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Identidad cultural en el Caribe

Fuentes: La Ventana

«Ha sido descubierta América y de repente por una serie de circunstancias, resulta que nuestro Caribe se hace teatro de la primera simbiosis, del primer encuentro registrado en la historia entre tres razas que como tales no se habían encontrado nunca: la blanca de Europa, la india de América y la africana. Una simbiosis monumental […]

«Ha sido descubierta América y de repente por una serie de circunstancias, resulta que nuestro Caribe se hace teatro de la primera simbiosis, del primer encuentro registrado en la historia entre tres razas que como tales no se habían encontrado nunca: la blanca de Europa, la india de América y la africana. Una simbiosis monumental de tres razas por su riqueza y sus posibilidades de aportaciones culturales que habrían de crear una civilización enteramente original».

 

Alejo Carpentier

Al abordar el problema de la identidad cultural en la región del Caribe debemos hacer alusión o definir en primer lugar lo que entendemos por: Caribe, identidad, identidad cultural e identidad nacional.

La definición del espacio Caribe es sumamente controvertida desde cualquier ángulo en que se aborde. Puede ser definido desde el punto de vista geográfico, etnohistórico, geopolítico, tercermundista, etc.

La definición del Caribe desde el punto de vista etnohistórico o insular tiende a ser sinónimo de Antillas o West Indies, por lo que se suele incluir las Guyanas y Belice y puede llegar hasta Bahamas y Bermudas. Esta definición es la más generalizada ya que su énfasis recae principalmente en la experiencia común de la plantación azucarera esclavista.

El Caribe es un área donde se juntan y yuxtaponen las más complejas influencias culturales y sociales indias, africanas, europeas y asiáticas, convirtiéndose en escenario de disímiles y mutuas transculturaciones.

La denominación «Caribe» es un término cuyo espacio ha sido un área históricamente conformada y no geográficamente determinada. Su dimensión adquiere un carácter sociocultural. Ese gran escritor cubano y gran conocedor del espacio Caribe, Alejo Carpentier, nos reafirma la importancia de esta área cuando plantea «el Caribe es una espléndida realidad y su común destino no deja lugar a dudas».

Por otro lado para el destacado antropólogo brasileño Darcy Riveiro, existen muchos rasgos coincidentes que unen a estos pueblos caribeños, como son: un clima tropical con amplios paisajes verdes y temperaturas moderadas, la fauna compuesta por animales pequeños, el mar rico en recursos marinos, en el cual la pesca ocupa un lugar destacado. La sociabilidad, el sentido del humor, la pasión por los juegos, la tremenda asimilación del ritmo, la danza, las fiestas, la inconfundible música, la religión, la superstición y la curiosidad por todo lo novedoso son características que afloran en la mentalidad común del caribeño.

Un determinado conjunto de hechos culturales caracterizan al grupo de países que surgieron a expensas del Mar Caribe. La imagen de un complejo proceso de sincretización permite comprender el cúmulo diverso de expresiones culturales y formas afines nacidas de la sensibilidad de nuestros pueblos, donde se incluyen todas las expresiones musicales afrocaribeñas brotadas en las islas o en litoral, donde se aprecia el trabajo de reconocidos autores y en muchos casos instrumentaciones elaboradas y puramente representativas del sentimiento, costumbres, tradiciones y folclore de la región.

Como afirmara Alejo Carpentier en Carifesta 1979: «Dentro de la diversidad extraordinaria del Caribe hay un denominador común, que es la música, y estas músicas pueden diversificarse hasta el infinito conservando, sin embargo, un entrañable aire de familia».

Hoy, la diversidad económica, política y social se manifiesta en una nueva movilidad buscando su identidad, al reclamar a los hombres de estos pueblos sus derechos sobre esta geografía, y superar, con la lucha de las diferencias que lo hacían divergir, tanto en su expansión horizontal como en las escalas verticales heredadas del colonialismo.

Complejos procesos de pérdida de elementos de conservación de otros, de mezclas, de sustituciones, de oposiciones y convenciones se dieron producto al contacto de sus músicas los que hoy se mantienen vivos para un enriquecimiento mutuo y necesario, todo ello, gracias a la música ibérica la cual dejó una inconfundible marca para la música de nuestro Caribe, la que junto a la Africana y la Europea constituyeron un factor determinante para su posterior desarrollo.

Hoy los factores de unidad son más fuertes por estar insertos en los propios pueblos. Aún éstos desde el momento en que dejen de ser mercancía y en la medida que los pueblos alcancen su total descolonización, se incorporarán, en legítima apropiación, a las formas de comunicación musical, al canto y al baile, necesarias para la identidad cultural del Caribe.

Identidad: Del latín identitas, identitatis de idem: Hecho de ser una persona o cosa la misma que se supone o se busca. (Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española, pág.: 845).

Identidad Nacional: Es un concepto global que hace a un pueblo o nación diferente de acuerdo con la democracia e idiosincrasia que defiende. Es el papel activo que mantiene una nación en preservar lo que es de ella, lo autóctono, sus derechos e ideologías.

Identidad Cultural: «La identidad cultural de una comunidad humana es la forma en que dicha comunidad asume, de forma consciente (en un discurso racional o como vivencia cotidiana), toda manifestación o expresión de su ser espiritual y material, creado durante su devenir histórico, hállese o no organizada como nación o estado». (Zamora, Rolando S/F: 2)

«La identidad cultural es un proceso sociopsicológico de comunicación cultural» (Margarita García Alonso y Cristina Baeza. 1996: 23), el cual es generalmente abordado desde una perspectiva nacional, desestimándose así las particularidades regionales del proceso de mestizaje cultural. Según las autoras antes citadas, en este proceso sociosicológico de comunicación cultural interesa la otredad mucho más que la mismidad, es decir, no únicamente lo distintivo de una cultura o forma de cultura, sino el tipo de relación que ha tenido, tuvo o establece con otra cultura o forma de cultura.

La identidad cultural, como concepto, aparece como una necesidad para desbloquear el enfoque acerca de la homogeneidad de las culturas concebidas como unitarias, y darles el estatus de existencia legitima a formas de cultura diversas en el interior de una cultura mayor, cualquiera que ella sea.

Cuando planteamos que el concepto de identidad cultural es de naturaleza sociosicológica nos referimos a hechos culturales de conciencia, sean estos conscientes, subconscientes o inconscientes; o sea, los procesos identitarios se analizan desde la perspectiva de la comunicación de un sujeto de la cultura para él significativo. La identidad cultural debe ser explicada a partir de su expresión de la vida cotidiana de la población.

«En tal sentido se interpreta como una variable explicada o dependiente, que cambia en sus expresiones concretas como pueden ser: lenguaje, instituciones sociales, idiosincrasia, cultura popular, relaciones familiares, arte y literatura etc.; en función de un conjunto de variables explicativas o independientes, entre las cuales son las de mayor interés: tiempo o momento histórico, espacio geográfico, estructura socioclasista, raza, etnicidad, migraciones, genero y generaciones humanas». (Maritza García y Cristina Baeza 1996: 23).

El problema de la identidad cultural no puede reducirse al de la identidad nacional, ya que cultura no es subconjunto de nación. Por el contrario, cultura puede ser una categoría de mayor alcance que nación. Según plantea Rolando Zamora (1998: 11) estos son dos conceptos que denotan realidades sociales con un acontecer histórico distinto, cuya definición particular la establece la evolución concreta de la sociedad de la que se trate. La cultura precede históricamente a la nación. La nación surge al consolidarse el capitalismo o modo de producción capitalista. Esta se forma de clases, su desarrollo lleva la huella de la lucha de clases y representa el estadio superior de la comunidad humana, más allá de la nacionalidad o etnonacionalidad.

Una nación representa una comunidad de personas que se distingue de otra por las siguientes características que puede o no estar presentes en la nacionalidad:

Comunidad de lengua.

Comunidad de cultura.

Comunidad de territorio.

Comunidad de vínculos económicos.

Inserción total en las estructuras de clase de un país dado. Sergio Valdés Bernal, 1998: 30).

Los elementos caracterizadores o identitarios de una comunidad de hablantes pueden muy bien ser compartidos por otras comunidades de hablantes que han transitados por el mismo o parecidos acontecimientos históricos y socioeconómicos. Rolando Zamora (1998: 11) nos ofrece una tipología de las relaciones entre cultura y nación cuando plantea que puede existir:

• Cultura sin nación. Ejemplo. Los esquimales.

• Varias culturas en un estado nacional. Ejemplo: España y México.

• Una cultura dividida entre varios estados nacionales. Ejemplo: El país Vasco, China, algunas etnias africanas, etc.

• Una cultura en una sola nación. Ejemplo: Cuba.

La identidad nacional es la expresión de una comunidad de individuos integrados sobre la base de intereses comunes nacionales que los unen a través de un profundo mestizaje étnico, religioso, idiomático y de costumbres que los distinguen de otros grupos sociales.

La identidad cultural, por otra parte es más amplia, es un concepto de mucho más alcance y profundidad. Es la reserva extrapolada de generaciones anteriores que marcan la cultura y que la hacen afín con otra pero diferente en su totalidad por las ideas y modos de actuación de cada grupo social; está relacionada con las raíces culturales e históricas que conforman la cultura y que a la vez que nos diferencian, nos acercan a otros pueblos.

«La identidad cultural es un resultante histórico lograda por la evolución común de complejos socioeconómicos también comunes» (Moreno Fraginals. 1981:10), sin embargo, los diferentes intereses coloniales o neocoloniales siempre han tratado de perpetuar el sentido de la diversidad cultural caribeña, haciendo énfasis en la barrera del idioma, agregando al mismo tiempo, una barrera incomunicante o distorsionadora de la comunicación, que pretende que cada país busca su identidad en la metrópoli y no en sí mismo, actuando de esta forma como mundo cultural y político diferente.

Nuestros pueblos de América se caracterizan por una gran capacidad de resistencia, por escoger, depurar o disimular, lo que Lezama Lima llama «capacidad de reconquista».

Después de un largo proceso de conquista-colonización, los colonizadores europeos sucumbieron ante la cultura aborigen que se remonta a una antigüedad comprobada de más de 2500 años.

El proceso de transculturación entre las diferentes culturas fue tan inmenso que, a la postre, el prejuicio diferenciador que pretendía presentar a una cultura superior respecto a la otra fue vencido por la necesidad de convivencia mutua en un espacio geográfico afín.

Según Edgar Montiel existen rasgos diferenciadores pero que al mismo tiempo se convierten en rasgos identitarios que nos explican nuestra condición americana y caribeña.

La adaptabilidad: Desde la existencia de los primeros habitantes de estas tierras -los que más tarde llamaron indios-, la vida ha estado caracterizada por la lucha del hombre con el medio que lo rodea. Este enfrentamiento hombre-naturaleza hace que el hombre ponga la naturaleza a su servicio o que se adapte a las condiciones físicas de un área determinada. Se da más bien una relación donde el hombre toma de la naturaleza todo lo necesario para su subsistencia, pero al mismo tiempo le presta su servicio en su cuidado y conservación.

La inventiva, la creatividad: Desde mucho antes de la conquista se observa un alto grado de inventiva en las poblaciones que habitan América. Las grandes culturas americanas: Mayas, Incas, Aztecas etc. presentaban un nivel de desarrollo, en muchos aspectos superior al de las culturas de los colonizadores. Al ocurrir la conquista-colonización surgen nuevos problemas pero también nuevas respuestas a estos y todo gracias al poder de resistencia y a la inventiva de nuestros pueblos.

La reciprocidad: Este es un término más arraigado en las formas de actuación de nuestros pueblos que el de solidaridad, que es mucho más actual. La reciprocidad, por otra parte, esta más generalizada. Es lo que distingue la práctica cultural de nuestros pueblos a través de la cual están dispuestos a corresponderse mutuamente en diferentes acciones, situaciones y sentimientos. La reciprocidad existe como patrón de comportamiento popular y gracias a ella hemos sido capaces de sobrevivir y seguiremos sobreviviendo a través de los años.

Cultura del trabajo: Descendemos de un pueblo de hombres de trabajo. Indios, negros, europeos y asiáticos se unieron desde el primer momento, y todas estas culturas brindaron sus rasgos culturales más importantes entre los que se destacan: gran disposición para el trabajo, ya sea intelectual o manual. Esta es la primera condición para luchar contra las políticas de consumo que nos quieren imponer y que son ajenas a nuestra propia idiosincrasia.

Tradición esencialista: Nuestro desarrollo material no nos ha permitido ser convencionalistas, por el contrario, nuestro desarrollo cultural se basa en lo substancial, lo principal y más notable de las diferentes culturas que contribuyeron a nuestra formación. Este es un elemento interesante de la personalidad caribeña como señal identitaria.

El espiritualismo americano: El hombre americano reconoce en la defensa de la filosofía de la naturaleza su propio materialismo, y esto no está confrontado con su espiritualismo. Por el contrario, existe una estrecha relación entre ambos. Su vida espiritual está matizada por su amor a la naturaleza y en este sentido su adoración espiritual reconoce al mismo tiempo su adoración material. Esto se considera un rasgo de contraconquista, y es un elemento identitario que forma parte de nuestra identidad.

La cultura del cuerpo: América es un continente melódico y rítmico. Todas las culturas que se han entrelazado en el Caribe han contribuido con sus bailes, ritmos, instrumentos musicales, canciones, etc., a la formación de esta cultura musical. Todo esto enriquecido y aderezado por la presencia de África.

Cosmopolitismo cultural: El mestizaje es el primer movimiento moderno, cuando se vencen prejuicios, cuando la tradición medieval se fractura y se pasa a otra cosa: la relación entre hombres y mujeres diferentes. Somos cosmopolitas porque a lo que nos dio la madre América por su tierra, su geografía y su cultura, se sumó la cultura que viene de Europa, Asia y África. (Edgar Montiel, 1995: 39-42).

Refiriéndose al Caribe -insular, costeño y marítimo- la escritora Nancy Morejón (1996: 4) se pregunta: «¿Somos una unidad?». Y se responde: «Por supuesto que sí, pero esa unidad se afinca en una diversidad que se expresa en varias culturas. Esas culturas se expresan a su vez en complejos lingüísticos de infinita originalidad. Esta es una de las características de estas tierras».

En el Caribe se unen, se entrelazan y se yuxtaponen las más complejas influencias culturales latinas, africanas, anglosajonas y asiáticas en un espacio geográfico marcado por choques, encuentros y mutuas transculturaciones que dieron origen a un nuevo elemento identitario especifico para toda la región y donde las diferencias existentes, y otras que nos quieren imponer, como la barrera lingüística, no han sido impedimento para que la diversidad de culturas que forman nuestro universo cultural, conformen al mismo tiempo nuestra identidad.

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Bibliografía

-Araujo, Nara. 1989. «Apuntes sobre valor y significado de la identidad cultural», en revista Unión No: 8. Oct-Nov.

-Carew, Jan. 1980. «Palancas para el cambio. Identidad cultural en el Caribe», en revista Casa de las Américas.

-Carpentier, Alejo. 1981. «Lo que el Caribe ha dado al mundo». En Correo de la UNESCO.

-1995. Cultura e Identidad Nacional. Memorias del encuentro: «Cuba: Cultura e Identidad Nacional». Unión de escritores y artistas de Cuba. Universidad de La Habana.

-García Alonso, Maritza y Cristina Baeza Martín. S/F. Modelo Teórico para la Identidad Cultural. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana. Ciudad de La Habana, Cuba.

-Mateo Palmer, Margarita. 1996. «La Literatura Caribeña al cierre del siglo», en revista Temas. No: Abr-Jun.

-Méndez, José Luis. 1979. «Problemas de Cultura Caribeña», en revista Casa de las Américas. No: 114. May-Jun.

-Montiel, Edgar. 1995. «Educación para la Identidad», en revista Educación May-Ago.

-Morejón, Nancy. 1996. «Lengua, Cultura y Transculturación en el Caribe: Unidad y Diversidad», en revista Temas. No: 6, Abr-Jun.

-Moreno Fraginals, Manuel. 1995. Cuba-España. España-Cuba. Historia Común. Serie Mayor.

-Orovio, Helio. s/f. Música en el Caribe.

-Zamora, Rolando. 1996. Cuestiones Teóricas de la Identidad Cultural. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana «Juan Marinello».