llegado hoy: ser una sociedad individualista, mediocre y poco empática, con nuevas generaciones de jóvenes que han sido el producto de una «revolución Pinochetista», que cambió el modo de vida, la mentalidad y la manera de relacionarse en comunidad, incluso en la forma de hacer política y gobernar. Haber alcanzado este estado de cosas en Chile, no solo es obra de la acción militar, sino que además, el de un profundo trabajo de inteligencia e información nacional e internacional , que permitió alcanzar el Chile que tenemos hoy, desconocedor y ajeno a cuanta barbarie se cometió, como fue el exterminar cadáveres de chilenos en hornos destinados a la producción de harina de pescado.

La intervención extranjera, estadounidense y de otros países de la órbita occidental, ideó planes para engendrar un cambio de mentalidad entre los chilenos, los que se pusieron en práctica desde la acción militar y civil, afectando de manera transversal toda la sociedad y sus instituciones: los tres poderes del Estado, la educación, los procesos productivos y sus relaciones sociales y laborales, etc.

Para mantener este estado de cosas se debía mantener en el tiempo el sometimiento de los individuos, física y psicológicamente, y para ello se puso en operación una serie de maniobras de ciertas instituciones al servicio del adoctrinamiento mental de las personas, se puso en acción toda una maquinaria de sometimiento, en la que participaron y participan por nombrar algunos: los medios de comunicación, la academia, los servicios de inteligencia de occidente, todo esto en pos del mantenimiento de un modo de vida occidental, un modo productivo mercantil, el que debe mantenerse lejos de una economía comunitaria, de lo común, en definitiva de un modo productivo no mercantil, el cual se centra en la persona y no en el mercado y el consumo desenfrenado de una sociedad capitalista.

Chile es y ha sido envuelto en los designios de un sistema productivo capitalista que, al parecer, las nuevas generaciones, a diferencia de la de los años 60,70 y 80, lo ven como un imposible a extirpar o cambiar, pues el resultado del adoctrinamiento los lleva a repetir mecánicamente la frase, «desconstruir un modo productivo por otro que sea más equitativo y justo es imposible», privandose así de la posibilidad de avanzar hacia el desarrollo de un nuevo modo de producción no mencartil, el que sí es posible desarrollar en comunidad, de manera autónoma, al margen de lo establecido en materia económica y productiva y por el cual sí sería legítimo luchar.

La sociedad chilena debe aceptar y reconocer el sometimiento físico y mental al que es y ha sido subordinada y desde ahí comenzar a desnudar la maquinaria de sumición al modo capitalista de producción. Es dentro de esta realidad que escuchamos anuncios de planes de búsqueda, procesos constituyentes y frases que señalan que «los problemas de la democracia se resuelven con más democracias», no siendo más que eufemismos, que buscan mantener muy quieta a la «ciudadanía» en la trampa del «status quo».

La ingerencia extranjera en un pequeño país como Chile, que cada vez que promueve cambios profundos automáticamente se transforma en la bestia negra para las grandes potencias y que ayer como hoy, buscan dirigir la vida de los habitantes de América del Sur, con el único propósito de salvaguardar el modelo de desarrollo mercantil. Al respecto, la CIA (EEUU) y la BND (Bundesnachrichtendienst, servicio de inteligencia de Alemania Occidental) tienen mucho que decir en torno al tema. Ambas centrales de información unieron sus fuerzas con la ayuda del proveedor mundial de equipos de encriptación «Crypto» y por más de cinco décadas controlaron en secreto a más de 120 países.

«Los dispositivos de encriptación de la compañía «Crypto» suministraron de información de inteligencia de varios países de América Latina, entre ellos Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, México, Perú y Venezuela. En cuanto a Chile, ciertos informes al que ha tenido acceso The Washintong Post, relatan la relación que estas máquinas pueden tener con episodios históricos como el asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier en Washington en 1976″. (Atalayar. Las claves del mundo en tus manos 24/FEB/20).

Quienes pretendan hacer creer que el mundo occidental se funda sobre la base del respeto a los DDHH, es un ser ciego, sordo y mudo de lo que realmente pasó y está pasando en el occidente en materia social, política, militar y económica. El descontento al mercantilismo y su finalidad de mercado y más mercado, se ha visto reflejado en revueltas en Francia, Italia, Grecia, España y Chile, por nombrar algunas. Y para protegerse de esos vientos de cambio, la maquinaria de contención del malestar social echa mano a la represión y los aparatos de inteligencia. Es en ese sentido que no se puede olvidar la historia y no se puede engañar y desconocer que los departamentos y centrales de información e inteligencia están siempre en vigencia, pues las fuerzas occidentales y orientales están en permanente contradicción en el plano militar, político y económico. Solo hace falta reconocer que en boca de los mandatarios tercermundistas como Boric en Chile, siempre estará reflejada la sombra del sometimiento a las grandes potencias explotadoras, agrupadas en la OTAN y las Naciones Unidas.

Las alianzas y los vínculos de organismos de defensa de las democracias occidentales han perdurado en el tiempo, como queda demostrado con el acuerdo entre la BND (Bundesnachrichtendienst, servicio inteligencia de Alemania occidental federal) y la CIA norteamericana en los años de la operación denominada en clave «Tesauro» y más tarde»Rubicon». ( Atalayar. 24/FEB/20).

Este tipo de concertaciones son un elemento más de control social que hasta nuestros días ponen en práctica los distintos órganos policiales y de inteligencia, quienes utilizando el tema del crimen organizado, la migración ilegal, el «terrorismo», mantienen a la ciudadanía en constante alerta y temor, distorsionando la realidad y alejándola del verdadero conflicto y la causa real de sus problemas. De esta manera, sostienen en el tiempo la farsa efectista de desarrollo, progreso, libertad y prosperidad, engendrada por un capitalismo salvaje y discriminador.

Esto reabre el debate en torno a la libertad con la que se han aplicado las reglas de mercado en Chile, sostenidas por nexos internacionales de distinta índole y de las cuales Chile es dependiente, al seguir dentro del acuario capitalista impuesto por las súper potencias, las que ordenan a gobiernos títeres, como fue la dictadura civil y militar y hoy los gobiernos seudodemocráticos que administren y protejan de manera eficiente los intereses del gran capital extranjero y criollo.

Es en este afán de mantener un tipo de sociedad donde todo se compra y donde todo se vale, que los organismos de inteligencia extranjeros y nacionales operan. Durante años la clasificación de información de inteligencia es, fue y será el caballo de Troya de aquellos que defienden el fascismo y un modo de producción mercantil. Es en ese sentido que los servicios de inteligencia de Alemania occidental intervinieron e intervienen en los asuntos internos de países latinoamericanos, los cuales consideran que se debe preservar un sistema mirando a Europa y EEUU como ejemplos a imitar y para ello se transa, sin asco, principios de justicia y equidad, echando mano a la reconciliación y la estabilidad de los Estados a como dé lugar, renunciando a la dignidad y los derechos del pueblo, los cuales el presidente Salvador Allende defendió hasta el final en su último combate.

La acción imperialista alemana queda de manifiesto en una «investigación periodística del programa FAKT qué sugiere que el servicio de inteligencia germano (BND) habría apoyado a los golpistas por medio del envío de armas a través de Colonia Dignidad, incluso desde antes de la época del presidente Salvador Allende». (DW. ¿Hubo vínculos de BND alemán y el golpe en Chile? 15/09/2023).

«Este vínculo se profundizó durante el Gobierno de Allende, ante la amenaza de la reforma agraria. Los colonos tenían miedo de una socialización de su terreno y tuvieron la idea de defenderse en el caso de un ataque o medida en contra de su fundo. Entonces importaron secretamente armamento desde Alemania”, relata Stefan Rinke director del Instituto de Estudios Latinoamericanos, LAI de la Freie Universität Berlín.

«Desde finales de los años 60 y durante el Gobierno de Allende (1970-1973), Colonia Dignidad se empezó a abastecer de armas en Alemania y a construir armamento en base a modelos que conseguían en ese país, supuestamente en el mercado negro”, señala a DW Jan Stehle, del Centro de Investigación y Documentación Chile-Latinoamérica, FDCL, en Berlín.

Documentos de Colonia Dignidad que hoy se conservan en el Archivo Nacional de Chile, difundidos por el programa televisivo, acreditan el despacho de armas desde una empresa en Krefeld, Alemania. Coincidentemente, en esta ciudad hoy viven varios excolonos, como el médico Hartmut Hopp, mano derecha de Schäfer y prófugo de la justicia chilena«. (DW. ¿Hubo vínculo BND y el Golpe en Chile 15/09/2023)

Los gobernantes de Chile y del resto de América del Sur durante los años post dictaduras, han llevado a la práctica toda una planificación mediática y comunicacional para poner a toda una sociedad detrás de la idea de la «reconciliación», la que sólo se podría alcanzar con verdad y justicia. Sin embargo, Chile y América Latina están muy lejos de eso, pues reconstruir estas democracias al estilo de países desarrollados, ha significado seguir abriendo las puertas a la intervención extranjera en todos los planos: económico, político, militar y de inteligencia. La complicidad de los gobiernos con la intervensión extranjera, cuando se refiere a la defensa de los intereses de grandes corporaciones y monopolios internacionales, permiten que estos organismos operen y caminen sobre el territorio sudamericano, plagando de historias siniestras los suelos tercer mundistas.

La participación de centrales de inteligencia e información, norteamericanas como alemanas, han sido utilizadas para sostener, después de dos guerras mundiales y de la denominada guerra fría, el método para fomentar e implantar modelos occidentales de «democracias», que no son otra cosa que capitalismo y más mercado. Según una investigación periodística de la emisora alemana WDR, uno de los agentes de inteligencia más perfidos y sanguinarios, el SS NAZI, Walther Rauff, actuó en Chile como agente de la BND, además de haber tenido un papel clave en la DINA de Manuel Contreras.

Chile ha experimentado desde 1990, una serie de acontecimientos sociales y políticos a pequeña y a gran escala como fue el estallido del 2019, olas de anuncios con buenos deseos de un futuro mejor, promesas de «nunca más» y planes de búsqueda de ejecutados y desparecidos, los cuales chocan con una realidad cruda que supera la ficción, como fue la participación espeluznante de la pesquera Arauco y pesquera Chile en la quema y desaparición de personas en sus hornos, destinados a la elaboración de harina de pescado. Este método horripilante lo introdujo el nazi Walther Rauff, quien llegó a Chile en 1958. Este individuo apodado el «Chacal», gestionó la eleminación de cadáveres a través de las mencionadas pesqueras, las que proporcionaban camiones, frigoríficos y la infraestructura necesaria para la desaparición de personas.

El reportaje de la emisora alemana WDR, entrega claridad de las conexiones con empresarios alemanes, como lo son los Von Appen. El patriarca de la familia, Julio Alberto Von Appen, fue el encargado de las operaciones de inteligencia nazi en Latinoamérica, para posteriormente construir un imperio en negocios navieros.

El relato de la emisora WDR, agrega, que otro horno de cuerpos de prisioneros políticos fue el antiguo crematorio de perros callejeros de Santiago. En la Perrera se exterminó a más de 300 personas para eliminar su rastro. El impulsor de tan macabra idea fue el agente de la BND alemana y antiguo SS NAZI, Walter Rauff, quien fue sepultado en Santiago de Chile en 1984, asistiendo a la ceremonia nazis chilenos, entre ellos Miguel Serrano.

Los nexos entre los distintos organismos de inteligencia a nivel internacional y nacional no cesarán jamás, menos la complicidad de empresas y empresarios, que junto a los distintos gobiernos de turno buscarán sostener un modo de vida mercantil, muy alejado de la solidaridad , la equidad, la justicia y la productividad comunitaria, conceptos que dentro del mercantilismo jamás se podrán aplicar, ya que el capitalismo que se experimenta por estos días se potencia del crimen organizado, del contrabando, el hampa, el narcotráfico y la corrupción a todo nivel.

Es por lo anterior que no se puede entender que servicios de inteligencia como la CIA norteamérica, la germana BND Bundesnachrichtendienst, la DEA y las centrales de información policial de los distintos países, no sean capaces de poner fin al delito en todas sus formas, suscitando dudas en su real objetivo operativo. Cuando se trata de proteger el sistema de mercado, exterminan ciudadanos muy rápidamente, pero cuando se trata del crimen organizado, se dan miles de explicaciones y estadísticas del porqué no pueden acabar con ella. «¿Sospechosa la cosa, no?».